Entrevista
a Shlomo Sand
www.publico.es/020814
¿Israel se fundó sobre principios
democráticos? ¿Puede justificarse la existencia de Israel a partir de antiguos
derechos históricos? ¿Israel se defiende de Hamas? ¿Israel quiere realmente la
paz?
Son preguntas que atentan contra
consignas oficiales ampliamente difundidas en Occidente, y a las que da
respuesta uno de los intelectuales israelíes más controvertidos: el historiador
Shlomo Sand (Linz, Austria, 1946), profesor emérito de la Universidad de Tel
Aviv. Hijo de judíos polacos, supervivientes del Holocausto; veterano de la
Guerra de los Seis Días (1967) y autor del polémico ensayo Cómo y cuándo se invento el pueblo judío
(2008), Sand demuestra con su análisis que pueden mantenerse posiciones
reflexivas y tolerantes aun en los momentos más difíciles de tan largo y
sangriento conflicto.
Fuera de Israel, muchas personas se
preguntan cuáles son los obstáculos que impiden la creación de un Estado
multiconfesional, con capital en Jerusalén. Pero, en Israel, parece que nadie
respalda esta opción. ¿Existe una corriente palestina favorable a esta
solución?
Hace 130 años, la población
árabe ocupaba toda Palestina. En ese tiempo, ¿qué hemos hecho los judíos?
Confinar a los árabes en dos reservas indias, una hostil (la Franja de Gaza) y
otra por el momento relativamente amistosa (Cisjordania). Hemos negado a ese
pueblo su existencia como nación y su derecho a crear una entidad política. Ése
es, seguramente, uno de los mayores obstáculos para la paz.
La solución de un Estado único
tiene una justificación moral evidente, pero no una viabilidad política.
Después de tantos años de ocupación y guerra (se trata del conflicto más largo
de la historia contemporánea), no creo en la posibilidad de un solo Estado. Me
parece una propuesta infantil, sobre todo porque Israel es la sociedad más
racista del mundo occidental.
A mi entender, la solución
estriba en dos estados con las fronteras de 1967, uno israelí —no
específicamente judío, sino israelí, de todos sus ciudadanos— y otro palestino.
Además, creo que ambos estados deberían unirse en una confederación, al cabo de
cierto tiempo.
Antaño, la izquierda radical
palestina abogaba por un solo Estado, pero actualmente esta facción ocupa una
posición totalmente marginal entre las fuerzas políticas palestinas.
Israel fue creado según los principios democráticos
occidentales. Sin embargo, los ciudadanos árabes israelíes han denunciado en
muchas ocasiones la vigencia de leyes étnicas discriminatorias.
Israel no se fundó sobre los
principios políticos democráticos al uso en Occidente. Es cierto que la cultura
política israelí es relativamente liberal. Pero Israel, desde sus orígenes, se
definió como Estado judío, no como un Estado de ciudadanos, judíos y árabes.
¿Qué quiere decir, en democracia, "Estado judío"? No hay que olvidar
que millón y medio de israelíes no son judíos, sino árabes. Me gusta poner como
ejemplo el conflicto entre Catalunya y España: el Estado español no se define
como exclusivamente castellano, admite una realidad cultural catalana.
Yo defino a Israel como una
etnocracia liberal. ¿Y por qué liberal? Porque ciertamente es pluralista, de
otro modo yo no podría ser profesor en la Universidad de Tel Aviv.
En la línea argumental del filósofo y
escritor israelí Yeshayahu Leibowitz (1903-1994), ¿piensa usted que la
ocupación de los territorios palestinos ha corrompido a la sociedad israelí?
No estoy seguro de que sea
exactamente así. El problema radica una vez más en el carácter etnocéntrico del
Estado judío. Más que corrompido, creo que el Estado se ha vuelto cada vez más
cínico, y creo que la corrupción de la sociedad se ha hecho más visible, pero
ello ocurre en la mayoría de los países en estos primeros tiempos del siglo
XXI.
Muchos europeos son acusados de
antisemitas cuando critican la política de ocupación israelí, pero muchos
israelíes son estigmatizados en Europa como genocidas cuando defienden la
existencia del Estado de Israel, incluso si defienden un diálogo sincero con
los palestinos para alcanzar un acuerdo de paz definitivo.
Hay muchos israelíes que están
contra la ocupación y la guerra actual, tanto sionistas como no sionistas.
A pesar de los abusos
cometidos; de la ocupación de los territorios palestinos, que ha sido una
tragedia; y de su política belicista, yo defiendo la existencia de Israel como
Estado. No porque le reconozca los derechos históricos que reclama, sino por el
solo hecho de su existencia, y también porque cualquier intento de hacerlo
desaparecer traerá consigo nuevas tragedias.
Yo comparo el origen de Israel
con el de un niño que nace a raíz de una violación. Israel nace de la violación
de la población árabe local, pero ya no puede desaparecer. Acabar con el
conflicto obliga también al reconocimiento de un Estado palestino, hecho que
Israel sólo acepta con la boca pequeña.
Un crimen abominable, el asesinato de
tres adolescentes israelíes, dio lugar a un crimen no menos repugnante, el
asesinato de un muchacho palestino. La reacción del Gobierno israelí ante el
primero de estos sucesos fue militar, no policial, como hubiera sido normal
ante actos de esta naturaleza.
Ante todo debe decirse que
Hamas no tuvo nada que ver con el asesinato de los tres colonos israelíes. Sin
embargo, esa fue la excusa para que Israel atacara nuevamente Gaza con toda su
fuerza militar.
