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En el referéndum
histórico del 5 de julio de 2015, los griegos mandaron un mensaje de rechazo a
la oligarquía política y financiera europea y un mensaje de esperanza a los
pueblos del mundo.
1. NO a la Europa de la austeridad, a la
Europa de los bancos y de la oligarquía y a la Europa egoísta. Las
políticas de austeridad son políticamente costosas, económicamente ineficientes
y socialmente desastrosas. La reducción de los gastos, la disminución de los
salarios y de las pensiones, el desmantelamiento de los servicios públicos,
incluso de educación y de salud, la destrucción del código laboral y de las
conquistas sociales, lejos de estimular el crecimiento, conducen
inevitablemente a la contracción del consumo.
2. SÍ a la Europa social, a la Europa de los
pueblos y a la Europa de la repartición. En tiempos de crisis, los Estados
deben adoptar una política de New Deal y realizar inversiones masivas
para relanzar la economía. Hay que reforzar las medidas de protección social
para proteger a las categorías más vulnerables de la población. Del mismo modo,
un alza de salario mínimo desatará un círculo virtuoso pues estimulará el
consumo, llenará los libros de pedidos de las empresas, las cuales contratarán
a nuevos asalariados para responder a esta demanda, lo que permitirá al Estado
aumentar sus ingresos tributarios gracias a esos nuevos contribuyentes y
disminuir sus gastos de subsidios de desempleo gracias a la disminución de
número de desocupados. Estas nuevas fuentes de ingresos para la nación
permitirán reforzar los servicios públicos destinados al pueblo.
3. NO a la dictadura del mundo financiero, a
los ultimátum, al chantaje de la troika, al terrorismo político, económico,
financiero y mediático y a las amenazas de todo tipo. Es inadmisible que la
Comisión Europea, que se compone de tecnócratas no elegidos –por lo tanto sin
ninguna legitimidad popular– decida la política económica y social de una
nación soberana. Es un atentado contra la democracia y pone en tela de juicio
el derecho inalienable de los pueblos a la autodeterminación.
4. SÍ a la independencia, a la voluntad
sagrada de los pueblos, a la libertad y a la dignidad. Al llevar al poder a
un gobierno progresista liderado por Alexis Tsipras de SYRIZA, los griegos
votaron a favor de un programa de estimulación económica antiausteridad y un
reforzamiento de la protección social. Ninguna entidad puede interferir en esta
decisión soberana de un pueblo libre.
5. NO a la deuda inicua, matemáticamente
impagable, destinada a sojuzgar a los pueblos y a satisfacer la avaricia
insaciable de los bancos. Es tiempo de poner fin al sistema actual que
prohíbe que el Banco Central Europeo preste dinero directamente a los Estados
con las mismas tasas que las reservadas a los bancos privados, es decir entre
un 0 y 1%. Grecia podría resolver el problema de la deuda si se adoptase
semejante reforma. Hoy, cuando Grecia necesita un financiamiento, se encuentra
obligada a pasar por los bancos privados que le conceden préstamos con tasas
usurarias que pueden alcanzar el 18%, dinero que consiguieron esas entidades
con tasas inferiores al 1%.
6. SÍ a una auditoría internacional de las deudas
públicas, a la renegociación y a la cancelación de los préstamos ilegítimos.
Según el Comité de la Verdad sobre la deuda pública griega, “La deuda que surge
de los acuerdos de la troika es una violación directa de los derechos humanos fundamentales de los
habitantes de Grecia. Por lo tanto,
llegamos a la conclusión de que Grecia no debería pagar esta deuda porque es
ilegal, ilegítima y odiosa. […]
La insostenibilidad de la deuda pública griega era evidente desde el
principio para los acreedores internacionales, las autoridades griegas y los
medios de comunicación corporativos. Sin embargo, las autoridades griegas, junto con algunos
otros gobiernos de la UE, conspiraron contra la reestructuración de la deuda
pública en 2010 con el fin de proteger a las instituciones financieras.
Los medios de comunicación corporativos escondieron la verdad al público
representando una situación en la que el rescate se presentó como beneficioso
para Grecia, mientras que promovió un relato que retrataba a la población como
culpable de sus propias fechorías”.
7. NO a la acumulación de las riquezas, al
egoísmo y al individualismo. La Europa actual es el paraíso de los ricos y
el infierno de los pueblos. Es la ilustración perfecta de la célebre máxima de
Voltaire según la cual “una sociedad bien organizada es una en la que la
minoría explota a la mayoría, se nutre de ella y la gobierna”.
8. SÍ a la repartición de las riquezas, a la
solidaridad y a la defensa del interés general. La crisis actual no se debe
a una cuestión de recursos pues Europa jamás en su historia ha sido tan rica.
Es urgente entonces proceder a una repartición equitativa de las riquezas y
ubicar la dignidad humana en el centro del proyecto europeo.
9. NO a la dictadura de la aristocracia de los
poderosos. Grecia, cuna de la democracia, recuerda a Europa y al mundo la
famosa advertencia de Maximiliano Robespierre. El héroe de la Revolución
Francesa que, desde el inicio, eligió el campo de los pobres, denunció “el yugo
de la aristocracia de los ricos, el más insoportable de todos”: “Los ricos
quieren todo, quieren invadir todo y dominar todo. Los abusos son la obra y el
dominio de los ricos, son las plagas del pueblo: el interés del pueblo es el
interés general, el de los ricos es el interés particular”.
10. SÍ a la rebelión de los pueblos contra
todas las injusticias, a la insurrección cívica y pacífica y a la resistencia
contra la opresión. Los pueblos no están condenados a la indiferencia y a
la humillación y tienen el poder de tomar en sus manos las riendas de su propio
destino. La miseria no es una fatalidad sino una decisión política impuesta por
las elites rapaces e insaciables. Es hora de la revuelta de la plebe, de los
aplastados y de los excluidos contra la brutalidad del poder financiero.
Salim
Lamrani. Doctor en Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad Paris
Sorbonne-Paris IV, Salim Lamrani es profesor titular de la Universidad de La
Reunión y periodista, especialista de las relaciones entre Cuba y Estados
Unidos. Su último libro se titula Cuba, the Media, and the Challenge of
Impartiality, New York, Monthly Review Press, 2014, con un prólogo de
Eduardo Galeano.