Bernardo
Barranco V.
www.jornada.unam.mx/051016
La
nunciatura apostólica es la representación oficial del Papa, un servicio
de misión diplomática de máximo rango de la Santa Sede ante los estados con los
que mantiene relaciones internacionales. Como responsable de la nunciatura se
encuentra el nuncio o legado; en términos políticos es el embajador papal, pero
según el derecho canónico, nos. 262-367, sus tareas más importantes son
eclesiales.
El
papa Francisco va más allá y señala que el nuncio es ante todo un pastor. En un
mensaje a todos los representantes pontificios, en la imponente Sala
Clementina, el pasado 17 de septiembre, el Papa sentenció: Mirar, analizar e informar son
verbos esenciales, pero no suficientes en la vida de un nuncio. Es necesario
también ir al encuentro, escuchar, dialogar, simpatizar y empatizar con la
población y con la Iglesia.
También
les pide humildad; no basta señalar con el dedo o agredir a quien no piensa
como nosotros –les dijo–, esto es una mísera táctica de las actuales
guerras políticas y culturales, pero no puede ser el método de la Iglesia. Y al
estilo de Francisco, pide que la nunciatura sea la casa del Papa para todos, no
sólo para su tradicional fiesta anual, ni para los diplomáticos ni hombres de
poder, sino que sea imagen evangélica del buen pastor. Además les ordena a los nuncios huir de
las intrigas de los chismosos y de los trepas (vatican.va).
Franco
Coppola, nuevo nuncio en México, no es un improvisado. Es un religioso de larga
carrera diplomática. Tiene una amplia trayectoria internacional y ha sabido
lidiar las complejas vicisitudes de la República Centroafricana, su última
responsabilidad diplomática; que no sólo es uno de los países más pobres del
mundo, sino también en guerra civil desde 2012. Las imágenes de la visita de
Francisco a la nunciatura nos muestran una residencia austera que contrasta con
la representación en la ciudad de México. El traslado a México es obra del papa
Francisco, quien no sólo reconoce su labor, sino sus cualidades. ¿Cuál es el
perfil requerido para una Iglesia como la mexicana? La jerarquía católica
mexicana no es fácil y tiene fama de ser tan conservadora como liosa.
Coppola
se convertirá en México de un nuncio misionero en un nuncio réferi, con un
marcado acento político, tanto en el interior de la Iglesia como en su relación
ante un gobierno distanciado. Coppola llega a un país que atraviesa uno de los
momentos críticos más delicados de las últimas décadas. La crisis económica, la
violencia, la corrupción e inseguridad azotan al país como las plagas bíblicas.
Un gobierno federal con un bajísimo nivel de aceptación ciudadana y un
presidente cuyo liderazgo se ha erosionado. Y para completar este cuadro
apocalíptico, en lo que va del sexenio, cerca de 14 sacerdotes asesinados y 500 religiosos víctimas
de extorsión.
Pero
el reto mayor no es restaurar armonía con el gobierno, sino poner orden en la
cancha eclesial. Un sector de obispos ha decidido declarar la guerra al
gobierno atribulado de Peña Nieto. Un presidente católico que había apoyado
totalmente la agenda de la Iglesia, al grado de reformar el artículo 24
constitucional con el fin de dotar de mayores espacios y márgenes de maniobra a
las ambiciones clericales.
Un
presidente que se entusiasmó con la visita del papa Francisco. Brincándose los
protocolos del Estado laico, Peña, en nombre del pueblo mexicano, lo recibió
con su corazón guadalupano y con los brazos abiertos, según consta en sus
discursos de bienvenida. Sin embargo, la iniciativa presidencial de los matrimonios
igualitarios es el aparente punto de quiebre. Fue el pretexto de los sectores
conservadores, encabezados por el cardenal Norberto Rivera, para hacer avanzar
una agenda encaminada a posicionar a una fracción laica de la ultra derecha
católica cara al proceso político que culminará en 2018 con la elección de un
nuevo presidente.
El
nuncio deberá lidiar con el radicalismo político de algunos obispos cuya
equívoca apuesta ha sido legitimar peligrosamente la reaparición de grupos de
la ultraderecha política en México. Los organizadores del Frente Nacional por
la Familia son reconocidos activistas del temido y fascista Yunque. La
atmósfera y el debate político se han polarizado. Retomando a Gilles Kepel,
quien desde 1991 en su libro La revancha de Dios advertía el
advenimiento de movimientos religiosos fundamentalistas, prevenía que el
moralismo radical mezclado con la política produce fanatismos que propician
monopolios fundamentalistas sobre la verdad y encienden la intolerancia hacia
otros que piensan diferente.
Muchas
de estas corrientes son adictas a las teorías de la conspiración y los
poderosos enemigos invisibles. Coppola deberá disciplinar a un sector de la
jerarquía, responsable de avalar a grupúsculos ultras que en el nombre de Dios
desarrollan el discurso de odio, exclusión y homofobia. Coppola sabe bien que
Francisco reprueba a los fundamentalistas, sean católicos, evangélicos o
musulmanes. Coppola tiene claro que Francisco no es de derechas, tal como
afirmó a la Civiltà Cattolica: Me han acusado de conservador, pero
jamás he sido de derechas.
El
nuevo nuncio deberá dejar la huella de Francisco en la Iglesia mexicana. Dicho
programa, el Papa lo presentó a los obispos en su duro mensaje en la catedral
en febrero de este año. Detrás del peléense como hombres está el
llamado a la unidad sana y fraterna entre los prelados.
El
Papa pide una agenda social y no absolutizar la agenda moral. Pide a los
obispos bajarse de sus palacios y reprueba la imagen
de príncipes para convertirse en verdaderos pastores. No subirse a
los carros ni caballos de los faraones ni hacer acuerdos debajo de la mesa; por
el contrario, pidió: Reclínense, pues, con delicadeza y respeto, sobre el alma
profunda de su gente, desciendan con atención y descifren su misterioso rostro.
Y cabe preguntarse si los obispos han acatado con toda seriedad las
orientaciones del Papa. ¿En verdad el episcopado, las diócesis han iniciado
planes o proyectos para aplicar las orientaciones de Francisco? ¿Qué tipo de
recepción tienen los obispos ante los cambios que pide el Papa a la Iglesia
mexicana?
Concluyo
que el principal desafío del nuevo nuncio es pastoral, más que el político. Sin
embargo, éste es ineludible. Con la inminente salida del cardenal Norberto
Rivera, seguramente se vendrán importantes reacomodos y hasta jaloneos entre
los obispos mexicanos. Esa ruta será conducida por Franco Coppola. Sus
pronunciamientos y decisiones nos darán una idea clara de lo que el papa
Francisco quiere de la Iglesia mexicana. Esperemos que sean cambios para bien.