Entrevista
a Arundhaty Roy
www.rebelion.org/221016
La
novelista, activista y ensayista india Arundhaty Roy, prosigue en su intento de
"despertar nuestra imaginación" contra el chovinismo, el capitalismo
y los procesos en apariencia inofensivos que les permiten prosperar. Arundhati
Roy, autora de El
dios de las pequeñas cosas, acaba,
veinte años después, una nueva novela que se publicará en inglés el año próximo
y en francés a comienzos de 2018. Mientras tanto, publica dos obras que se
inscriben en el combate contra los nacionalistas hindúes y el capitalismo
voraz.
El
primero, Espectros del capitalismo (Capitán
Swing), en realidad, es una recopilación
de artículos centrada en las tensiones de Cachemira y la forma en las que las
ONG, las fundaciones filantrópicas, las becas de estudio, los discursos
tranquilizadores sobre la diversidad y el arte sirven de vehículo para el
acaparamiento de tierras y la destrucción de los imaginarios en una India donde
el desarrollo económico exponencial es compatible con el hecho de que "más
del 80% de la población vive con menos de 50 céntimos al día".
Frente
a esto, Arundhaty Roy da cuenta de las luchas que intentan resistir a estos
rodillos financieros e ideológicos. Si el análisis es oscuro sobre la suerte
que espera una humanidad que ha aniquilado las formas de pensar diferentes,
suprimiendo unas formas de vida para imponer otras, Arundhaty Roy sigue
exigiendo el "derecho a soñar en un sistema que ha intentado transformar a
todos los individuos en zombis hipnotizados hasta el punto de asimilar el
consumismo irreflexivo con la felicidad y la plenitud".
El
segundo se titula ¿Que devons-nous aimer? (Gallimard). Firmado junto al actor y
realizador John Cusak, es el resultado de un encuentro con Edward Snowden y
también con Daniel Ellsberg, el antepasado de los "denunciantes", en
el origen de la filtración de los "Papeles del Pentágono" durante la
guerra de Vietnam. Fundamentalmente, consiste en una reflexión sobre el
patriotismo, en nombre del cual dicen haber actuado Ellsberg y Snowden mientras
que Arundhaty Roy llama a redefinir nuestras prioridades: "un bosque
virgen, una cadena de montañas o un valle fluvial son más importantes y sin
duda, más dignos de amor que cualquier país jamás llegará a serlo. Podría
llorar por un valle fluvial, y eso ya me ha sucedido. ¿Pero por un país?”
Entrevista
JC:
Escribe que la India es actualmente una superpotencia como las otras, "con
bombas nucleares y una escandalosa desigualdad"… En 1988, en El fin
de la imaginación, ya había declarado: "Si protestar contra la
instalación de una bomba nuclear en mi cabeza es anti hindú y antipatriótico,
entonces yo me separo. Por la presente me autoproclamo república itinerante
independiente". Casi 20 años después, ¿cómo es su relación con la India?
AR: En India, el discurso
nacionalista se ha convertido en terrorífico y eso ha
desembocado en ensayos nucleares. Quienes no han celebrado
esto como una señal de una gran nación han sido acusados de traición. La diferencia
es quienes estigmatizaban como anti-hindú a los pocos que no comulgaban con el
culto de la gran potencia nuclear hoy están instalados en el poder y
atrincherados detrás de sus convicciones de extrema derecha. Claro, la región
está lejos de la situación siria o iraní, pero un gobierno con Modi a la
cabeza, azuzando el conflicto en Cachemira y la tensión con Pakistán, ofrece
razones para inquietarnos porque allá se habla de potencias que poseen bombas
nucleares.
JC:
¿Está personalmente en el punto de mira de los nacionalistas hindúes?
