Olmedo Beluche
180616
El Canal de Panamá es una de las maravillas del mundo que demuestra la
capacidad del ingenio humano de transformar la naturaleza, doblegar la
geografía y controlar la hidrología para acercar a los pueblos del mundo, su
comercio y su cultura. Esta obra se hace más admirable con el tercer juego de esclusas, que se
inaugura el 26 de junio de 2016, y que permitirá el paso de buques de las
mayores dimensiones que circulan por los mares.
Sin embargo, queda un sabor amargo en
la boca pues hacemos conciencia de que, en su momento el canal se realizó a
costa del coloniaje imperialista, el apartheid y el racismo, así como el
bloqueo hacia nuestro país de su principal recurso. Colonialismo contra el que
hubo que luchar por décadas.
Y ahora, la ampliación del Canal de Panamá ha
sido impuesta recurriendo a mentiras, que le han escamoteado recursos para la
solución de las necesidades sociales más urgentes al pueblo panameño. Además,
el consorcio constructor y los bancos ya se han embolsado más de lo
presupuestado y esperan saquear mucho más con diversas demandas. Todo esto
gracias a que el canal está dirigido por una camarilla de empresarios
"lagartos" y que en su Junta Directiva no está representado el
verdadero pueblo panameño.
Una maravilla de la ingeniería y el trabajo colectivo
Si el canal ya era un portento desde que
Lesseps inició los trabajos, por 1880, aunque fracasara después; si la
ingeniería norteamericana, junto a decenas de miles de trabajadores de todo el
mundo, especialmente afroantillanos, habían creado una obra magnífica que hemos
admirado por más de cien años; esta ampliación no sólo es espectacular por
sus dimensiones, sino que, al margen del consorcio internacional que la
dirigió, es producto del trabajo de miles de obreros de origen netamente
panameño cuya capacidad demostrada se suma a los que ya hacían funcionar el
canal "viejo".
Es inevitable que la emoción infle el pecho
ante semejante fruto del trabajo humano, de las actuales y las pasadas
generaciones, sin caer en el patrioterismo barato que promueven el gobierno y
la ACP. Esta ampliación es una obra colectiva, de quienes directamente
trabajaron allí durante poco más de un lustro, y de quienes desde las
generaciones anteriores hicieron posible un canal sin "zona", con un
solo territorio y una sola bandera.
Un recuerdo obligado a los mártires de la lucha por la soberanía
En este momento debemos un recuerdo a los mártires
del 9 de Enero de 1964, que dieron su vida por la soberanía; a la generación de
jóvenes de 1947 que derrotó el Convenio de Bases Militares; a los trabajadores
de la huelga inquilinaria masacrados en Santa Ana, en octubre de 1925, por las
tropas norteamericanas convocadas por un gobierno oligárquico; a los miles de
hombres y mujeres que construyeron el canal entre 1904 y 1914, y a los que lo
intentaron de 1880 a 1888; incluso a quienes dejaron sus vidas en el Istmo
durante la construcción del ferrocarril entre 1850 y 1855.
La invasión de 1989 le birló el canal al pueblo panameño
Al pueblo panameño se le ha escamoteado
"el uso más colectivo posible" del canal y sus áreas adyacentes que
prometió el general Omar Torrijos, cuando firmó los Tratados de 1977. Si bien
el canal estuvo bajo un proyecto militarista dirigido por Noriega en los 80, la
invasión lo recolocó bajo un proyecto empresarial.
Entre los objetivos de la invasión norteamericana
de 1989 estuvo imponer una forma de administrar el Canal de Panamá que escapara
a la soberanía real del pueblo panameño, para colocarlo bajo control de una
élite oligárquica corrupta y complaciente con Estados Unidos, poniendo en
función de negociados capitalistas sus instalaciones.
Dos fueron los instrumentos acordados por la
burguesía panameña bajo la tutela norteamericana para escamotearle al pueblo la
soberanía conquistada el 31 de diciembre de 1999: el título constitucional
sobre el canal y el plan de uso de suelos e instalaciones de las áreas
revertidas.
El título constitucional, aprobado en 1994, creó una Autoridad del Canal (ACP), en
manos de un administrador y una Junta Directiva con poderes omnímodos que
escapan a cualquier forma de supervisión y control nacional. Se creó una
"zonita del canal" sin gringos dirigida por los hijos de
burguesía que no luchó por la soberanía. De hecho hoy, la Junta Directiva está
controlada por un puñado de banqueros y empresarios inmobiliarios.
