Carlos
E. Bayo
www.publico.es/160715
Entre las muchas canalladas que la Troika y el Consejo Europeo han cometido contra
Grecia, quizá la más cínica ha sido la de ocultar que todo el dinero
que ahora necesitan los griegos está en paraísos fiscales y ha sido evadido del
país por los magnates a los que tanto apoyan Merkel y Rajoy. En concreto, sólo
lo que esos potentados esconden en cuentas de Suiza asciende a unos 80.000
millones de euros –precisamente la cantidad que ahora se negocia para un tercer
rescate griego–, según los expertos consultados por el programa Rundschau (Panorama)
de la radio-televisión suiza (SRF).
Mejor dicho, los fondos
griegos ocultos en Suiza pueden incluso duplicar o casi triplicar esa cifra, ya
que las estimaciones citadas por el diario Neue Zürcher Zeitung am Sonntag de Zurich sobre la suma del dinero negro de Grecia en ese paraíso
fiscal oscilan ¡entre 2.000 y 200.000 millones de euros! Una
astronómica horquilla que muestra cómo el secretismo del gobierno suizo ha
permitido el saqueo de los fondos públicos de Atenas que ha arruinado el
país (por supuesto, su quiebra no se ha debido al despilfarro en pensiones y
jubilaciones anticipadas, como nos quieren hacer creer nuestros gobernantes).
Ya que esas fabulosas fortunas no pagan un céntimo de esos impuestos que la UE
no hace más que exigir que se les suban a la empobrecida población griega.
Es imposible calcular
cuánto dinero ha sido sustraído a las arcas públicas griegas en la masiva fuga
de capitales que se desencadenó a partir de 2010, cuando se reconoció que el gobierno socialista de Kostas Simitis había ocultado su colosal
deuda en 2001, con la asesoría de Goldman
Sachs, para poder entrar en el euro.
Esa hemorragia
económica se ha producido en un paciente ya desangrado por una evasión fiscal
desbocada: en 2009, un informe del Helvea
Bank estimaba que el 99% de los más de 23.000 millones de euros depositados
por millonarios griegos en cuentas suizas nunca fueron declarados al Fisco. Y
eso sólo en depósitos bancarios, sin contar las otras múltiples formas de
inversión en Suiza: acciones, bonos, inmuebles, fundaciones, trusts, fondos…
Ahora bien, no es que
las autoridades europeas no conocieran tamaño pillaje de la riqueza de Grecia.
Más bien, todo lo contrario: en 2010, Christine Lagarde (entonces ministra de
Finanzas de Francia y hoy directora del FMI) entregó a su colega en el gobierno
de Atenas, Giorgios Papaconstantinou, los 2.059 nombres griegos de la célebre Lista Falciani (la que filtró ese informático del HSBC con las
identidades de decenas de miles de defraudadores europeos con
cuentas secretas en la oficina en Zúrich de ese banco internacional). En el
listado griego figuran un ex ministro de Cultura, varios altos cargos del ministerio
de Finanzas y numerosos dirigentes de la patronal, entre muchos otros grandes empresarios
y destacados políticos.
Pero el gobierno de
Atenas no sólo escondió esa lista y permaneció de brazos cruzados –a pesar
de que mostraba que una sola familia, la Papandreu, ocultaba en esa sucursal
500 millones de euros–, sino que dos años después, cuando la revista Hot Doc
publicó esos nombres, la Fiscalía griega se apresuró a ordenar la detención del director de la
publicación, el periodista de investigación Kostas Vaxevanis, ¡por violación de
la privacidad de esos defraudadores! Más aún, el año pasado se
descubrió que el ministro Papaconstantinou había borrado del listado original los
nombres de su prima Eleni y su marido, y del esposo de su hermana, Marina, que
tenían cuentas millonarias en esa oficina del HSBC.
“Lo más interesante es por qué Grecia, entre todos
los países que recibieron esa lista [Falciani], fue el único que no la
empleó” para recobrar la fortuna defraudada, escribió el comentarista político
Pavlos Tsimas en el dominical del diario griego Ta Nea. Y esa omisión
no sólo la cometió el socialista Papaconstantinou (quien negoció el criticado
primer rescate de Grecia que sometió al país a un devastador austericidio),
sino también su sucesor al frente de la cartera de Finanzas, Evangelos
Venizelos, quien ha acabado como líder del PASOK, e igualmente el siguiente gobierno
conservador de Antonis Samarás, gran amigo y aliado de Rajoy, que aplicó a
rajatabla las imposiciones de la Troika, arruinando el país.
Pero no pensemos que
sólo el bipartidismo griego (Nueva Democracia y PASOK) se ha dedicado a
encubrir a los grandes defraudadores que arruinan las arcas públicas. Por
ejemplo, los gobiernos laborista y conservador británicos hicieron caso omiso
de las 7.000 cuentas del Reino Unido en la Lista Falciani: en ocho años, ¡sólo se procesó a uno de esos 7.000 evasores!, según la
BBC, y se permitió que en ese tiempo esos potentados se llevasen a otros
paraísos fiscales unos 100.000 millones de euros; una fortuna
inmensa que evadieron a la Hacienda británica gracias a la inacción de
gobernantes que al mismo tiempo multiplicaban la presión fiscal sobre los
asalariados, a los que recortaban servicios y ayudas con el argumento de la falta
de fondos públicos.
Aun así, Suiza no
es más que uno de los 74 paraísos fiscales del planeta, en los que se estima
(cálculos de Wall Street) que se ocultan unos 32 billones de dólares (la suma
del PIB de España de aquí hasta el año 2045), gigantesca acumulación de capital
que, además, crece en un billón de dólares más cada año. De ese tremendo stock
monetario, defraudado a las arcas públicas, sale el dinero de “los mercados”
con el que se endeudan los Estados y que hay que devolver religiosamente, con los
sacrificios y penurias de los ciudadanos, según la doctrina cuasi-religiosa de
la austeridad neoliberal.
¿Alguien
se cree todavía que la deuda pública es legal, moral o legítima?