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La crisis
humanitaria derivada de la guerra y del colapso de la economía en Sudán del
Sur, se suma la hambruna declarada el pasado 20 de febrero de 2017 y se estima
que sin una respuesta adecuada, en julio de 2017 esta emergencia alcance su
punto más crítico.
En Sudán del Sur,
el Estado más joven del mundo (reconocido internacionalmente en 2011) estalló a
finales de 2013 una guerra civil que enfrenta al Ejército de Sudán del Sur con
el SPLA-IO, un grupo escindido del propio ejército regular, y con otras
facciones rebeldes. Durante este tiempo, el flujo de población afectada por la
guerra no ha dejado de aumentar. Los últimos datos de Naciones Unidas indican
que 1,5 millones de personas se han refugiado en países vecinos (principalmente
en Uganda y Etiopía) y 1.850.000 personas se han desplazado a otras zonas del
país buscando refugio.
A la situación de
crisis humanitaria derivada de la guerra y del colapso de la economía se suma
la hambruna declarada el 20 de febrero de 2017. Según la ONU, una hambruna se
declara técnicamente cuando la tasa de desnutrición aguda entre los niños
supera el 30%, más de 2 personas de cada 10.000 mueren diariamente y la
población no tiene acceso a alimentos y otros bienes básicos.
¿Cómo
hemos llegado hasta aquí?
La guerra civil ha
sido el desencadenante de la emergencia en Sudán del Sur: 3 años de conflicto
han colapsado la economía del país, la inflación se ha disparado (ha llegado a
alcanzar el 800%) y la población no puede comprar los escasos productos en los
mercados locales ya que los precios de los alimentos básicos han llegado a
cuadruplicarse en el último año.
Millones de
personas han abandonado sus campos de cultivo al desplazarse para huir de la
guerra, por lo que han perdido su principal fuente de alimentación. Según la
FAO, unos 12 millones de personas en la región se encuentran en riesgo de
hambruna. En Sudán del Sur 4,9 millones de personas necesitan ayuda urgente de
tipo alimentario, agrícola o nutricional y alrededor de 250.000 personas sufren
malnutrición aguda. Sin una respuesta adecuada, en julio de 2017, cuando se
espera que esta emergencia alcance su punto más crítico, se estima que 5,5
millones de personas sufran inseguridad alimentaria y necesiten asistencia
humanitaria.
Por tanto, en
estos últimos meses confluyen varios factores que provocan que en el caso de
Sudán del Sur hablemos de una crisis compleja y que no podamos atribuir la
situación de hambruna a una única razón:
3 años de guerra
entre el ejército de Sudán del Sur y diferentes facciones y grupos rebeldes
Colapso de la
economía en el país
Sequía por el
fenómeno de El Niño, que ha mermado las cosechas en la región drásticamente
Encarecimiento del
precio de los alimentos, entre 2 y 4 veces el precio habitual
Falta de opciones
de medios de vida ya que la población, al desplazarse, no puede seguir
cultivando sus campos
El Estado de
Unidad (situado en el centro-norte del país), es el más afectado hasta el
momento y 100.000 personas están en riesgo de morir de hambre en los próximos
meses. Datos de la FAO indican que un millón de personas se encuentra en
situación de inseguridad alimentaria en todo el país.
Todas las
informaciones apuntan a la falta de voluntad política para terminar con esta
emergencia, ya que el gobierno de Sudán del Sur no está destinando los recursos
necesarios para poner fin a esta situación (la mayor parte de gasto público
tiene carácter militar). Además, a menudo se dificulta la entrega de ayuda por
parte de las organizaciones humanitarias.
Entreculturas
trabaja en Sudán del Sur con el Servicio Jesuita a Refugiados (JRS) desde hace
más de 10 años atendiendo a las crisis humanitarias derivadas de los distintos
conflictos que ha vivido y vive el país.
Con el JRS estamos
presentes en dos enclaves: en Maban (en el extremo noreste del país) y en
Yambio (en el extremo suroeste, cerca de la frontera con RDC). En el proyecto
en Maban trabajamos con población refugiada (de Sudán), desplazados internos y
con la población local. En el proyecto en Yambio trabajamos con desplazados
internos, población retornada (refugiados sursudaneses en el norte de Uganda que
han regresado) y población local. Las principales acciones que llevamos a cabo
son educación (educación infantil, primaria, alfabetización básica para
personas adultas, atención especial a estudiantes con algún tipo de
discapacidad, etc.), apoyo psicosocial (ayudar a superar situaciones
traumáticas que estos grupos de población han vivido) y fomentar la educación
para la reconciliación y la paz entre los distintos grupos de población.
Actualmente, el JRS atiende a 29.000 personas en Sudán del Sur.
“Actualmente
estamos acompañando el proceso de reconciliación de la comunidad refugiada y
local”, nos cuenta Álvar Sánchez, SJ, Coordinador de Educación en Maban. “En
Navidad la confrontación alcanzó niveles sin precedentes y todavía estamos
recuperándonos de aquello. De hecho no pudimos abrir el Teacher Training
College hasta la semana pasada. Confiamos en que la declaración de hambruna sea
una alarma eficaz para que la implicación de la comunidad internacional
facilite la intervención humanitaria. Mucha gente necesita ayuda”.