Por su parte, las áreas revertidas que no son
parte del funcionamiento del canal, han sido privatizadas en favor de empresas
transnacionales que están exoneradas de impuestos y que pagan salarios mínimos,
como es el caso del sistema portuario o el área especial de Panamá-Pacífico.
La Junta Directiva de la ACP en manos de la oligarquía
Basta observar la composición de la actual
Junta Directiva de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP) para ver cómo está
puesta al servicio de la oligarquía panameña: Roberto Roy (empresa Ingeniería
R-M), Marco Ameglio (grupo Borden), Nicolás Corcione (intereses inmobiliarios
de la Cámara de Comercio), Ricardo del Espriella T. (Grupo MEDCOM, Comisión
Nacional de Valores, representante del FMI y la AID), Henri Mizrachi (Consorcio
General S.A.), Francisco Sierra Fábrega (Banco General), Alberto Vallarino
Clement (Grupo Verdeazul S.A.), José Sosa A. (miembro de CAPAC), Ricardo Arango
(Bolsa de Valores y miembro de la firma Arias, Fábrega y Fábrega), Lourdes
Castillo (Naves Supply).
Los únicos dos miembros que no son
directamente del sector empresarial de todos modos son personas al servicio
del régimen político: Elías Castillo, político y diputado de mucha influencia
en el PRD (perteneciente a la facción que se entiende con el presidente Varela)
y el ingeniero Óscar Ramírez (un tecnócrata de la Universidad Tecnológica, ex
becario de Fullbright-LASPAU).
El actual administrador, Aníbal Quijano, es un
tecnócrata de confianza de los Estados Unidos, pues laboró muchos años bajo la
administración norteamericana del canal. Su antecesor por dos período seguidos,
Alberto Alemán Zubieta, es miembro de la junta directiva del Banco General y
dueño de Constructora Urbana S.A. (CUSA), empresa que "ganó"
importantes concesiones bajo su administración (como la autopista del puente
Centenario) y es socio del Grupo Unidos Por el Canal (GUPC) constructor del
tercer juego de esclusas. ¿Casualidad?
Como se aprecia, no hay en la Junta
Directiva ningún miembro que represente a las organizaciones gremiales de la
clase trabajadora o los sectores populares.
Las mentiras de la ampliación para llenar los bolsillos de unos cuantos
Esos grupos oligárquicos que controlan el
canal, en asocio con el conjunto de los partidos políticos, encabezados por el
PRD y Martín Torrijos siendo presidente, idearon la propuesta de dar carácter
de urgencia a un proyecto de tercer juego de esclusas (o ampliación), que
Estados Unidos había congelado desde la década de 1940. Para justificarlo se
adujeron toda clase de falsedades como que la vía se quedaba obsoleta, o que la
mayoría de las naves se construían en tamaño postpanamax, que hacia 2020 el
canal ya no serviría para nada, etc. Todas estas falacias fueron desmentidas en
su momento por especialistas como Jorge y Aníbal Illueca o Roberto Méndez,
entre otros.
Todas esas mentiras infundadas tenían como
objetivo hipotecar los ingresos presentes y futuros del canal para una obra
que, si bien es bonita, no era urgente. De manera que los recursos del canal,
que recién habían revertido al país cayeran en manos de los banqueros que
financiarían la obra y de los consorcios inmobiliarios que la construirían.
De nada valió que la mayoría de las
organizaciones populares y sindicales propusieran la postergación de esa obra
para que los recursos que recién empezaban a revertir a Panamá sirvieran para
pagar la enorme deuda social que el país tiene con la población: desempleo
juvenil, delincuencia, pobreza, sistemas de salud, educación, alcantarillado,
transporte y recolección de basura en pésimas condiciones.
Los gobiernos de Torrijos, Martinelli y Varela
dieron prioridad a poner los recursos del canal para pagar una ampliación que
enriquece a unos pocos a costa del deterioro catastrófico que sufre el nivel de
vida de la población panameña. Pese a que en el referéndum de 2007, la
mayoría de la población tuvo dudas suficientes para no ir a votar (70% de
abstención), lo cual invalidaría su aprobación, se siguió adelante con el
proyecto.
Se caen las mentiras de la ACP sobre la ampliación
Entre las tantas mentiras aducidas por los
gobiernos y la ACP para justificar la urgencia de la ampliación estuvo la
promesa de un crecimiento imparable del comercio mundial y con ello del tráfico
marítimo que redundaría a enormes ingresos del canal que redundaría en mayores
ingresos para el estado panameño para obras sociales. De nada valieron las
advertencias de importantes analistas de que las proyecciones de la ACP eran
demasiado optimistas y no tomaban en cuenta la crisis capitalista
internacional.
