Nazanín Armanian
www.publico.es/080317
En este país cuya
bandera está adornada con un arma, y que lleva el nombre de la dinastía tribal
que lo fundó (gracias a los colonialistas británicos), las mujeres como género
necesitan por ley un tutor, que además debe ser varón. No les salva de esta
humillación ni ser doctora en filosofía o en tecnología punta ni millonaria.
Arabia ocupaba en 2014 el puesto 134 entre 142 países del Informe sobre la
Brecha Mundial de Género (España tiene el número 29). Esta brecha ha ido
aumentando en los últimos años.
En 2017, por
primera vez en su historia, la teocracia islámica de Riad ha autorizado la
celebración del Día Internacional de la Mujer Trabajadora para lavar su cara.
¿Cómo pueden hacerse oír y cambiar el sistema, las mujeres de un país que junto
con Estados Unidoses el principal
patrocinador del terrorismo misógino de Al Qaeda, Taliban y el
Daesh y que ha prohibido todas las formas de organizarse? El Partido
Comunista, que siempre fue ilegal y perseguido, aceptó disolverse en 1991 a
cambio de la liberación de varios de sus presos políticos, algo
absolutamente inaudito entre las fuerzas de izquierda del mundo.
Apartheid
de género
La dictadura saudí
utiliza la religión y la estrategia de “divide y vencerás” para mantener el
control sobre la población. En nombre de Dios ha legitimado las desigualdades
entre las clases sociales, entre los inmigrantes y los nativos y, sobre todo,
entre los hombres y las mujeres. En la nación más segregada por género del
mundo, a ellas se les impide:
1] Tener el
estatus de ser humano “completo”. Son consideradas subgénero, algo parecido
al Untermensch (subhumano) alemán. Para sobrevivir en éste sistema
político, la mujer necesita ser tutelada por un hombre para sobrevivir.
2] Trabajar,
estudiar, viajar, enamorarse o casarse sin permiso.
3] Estudiar en
diversas carreras “masculinas” universitarias, como las ingenierías.
4] Divorciarse
cuando se le acaba el amor, si lo hubo en el matrimonio forzoso y concertado
que tuvo.
5] Practicar la
poliandria (pues, los hombres practican la poliginia).
6] Ser tutora de
sus hijos.
7] Cantar, bailar,
vestirse como quiera, soltar una carcajada en público, vivir sola, pasear sola…
8] Usar las piscinas públicas, mientras en
Occidente, los y las fundamentalistas tiene la misión de forzar a las autoridades a que
se les permitan entrar en las piscinas con burquini.
9] Manifestar
alegría y júbilo, utilizar colores vivos en su abaya.
10] Abrir una
cuenta bancaria (¡pero puede invertir en la bolsa!).
11] Participar en
la vida pública y política.
12] Ni mucho menos
intercambiar ideas y opiniones con la otra mitad de la población.
13] Conducir
vehículos. El fracaso de las campañas de las feministas de Arabia en contra de
esta norma, se debe a que las autoridades son conscientes de que el objetivo de
las mujeres, más que conducir, es conseguir un derecho, que podría agrietar la
estructura totalitaria del país, planteando más demandas.
Desde hace unos
años, las mujeres ya pueden ir al médico sin sus guardianes: Cuando un sistema
político como el Saudi arrebata los derechos fundamentales a toda una nación,
presenta este tipo de “cesiones no esenciales” como “avance social” para el
agrado de sus aliados occidentales, que de vergüenza ya no saben cómo presionar
a los jeques para que al menos guarden las apariencias.
Uno de sus
clérigos propuso que para paliar esta situación y para que las mujeres puedan
compartir el mismo espacio que los hombres, sin caer en pecado, pueden amamantarlos, y
así crear unos lazos materno-filiales. No entremos en los detalles
pornográficos de las discusiones que generó este antiguo edicto religioso: las
mentes más moralistas suelen ser las más enfermas y perversas.
La
pedofilia es legal
Miles de niñas,
incluso de 7-8 años, son entregadas en matrimonio por su padre, a cambio de
dinero: cuanta más niña, más cotizada. La primera causa de esta venta de hijas
es la pobreza de familias que mientras caminan sobre un mar de Oro Negro, no
tienen agua corriente ni luz. Aunque algunos jueces se han opuesto a ésta
formas tan aberrantes de la violencia de género – que mata cada año de decenas
de niñas por la hemorragia causa de las violaciones del “esposo” o en el primer
parto a los 12-13 años-, la ley considera un delito la desobediencia filial.
Las
esclavas
Se desconoce qué
porcentaje de los 6 a 10 millones de inmigrantes que realizan los trabajos más
duros y más “bajos” de Arabia, son mujeres. Huyendo de la pobreza más absoluta,
las mujeres que procedentes de Bangladesh, Etiopía, Indonesia, Filipinas y Sri
Lanka, trabajan de sirvientes. La mayoría no pueden ni salir de la prisión que
se convierte las casas de sus amos, ya que necesitan “guardián varón” para
hacerlo, sus pasaportes son retenidos, y son objetos de abusos sexuales
por los amos. Para denunciar una violación deben testificar en su favor cuatro
personas, que sean hombres, y además musulmanes. A ello se añade el problema de
idioma: la mayoría de los “musulmanes” del mundo no hablan el árabe. En enero
del 2015 el régimen decapitó a la ciudadana birmana Lausa Bint Muttalib Basin
acusada de asesinato. Sus gritos y llantos de “yo no lo he hecho” no llegaron a
los oídos tapados de los jueces.
La crisis
económica que atraviesa el país, es el pretexto del gobierno para expulsar a 4
millones de inmigrantes. El gobierno de Etiopía ha anunciado facilitar el
regreso de 200.000 de sus mujeres que trabajaban en Arabia en las tareas
domésticas. Los activistas pro derechos humanos, hombres y mujeres son
acusados de “atentar contra la seguridad nacional” para así imposibilitar
que se defiendan.
Las profundas
contradicciones sociales que vive la sociedad de Arabia, lejos de ir
solucionándose con míseras concesiones, se agravan. Arabia Saudí es un
“proyecto” inviable: la situación de sus mujeres así lo confirma.