Nazanin
Armanian
¿Cuáles son las razones
verdaderas que esgrimieron EEUU y sus aliados a la hora de invadir Irak el 20
de marzo del 2003?
Mintieron, gastaron
millones de dólares en manipular a la Opinión Pública, disfrazaron sus
voluntades… y no sólo consiguieron sus objetivos en Irak sino que la
mayoría de ellos permanecieron en el poder. Los líderes de las grandes
potencias occidentales no necesitan ni decir la verdad, porque creen que la
memoria de sus votantes se puede resetear, como ocurre con los ordenadores.
La estrategia de
Washington ha sido abordar la mentira como si fuera un error, lo que convierte
al gobierno en honesto y humilde, virtudes de gran aceptación en la cultura
occidental. Después, endosa esta falta a una persona, entidad o grupo en cuya
naturaleza sean más comprensibles los errores de cálculo (la CIA, un militar o
un empresario, por ejemplo).
El caso es que, después
de la segunda guerra contra Irak no hizo falta mucho tiempo para que se
revelara la inexistencia de armas de destrucción masiva, excusa que utilizó
Bush para iniciar el ataque y para hacer que esta invasión contara con el apoyo
de sus votantes.
Probablemente la
administración Bush siga llevando a la práctica este tipo de estrategia cuando
le llegue el momento de agredir a Irán, por eso no viene nada mal analizar uno
por uno los pretextos que utilizaron en la última guerra contra Irak para
llegar a nuestras propias conclusiones antes de que la máquina se ponga a
funcionar y alguien ose resetear nuestra memoria…
A saber, nos dijeron:
+Que Saddam Husein y
Bin Laden eran colaboradores, pues sin el apoyo de Irak, Al Qaeda no habría
podido realizar los ataques del 11 de septiembre. Más adelante, quizás porque
vieron que esta mentira era demasiado difícil de digerir y que la alianza entre
un laico antiislamista y un fanático integrista no sólo no era creíble sino que
generaba gran desconfianza, dejaron de implicar al gobierno iraquí en aquel
atentado.
+Que Saddam
trataba de importar uranio de Níger para relanzar su programa de armas
nucleares. Tras la ocupación, la CIA admitió que esta información era
falsa.
+Que Irak conservaba
grandes arsenales químicos y biológicos, y que, según Tony Blair, eran
suficientes como para matar a toda la humanidad. Por supuesto que un presidente
no tiene por qué saber de todo, y menos de asuntos tan técnicos como los que se
manejan en una invasión, pero Blair, al convertir Irak en un arsenal de armas
letales capaces incluso de acabar con el superpotente ejército norteamericano…
se había pasado. Los que viven al margen de los razonamientos militares
simplemente se planteaban por qué Saddam no las utilizó ya durante la guerra
del Golfo.
Los aficionados a las
estrategias se preguntaban cómo es que la aviación aliada no destruyó este
peligrosísimo arsenal durante los 12 años de constantes bombardeo al que EEUU
sometió al país. Los militares fueron algo más precisos. El teniente general
norteamericano James Conway, comandante de la Primera Fuerza Expedicionaria de
la Infantería de Marina, dijo el 30 de mayo de 2003: “Me sorprendió
entonces, y sigue sorprendiéndome, que no hayamos encontrado las armas
[químicas y biológicas]… No es que no las hayamos buscado, es que hemos ido a
casi todos los depósitos de municiones entre la frontera de Kuwait y Bagdad, y
simplemente no aparecen. Los ingenuos son más básicos en sus dudas: ¿por
qué nadie confiesa que aquello fue una gran manipulación?
+Que Irak podía
realizar un ataque con armas de destrucción masiva en tan sólo 45 minutos. Esta
es otra de las célebres afirmaciones de Tony Blair, que volvió a abrir la
espita de las preguntas entre quienes le escucharon. La del sentido común era:
¿Y por qué no las dispararon los iraquíes a los 45 minutos de haber sido
agredidos? Se hubieran ahorrado un montón de sufrimientos.
+Que los inspectores de
la ONU respaldaban las sospechas de EEUU y Gran Bretaña. En la lista de
despropósitos y falsos argumentos ahora le toca el turno al ministro de
Exteriores británico, Jack Straw. En concreto decía que el jefe de los inspectores
de armas de la ONU, Hans Blix, “le había subrayado” que Irak disponía de 10 mil
litros de ántrax. Esta vez fue el propio Blix el que paró el gol: “Si
yo hubiera contado con cualquier evidencia sólida de que Irak conservaba armas
de destrucción masiva o las estaba fabricando, la hubiera llevado
inmediatamente al Consejo de Seguridad“. Por lo que, el Sr. Aznar, ex
presidente del gobierno español cuando afirmaba que “Todo el mundo
pensaba que en Irak había armas de destrucción masiva y no las había, yo lo sé
ahora”, simplemente miente.
