José
I. González Faus
www.religiondigital.com/040715
“Europa no habla
griego, que habla gringo”. Este viejo verso de J. Bergamín viene hoy como
anillo al dedo. Gringo es la palabra que sirvió para designar lo peor de EEUU,
cuando se corrompió el primitivo e ilusionante “sueño americano” convirtiéndose
en sueño imperialista.
Que Europa renunciara a
explicitar sus “raíces cristianas” podía ser comprensible por respeto a la
pluralidad. Lo terrible es que, con esa renuncia aparentemente laica, Europa ha
abandonado sus raíces europeas. La “libertad-igualdad-fraternidad” se ha
convertido en otra troika llena de “pes”: “Propiedad-Prisas-Pensamiento único.
La única libertad es la
que da el dinero. Ese enriquecimiento buscado cuanto antes y a toda velocidad,
es lógico que aniquile toda igualdad. Y, para defender esa doble meta, un
pensamiento único económico que amordaza todas las diversidades asesinando
cualquier atisbo de fraternidad. El mejor ejemplo de ello es la conducta de
Europa con Grecia, que economistas de la talla de Vicenç Navarro califican de
“terrorismo financiero”. La Antieuropa.
Grandes economistas del momento (Krugman, Stiglitz, Piketty o, en España, V. Navarro y Torres-López) sostienen que el problema de Grecia es más político que económico. Algo de eso sugiere este dato poco publicado: entre tantos recortes impuestos a Grecia, nunca se le pidió una reducción del gasto militar (excesivo además en aquel país). ¡Parecía elemental! Pero resulta que Alemania y Francia son los mayores vendedores de armas a Grecia… Syriza ha sido el primero en hacer esa propuesta, enemistándose así con los militares griegos. ¡Qué curioso!
El
problema es político no económico. Y creo que se reduce a este dilema: por un
lado, Europa no quiere que Grecia salga del euro: no por razones de
solidaridad, sino porque eso daría la razón a quienes criticaron, como
precipitada y economicista, la creación de la moneda única antes de tiempo.
Por el otro lado,
Europa no puede tolerar que posturas contrarias a esa política de “austeridad
para los más pobres” y sin poder devaluar la propia moneda, acaben triunfando y
dejen en evidencia todos estos años de dictadura financiera, donde otros
gobiernos dóciles revestían su cobardía de obediencia (como en las peleas de
niños en los colegios)…
Este es el problema
europeo: político más que económico. Syriza no puede triunfar de ningún modo,
porque eso sacaría los colores a ocho años de neoliberalismo cruel. Por tanto,
es necesario desacreditarlo y humillarlo, negando incluso voz y espacio a
tantos que piensan como ellos y sustituyendo toda argumentación por esos
calificativos de “ligereza”, “irresponsabilidad”,… tan bien sonantes como mal
aplicados.
Por otro lado, si
Grecia sale del euro, habrá de parecer que es puramente una absurda decisión
suya, contraria a la voluntad europea. De ahí la bajeza moral del señor Junker
proclamando que el referendum convocado por Syriza era para salir o quedarse en
el euro. ¡Por favor!
Sin llegar a tanto, se
objeta que los griegos no son capaces de decidir sobre algo tan complicado. ¡El
mismo argumento que dieron los gobiernos europeos para la que constitución (o
el tratado de Lisboa) no fuese votado por los pueblos sino por los parlamentos!
El mismo argumento que, a comienzos del pasado siglo, se esgrimía para oponerse
al sufragio popular y al voto de la mujer: “en democracia sólo pueden votar los
que están capacitados”.
Y daba la casualidad de
que esos “capacitados” eran sólo los poderes económicos. Aunque luego, esos tan
entendidos se sorprendan al saber que EEUU les estaba espiando, y llamen a sus
embajadores y todo. Sorpresa ¿por qué? Se trata de algo que era una evidencia
para cualquiera que sepa lo que son los actuales EEUU, que ya no conocen socios
ni amigos, sino sólo lacayos de sus intereses imperialistas.
Añadamos que lo
expuesto es la visión de los moderados. Otros más radicales o inclinados a ver
conspiraciones en todas partes sostienen (en la línea de Naomi Klein), que una
vez Grecia esté fuera del euro, los especuladores financieros comenzarán a
crear problema parecidos en Portugal, en Italia, España… hasta que vayan
saliendo del euro todos los “cerdos” (PIGS: Portugal, Italy, Greece, Spain…) y
quede por fin con un “euro ario” para todos los que son por naturaleza
superiores. No sé si es así, pero así corre. Y “se non è vero, è ben trovato”.
Europa
ha sabido siempre que la deuda de Grecia era impagable; más imposible
resultaba entonces la imposición de pagar la deuda y, a la vez, reactivar la
economía. Europa sabe también que la mayor parte de las “ayudas” dadas a
Grecia, no se quedaban allí sino que eran para pagar a los bancos europeos,
alemanes sobre todo. Era evidente que así nunca se resolvería el problema
griego, ni aunque la economía despuntara. Quizá por eso no se permitió hacer
una auditoría de la deuda que, en buena parte, es ilegítima e injusta, y
situarla en sus justos límites como supo hacer Ecuador (ganándose las iras de
todas las voces oficiales). Había que evitar que cundiera el ejemplo de
Ecuador.
Estas líneas no buscan
disculpar a Grecia que tiene también sus culpas ya suficientemente expiadas por
los que menos culpables eran (niños, ancianos, enfermos…). Tampoco tratan de
justificar todas las decisiones de Tsipras en una partida de ajedrez tan
difícil, contra enemigos más fuertes. Sólo intento expresar mi vergüenza por la
reacción de Europa ante esa Grecia culpable, muy distinta de cuando Alemania y
Francia se saltaron el techo de déficit sin que pasara nada ni se apelara a eso
de que “los compromisos hay que cumplirlos”.
Miguel Delibes terminó
su discurso de entrada en la Academia, citando una canción: “paren la tierra,
quiero apearme”. Yo quisiera decir: paren esta Europa que quiero bajarme.
P.S. Se ve así la
dificultad del próximo referendum: Grecia se parece a la mujer que sólo tiene
dos salidas: rendirse y entregarse aceptando ser abusada, o negarse al abuso
abocándose a morir torturada. Conociendo la pasta humana, lo normal es que
triunfe la primera hipótesis, por triste que sea.