AR: El
gobierno opera subcontratando su descontento frente a las voces divergentes a
la gente. Así se había organizado una manifestación delante de mi domicilio
organizada por el ala femenina del BJP, pidiendo mi detención. Y en el último
abril, los estudiantes de la universidad Nerhu habían organizado una discusión
durante el ahorcamiento del cachemir Afzal Guru, sobre el que escrito varios
textos. Algunos grupos increparon a los estudiantes y un periodista de una cadena
en continuo preguntó: ¿Quién está detrás de todo esto? ¿Por qué está aún en
libertad? Los medios de
comunicación propiedad de grandes empresas intiman a las voces independientes a
callarse y el gobierno subcontrata la censura a la multitud encolerizada.
JC:
¿Cómo explicar que el crecimiento exponencial de la India haya desembocado en
una situación en la que las cien personas más ricas del país detentan más de un
cuarta parte del PIB? ¿Por qué la teoría del "trickle don", según la
cual el crecimiento permite a la riqueza "gotear" hacia las clases
desfavorecidas, se ha revelado falsa y, al contrario, hemos asistido a un
masivo "gushup" (literalmente, surgimiento), proceso por el cual la
concentración de la riqueza opera en detrimento de las clases pobres?
AR: Eso ocurre en todo el mundo; eso
se llama capitalismo y no es necesario tener un diploma en economía para
comprenderlo. Pero en
la India, este fenómeno es doble porque, al contrario que el desarrollo
chino permitido por la producción y exportación de bienes manufacturados, el crecimiento se basa enteramente
en la extracción de recursos naturales y minerales.
Históricamente,
los británicos y los franceses han colonizado el mundo para extraer sus
preciados recursos. Hoy, en la India, una élite está colonizando su propio
país. Además, el capitalismo indio es especial en esto ya que las grandes
empresas, como Tata por ejemplo, abarcan todos los campos de la vida, de la
extracción minera a la educación o ¡los cosméticos! No son solo los pobres los
que son rechazados por este sistema, sino también los pequeños comerciantes o
los agricultores, entre los que los suicidios son frecuentes, mientras la India
se ha convertido en un economía muy potente.
JC:
¿En qué sería el capitalismo, como escribe, una "historia de fantasmas”?
AR: Me
refiero a una cita de Marx que juzgaba que el capitalismo "de unos medios
de producción e intercambio tan potentes, parece un mago que no sabe dominar
las fuerzas infernales que ha convocado". Las fábricas han cerrado, los
empleos han desaparecido, los sindicatos se han evaporado. Se ha dirigido a las
personas que integraban el proletariado las unas contra las otras: hindúes
contra musulmanes, castas contra castas, regiones contra regiones… Pero el capitalismo se ha convertido en una religión sin ninguna
lógica. Ha desencadenado una psicosis colectiva. Sabemos que seguir viviendo
como lo hacemos acarreará el fin del mundo y de la humanidad. Sabemos eso. Pero
saber no es suficiente para cambiar el curso de las cosas.
JC:
¿Por qué piensa que las viejas recetas que han permitido al capitalismo superar
las crisis pasadas, por ejemplo, "la guerra y el mercado" sencillamente
no van a funcionar?
AR: La
fuerza del capitalismo reside en su creatividad y su capacidad de adaptación…
Sí, es creativo. Es suficiente para ver hasta qué punto que mientras el
capitalismo supuestamente tiene por principio la competencia y el comunismo
estaría basado en la unidad, los capitalistas están unidos mientras los
comunistas están completamente divididos y son incapaces de ponerse de acuerdo.
Pero estamos en una situación en la que la rapidez de circulación del dinero y
del capital, altera los parámetros de la comprensión humana y hunde nuestra
alma de tal manera que somos incapaces de entender. Estamos en un gran problema
como especie.
JC:
Tiene palabras muy duras para las fundaciones filantrópicas y las ONG. ¿Por
qué?
