Fabiola
Ortiz
www.cpalsocial.org/091115
Los pueblos
indígenas no aparecen con metas específicas en la Agenda de Desarrollo
Sostenible para 2030, por lo que sus derechos seguirán rezagados y con poca
visibilidad, especialmente en América Latina, alertan especialistas consultados por IPS. Los expertos recuerdan
que en los países latinoamericanos
existen más de 200 conflictos en territorios indígenas, vinculados casi
todos a las actividades de la minería y los hidrocarburos.
Indígenas
brasileños durante una protesta en demanda de que se cumplan sus derechos como
pueblos originarios, en la ciudad de Río de Janeiro. Foto: Mario Osava/IPS
Ninguno de los 17
Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), adoptados en septiembre por jefes de Estado y de gobierno, durante una
cumbre en la sede de la Organización de las Naciones Unidas en Nueva York,
establecen explícitamente metas para los pueblos indígenas.
Así que ahora el
debate es cómo asegurar que en la implementación de la nueva agenda se avance
hacia un modelo de desarrollo sostenible que sí respete y garantice los
derechos de los pueblos indígenas.
En la opinión de la
relatora especial sobre los derechos de los pueblos indígenas de las Naciones
Unidas, Victoria Tauli Corpuz, la nueva agenda no reta el paradigma imperante.
“Debe ser una agenda transformadora y, por lo tanto, debería transformar el
modelo económico, ser más inclusiva ambiental y socialmente. Debería reformar
toda la economía para ser más sostenible, asegurar una protección social y
realmente dar seguridad económica a los más marginados”, dijo en diálogo con
IPS.“Si no es así, no cambiará nada”, subrayó.
Tauli Corpuz lamenta
que la inclusión de los indígenas en la Agenda 2030 sea tan débil y analiza que
los pobladores originarios, “una vez más”, pueden quedarse rezagados en la
conquista de derechos si no se hacen escuchar y presionan a los gobiernos
nacionales y locales, opinó. A juicio de la relatora especial, los ODS
tienen una premisa transformadora, pero no contienen suficientes elementos para
que nadie se quede atrás.
“Los pueblos
indígenas deben estar aún más conscientes de los ODS para desafiar y presionar
los gobiernos nacionales a tener sus derechos respetados”, destacó. Tauli
Corpuz consideró necesario que se creen indicadores específicos que puedan
medir y monitorear, por medio de estadísticas, si las metas de desarrollo
sostenible tienen algún impacto sobre la realidad que viven los indígenas.
“En mi opinión, no
dejar nadie afuera significa dar visibilidad a las comunidades marginadas y,
para ello, hay que evaluar los objetivos con indicadores estadísticos
específicos. Si no, los indígenas no serán visibles”, argumentó. “Desafortunadamente,
no veo que eso esté tan explícito en la agenda de los ODS” como debiera, concluyó la relatora especial.
Para Fabiana del
Popolo, experta de la División de Población de la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (Cepal), para la región un importante desafío de las
metas específicas de los ODS será, precisamente, cambiar la mentalidad en que
se sostiene la discriminación estructural contra los indígenas.
“Un reto es terminar con descolonizar América Latina. Los pueblos indígenas siempre estuvieron históricamente en una posición discriminada, resultado de largos procesos históricos que se iniciaron con la llegada de los conquistadores (españoles)”, expuso.
Analizó que a
principios del siglo XX, todas las políticas hacia los pueblos originarios se
basaban en asimilarlos a la cultura dominante. “Había que asimilar el indígena
a la sociedad en general y aculturarlos”, dijo.
En los Objetivos de
Desarrollo del Milenio, adoptados en el año 2000 y que ahora serán reemplazados
por los ODS, los pueblos indígenas estaban “absolutamente ausentes”, reconoció Del Popolo a IPS.
En los ODS, a
alcanzarse para 2030, los incluye en algunos de ellos, como el de la
erradicación de la pobreza (uno), la lucha contra el hambre (dos) y la
protección de los ecosistemas terrestres (15). “No hay ningún objetivo
específico para los indígenas. Solamente ellos están mencionados dentro de
algunos, es muy poco”, admitió la funcionaria de la Cepal.
De hecho, “los
grandes avances que se han dado a nivel regional en materia de los derechos de
los pueblos indígenas han sido por resistencia de los propios indígenas y
porque se han constituido en activos actores políticos, pero aún hay brechas
que se profundizan”, arguyó Del Popolo.
El informe “Los
pueblos indígenas de América Latina. Avances en el último decenio y retos
pendientes para la garantía de sus derechos”, publicado por la Cepal en
noviembre de 2014, se indicaba que hasta ahora los modelos de desarrollo le
fueron impuestos, negaron su cultura y los estigmatizaron como colectivos que
impiden el desarrollo.
Los ODS no son
suficientes para corregir estos errores, en especial respecto a sus derechos
colectivos, consagrados en instrumentos como el Convenio sobre Pueblos
Indígenas y Tribales, conocido como convenio 169, de la Organización
Internacional del Trabajo.
“Hay disparidades
entre marcos jurídicos de los países e igualmente en el diseño de políticas,
tanto desde el punto de vista del contenido, como los recursos financieros que
asignan a esas políticas. La implementación de los derechos es muy
dispar y con contradicciones entre los países”, comentó Del Popolo.
En América Latina,
existen alrededor de 45 millones de indígenas distribuidos en 826 grupos
étnicos que representan a 8,3 por ciento de la población regional de unos 600
millones de personas. Pero se carece de datos estadísticos de todos los países
que puedan dar un panorama real de la situación en que viven los pueblos
originarios en la región.
“Los países han
comenzado a visibilizar estadísticamente a los pueblos indígenas. Tenemos un
poco más de información, antes no teníamos nada”, analizó como positivo Del
Popolo. De acuerdo con los datos de los
censos nacionales, México es el país con mayor número de indígenas en
términos absolutos, con 17 millones, y le sigue Perú con siete millones.
En cuanto a aquellos
con mayor porcentaje de población indígena, el primer lugar lo ocupa Bolivia,
con 62,2 por ciento del total, seguido de Guatemala (41 por ciento), Perú (24
por ciento) y México (15,1 por ciento).
También es muy positivo para la especialista de la Cepal que “hoy podemos hablar de una agenda común de los pueblos indígenas en América Latina, desde el punto de vista de las demandas de las organizaciones. Ellos han demostrado tener una capacidad de articulación en foros regionales y subregionales que es admirable”.