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Una encíclica para “hacer lío”

Alirio Cáceres Aguirre*
www.cpalsocial.org/020715

Una reconciliación con la Creación de la que hacemos arte y parte. Por
Tal como les pidió a los jóvenes argentinos en Brasil (25 julio 2013), el Papa Francisco está “haciendo lío,” como vocero de una Iglesia que sale de sí al encuentro del Dios presente en la historia.

En la encíclica Laudato Si’ dirigida, no sólo a los creyentes católicos, sino a todas las personas de buena voluntad, el Papa se lanza como un joven de 78 años a cumplir lo que el mismo propuso: “quiero lío en las diócesis, quiero que se salga afuera, quiero que la Iglesia a la calle, quiero que nos defendamos de todo lo que sea mundanidad, de lo que sea instalación, de lo que sea comodidad, de lo que sea clericalismo, de lo que sea estar encerrados en nosotros mismos, las parroquias, los colegios, las instituciones son para salir…

El sentido del mensaje va orientado a promover que la Iglesia salga de su ”zona de confort” y se ponga al servicio de la humanidad. En este contexto, la crisis ambiental se convierte en un pretexto suficientemente universal para convocar a cambios de fondo en la manera como el cristianismo se vive en los tiempos actuales. La cuestión ecológica es un asunto universal. No hay persona, institución, estado, ONG u organización religiosa que pueda ser ajena al deterioro de las condiciones de vida en el Planeta.

El cambio climático es un problema transversal que sin distingo de credo, nacionalidad, género, ideología atañe a toda la humanidad (cf Mt 5,45). Por eso, no es un dato menor que la encíclica haya sido firmada en la fecha de la fiesta de Pentecostés y que un ortodoxo, un científico agnóstico, un cardenal africano, una mujer oriental, hayan intervenido en el evento de presentación oficial de Laudato Si’. El Papa busca unidad, reconociendo la diversidad. La alabanza al Creador va acompañada por la efusión del Espíritu en una perspectiva trinitaria relacional que se reitera a lo largo y ancho del documento pontificio.

La Encíclica está haciendo lío incluso antes de ser publicada. Hace lío porque aborda un problema común, generalmente vinculado a las ciencias naturales. El diálogo entre fe y razón, teología y ciencias, aun no es bien comprendido ni en la sociedad ni en algunos sectores de Iglesia.
Hace lío porque la ecología como tal tiene varias escuelas y a las problemáticas ecológicas se le ha dado varias interpretaciones, algunas de ellas que excluyen o minimizan la responsabilidad humana en la crisis.

Hace lío porque pone a la Iglesia como un actor social que se preocupa y ocupa de situaciones humanas concretas. Hay quienes siguen pensando que la Iglesia debe ocuparse de temas “espirituales” y la salvación de las ”almas” sin inmiscuirse en decisiones políticas, económicas o tecnológicas.

Incluso, también hace lío por juntarse con otras tradiciones religiosas y citar fuentes musulmanas como Ali Al-Kawwas, ortodoxas como el Patriarca Bartolomé, protestantes como el filósofo Paul Ricœur, católicas como el polémico visionario Teilhard de Chardin.

Hace lío porque denuncia un tipo de economía que acaba con la vida y privilegia los beneficios de unos pocos por encima de la dignidad de muchos otros de la presente generación y las futuras. En esos muchos otros, hay una inmensa mayoría viviendo en la pobreza.

Hace lío porque donde muchos ven recursos naturales para ser explotados, él plantea una visión sagrada de cada ser y de la trama relacional a la que pertenece, la creación de Dios.

En este marco, hace lío para algunos que han visto con sospecha la figura de Francisco de Asís por considerarla dulzona e inocua, pese a que este “loado seas” de la encíclica tenga las proporciones cósmicas y el profundo sentido de celebrar eucarísticamente en el “altar del mundo.

En fin, el tema escogido para desarrollar la encíclica es supremamente complejo y no está desprovisto de controversia. Mi intuición es que el Papa hizo discernimiento y en plena conciencia planeó formar este “lío” a nivel planetario. La estrategia publicitaria de expectativa, la calidad y amplitud de las consultas previas, los avances que en cada entrevista, alocución u homilía iba dando, así lo indican.

