Rubén F. Bustillo*
www.publico.es/301115
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El pasado domingo día 8
se celebraron comicios en Myanmar y, según informan las últimas noticias el partido NLD, liderado por la Nobel de la
Paz Aung San Suu Kyi, habría ganado por mayoría absoluta. Todavía a la espera
de la actualización definitiva cabe realizar una reflexión acerca del proceso
de apertura que ha ido desarrollándose en el país en los últimos años.
Como es sabido, desde
1962 hasta 2011 Myanmar estuvo gobernado por un régimen militar. Durante este
periodo el país pasó de ser una de las naciones más ricas del sudeste asiático
a convertirse en uno de los países más pobres y aislados del planeta. No
obstante, desde 2011, tras la llegada al poder de un nuevo gobierno (aunque
este gobierno, liderado por Thein Sein, continúa siendo afín a la junta militar
y está formado en su mayoría por antiguos militares o militares en activo) la
situación dio un giro espectacular iniciándose un vertiginoso proceso de
reformas [1] y de apertura al exterior.
Es evidente que las
reformas llevadas a cabo y las numerosas misiones diplomáticas que realizaron
los principales líderes políticos (tanto del gobierno como de la oposición)
constituían un primer paso para progresivamente iniciar una importante reforma
económica, al igual que sucedió décadas atrás en otros países de la región. Con
este objetivo el gobierno de Myanmar lleva realizando grandes esfuerzos para
presentarse como un régimen aceptable para las potencias exteriores. En este
contexto debemos situar en última instancia el motivo de la celebración de las
recientes elecciones que, aun con importantes
deficiencias, han sido consideradas las elecciones más libres y
democráticas que se han realizado en este país en los últimos veinticinco años.
¿Por qué los líderes
birmanos se han embarcado en este proceso de cambios y reformas dado que no
existía un peligro para la continuidad de su régimen?
Esta es la pregunta que
planteaba en 2011 el periodista del periódico de Singapur The Strait Times, Chua Chin Hon, tras la histórica visita
al país de la Secretaria de Estado Americana, Hillary Clinton. Sin embargo
todavía no parece existir un consenso acerca de cuál fue la causa principal de
este cambio en la política del gobierno de Myanmar. Según algunos analistas y
diplomáticos el motivo principal era que el gobierno de Myanmar temía quedarse
aislado económicamente en la región, otros opinaban que con la apertura Myanmar
conseguiría contrarrestar la creciente influencia que China posee sobre el
país.
Según un artículo de 2012 en el South China Morning Post hay que
observar la apertura con cautela. Según este diario, la junta militar ha
utilizado durante medio siglo los recursos del país para enriquecerse
personalmente y alertaba que Myanmar podía estar usando un pretendido cambio
hacia la democracia con la única intención de obtener mayores beneficios. Por
su parte, Burma
Campaign, una organización no gubernamental con sede en Londres,
ha mostrado también desconfianza. Esta organización, junto a otros muchos
expertos, comparte la idea de que no se está produciendo un acercamiento de
Myanmar a occidente sino que la única pretensión de este país es conseguir
levantar las sanciones impuestas por occidente.
Existen también
opiniones diversas sobre los motivos que habrían llevado a determinadas naciones,
principalmente Estados Unidos, a ofrecer su ayuda de una forma tan
sorprendentemente rápida a lo que hasta hace unos años era considerado uno de
los estados paria del planeta. Algunos comentaristas aseguraban que el
acercamiento americano era una estrategia para contrarrestar la influencia de
China en la zona de Asia-Pacifico, para otros este movimiento era una simple
estrategia encaminada a ayudar a la reelección del presidente americano y para
la mayoría de expertos era, en esencia, una oportunidad para las potencias y
empresas extranjeras de obtener beneficios económicos en el país.
“Democracy is the
goal”, “trabajaremos con Myanmar en la transición hacia la democracia”,
aseguraba Hillary Clinton a los periodistas en la puerta de de la casa de la
líder birmana en Rangún. En esta misma visita, Clinton aseguraba que Estados
Unidos estaba considerando levantar las sanciones impuestas a Myanmar si se
producía un mayor progreso hacia una reforma política.
