Noticias Telesur
180616
El senador y expresidente de Uruguay José “Pepe”
Mujica decidió divulgar la carta que envió en noviembre del año
pasado a Luis Almagro, actual secretario general de la Organización
de Estados Americanos (OEA), porque no acepta que la actitud de éste
entorpezca el diálogo entre el gobierno y la oposición en Venezuela.
Mujica escribió entonces —y sigue manteniendo ahora— que estaba
arrepentido de haber dado su apoyo, que resultó clave, para la designación de
Almagro al frente de la OEA. La decisión de Mujica responde a
las nuevas críticas que Almagro hizo sobre Venezuela tras convocar a
fines de mayo que el organismo analice si el gobierno de Nicolás
Maduro cumple la Carta Democrática de la OEA.
Este es el texto íntegro de la carta que le envió a Almagro:
“Luis:
Sabes que siempre te apoyé y promoví. Sabes, que tácitamente respaldé tu
candidatura para la OEA. Lamento que los hechos reiteradamente me demuestren
que estaba equivocado. No puedo comprender tus silencios sobre Haití, Guatemala
y Asunción, y al mismo tiempo publicas una carta respuesta a Venezuela.
Entiendo que sin decírmelo, me dijiste ‘adiós’.
Cuando te pedí que no concurrieras a la frontera convulsionada de
Venezuela y Colombia, no era capricho ni menos no querer ver la realidad. La
preocupación mía no es como nos ven o entienden los medios de prensa o los
políticos. No, la línea de preocupación es cómo incidir algo a favor de la gran
mayoría de los venezolanos. Es la misma actitud asumida en el conflicto Estados
Unidos-Cuba, o con la paz de Colombia. Lo central no es cómo nos ven sino ser
útil o no a la mayoría de la gente corriente.
Creo que en algún momento habrá que servir de puente para que Venezuela
toda pueda manejar con solvencia su autodeterminación y no deberíamos
divorciarnos de ese rumbo. Todos sabemos que Venezuela es reserva petrolera
para los próximos 300 años. Allí radica su riqueza y su desgracia, porque
Estados Unidos es adicto al petróleo y sus intereses presionan y cómo. También
esto hizo posible la deformación sociológica de acostumbrarse a vivir de la
renta petrolera y terminar importando hasta lo elemental, el grueso de la
comida.
La revolución bolivariana no pudo escapar con voluntarismo de esa
realidad aunque derramó recursos y reservas a favor de los eternos postergados.
En mucho fueron años a favor de la equidad social. No se logró revertir la
dependencia del petróleo y de las importaciones de alimentos, y con la caída de
precios, padece hoy un cúmulo de tensiones que hasta enturbian la democracia.
Venezuela necesita paz interior, es decir convivencia en primer término,
y deberíamos trabajar para ello. Necesita no reducir la idea de socialismo a
estatización y precisa coyuntura de NEP para su economía y sus desequilibrios
monetarios. Esto parece imprescindible para viabilizar reparto, estabilidad y
democracia.
Venezuela nos necesita como albañiles y no como jueces, la presión exterior solo crea paranoia y esto no colabora hacia condiciones
internas en esa sociedad.
Repito: la verdadera solidaridad
es contribuir a que los venezolanos se puedan autodeterminar respetando sus
diferencias pero esto implica clima que lo posibilite.
Es muy difícil hoy, pero toda otra alternativa puede tener fines
trágicos para la democracia real.
Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso
ahora formalmente te digo adiós y me despido.
Pepe”.