Nazanin
Armanian
La
estrategia del Partido Demócrata para atraer al voto femenino, que en el
2012 representó el 63,7 del padrón electoral, se centra en dos principales
mensajes: uno, que la victoria de Hillary Clinton, al romper el techo de
cristal de la presidencia, significará un hito histórico, y dos, que ella
es la principal feminista de la nación, la veterana luchadora por los
derechos de la mujer.
El
primer argumento en sí delata el retraso de EEUU en contar con una mujer en
la cúspide del poder: fue Nemendeyen Yanjmaa, la presidenta de Mongolia
quien agrietó en 1953 este techo, que en muchos países es de hormigón; le
siguieron en Asia, Sirimavo Bandaranaike (Sri Lanka, 1960), Indira Gandhi
(India, 1966), Golda Meir (Israel, 1973) o Benazir Bhutto (Pakistán,
1988), y en África, Ellen Johnson-Sirleaf, que es presidenta de Liberia
desde el 2005; en el mismo continente americano las mujeres han gobernado
en Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Jamaica, Panamá y Trinidad-Tobago.
Hoy,
21 mujeres son jefas de estado o primeras ministras. Mientras en EEUU sólo el 20% de los
congresistas son mujeres, en Tanzania componen el 36,6% de los
diputados. En cuanto al segundo, que Clinton sea una feminista, no se lo creen ni las
propias mujeres del Partido Demócrata, cuyo segmento joven votó en
las primarias a Bernie Sanders por su programa social (cuyos principales
beneficiarios son mujeres trabajadoras), que no a la neoliberal Clinton
defensora de los recortes.
Las
cuestiones económicas pesaron más que “el imperativo histórico” de llevar
a una mujer a la Casa Blanca. Las jóvenes demócratas le habían negado el
voto a Clinton también en 2008, eligiendo a Barak Obama. La más que
probable futura presidenta de EEUU no dudó en jugar sucio para marginar al
senador Sanders. Contó con la complicidad de la presidenta del partido
Debbie Schultz, que tuvo que dimitir una vez revelada la trama.
Poder
femenino, poder feminista
El
feminismo es una ideología que consiste, en líneas generales, en la lucha por
la igualdad jurídica, política, económica y social de los sexos, que por
ende implica el desmantelamiento de las estructuras del poder basadas en
los privilegios de clase, género, raza, etc.
Sin
embargo, si bien es cierto que la toma del poder por una mujer erosiona el
mito patriarcal-religioso que insiste en su incapacidad “natural” para
ocupar responsabilidades de liderazgo, la mayoría de las gobernantes no ha
utilizado su poder para reducir las desigualdades entre la mujer y el
hombre. Siendo hijas o esposas de un hombre de la élite, han mostrado la
obsesión por mostrar su fidelidad al poder masculino. Han considerado su
éxito, el éxito de todas las mujeres, y desde la defensa del
individualismo han negado su responsabilidad en reducir las privaciones de
millones de mujeres condenadas por el sistema en moverse dentro de un
círculo vicioso.
Golda
Meir, que decía que los discriminados eran los hombres por no poder
quedarse embarazados, mientras mostraba méritos en dirigir la guerra Yom
Kipur en 1973, se negaba a aplicar políticas sociales dirigidas a reducir el estatus
inferior de la mujer.
Tampoco
lo hizo Gandhi. Decía que si se declaraba feminista, el mundo dejaría
de tomar en serio a su gobierno. Margaret Thatcher, que destrozó el estado
de bienestar británico, cortó hasta la leche que se repartía en las
escuelas públicas. Para evitar las críticas de los hombres, no incluyó ni
a una sola mujer entre los 22 miembros del gabinete. Incluso Angela
Merkel, que había sido apodada “la chica de Kohl” se debe “vestir de
hombre” para ser aceptada como canciller de Alemania. Ninguna de
ellas estaba instruida ideológicamente para construir una sociedad
post-patriarcal.
Hillary,
la anti feminista
Clinton,
desde su posición de la primera dama, senadora y la secretaria de Estado
ha defendido un sistema capitalista neoliberal exacerbado, racista e
imperialista. Los recortes sociales que Hillary ha apoyado, han dejado,
desde el 1995, al 70% de familias pobres con hijos sin cobertura.
Mientras, ella se ha dedicado al lucro personal y a respaldar y organizar
la matanza de cientos de miles de mujeres y hombres de otras naciones en
sus guerras contra Irak, Afganistán, Pakistán,
Yugoslavia,
Yemen, Libia,
y Siria;
ha aplaudido el Pogromo palestino por Israel, ha armado a talibanes y
a los decapitadores y violadores del Estado islámico;
ha patrocinado golpes de estado como el de Honduras (que ha asesinado a
cientos de personas, entre ellas a Berta Cáceres, la activista indígena
que antes de morir a balazos en el pasado marzo señalaba el papel
de Clinton en el golpe del 2009). Hillary tiene más esqueletos en su armario que
los estudiantes británicos de medicina del siglo XIX. Como
secretaria de Estado podría haber aprendido algo de la ministra sueca
Margot Wallström, la promotora de la
Política Exterior Feminista,
quien reconoció el Estado Palestino, suspendió la venta de armas a los
jeques saudíes, y propuso abolir los modelos sexistas de dominación entre
los Estados, incluyendo a las mujeres en los procesos de paz.
Clinton, en su campaña, no habla de
que:
. El 70% de los 45 millones de los
que sufren la pobreza, son mujeres, cabeza de familia, negras e hispanas,
mientras el 1% de sus compatriotas, controla el 40% de la riqueza
nacional. La muerte de 133.000 niños al año se atribuye a las
enfermedades generadas por la pobreza. ¿Cómo se puede ingresar a un hijo
si la cama del hospital cuesta unos 5.000 dólares la noche? Clinton, con
una fortuna de al menos 32 millones de dólares se ha opuesto a la subida
del salario mínimo de los trabajadores temporales de 12 dólares a 15
dólares la hora. Ellos, que en su gran mayoría son mujeres con
hijos, tampoco reciben seguro de desempleo. En su campaña electoral, la ambiciosa aristócrata ha
invertido 413,7 millones de dólares, de los que 40 millones le han
sido regalados por Arabia saudí, el régimen más misógino del planeta.
. El sueldo de una mujer no blanca
es un 54% menos que el de un hombre blanco por el mismo trabajo.
. EEUU alberga a un tercio de
todas las mujeres presas del mundo, también al 25% del total de los
presos: tiene a 2,4 millones de seres humanos privados de libertad, a
pesar de representar tan solo el 5% de la población mundial. Miles presas inmigrantes indocumentadas
o mujeres prostituidas,
pierden el contacto con sus hijos por no poder pagar el elevado coste de
las llamadas efectuadas desde la cárcel.
. Cada
día unas 600 mujeres son víctimas de la violación o de asaltos
sexuales. Tampoco tiene algún programa para atajar el problema de las
agresiones sexuales de las tropas de su país a las niñas y mujeres de
Irak, Afganistán o Colombia.
. Su
defensa al derecho al aborto carece de sentido en
un estado donde la atención sanitaria no es gratuita, y mujeres de
trabajos precarios debe tomar la durísima decisión de abortar por no puede
criar a un hijo.
La agenda “feminista” de Clinton
simplemente no existe. Otra cosa es
la feminización de un poder basado en la superioridad y privilegios de
unos sobre otros.