+Que Saddam obstruía la
labor de los inspectores de la ONU. El mismo doctor Blix dijo en febrero del
2003 que la ONU había realizado más de 400 inspecciones, que se cubrieron más
de 300 sitios y nunca tuvieron ningún problema: “Notamos que el acceso a
estos lugares se logró sin problemas. En ningún caso hemos visto evidencia
convincente de que la parte iraquí sabía que los inspectores iban a
llegar”.
+Que Saddam enviaba
cartas contaminadas con ántrax para matar y aterrorizar a los norteamericanos.
Las revelaciones del periodista Nicholas Kristof del rotativo “The New York
Times” puso fin a una impostura que casi se convierte en leyenda urbana: “El
FBI sabe desde hace tres meses que el autor de los ataques de ántrax es
un norteamericano. Si el señor Z –así llama al autor de las cartas enviadas-
fuera árabe, ya estaría en la cárcel, pero es un americano de pura cepa muy
próximo al Departamento de Defensa, la CIA y al programa de biodefensa, que no
fue arrestado porque podría revelar secretos de Estado“.
¿Cuáles eran entonces
los verdaderos objetivos de la invasión y posterior ocupación de Irak?
Si siete fueron las
mentiras que hemos logrado rescatar del pasado para poder aprender de ellas
antes de que se utilicen como excusa a la hora de invadir Irán, aquí van siete razones que explican por qué EEUU
volvió a hacerlo:
1-Dominar la mitad de
los recursos petrolíferos mundiales.
2-Buscar una salida a
sus problemas económicos y financieros.
3-Contener el
crecimiento de China.
4-Favorecer el papel de
Israel en la zona.
5-Bloquear los
proyectos en la zona de multinacionales del petróleo como la francesa
TotalFinaElf, la China National o la rusa Loukoil.
6-Controlar el precio
de crudo.
7-Aplicar la pedagogía
del miedo.
Si tomadas en conjunto
puede resultar el retrato más convincente de la ambición estadounidense,
analizadas una a una además estas razones resultan reveladoras.
1-Dominar
la mitad de los recursos petrolíferos mundiales. Fue uno de los
principales objetivos que llevó a la guerra del Golfo a Bush senior y
siguió siendo la razón de Bush junior. En su voluntad de continuar el
legado expansionista inculcado por su padre, George Bush jr estaba convencido
que Washington debía de mantener su liderazgo en la zona porque de este modo
tendría en sus manos las riendas del mercado internacional, gozaría del poder
suficiente como para marcar la cotización del petróleo en perjuicio de sus
rivales europeos y asiáticos, que, a través de acuerdos comerciales y estrategias
políticas, se habían distribuido el mercado de este país sin el consentimiento
estadounidense.
Según sus cálculos, al
ocupar Irak lo que lograrían era vigilar una importante parte de esa Eurasia
pujante que empezaba a sentirse capaz de hacerle sombra; de un plumazo
intimidarían política y militarmente a todos sus rivales, los del presente y
los del futuro, como los héroes de cómic, les haría morder el polvo, les haría
entender en que consiste su doctrina de “no-permitir-competidores”…
Este objetivo en
realidad siempre fue un secreto a voces. El propio Vicesecretario de Defensa
estadounidense, Paul Wolfowitz, lo reconoció abiertamente, según informaron los
diarios alemanes Der Tages spiegel y Die Welt del día 04/06/2003. Durante la
cumbre Seguridad llevada a cabo en Singapur entre el 30 de Mayo y el 1 de Junio
de 2003, los periodistas le preguntaron por qué se dio un tratamiento distinto
al tema de las armas de destrucción masiva iraquíes frente a la tomada ante el
armamento de nuclear de Corea del Norte. Esta fue la respuesta de Wolfowitz: “Vamos a expresarlo de forma
sencilla. La principal diferencia entre
Corea del Norte e Irak es que económicamente no teníamos otra elección en Irak.
El país nada en un mar de petróleo”.
2-Buscar
una salida a sus problemas económicos y financieros a través de nuevas,
seguras y duraderas fuentes de riqueza. En 2002, Washington se encontraba
sumida en su primer déficit presupuestario desde 1997, y las perspectivas eran
que la brecha iba a seguir incrementándose sin parar. Las cifras que señalaban
su endeudamiento pasaban del 1,5 % registrado en el 2002, al 3,5 % obtenido en
el año 2003. Lo peor era que en el 2004 el porcentaje subió al 4,2 %.