Sin embargo, la
existencia de un gobierno democrático o la garantía de los derechos humanos no
ha sido un requisito prioritario ni imprescindible para la existencia de
relaciones diplomáticas y comerciales entre Estados Unidos (y numerosos países
considerados democráticos) con otras naciones no democráticas o conocidas por
vulnerar los derechos humanos. Cabe la posibilidad de que la ansiada búsqueda
de aceptación de Myanmar por parte de los países occidentales no implique
necesariamente un cambio profundo en el sistema político del país. Existe por lo
tanto un gran riesgo de que el supuesto giro hacia una democracia real en este
país suponga finalmente un mero lavado de cara para la obtención de unos
intereses, tanto por parte del gobierno de Myanmar como de las potencias
extranjeras, sin que se produzcan resultados beneficiosos para la mayoría de la
población birmana.
Primeros
pasos en el proceso de apertura
Myanmar es el país más
extenso del sudeste asiático continental. Comparte frontera con China en el
norte y noreste, con Laos y Tailandia al este y sudeste y con Bangladesh e
India al este y noreste. Posee además 2,800 kilómetros de costa lo cual le
concede acceso a rutas marítimas y otros puertos. Por estos motivos, Myanmar
tiene el potencial de convertirse en punto de encuentro y puente entre el este
asiático, el sudeste asiático y el sur de Asia.
Aunque todavía es un
país predominantemente agrícola y con una industria reducida (donde gran parte
del proceso productivo se realiza de forma manual), posee un gran potencial
económico, es rico en recursos naturales y conserva una red de infraestructuras
heredadas de los británicos que puede favorecer el desarrollo del país y
proporcionar beneficios a inversores extranjeros.
No obstante, su
economía ha estado fuertemente planificada durante muchos años desde que en
1962, el general Ne Win llevara a cabo un golpe de estado e instaurara lo que
se denominó vía birmana al socialismo con una mezcla de principios comunistas
fuertemente influenciado por la religión budista.
Recientemente, tras los
primeros indicios de apertura exterior, numerosos actores han iniciado
movimientos de acercamiento al país asiático (desde ministros de otros países,
organismos internacionales, organizaciones no gubernamentales de carácter
internacional o ejecutivos de grandes corporaciones entre otros). Sin embargo
no parece existir un consenso entre los expertos acerca de cómo debe ser el
proceso de desarrollo económico y político en situaciones como la actual.
Mientas unos defienden un proceso de reformas rápidas (terapia de choque) otros
aseguran que debería producirse un proceso gradual en las reformas para evitar
caer en errores como los sucedidos en el pasado en otros países.
No obstante, todos los
indicios sugieren que el país ha optado por el proceso de reformas rápidas y
consecuentemente la entrada de inversión extranjera y ayuda externa no se ha
hecho esperar. El economista Adam McCarty desarrolla el fenómeno de la llegada
de ayuda externa en su artículo “Managing the donor invasion”, a raíz de las lecciones
aprendidas en otros países de la región. McCarty asegura que aunque la
“retórica” de los países y organismos donantes defiende que hay que apoyar una
visión de conjunto (dirigido por un gobierno que identifique las prioridades de
desarrollo), esto en la realidad no sucede así.
La realidad es que
existe una gran competencia entre los distintos actores donantes que además
deben rendir cuentas principalmente a terceros actores y no a los países
receptores de ayuda. La consecuencia final de la falta de coordinación podría
hacer que Myanmar en pocos años se convirtiese en un país dependiente de la
ayuda exterior retrasando la transición a una mejor gobernanza y al progreso
económico.
Dicho esto, es evidente
que la proporción de ayuda exterior va a ser muy reducida en comparación con el
flujo de capital privado que el país está recibiendo y que va a recibir en los
próximos años. Desde el principio de la apertura se han ido multiplicando el
número de delegaciones extranjeras recibidas por la Comisión de Inversiones de
Myanmar. A pesar de la inestabilidad todavía existente, especialmente en algunas
zonas del país, o su inestable sistema jurídico, las oportunidades son inmensas
para las empresas extranjeras, debido a su situación estratégica, su mano de
obra barata (la más barata del sudeste asiático) y por la inmensa oportunidad
de negocios existente.