Previamente a este suceso,
Israel había vuelto de detener aproximadamente a la mitad de los activistas de
Hamas liberados en 2011, a cambio del sargento Guilad Shalit. Volvió a
arrestarlos sin ninguna prueba contra ellos. Era una declaración de guerra y
Hamas no podía dejar de responder.
Hamas me parece un régimen
espantoso por la islamización forzada de la sociedad, pero tiene motivos para
reaccionar, del mismo modo que la Unión Soviética tenía razones para defenderse
de la agresión nazi en 1941, aunque la dictadura estaliniana fuera aún más
espantosa que la de Hamas.
Por otra parte, me parece
buena señal que Hamas haya renunciado a las acciones terroristas que practicó
en el pasado, y eso a pesar de los daños que Israel está causando a la
población civil de Gaza. Israel ha roto todas las reglas del juego.
La memoria es un elemento constitutivo
fundamental de la personalidad individual y colectiva. Cuando hay tanta herida
abierta en ambos bandos, ¿es posible negociar y llegar a acuerdos? ¿Cómo pueden
superarse estos sentimientos enfrentados?
Estoy de acuerdo en que existe
la situación sobre la que me pregunta, pero usted sabe que la memoria no es un
mecanismo automático, sino un contenido elaborado. La memoria colectiva es
completamente diferente de la memoria individual, en tanto que producto de la
educación; la construyen los maestros, los historiadores... Si usted da crédito
a los libros escolares de Israel, verá que cualquier soldado israelí puede
considerarse descendiente directo de los guerreros del rey David. Muchos
israelíes creen que su historia ya fue escrita hace 3.000 años. La educación
fabrica la identidad colectiva actual. De ella también dependerá el futuro, y
por ambas partes.
Hamas es un componente esencial del
movimiento palestino, pero, aparentemente, no se presta a ningún acuerdo con
Israel. ¿Cómo puede solventarse esta situación? ¿Hamas aceptará finalmente la
existencia de Israel?
Estoy seguro de que Hamas
llegará a aceptar la existencia del Estado de Israel según las fronteras de
1967, al igual que hizo en su momento la Organización para la Liberación de
Palestina (OLP). Pero Israel, a mi entender, no quiere realmente la paz, porque
se niega a reconocer cualquier forma de soberanía palestina sobre su propio
territorio.
Así lo mostró su acción contra
la Flotilla de la Libertad (mayo de 2010). Puedo entender que la Marina israelí
controlara aquellos barcos, para asegurarse de que no llevaban armamento, pero
luego debía haber permitido que la flotilla siguiera rumbo a Gaza. Acciones así
muestran que Israel representa un papel teatral de falso diálogo.
Yo quisiera que Israel
aceptara las condiciones de tregua solicitadas por Hamas, es decir, el
levantamiento del bloqueo impuesto a Gaza. Desde hace ocho años, Gaza está
completamente aislada del mundo, por culpa de Israel y con la complicidad
actual de Egipto. Creo que es un compromiso de obligado cumplimiento para
construir una paz verdadera.
Marwan Barghouti, uno de los líderes de
la segunda Intifada palestina (2000-2005), que está preso en Israel desde 2006,
ha sido presentado en muchas ocasiones como la persona capaz de conducir un
proceso de paz estable. Una suerte de Mandela palestino. ¿Qué piensa usted
sobre Barghouti?
No conozco personalmente a
Barghouti, pero soy laico y estoy convencido de que es una personalidad de
futuro; espero que sea un buen adversario político frente a Hamas. Por
desgracia, no tiene ningún peso político actualmente, debido a su condición de
preso.
¿Cree usted que asistimos a un
fortalecimiento del integrismo religioso en ambos bandos? ¿Están perdiendo
protagonismo los sectores laicos?
Como les he dicho, yo soy
laico. Creo que unir política y religión es una perversión, y que introducir la
religión en el conflicto solo puede conducir a la catástrofe. Por desgracia, el
conflicto está aumentando la influencia islamista en la sociedad palestina, del
mismo modo que crece la influencia religiosa judía en la sociedad israelí. El
principal peligro no estriba en que la gente sea religiosa, sino en que lo sea
el Estado; cuando la religión desborda el ámbito privado para tener una
dimensión nacional, el enfrentamiento se agudiza.
Se dice que Gaza posee yacimientos de hidrocarburos
y que Israel se niega a ceder su explotación a los palestinos.
Creo que solo son
suposiciones. La raíz del problema de Gaza no es material, sino ideológica, y
estriba en que Israel se niega a reconocer la existencia de una nación árabe
palestina. No quiere aceptar la evidencia de la presencia del pueblo palestino,
y no puede soportar ninguna expresión de independencia en Palestina. Israel no
quiere la paz, pero representa un papel teatral de falso diálogo, ayudado por
los Estados Unidos y ante la pasividad de Europa.
¿Los colonos judíos de los asentamientos
cisjordanos representan un grave obstáculo para la solución del conflicto?
Los colonos no deben ser un
obstáculo para la paz. En la Universidad de Tel Aviv hay estudiantes nacidos en
los asentamientos que se muestran críticos con la ocupación; sin embargo, sus
raíces están en las colonias. ¿Cuál es la solución? Puesto que creo en la
posibilidad de dos estados soberanos pero confederados, del mismo modo que hay
árabes israelíes, los colonos podrían quedar en sus asentamientos como
ciudadanos palestinos.
¿Cuál es su balance final acerca de la
situación en que se haya el conflicto?
Por supuesto, sigo creyendo en
el diálogo entre palestinos e israelíes. Pero mi visión es muy pesimista en
estos momentos. Pienso que el proceso de paz necesita una ayuda exterior;
necesitamos que Europa salga de su pasividad, porque el tiempo apremia.