AR: Sin
duda, algunas ONG hacen un excelente trabajo pero la "ongización" de
todo, permitida por la financiación "filantrópica" de algunas
empresas, plantea problemas. Cuando los estados se retiran de la educación, de
la salud, de la mayoría de los espacios que deben ser considerados como
derechos inalienables, a partir de ese momento, hay que recurrir a la caridad
de estos filántropos y a la acción de estas ONG. Es una quimera.
Otro
problema de las ONG se debe a que describen el mundo de una cierta manera. Toma
a las ONG feministas, por ejemplo. Son importantes para luchar contra la
mutilación sexual o los estereotipos de género. Pero la lucha de las mujeres de
Chhattisgarh contra el acaparamiento de sus tierras o la de las mujeres de
Orissa contra la construcción de una presa no es considerada como combate
feminista digno de ser financiado como tal. La lucha de las mujeres contra la agenda imperialista y
capitalista jamás ha sido considerada como una lucha feminista digna de apoyo.
Lo que
es financiado por las ONG no es malo pero es fundamental mirar qué es
financiado en relación a lo que no lo es. Empresas como Rockefeller o Carnegie
que tienen beneficios descomunales tuvieron la idea a comienzos del siglo XX,
de reservar un pequeño porcentaje de sus beneficios para las obras
filantrópicas y asegurarse de esta forma un control menos visible de la
elaboración de políticas que les son útiles. Mire la manera en la que estas
grandes fundaciones -Gates, Ford, Carnegie, Rockefeller- invirtieron en la
industria de la educación y transformaron la idea misma de la pedagogía.
En
Estados Unidos, existen excelentes universidades, con una verdadera diversidad
de procedencia del alumnado que captan al conjunto de las élites del Tercer
Mundo, esgrimiendo esta bandera. Pero en estos lugares, no se cuestiona en
profundidad las desigualdades, el funcionamiento del capitalismo, la lucha de
clases. Es una forma de adoctrinamiento perfecta porque no se parece a un
miembro de la KGB que viene a buscarte bajo la amenaza de un arma para enviarte
a un campo de reeducación. Pero sigue siendo una reeducación suave.
De las
filas de grandes universidades británicas o americanas, han salido buenos
investigadores y universitarios pero también los primeros ministros, ministros
de economía, economistas y banqueros que han contribuido a abrir las economías
de sus países a las corporaciones mundiales. Se ignora y se olvida a todas
aquellas personas que plantean cuestiones molestas y se atemperan las formas de
pensar. Se ha hecho desaparecer toda una parte de nuestra posibilidad de
imaginar un mundo diferente. La manera como han sido destruida la gente que
tenía imaginarios diferentes, como los pueblos de los valles de Chhattisgarh o
de Orissa, es catastrófica. Pensando sin duda en desprenderse del pasado, en
realidad, han destruido el futuro.
JC:
¿Hay ejemplos de la desactivación de protestas radicales debidas a la
financiación de las fundaciones?
AR: Esto
se vio durante el movimiento de los derechos civiles en Estados Unidos, cuando
las fundaciones Ford y Rockefeller financiaron con becas, subvenciones o
formación, organizaciones negras "moderadas". Más recientemente, en
África del Sur, las fundaciones americanas, para contrarrestar la influencia de
la URSS en la ANC, decidieron financiar esta organización permitiéndole
eliminar organizaciones más radicales como el Black Consciousness Movement de Steve Biko. Y cuando Nelson Mandela
se convirtió el primer ministro negro de África del Sur, se plegó completamente
al consenso de Washington e hizo desaparecer cualquier rastro de socialismo del
programa de la ANC. Incluso
dio la más alta distinción honorífica de África del Sur al general indonesio
Suharto que mató a centenares de miles de comunistas en Indonesia…
Hoy,
África del Sur está gobernada por antiguos militantes que circulan en Mercedes,
pero esto es suficiente para mantener el mito de la liberación de los negros.
