Bernardo Barranco
www.jornada.unam.mx/180615
En medio de
polémicas y tensiones, el papa Francisco hace pública su encíclica Alabado
seas. Sobre el cuidado de la casa común, en la que advierte los gravísimos
problemas del medio ambiente y hace responsable al sistema económico mundial de
llevar a la humanidad al borde del colapso, por carecer de sustento ético. La
voracidad del capitalismo de mercado y del dios dinero está llevando a la
humanidad también a la contaminación del alma del ser humano y la corrosión de
su espíritu.
Bergoglio se arropa
en el pensamiento de sus predecesores y de manera audaz recupera la crítica de
Ratzinger a la cultura del relativismo, aplicada por Francisco al sistema
económico y al deterioro del medio ambiente. Para Bergoglio la cultura del
relativismo es la misma enfermedad que impulsa a una persona a tomar ventaja de
la otra y tratarla como un mero objeto.
Por otra parte, el
papa Francisco en este importante texto cuestiona a aquellos que argumentan que
el derecho a la propiedad privada es un principio absoluto e intocable,
haciendo hincapié en la función social de cualquier forma de propiedad. Dice el
Papa: La tradición cristiana nunca reconoció como absoluto o intocable el
derecho a la propiedad privada y subrayó la función social de cualquier forma
de propiedad privada.
La encíclica, que
lleva el título Alabado seas, tiene seis capítulos y dos oraciones
finales. El lenguaje del Papa es sencillo, directo, sin excesivos tecnicismos teológicos
ni doctrinales. Su tono es crítico sin ser catastrofista.
Tiene un primer
capítulo demoledor titulado Lo que está
pasando en nuestra casa. El severo análisis del Papa aborda la
interconexión entre contaminación y cambio climático, la mala gestión del agua,
la pérdida de la biodiversidad, la gran desigualdad entre regiones ricas y
pobres; la debilidad de políticas insuficientes ante la catástrofe ecológica.
Como era de esperarse, sus poderosos detractores lo critican –desde Jeb Bush
hasta la extrema derecha italiana y sectores de la curia– porque no sólo
diagnostica los problemas, sino que señala a los culpables.
Francisco pretende
abrir un debate; se dirige no sólo a los creyentes, sino a todos los que pueden
colaborar en invertir la tendencia de la degradación del planeta. Esta
encíclica está dirigida a todos los que puedan recibir su mensaje y crecer en
la responsabilidad hacia la casa común que Dios nos ha confiado. Hay un intento
explícito del Papa de que el texto sea acogido y discutido por otras grandes
corrientes religiosas que viven la amenaza ecológica.
La versión italiana
de la encíclica fue filtrada y publicada en el sitio web del semanario L’Espresso
tres días antes de la fecha proyectada. Podríamos decir que Francisco ya tuvo
también su Vatileaks.
Según expertos
vaticanistas la filtración es una estrategia de los círculos conservadores con
un doble propósito: a) debilitar el mensaje e impacto de la encíclica, porque
en algunos pasajes es muy crítico a los países poderosos y b) golpear y
bloquear la imagen del Papa en el contexto de la resistencia a su obra de
renovación de la Iglesia.
La filtración ha
provocado, por ejemplo, que Jeb Bush, precandidato a la presidencia de Estados
Unidos, representante de los rancios intereses de compañías petroleras,
arremeta contra el Papa por denunciar en su encíclica el cambio climático: No
me dejaré dictar en la política económica por mis obispos, mis cardenales o mi
Papa. Incluso llega a insinuar la arrogancia de Francisco, al decir: Es una
arrogancia sostener que con relación a los cambios climáticos exista una
ciencia exacta.
Esperando leer el
texto completo, Jeb Bush afirmó en New Hampshire que la religión debería
ocuparse de hacer mejores a las personas y menos de cuestiones que tienen que
ver con aspectos políticos.
En la encíclica el
Papa encara lo que llama los depredadores del planeta. En el capítulo
Desarrollo y progreso, Francisco provoca: no es suficiente conciliar el cuidado
de la naturaleza con los ingresos financieros, o la preservación del medio
ambiente con el progreso. El término ambiental es sólo un pequeño retraso en el
desastre. Se trata simplemente de redefinir el progreso.
En Economía
cuestiona los fundamentos de la economía mundial como responsables no sólo de
los daños ecológicos irreversibles, sino de la lacerante desigualdad entre los
países y los criterios obsoletos que se siguen para gobernar el mundo.
Francisco es enfático: la producción no siempre es racional, a menudo está
vinculada a variables económicas que dan al producto un valor que no se
corresponde con el real. Esto provoca a menudo la sobreproducción de ciertos
bienes, con un impacto ambiental, al mismo tiempo perjudica a muchas economías.
En deuda externa, el
Papa señala que “la deuda externa de los países pobres se ha convertido en una
herramienta de control, pero no es lo mismo que ocurre con la deuda ecológica…
es necesario que los países desarrollados contribuyan a la solución de este
límite tan importante para el consumo de energía no renovable de la deuda, y
traer recursos a los países más necesitados para promover políticas y programas
de desarrollo sostenible”.
La tecnología. El
Papa dice que no se puede ignorar que “la energía nuclear, la biotecnología, la
tecnología de la información, el conocimiento de nuestro propio ADN y otras
capacidades que hemos adquirido nos ofrecen un enorme poder… ¿En manos de quién
está y qué puede lograr tanto poder? Es terriblemente arriesgado que resida en
una pequeña parte de la humanidad”.
El cambio climático.
Bergoglio alarmado advierte: Si la tendencia actual continúa, este siglo podría
presenciar un cambio climático sin precedente y la destrucción de los
ecosistemas, con graves consecuencias para todos. El Papa no ocultó el hecho de
que “muchos de los que tienen más recursos y poder económico o político parecen
concentrarse principalmente en los problemas superficiales y en ocultar los
síntomas, tratando de minimizar los efectos negativos del cambio climático.
Pero muchas señales indican que estos efectos pueden ser peores si seguimos con
los actuales patrones de producción y consumo.
Francisco habla de
una nueva relación con la Tierra. La tierra y su cultivo como expresiones de
espiritualidad. No es casualidad que la encíclica inicie con el Cántico de
las criaturas, de San Francisco de Asís, considerado el primer texto
ecológico de la historia, escrito antes de la muerte este defensor de la
naturaleza, en 1226.”