Ahora que está a punto de inaugurarse la
ampliación la ACP anuncia una reducción de sus ingresos por la vía de una
reducción de los fletes de los barcos que transitan el canal. "Demasiados
barcos disponibles, poca demanda y un bajo precio del petróleo impactan de
forma negativa en los ingresos de las rutas de transporte como el Canal de
Panamá... La ACP había estimado que el barril de petróleo no bajaría de menos
de 50 dólares, sin embargo llegó a 27 dólares" (La Prensa, 27/3/2016).
Además la ACP anuncia que los aportes del
canal al Estado panameño serán 45,3% inferiores a lo proyectado para el período
2014 a 2021, es decir, ¡B/. 9.419 millones menos! La ACP atribuye esta
disminución a retraso en las obras, nuevo escenario macroeconómico, competencia
de Suez y pretende culpar a un pequeño aumento salarial que dieron a los
empleados (La Estrella, 3/5/2016).
Pero si todo el proyecto se fundamentó en un
supuesto aumento considerable del canal al erario público para que cumpliera
sus compromisos sociales. Ahora resulta que "se equivocaron" o que
todo era una burda mentira.
Los números chuecos de la ampliación, un robo descarado
El idilio con el consorcio constructor del
tercer juego de esclusas, GUPC, se acabó en 2014, a pocos meses de la
fecha en que debía inaugurarse. GUPC, liderizado por la empresa española
SACYR, acusada en España de casos de corrupción, decidió demandar adelantos y
pagos de sobre costos por sus trabajos. Llegando incluso a paralizar la
construcción para imponer su criterio.
Pese a que supuestamente parte de los reclamos
de sobre costos de SACYR - GUPC están en litigio, el hecho es que ya se ha
pagado por la obra más de lo proyectado inicialmente y, si los tribunales
dieran la razón a esa empresa terminaríamos pagando casi el doble de lo
anunciado por la ACP en 2007. Veamos:
El costo original de la ampliación fue estimado en 5.250 millones de
dólares, divididos así: 3.118 millones por la
construcción de la esclusas a GUPC y 2.132 millones de dólares para dragado y
excavaciones.
SACYR indica que sobre los 3.118 millones, que
parece se le han cancelado en su totalidad, ha logrado que la ACP le haya
reconocido 460 millones adicionales y anuncia que tiene en disputa otros 3.525
millones de dólares (La Prensa, 30/5/2016).
Si SACYR lograra que se le paguen la totalidad
de esos reclamos terminaría cobrando: 3.578 (que ya se le pagaron) más 3.525
(reclamos) = 7.103 millones de dólares, o sea, ¡MÁS DEL DOBLE DE LO CONTRATADO!
Si así fuera, a esos 7.103 millones hay que
agregar los 2.132 millones destinados a dragados y excavaciones, lo que da un
gran total de 9.233 millones de dólares para el costo total de la obra, que
excede en 75,87 % el costo proyectado originalmente. Con lo cual se cae otra de
las mentiras de la ACP y los gobiernos oligárquicos.
Si se suma esta deuda a los 21.400 millones de
deuda pública, tendríamos que el endeudamiento total del Estado panameño
sobrepasa los 30.000 millones de dólares, es decir, más del 50% del P.I.B.
Se requiere un proyecto político alternativo de los sectores populares
El gobierno de Juan C. Varela y la Junta
Directiva de la ACP pretenden esconder las mentiras y el costo real de la
ampliación para el pueblo panameño, envolviendo esta realidad en un manto de
patrioterismo y costosa publicidad.
Con el tercer juego de esclusas de por medio,
y su indudable magnificencia ingenieril, se pretende que el pueblo panameño se
olvide por unos días que la inauguración se hace en medio de una enorme crisis
de salud a partir de la pandemia de la influenza, que se añade a la crisis del
sistema viejo; que el modelo de acumulación por la vía del "paraíso
fiscal" está en crisis por denuncias externas; que la inseguridad
ciudadana campea por doquier; que los docentes marcharán unos días después por
estado catatónico de la educación, etc.
Que Panamá logre recuperar el canal para que
sirva realmente a los intereses de su pueblo; que evitemos el saqueo a mansalva
de los ingresos futuros del canal por parte de un puñado de empresarios; que se
haga realidad la aspiración de los Mártires de un canal para el pueblo
panameño; requiere todo esto la construcción de una alternativa política
popular independiente.
Sólo un gobierno de los sectores populares
podrá poner orden en el saqueo que algunos han montado contra el canal y sus
recursos.