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Sudán del Sur: la atroz guerra de petróleo contra China

Nazanin Armanian
www.publico.es/280317

Horror en el último país creado por EEUU: miles de niñas y mujeres han sido secuestradas, encadenadas, violadas una y otra vez, dando a luz a hijos de la barbarie. Según la ONU “las proporciones de la violencia sexual son épicas”, incluso en el campo de refugiados que gestiona en Juba, la Capital de Sudán del Sur, el 70% de las mujeres han sido violadas. Cerca de 50.000 personas (incluidos niños y niñas) han sido apaleadas, torturadas, asesinadas; sus animales y bienes robados y sus casas quemadas. 16.000 niños han sido reclutados por las partes enfrentadas para matar. 2 millones de personas han huido de sus casas, y miles de familias se han ocultado en los islotes de los pantanos del Nilo, alimentándose de las hierbas silvestres. La guerra “civil” que azota el país ha provocado una hambruna que afecta a 4,6 millones de personas, y nada de esto es noticia.

Ésta guerra tampoco es “civil”    

El motivo oficial del conflicto es la protesta de varios grupos armados en diciembre de 2013 por la destitución del vicepresidente Riek Machar, de la minoría étnica Nuer, acusado por el presidente Salva Kiir, de la etnia Dinkaa, de un intento de golpe de Estado.

Aunque la verdadera razón del conflicto quizás sea otra: la aplicación del “Plan B” de EEUU para desestabilizar este territorio: El “Plan A” fue separarlo de Sudán dentro del proyecto de la reconfiguración del mapa de Oriente Próximo para el Nuevo Siglo de América (al que Trump llama “America First”), ahora que su aliado Kiir vende el 80% del petróleo del país a China y le ha adjudicado el 40% de los principales campos petrolíferos del sur de Sudán.
Washington, que destinó 100 millones de dólares al ejército de Sudán Sur en 2011 y permitió que los señores de guerra que ocuparon el poder se lucrasen con el dinero del medio millón de barriles de petróleo por día que vendían a 75 dólares el barril (y lo depositaban en los bancos occidentales), se siente estafado.

Y EEUU, al igual que Roma, “no paga a los traidores”: al ver que Kiir ha convertido a Sudán Sur en el único país de África donde China posee contratos de explotación de petróleo, no dudó en destituirle, fabricando  “rebeldes” armados (como lo ha hecho en Libia y en Siria), contando para su objetivo con el actor George Clooney que acusa a Kiir de enriquecerse con la guerra (que es cierto), silenciando las atrocidades cometidos por otros implicados patrocinados por la CIA.

La violencia que empezó en la capital Juba pronto se llevó a las proximidades de campos petrolíferos de China en la frontera con Sudán. La reacción de Beijing fue sin precedente: envió a 1.059 soldados como “cascos azules” de la ONU dentro de las “fuerzas de mantenimiento de la paz” al lugar (donde varios fueron asesinados), enviando el siguiente mensaje: que China ha decidido plantar cara en vez de recoger sus bártulos y marcharse.

Por eso, China, Rusia, Japón y Egipto (cada uno por su propio motivo) rechazaron la propuesta de EEUU en imponer un embargo de armas al gobierno legal del país.

También están Israel y Arabia e Irán

Por si fuera poco, la tierra herida de Sudán también sufre el pulso entre Tel Aviv, Riad y Teherán.

Israel, que sigue la “doctrina de la periferia” de David Ben-Gurion –que propone formar alianzas con países no árabes-, tras romper al país “musulmán” más grande de África, y desde el sur intenta acceder al petróleo barato y otras materias primas; a las aguas del Nilo y el mar Rojo para presionar a Egipto en sus negociaciones;  aumentar su periferia de seguridad; alejarlo de los movimientos progresistas africanos (en Kenia, Mossad detuvo al líder kurdo Abdolá Ojalan en 1999) y entrar en los mercados africanos con grandes inversiones en aeropuertos, industria militar (mientras expulsa a los refugiados sudaneses que entran en Israel desde Egipto).

Por lo que junto con EEUU también intenta desmontar el gobierno de Jartum del Sudán Norte, impidiendo que los lazos entre Irán y Sudán se fortalezcan. En octubre del 2012,  Israel bombardeó una fábrica de misiles en Sudán, afirmando que construía misiles iraníes de Shahab.

Irán por su parte, pretendía desde el Sudán y el mar Rojo vigilar a Arabia Saudi, Egipto e Israel. Sin embargo, Jartum de repente se alejó de Teherán, cerrando en 2014 su centro cultural, acusándole de predicar el islam chií en un país donde casi el 40% de los musulmanes son shafeies (escuela sunnita más próxima al chiismo). Y como recompensa recibió de Arabia Saudí, el archienemigo de Teherán, 1.000 millones de dólares, mostrando su agradecimiento uniéndose a la coalición EEUU-Arabia Saudí que desde marzo del 2015 bombardea a los huthies “chiitas” de Yemen, provocando la mayor crisis humanitaria del mundo.

El chantaje de Arabia a Sudán llegó a tal punto que bloqueó durante meses el envío de remesas de los inmigrantes sudaneses a  sus familias. Los fundamentalistas islámicos del norte no se resignan a arabizar e islamizar al sur –que se ha llenado de evangelistas cristianos llegados de Occidente, como si dicha medida acabara con el capitalismo más salvaje que ha conducido al país a la guerra y hambruna.

EEUU planea provocar una guerra entre Sudán del Sur y del Norte, y así cerrar el campo de petróleo “chino”, y de paso continuar con la balcanización de Sudán, separando Darfur, rica en uranio y otras materias primas. A pesar de que “independizar” a Sudán del Sur para fundar un país artificial al servicio de los intereses de EEUU, ha sido todo un fracaso.