Teniendo en cuenta que
en países en vías de desarrollo la cantidad de capital privado ha alcanzado
niveles de más del 90% del total, el gobierno de Myanmar, supuestamente
democrático, debería ser consciente de la importancia tanto del impacto positivo
como de los riesgos que este tipo de inversión puede tener en el proceso de
desarrollo del país.
Según un informe [2] de
Altsean (Alternative Asean Network on Burma) la cantidad total que
Myanmar recibió entre abril de 2010 y enero de 2011 alcanzó la suma de $19,4
billones (en términos americanos), siendo los principales sectores de inversión
el petrolífero, el gas, la electricidad y proyectos de extracción mineros. El
mencionado informe denuncia que estas inversiones, altamente intensivas en capital,
aumentaron el valor de su moneda (el kyat) con escasa repercusión positiva en
la mayoría de la población birmana que además sufre el problema añadido de
aumento de los precios, la expropiación de terrenos [3], el incremento de la
violencia o la degradación medioambiental asociada con los mega proyectos de
infraestructuras.
Pero la presencia de
empresas extranjeras no se limita a las grandes obras e infraestructuras.
Progresivamente numerosas empresas de todos los sectores (bancos extranjeros,
compañías de automóviles, conocidas empresas consultoras o de auditoría, etc.)
están iniciando sus misiones comerciales en el país asiático. Un ejemplo
anecdótico pero que refleja a la perfección la situación actual, lo protagoniza
la empresa Coca-Cola. En septiembre
de 2012 esta empresa realizó su primera entrega a Myanmar después de 60 años y
un año después ya había establecido todo el proceso productivo en el país. La rápida expansión de
Coca-Cola en Myanmar evidencia claramente la sorprendente velocidad que están
tomando los acontecimientos en el país en un periodo relativamente corto de
tiempo.
Sin embargo, organismos
como Altsean o Burma Campaign, aseguran que los militares
continúan controlando los presupuestos sin mejoras en la transparencia. Altsean
denunció que el proceso de privatizaciones que se inició en 2009 solamente ha
servido para transferir activos a manos de oficiales del régimen militar. Según
esta organización la inversión extranjera habría supuesto el empeoramiento del
ciudadano medio (agravándose incluso el conflicto étnico armado y la huida de
ciudadanos birmanos a países vecinos). Según Altsean los grandes beneficiarios
de los proyectos que implican inversión exterior son los oficiales del régimen
militar, sus compinches y los inversores extranjeros [4].
Reflexiones
finales
Las reformas
introducidas por el gobierno electo en 2011 dirigido por Then Sein, con la cada
vez mayor aceptación por parte de Aung Sann Su Kyi, vencedora en los recientes
comicios, han generado grandes esperanzas y expectativas de cambio, e incluso
se ha vislumbrado la posibilidad de que Myanmar esté iniciando un camino real
hacia un Estado democrático.
No obstante el cambio
no será tarea fácil. Myanmar posee una Constitución aprobada en el año 2008 en
la que se establece que la Unión de Myanmar “practica un sistema democrático
multi-partido genuino y disciplinado” (o democracia disciplinada como se conoce
normalmente). Según su artículo 392 no todos los ciudadanos tienen los mismos
derechos al sufragio; los miembros de órdenes religiosas [5], las personas que
están cumpliendo penas de prisión, los declarados perturbados mentales, los que
no han sido declarados libres de insolvencia o las personas descalificadas por
la ley electoral no tienen derecho a participar en los procesos electorales.
En cuanto al derecho a
ser elegido la legislación birmana también mantiene ciertas restricciones, por ejemplo
no son elegibles personas que deban lealtad a gobiernos extranjeros o que
tengan relación de parentesco con alguna persona de nacionalidad extranjera. De
acuerdo a la Constitución vigente, aunque la ley de partidos haya permitido a
Aung Sann Suu Kyi ocupar un escaño en el parlamento, al tener la líder de la
oposición dos hijos de nacionalidad británica, no podrá ser formalmente elegida
presidenta (aunque recientemente declaró que aunque se elija a una figura para
cumplir con la Constitución será ella quien tomará todas las decisiones).
