Nazanin
Armanian
www.publico.es/170615
Ni el despilfarro del
gobierno de Ilham Aliev en los Juegos Olímpicos Europeos de junio de 2015 ─que
incluye el pago del transporte y el desayuno con kukú azerí para los
6.000 atletas durante el certamen─ cambiaron la decisión de los líderes
europeos de boicotear la ceremonia de apertura en protesta, dicen, por la
persecución de disidentes.
¿Piensan también
castigar a los jeques saudíes por prohibir partidos políticos, sindicatos,
prensa libre, o decapitar a mujeres y hombres en las plazas públicas; o a los emires del régimen medieval de Qatar por
matar por explotación a cerca de 1.200 inmigrantes-esclavos que trabajaban en
las obras del Mundial de fútbol de 2020?
La verdadera razón es
otra: el giro en la política exterior de Bakú dirigida por Ilham Aliyev, hijo
de Heydar Aliyev (1993-2013) ─el cacique aliado de EEUU─, que manteniendo el
mismo sistema político de “mercado y represión”, ha optado por la distensión
con Rusia en vez de ser base militar de la OTAN en el Cáucaso Sur a cambio de
nada.
Hace tan sólo dos años,
Azerbaiyán (que significa “Morada de Fuego” en persa) acogía la reunión EEUU-Azerbaiyán:
Visión del Futuro, con presencia de decenas de políticos-empresarios como
el vicepresidente Joe Biden, Paul Wolfowitz, uno de los carniceros de los
pueblos iraquí y afgano, y representantes de una quincena de petroleras como
BP, Chevron y ConocoPhillips. Iban a consolidar el dominio de EEUU-UE sobre el
hidrocarburo y el enclave del Cáucaso, a las mismísimas puertas de Moscú.
Rusia defiende su
“extranjero cercano”
Sin embargo, la dinámica
geopolítica de la región había cambiado, sigilosamente: la doctrina Putin, que incluye recuperar la
influencia de Moscú en el espacio ex soviético, avanzaba ya sin pausa. Y ha
conseguido:
– Impedir que EEUU y la
UE construyeran el gaseoducto Nabucco.
– Frustrar el proyecto
GUAM, una alianza militar entre Georgia, Ucrania, Azerbaiyán y Moldavia,
sucursal de la OTAN en la zona.
– Que el Quinteto Caspio dijera “no” a la
presencia de EEUU de forma unánime.
– Que Azerbaiyán
abandonara el proyecto KASFOR, grupo de cooperación naval con EEUU en el Mar
Caspio.
– Cerrar la Ruta del
Norte al envío de equipamiento militar de la OTAN a Afganistán, como represalia
a las provocaciones de la Alianza en Ucrania, dejando a su suerte a miles de
sus soldados en manos de Pakistán y los talibanes.
Además, cuenta con las siguientes bazas:
– La fuerza de
respuesta rápida desplegada en la costa del Mar Caspio.
– Influencia en el
enclave de Nagorno-Karabaj, y tropas en la base de Gyumri, Armenia, país de
gran valor estratégico. Las peticiones de EEUU-UE a Ankara para que se acercara
a Ereván, reconociendo el genocidio armenio (para así sacarle a éste país de la
órbita rusa), fueron frustradas y para más inri aumentaron la desconfianza de
Bakú hacia los occidentales.
– La cooperación de
Giorgi Margvelashvili, el nuevo primer ministro de Georgia, quien en 2013
desalojó del poder al pro-otanista Mikheil Saakashvili. Que EEUU se negara a
apoyarles militarmente en la guerra que tuvieron con Rusia en 2008 fue toda una
lección.
– La posibilidad de
bloquear los oleoductos de Azerbaiyán en cualquier momento. También desde
Georgia.
– Aumentar el peso de
Turkmenistán (cuarta reserva mundial de gas) en la región, en perjuicio de
Azerbaiyán.
– Construir con Turquía
el gaseoducto Corriente Turca, con destino a Europa, que
competirá con el proyecto del Gasoducto Trans-Anatolia (TANAP) patrocinado por
EEUU, la UE y Azerbaiyán.
– Ampliar la estación
de radar antimisiles que posee, desde la era soviética, en la ciudad azerí de
Qabala.
El sólido frente
compuesto entre Rusia, Irán y Armenia observa con satisfacción y preocupación
la desintegración del eje EEUU-Israel-Azerbaiyán-Turquía.
Un Yihad+Maidan para
Azerbaiyán
Richard Morningstar,
embajador de EEUU en Bakú, amenazó a Aliev con tener su propia “plaza Maidan” a
la ucraniana como consecuencia de su política. Lo que no ha desvelado es si en
Azerbaiyán también habrá una “revolución de colores” o un golpe de Estado.
Morningstar, enviado por Barak Obama a la zona para apartar a Rusia de los
proyectos energéticos del Caspio, promovió el Corredor de Gas del Sur
(Azerbaiyán-Turquía-Grecia) y, tras enterrar el gaseoducto Nabucco, se propuso
llevar el gas de Shah Deniz azerí, uno de los yacimientos más grande del mundo,
a Grecia, Albania e Italia, siempre y cuando Rusia se quedase con los brazos
cruzados.
Promover otro conflicto
con Armenia; una agitación étnico-religiosa (como, por ejemplo, apoyar el
separatismo de los taleshies, comunidad de origen iraní de unas 300.000
personas); llenar la prensa de casos de tortura, utilizar a los presos
políticos o la tragedia del millón de refugiados de la guerra con Armenia;
“luchar contra el terrorismo” y convertir a los yihadistas que, tras la inestimable ayuda de los saudíes, aparecieran
en este Estado musulmán en la excusa para que EEUU y la UE
preparen otro plan para cambiar el statu quo de la región.
El Barak Obama del
primer mandato, una alianza
anti-China con Moscú era más importante que apoderarse de las
complicadas repúblicas ex soviéticas. Ahora, el intrépido presidente lucha
contra ambos y, tras su gran ofensiva
contra Rusia desde Ucrania, ha abierto otro frente de conflicto
desde Cáucaso.
En Azerbaiyán ya operan
los yihadistas del grupo Jamaat (Comunidad), conectados con islamistas chechenos, el Emirato de Cáucaso y
con el Estado Islámico de Siria: el ataque a Eurovisión en 2012 y el asesinato
de varios clérigos chiíes llevaban su sello.
La respuesta del
georgiano Margvelashvili a las injerencias de EEUU y la UE ha sido cerrar la
oficina de Radio Free Europe, negar visado a varios medios europeos y también
al Open Society Foundation de George Soros.
Hoy por hoy, y en
el medio de una cruenta guerra
mundial por el gas, EEUU ha vuelto a quedarse sin un punto de
apoyo en Eurasia.