En la India, al menos transcurrieron cincuenta años entre la descolonización y
el neoliberalismo capitalista que es una forma de colonización de su propio
país por las élites. En África del Sur, no hubo ninguna transición entre estas
dos dominaciones. La
revolución no puede ser financiada por las ONG o por empresas que tienen
interés en el status quo y se
acomodan fácilmente a una existencia domesticada y atemperada.
JC:
Igualmente, es severa con las políticas llevadas a cabo en nombre de los
Derechos Humanos. ¿Por qué?
AR: Es
necesario matizar respecto a esta cuestión. No digo que los derechos humanos
sean una mala política y muchos de mis mejores amigos son activistas de los
derechos humanos. Pero digo
que esto no es suficiente. Cuando debían constituir nuestros derechos mínimos,
se han convertido en
la única cosa que tenemos derecho a reclamar. El capitalismo ha reducido la
idea de justicia únicamente a estos derechos mientras que el sueño de la
igualdad se convertía en blasfemia.
Sin
embargo, los derechos humanos pueden ser un límite a nuestra imaginación
política. El concentrarse estrechamente en esta cuestión permite también, al
interesarse únicamente en la violencia y las atrocidades, reprender de la misma
forma a las dos partes de un conflicto así sean los maoístas y el gobierno
indio o el ejército israelí y Hamas. En la India, en el estado de Cachemira, de
Orissa o de Chhattisgarh, existen movimientos de resistencia que no son
pacifistas sino armados porque no tiene otra opción para luchar contra el
desposeimiento de sus recursos. Pero aunque sus reivindicaciones son justas, no
obtienen el apoyo de la clase media porque practican una "violencia"
pretendidamente incompatible con los derechos humanos…
JC:
¿Qué se puede hacer frente a esto?
AR: No
es como si nada se hubiera hecho. Se han llevado batallas. Los pobres han
logrado parar a poderosas compañías mineras. Ha habido victorias pero a menudo
se quedan sin visibilidad y no son famosas...
JC:
¿Se definiría como comunista?
AR: No.
Pero pienso que las clases
sociales son un dato esencial para comprender cómo funciona el mundo y
analizarlo de forma justa. No pensar en términos de clase es como ser un cuerpo sin esqueleto ni
estructura. Pero también
creo que pensar solo en términos de clase, como lo hacen ciertos comunistas, es
como ser un esqueleto sin cuerpo.
JC:
¿De qué puede estar formada esta "nueva imaginación" de la que
escribe que necesitamos? ¿Se puede describir?
AR: Sí,
se puede pero no en cuatro frases. Es lo que he intentado hacer en la nueva
novela que estoy terminando.
JC:
"Quizás sea el tiempo de retomar la noche" escribe. ¿Qué significa
este proyecto?
AR: Esta
frase es una referencia al gigantesco edificio de Antilia, situado en Bombay
que pertenece al hombre más rico de la India, Mukesh Ambani. Es la casa más cara jamás
construida, con 27 pisos, tres helipuertos, seis pisos de parking, 600 empleados
domésticos… Los vecinos se quejan de que este monstruo con todas sus luces les
ha robado la noche. Pero reapropiarse
de la noche es también una antigua reivindicación feminista y se inscribe en la
necesaria recuperación de la naturaleza violentada, sea el aire o el agua …
JC:
¿Su proposición de suprimir la herencia le parece realista?
AR: La
herencia es solo bienes financieros o materiales. Cuando se observa la
imposición del sistema de castas en la India, se comprenderá hasta qué punto la
herencia es también una cuestión de posición, de estatus, de derechos. Si se
quiere cambiar las cosas, me parece importante empezar a pensar una forma de no
perpetuar los privilegios y los bienes adquiridos.
JC:
¿A qué llama las "guerras del modo de vida", en el libro consagrado
al encuentro que tuvo con Edward Snowden en compañía de Daniel Ellsberg, otro
lanzador de alertas, responsable de la filtración de los "Papeles del
Pentágono" durante la guerra del Vietnam?
