Nazanin Armanian
www.publico.es/070715
Ubicada en el
Mediterráneo Oriental y mirando a tres continentes,
Grecia, el eslabón
débil de la Unión Europea y la OTAN, tiene relaciones singulares con
Rusia, China, Irán, Israel y Egipto. A la vez hace de Estado “tapón” en materia
migratoria, y contribuye a la seguridad energética de la UE, acogiendo el
oleoducto Trans Adriático desde el Mar Caspio.
Cuando se llegue a
comercializar el gas de la costa mediterránea de Chipre e Israel —que también es de Gaza, Líbano y
Siria— consolidará aún más dicho estatus, ya que todos los
gaseoductos de este espacio con destino a Europa deben cruzar Grecia. Pero a
Berlín parece preocuparle más el euro que el valor geopolítico del país heleno.
Cualquiera preguntaría: “Si por dinero linchan de este modo a un socio
“europeo, cristiano y blanco”, ¿qué no habrán hecho en otras partes del planeta?”.
Mientras la Comisión
Europea, con los aplausos de Amanecer Dorado, aplica a Grecia una suerte de
“pedagogía del terror”, Syriza mueve fichas.
¿Jugar a la ruleta
rusa?
Fue Alexis Tsipras
quien viajó a Moscú y no Vladimir Putin a Atenas, tal y como se ocupó de
matizar el líder ruso, negando querer aprovechar la tragedia griega
para aumentar su influencia en Europa. El hecho de que Tsipras tampoco le
haya pedido ayuda financiera puede ser por varios motivos:
a) Es consciente del
poder de los enemigos, la UE y EEUU. Incluso cuando pudo vetar las
sanciones contra Rusia, votó a favor.
b) No está confundiendo
los BRICS con el Comecon de la era soviética. Aquí no hay una ideología
común, y un buen trato con Moscú no significa una alianza política.
c) Su preocupación es
“la deuda” y no cambiar de alianzas estratégicas. Por lo que la “alianza
ortodoxa cristiana” es tan inexistente como la “alianza de los musulmanes
contra Occidente”. Por otro lado,
Putin tampoco
rescataría “financieramente” a Grecia porque:
a) Europa es su socio
económico más importante, y prefiere que Grecia resuelva sus dificultades
dentro de la UE.
b) Intenta alcanzar un
acuerdo de paz con la UE sobre Ucrania, y no convertir a Grecia en un
nuevo espacio de conflictos.
c) El problema de
Grecia se debe al sistema financiero del BCE y el FMI, y una inyección de
rublos no lograría taponar la sangría que sufre el pueblo griego.
d) La política
internacional del Kremlin es ambigua. Por ejemplo, su posición respecto
al actual conflicto turco-sirio, o la “cuestión nuclear iraní”.
Quizás porque el Kremlin sigue construyendo su identidad.
Aun así, Moscú ayudará
a Grecia pagando parte de sus préstamos mediante inversiones. Habrá un
“gaseoducto griego” que recibiría gas desde Turquía. Así es como conseguirá
rebajas en los precios del gas, crear empleo, y aumentar su peso dentro de
la UE como suministrador de energía. Ahora la pregunta es: ¿Lo permitirá
EEUU, a pesar de que el proyecto beneficia a la UE?
La UE, sin querer,
propició una sólida alianza entre dos de sus países repudiados, Turquía
y Rusia, y en este proceso de autodestrucción agonizante, también repudia
a uno de sus “hijos”.
China
sigue su ruta de la seda
Pekín no va a soltar ni
una migaja de sus ingentes reservas de divisas para dárselos a
los helenos. Porque:
1. Considera la deuda
griega un asunto interno de Europa.
2. La economía griega
padece problemas estructurales.
3. La crisis es de la
zona euro, y no solo de Grecia.
4. La UE es el mayor
socio comercial de China. No le interesa perjudicar esta relación por un
país con el que tampoco guarda lazos culturales, ideológicos o de otra
índole.
Pekín también le ha
ofrecido a Tsipras ayuda indirecta: integrarla en el Cinturón Económico de
la Ruta de la Seda, invirtiendo en sus infraestructuras como en
la renovación de los ferrocarriles griegos. China apuesta por los activos
duros, como arrendar el puerto de El Pireo, otro enlace del llamado Collar
de perlas china, por 5 mil millones de dólares y para 35 años.
Lo que preocupa a
Washington
El Mediterráneo
Oriental es uno de los patios traseros de EE.UU. En Grecia cuenta con
cuatro bases militares en las que hasta 2001 guardaban incluso parte de su
arsenal atómico. La gran base naval de Creta fue utilizada para bombardear
Libia, Estado que junto con Siria han sido los dos únicos fuera de la
OTAN.
Además de “otanizar”
el Mediterráneo Oriental, Washington ha apadrinado una alianza
militar-económica entre Israel, Chipre y Grecia, con el fin de explotar el
gas del mar, impidiendo que las empresas rusas participen en las labores
de exploración. EEUU realiza anualmente las maniobras navales “Noble Dina”
con Israel y Grecia, exhibiendo poderío. La del año pasado incluía una
simulación del “escenario iraní”.
A Barak Obama le
preocupa una mayor presencia económica china y otra militar rusa en este
espacio y que Grecia, el flanco sur de la OTAN, salga de su órbita. La
exigencia de Obama a Berlín —que subestima las consecuencias geopolíticas
de la “Greexit”—, a que ofrezca una solución a Tsipras no es más que
tensiones inter-imperialistas, como que Turquía puede lanzar una acción militar
contra Chipre por el gas del Mediterráneo, y poner a EEUU y la UE en un
buen aprieto.
Grecia no quiere
arriesgarlo todo. Se trata de una durísima lucha de clases entre la
élite y los trabajadores, más que de un juego en el que todos los
actores ganan. La realpolitik acecha.