Pero también hay que admirar, la estrategia de comunicación, muy destacada respecto a la calidad el evento de lanzamiento, sino también del uso de redes sociales. El @Pontifex_es que tuiteaba una o dos veces al día, ¡tuiteó más de 60 veces en 24 horas con mensajes extraídos de la Encíclica!

Se sabe que a principios de julio, se diseñará una estrategia pedagógica para que la recepción de la encíclica sea activa y proactiva. Nada se deja al azar pese a la profunda confianza en la acción del Espíritu que renueva la faz de la tierra.

Hoy #LaudatoSi? es tendencia mundial y lo será en los foros eclesiales, ecuménicos, económicos, políticos. En especial, en los “areópagos” en los que se debatirán las medidas para mitigar el cambio climático. Allí, con certeza, habrá lío porque entran en juego consideraciones éticas inspiradas en una concepción sagrada de la vida.

Tal vez este punto sea el que más ocupe las páginas de la prensa pero no podemos olvidar que el Papa invita a una “conversión ecológica” que se evidencie en una “ecología cotidiana” capaz de leer el “Evangelio de la Creación.

En ese escenario la tarea de la Iglesia como “casa y escuela de comunión” adquiere unas enormes proporciones. Hay un reto inmenso en generar procesos de educación ecológica que conduzcan a una revolución cultural, a la par que se implementa una reconversión tecnológica y se recupera el sentido humanista de la economía.

La encíclica no tiene un sabor desconocido para las comunidad eclesiales en América Latina, pues pese a que recoge el Magisterio desde el Concilio Vaticano II y destaca aportes de Juan XIII, Pablo VI, Juan Pablo II y Benedicto XVI, tiene una gran referencia al Documento de Aparecida en cuanto al abordaje de la cuestión ecológica y el método teológico implícito: ver la realidad desde la identidad cristiana, juzgarla y discernirla desde la sapiencia bíblica y el quehacer teológico, actuar para transformar sin perder el sentido celebrativo.

Además, la mención a comunicados de las Conferencias Episcopales en Bolivia, Paraguay, Brasil, República Dominicana, México, Argentina le dan un matiz contextualizado que se correlaciona con situaciones de Nueva Zelanda, Sur de África, Filipinas y Asia en general, Canadá, Estados Unidos, Alemania, Portugal. Una mirada de conjunto a nuestra casa común que se está convirtiendo en un basurero por causa de la cultura del descarte.

Es claro que la matriz epistemológica para llegar a estas afirmaciones es un paradigma relacional complejo y esto tiene profundas implicaciones en los significados de la Divinidad. Ya no es un Dios solitario sino solidario. Un Dios que es relación. Una relación de amor desbordante. Un Dios que se comunica e interrelaciona en su Creación.

El espacio de este comentario inicial se agota y aún faltan más sesiones colegiadas para ahondar en el mensaje de la Encíclica. Tan sólo dejo planteada la preocupación por el impacto de las actividades extractivas en nuestros territorios y el aumento de conflictos ambientales por la voracidad del mercado. Los gobiernos y las corporaciones transnacionales no parecen estar dispuestas a ceder en sus pretensiones. Tal vez sea posible incidir en sociedades donde la tradición judeo cristiana haya dejado rastro, pero al gigante de la China, ¿quién lo ronda?

Todo texto tiene su contexto y su pretexto. Laudato Si’ contiene la fuerza de la palabra profética y sin lugar a dudas, hará lío. Ni la Iglesia ni el mundo ni el movimiento ecuménico ni el diálogo interreligioso e intercultural serán lo mismo después de este pentecostés inmortalizado en la fecha de Laudato Si’. Tampoco el movimiento ambiental. De hecho la ecología deja de ser “verde” para tornarse multicolor. El cuidado de nuestra casa común requiere reencantarse con la policromía de la vida. Una reconciliación con la Creación de la que hacemos arte y parte.


*Profesor Alirio Cáceres Aguirre: Fundador del equipo Ecoteologia en la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá, Colombia). También es el diácono permanente de la arquidiócesis de Bogotá.