La deuda externa
reflejaba claramente esta situación de crisis: si en el año 2.000 fue de 3,6
billones de dólares (39% del PIB), tres años después (en el 2003) la cifra casi
se había duplicado, alcanzando los 6,5 billones de dólares (58,5% del PIB). Tenían que recuperar la confianza de sus acreedores, de forma
inmediata; no necesitaban tanto una solución como encontrar un gesto
convincente… Y llegaron a la conclusión que la respuesta estaba en una segunda
guerra contra Irak.
Quizás los
neoconservadores de la Administración Bush no pudieran calcular hasta qué punto
sería rentable la invasión (sobre todo porque no tenían ni idea de hasta qué
punto ofrecería resistencia Irak), pero, la exhibición militar solía resultar
un gesto muy categórico. Y no se confundieron.
Según el Instituto para
los Estudios Políticos en Washington, “34 principales directores de empresas
contratistas del ministerio de defensa obtuvieron una ganancia de casi mil millones
de dólares desde los atentados del 11-S.” El informe añade que David Lesar,
titular de Halliburton, poderosa trasnacional vinculada al vicepresidente Dick
Cheney, ganó en el año 2005, unos 26,6 millones y que el ingreso de los 15
principales ejecutivos de la industria petrolera norteña tuvo un incremento del
50 por ciento respecto al 2004. En estos momentos sus ingresos alcanzan un
promedio de 32,7 millones de dólares, casi el triple de los 11,6 que obtuvieron
en general los ejecutivos de todas las grandes compañías del país”.
3-Contener
el crecimiento de China. No hace falta ser un entendido en altas finanzas
para comprender que China se está convirtiendo en un gigante económico capaz de
cuestionar la hegemonía de EE.UU. Un paseo por la capital de cualquier ciudad
del mundo occidental, un vistazo a las etiquetas de los productos más vendidos…
es suficiente para darse cuenta del peso que este país tendrá en la próxima
década. En el mundo de los números, la cantidad manda… y puestos a sacar
cuentas, Washington llega a la conclusión que la única manera de abortar su
imparable crecimiento económico (y consecuentemente político y militar) es
controlando su acceso a las fuentes de energía.
Arrastrada por su
vertiginoso crecimiento, las necesidades energéticas chinas la convierten en
uno de los mayores consumidores de petróleo del mundo, por encima de todas las
previsiones. A pesar de sus reservas energéticas, el país asiático necesitó
importar más de 50 millones de toneladas de petróleo en el año 2000. Dos años
después, en 2002, la cifra alcanzó los 70 millones. Tres años después (2005)
las toneladas adquiridas eran de 130 millones. Lo más revelador es que el 60%
de esta cantidad procedía de Oriente Medio.
Previendo que esta
situación de dependencia le convierte en un gigante con pies de barro, Pekín
lleva años alcanzando compromisos con las potencias proveedoras de petróleo
manejando esta historia desde otro punto de vista: era el cliente con el que
soñaría cualquier productor de petróleo. Por tanto, no le resultó difícil
llegar a acuerdos. En el 2004 llegó a importar de Arabia unos 22 millones de
toneladas de crudo, es decir el 17.5% del total de sus importaciones de crudo.
Con Irak, los acuerdos
fueron algo más que puntuales. La Compañía Nacional de Petróleo de China
negoció con este país en 2001 un acuerdo por el que se garantizaba la futura
explotación de petróleo en el campo de Al Ahdab, en el sur del país durante 22
años. Esta no era la primera vez que los chinos firmaban acuerdos sobre Al
Ahdab aunque con diferente resultado. En 1997 la China North Industries
Corporation (Norico) había acordado con Irak la explotación del mismo
yacimiento previa inversión Al Ahdab de 1300 millones de dólares, algo que no
pudo realizarse por las sanciones que EEUU había impuesto al país árabe tras la
primera Guerra del Golfo.
En este sentido hay que
destacar que Irán, el próximo país en la lista bélica norteamericana, vende hoy
en día el 47% de su petróleo a China, convirtiéndose al primer proveedor de
esta materia al gigante. Además, la empresa china CNOCC ha firmado un
multimillonario acuerdo para desarrollar el yacimiento gasífero iraní Pars –con
80 billones de pies cúbicos de gas y con capacidad de producir 431
millones de pies cúbicos por día- y construir plantas para producir gas natural
licuado (LNG). Un contrato que incluye una inversión de 16.000 millones
de dólares durante los próximos ocho años. La CNOCC recibirá el 50 por ciento
del LNG producido en esas plantas.