AR: El modo de vida americano se ha
convertido en el modo de vida europeo y el modo de vida de la élite india.
Snowden y Ellsberg tuvieron razón al denunciar la crueldad de la guerra de
Vietnam o la vigilancia de la NSA pero sigue siendo necesario comprender por qué Estados Unidos hace
estas guerras, tanto ayer como hoy. La razón es, antes que nada, el
control de los recursos y la voluntad de aprovecharlos lo más rápido posible.
Para ello, hay que preconizar un determinado modo de vida particular basado en
un apetito de consumo infinito y desenfrenado.
Es
Edward Bernays, el sobrino de Freud, uno de los primeros en cambiar la forma de
vender estos productos insistiendo no en la necesidad de poseer esto o aquello
sino en conseguir hacer creer que tal o cual producto participa de tu propia
personalidad, de tu necesaria realización. Es el imaginario de un consumo sin límites, esa idea de
que la felicidad pasa por la posesión de más y más objetos, esa forma mediante
la que creemos que la civilización y el capitalismo son una sola y misma cosa,
es lo que hay que volver a plantear si queremos tener una posibilidad de
supervivencia. Pero no estoy segura de que la humanidad quiera sobrevivir…
JC:
En este encuentro que tuvo con Edward Snowden y Daniel Ellsberg, se percibe que
sigue reticente a los motivos patrióticos de su acción. Dicen haber actuado en
nombre de una cierta idea de América que la guerra de Vietnam o la vigilancia
de NSA "traicionan". Rechaza desde hace tiempo el chovinismo pero, si
este causa algunas guerras, ¿los hombres, sin embargo, no han alcanzado los
estados nación para combatirse mutuamente?
AR: Yo
no digo que no tengan que existir países o naciones sino que no deberían estar
provistos de semejante poder esotérico como en Francia o en India, donde mucha
gente estima que sus países encarnan una superioridad cultural o civilizadora.
No es ninguna tontería. Hay que relajarse.
¿Cómo
explicar el fracaso de escritores y artistas que suministran un imaginario
menos mortífero que el de la bandera? Es muy frecuente que artistas y
escritores se plieguen a las demandas del mercado incluso teniendo el aire de
experimentar porque se espera de ti que experimentes pero dentro de ciertos
límites. Cuando escribí mi primera novela, El
dios de las pequeñas cosas, fui bien acogida y sentí que se esperaba que yo
publicara, dos años después, otra novela y así sucesivamente. Pero si yo
hubiera querido satisfacer estas demandas, no hubiera podido participar en
ninguna de las luchas en las que he participado, ni escribir los ensayos que he
escrito. Cuando he publicado, en lugar de una nueva novela, El fin de la imaginación, quienes me
habían alabado sintieron una rabia loca y me detestaron.
El
imaginario de consumo infinito ha penetrado en el mundo artístico y asistimos a
formas de "cultural washing"
lo mismo que vimos con el "green
washing". El mayor festival de literatura mundial se encuentra hoy en
la India, en Jaipur. Todo el mundo va allá, los editores, los escritores… Se
habla de libertad de expresión, del arte, mientras que las personas que
financian el festival destruyen los pueblos de los bosques, y apoyan un gobierno
en el que el simple hecho de no ser hindú y nacionalista es considerado un
crimen. Las compañías
mineras financian festivales de cine o de literatura con gentes maravillosas
que hablan bajo vigilancia de libertad de expresión mientras que sus
patrocinadores destruyen el mundo.
JC:
¿Qué debemos amar entonces para retomar el título de su libro?
AR: Hay
que reflexionar mucho, es por lo que he terminado de escribir una nueva novela
sobre ese tema. Pero creo que debemos acabar con la idea de que la naturaleza debe ser sojuzgada y
dominada por los seres humanos. Debemos acabar con la convicción de que el ser
humano debe estar en el centro del mundo y todos los relatos que la atraviesa.