En un discurso
televisado que ofreció Aung San Su Kyi en 2012 denunciaba como la Constitución
de Myanmar no está en línea con los principios democráticos, y abogaba por la
necesidad de un cambio constitucional. En esta entrevista recordaba que los
militares ocupaban, por designación de las fuerzas armadas, un total de 110
escaños de los 440 que componen el Parlamento birmano, debido únicamente a que
según la Constitución, el jefe de las fuerzas armadas puede elegir el 25 por
ciento de los escaños.
El triunfo de Aung Sann
Su Kyi y su gran influencia a nivel internacional puede no ser suficiente si no
se traduce en una reforma sustancial de la Constitución [6] y cambios políticos
de gran calado en el país. Sin embargo, esta misma reforma es complicada ya que
requiere del 75 por ciento de los votos del parlamento. Debido a que los
militares poseen automáticamente el 25 por ciento de los mismos podemos
entender la postura de Burma Campaign cuando aseguraban que independientemente de
quien resultase vencedor en las elecciones, los militares continuarán teniendo
los mecanismos para controlar la economía del país y conservar sus privilegios.
El proceso de apertura
que está viviendo Myanmar en estos momentos es un proceso histórico con
trascendentales consecuencias para el país. Debido a la falta de perspectiva
histórica es todavía muy pronto para realizar una evaluación fiable de los
resultados. Es evidente que el proceso de apertura va a tener reflejo en las
condiciones de vida de la población. Ahora bien ¿este proceso se producirá
(como defendía Aung San Suu Kyi durante la ceremonia de entrega de los premios Nobel en el año 2012) de forma
coordinada y coherente traduciéndose en una mejora de las condiciones sociales
de la mayor parte de la población?
El futuro próximo mostrará
si los cambios iniciados por el gobierno de Thein Sein y la victoria de Aung
San Suu Kyi han servido para instaurar una verdadera democracia en el país y
para mejorar las condiciones de vida de la mayoría de la población birmana o,
si por el contrario, Myanmar va a acabar siendo objeto de compra y venta por
parte de la élite militar y un conjunto de compañías multinacionales.
Notas
___________
[1] Las reformas políticas emprendidas desde 2011 han sido difundidas a través los medios de comunicación internacionales. Entre ellas destaca la liberalización de presos políticos, la obtención de acuerdos preliminares de paz con diez de los once principales grupos armados en el país, la promulgación de leyes que garantizan una mayor protección a los derechos humanos básicos, ciertos cambios en la ley de partidos, la legalización de los sindicatos o la progresiva reducción de las restricciones a la libertad de prensa y asociación.
[1] Las reformas políticas emprendidas desde 2011 han sido difundidas a través los medios de comunicación internacionales. Entre ellas destaca la liberalización de presos políticos, la obtención de acuerdos preliminares de paz con diez de los once principales grupos armados en el país, la promulgación de leyes que garantizan una mayor protección a los derechos humanos básicos, ciertos cambios en la ley de partidos, la legalización de los sindicatos o la progresiva reducción de las restricciones a la libertad de prensa y asociación.
[2]
Alternative Asean Network on Burma. (2011): Burma’s Economy: Mismanagement as
usual, ALTESAN Bangkok, Thailand.
[3]
Existen por ejemplo numerosas denuncias de campesinos expropiados de sus
tierras sin indemnización, como ocurre en la zona del puerto de Dawei, donde se
está construyendo una “zona económica especial” de 250 kilómetros cuadrados
para alojar empresas extranjeras.
[4]
Este informe menciona principalmente a inversores de firmas provenientes de
India, Rusia, Tailandia y China, y presenta una lista de acontecimientos
concretos sucedidos en el país.
[5] La
Constitución fue aprobada en mayo de 2008, un año después de las revueltas
denominadas con el nombre Revolución Azafrán, que fueron lideradas por monjes
budistas. No obstante esta restricción también estaba presente en la
Constitución de 1974.
[6]
Siendo optimistas debemos recordar que Myanmar ha tenido tres Constituciones
desde su independencia del Reino Unido y por lo tanto no es descabellado pensar
en la posibilidad de creación de una nueva Constitución en el futuro que
elimine disposiciones como las mencionadas.
*
Máster en Economía Internacional y Desarrollo y Doctorando en Economía en la
Universidad Complutense de Madrid.