Si EEUU pretende frenar
su acceso al petróleo por la fuerza, saltándose las vías diplomáticas y
los acuerdos económicos habituales en estos casos, significa que está empujando
a China a que se plantee una carrera armamentista que le garantice el acceso al
fuel, en este caso por vía de la ocupación y con consecuencias imprevisibles
para el mundo.
4-Favorecer
el papel de Israel en la zona. Amparándose bajo el paraguas de la invasión de
EEUU, Israel deseaba poner fin a la existencia del que consideraba el país que
fue capaz de ser el más desarrollado del mundo árabe y el único que defendía y
apoyaba abiertamente la causa Palestina. Aunque lo de su fortaleza
económica pertenecía más al pasado que al presente gracias a los devastadores
efectos de la Guerra del Golfo, Irak había dejado patente su capacidad para
regenerarse, incluso pese a los 12 años de bloqueo genocida y eso
intranquilizaba al gobierno de Israel. Además, querían garantizarse que los
palestinos quedaran privados para siempre de su gran punto de apoyo…
Pero estos son los dos
“intereses obvios” de Israel, de lo que menos se habla es que, una vez que bajo
el control de EEUU, Tel Aviv podría acceder a las caudalosas aguas procedentes
de los míticos ríos de Tigris y Eúfrates, e incluso planear la reapertura del
oleoducto de Basora(Kurdistán)-Haifa construido en 1945 y en desuso desde el
estallido de la primera guerra árabe-israelí en 1948.
No se trataba de un
vulgar sueño. Este tubo podría retomar parte de su recorrido, salir de los
yacimientos de Mosul por los antiguos trazados hasta Hadiza y luego, desde
allí, bifurcar su camino: una tubería llevaría el petróleo a Trípoli (Libano) a
través de Siria, y otra culminaría en Haifa después de recorrer Jordania y los
territorios ocupados de Palestina. El plan gozaba de todos los parabienes israelíes.
Uno de sus defensores era el propio ministro de Obras Públicas, Joseph
Paritzky. Según su opinión, la instalación “rebajaría drásticamente la
factura energética de Israel probablemente en más de un 25 %- ya que el país es
actualmente dependiente de caras importaciones desde Rusia”.
Qué fácil resulta
administrar los bienes ajenos, sobre todo si se trata de manejarlos en
beneficio propio. Todo resulta rentable, sobre todo porque no hay que pensar en
aquellos que tienen legítima potestad sobre esos bienes, esa tierra, y sus
beneficios. Y no es que nadie se diera cuenta. El mismo Blair era consciente de
los derechos del pueblo iraquí. Incluso llegó a dirigirse a ellos para
recordárselo.
Les dijo: “Sadam
Husein y su régimen han expoliado la riqueza de vuestro país. Mientras muchos
de vosotros vivís en la pobreza, ellos llevan una vida llena de lujos. El
dinero del petróleo iraquí será para vosotros, para que lo dediquéis a aumentar
vuestra prosperidad y la de vuestras familias”. Pero por alguna razón, cuando
llegaba el momento de diseñar el futuro la explotación de las reservas
petrolíferas iraquíes, las potencias extranjeras les dejaban al margen.
Irónicamente, y después
de tantas molestias, la resistencia iraquí ha hecho que el plan que habían
previsto sobre este oleoducto se haya congelado.
El hecho de que no
obtuvieran los resultados previstos, no significa que no participaran
activamente en la nueva guerra contra Irak. Desde luego intentaron pasar
desapercibidos… pero no lo consiguieron.
A veces hay noticias
que se cuelan entre los titulares de los periódicos y ayudan a descubrir
grandes tramas ocultas. Si salió a la luz la participación de Israel en la
ocupación de Irak fue gracias a una de estas crónicas, en las que se aseguraba
que los soldados israelíes se habían camuflado dentro de las unidades
estadounidenses.
Lejos de dejar pasar el
agua, los israelíes entraron a trapo: El primero en aportar un dato fue el
periódico Ha’aretz, en cuyo artículo no sólo admitía este hecho sino que
revelaba que los militares israelíes habían sido acompañados por 37 rabinos.
El segundo paso lo dio
uno de ellos, el rabino Irving Elson. Lo hizo en un sermón que lanzó en Nueva
York y en el que incitó a que se sumaran más “rabinos combatientes” a la
contienda contra Irak. Sin pudor alguno, animaba a sus cofrades a alistarse en
las fuerzas estadounidenses, argumentando que los muertos en Faluya (ciudad
masacrada por los marines en noviembre de 2004) eran, sencillamente, “mártires”
de la causa. Claro que no dijo que entre esos mártires había algún mercenario
de los más de 100 mil reclutas con pasado criminal, algunos graves, o algún que
otro disminuido psíquico, hombres con problemas médicos o bajo
cuociente intelectual, que habían sido incorporados a las Fuerzas Armadas según
el Centro Michael D. Palm, con sede en California, un grupo de estudios que se
especializa en temas militares.
Por lo visto,
colaboraron en la destrucción de Irak, con convencimiento y orgullo místico,
más que patrio. Y lo hicieron por las mismas razones por las que bombardearon
las infraestructuras del Líbano durante su invasión en agosto del 2006, porque
pretenden instalar bases permanentes en esta región estratégica que colinda con
Irán, Siria y Turquía.
De hecho, desde el 1991
(fecha en la que el Kurdistán iraquí fue declarado la zona de exclusión) y
sobre todo a partir del 2003, los servicios secretos judíos han instalado
artefactos ultramodernos para espiar a los ayatolás, han entrenado a unos 50
mil pishmarga (milicia kurda) para luchar contra la resistencia en Irak y les
han formado en tareas de espionaje para que las desarrollen en Irán antes de la
posible intervención en este país.
5-Bloquear
los proyectos en la zona de multinacionales del petróleo como la
francesa TotalFinaElf, la China National o la rusa Loukoil. La industria
petrolífera de Irak es la única en el mundo que se ha vuelto a privatizar, tras
la ocupación, quedándose bajo el control exclusivo de EEUU, a través de
compañías como ChevronTexaco, British Petroleum y la holandesa Royal Dutch
Shell, es decir, aquellas que antes de la guerra había excluido el mercado
iraquí. En los años previos a la invasión del 2003, los iraquíes
mantenían fluidas relaciones con franceses (TotalFinaElf), chinos
(National) y rusos (Loukoil), pero tras la invasión estas relaciones
comerciales cambiaron de mano.
Entonces las
multinacionales estadounidenses consideraron que los demás productores de
hidrocarburos también tenían que desnacionalizar la industria para permitir la
entrada de las multinacionales en el negocio, sino…. Este fue el caso de
Arabia: en vista de que no aceptaba sus exigencias, Exxon Mobil llegó a
amenazar a los jeques saudíes con que trasladarían sus inversiones a otros
países más…. flexibles.
Aun así, y en términos
generales, a las multinacionales de petróleo no les interesaba esta invasión
pues habían calculado que elevaría el precio de petróleo, desestabilizaría el
mercado y animaría a los compradores recurrir a otras fuentes, como la energía
nuclear.
6-Controlar
el precio de crudo. La política “petróleo por alimentos” permitió la
vuelta de Irak al mercado mundial en 1998. Con el tiempo, y a pesar de las
draconianas limitaciones que imponía la comunidad internacional a través de la
ONU, Irak supo sacar provecho económico hasta el punto de hacer que el precio
del petróleo británico del Mar del Norte cayera en picado y poner en peligro
los beneficios que los estadounidenses habían estimado que obtendrían de sus
inversiones en la producción petrolífera del Cáucaso, especialmente en
Azerbaiyán.
Así fue como se
plantearon que, para que esto no volviera a ocurrir, no sólo se invadiría Irak,
sino que se procedería a la privatización de su industria petrolífera, el crudo
iraquí terminaría siendo propiedad directa de los norteamericanos más allá del
destino político de este país.
7-Aplicar
la pedagogía del miedo. Ya sabían que el miedo es muy rentable, por eso
no escatimaron a la hora de desplegar sus fuerzas contra un país que ya se
encontraba derrotado y débil de antemano, que no había logrado recuperarse del
anterior conflicto y el posterior embargo internacional, que en el año 2003
seguía hundido tras 23 años de constantes guerras.
Por supuesto que un
enemigo tan enclenque no “vendía” de modo que convirtieron mediáticamente a
Irak en el país más poderoso y peligroso para la especie humana. Ante la opinión
pública, Washington fabricaba una leyenda digna de una película taquillera:
EEUU se veía en la obligación de dar una lección a los restantes miembros del
Eje de Mal, para que empezaran a poner su barba a remojar.
Extracto
del libro “40 respuestas al conflicto de Oriente Próximo”, Nazanin Armanian,
Martha Zein, edit. Lengua de trapo, 2007.