Fortino Domínguez
Rueda*
www.jornada.unam.mx
/ 150717
En México, la
guerra capitalista utiliza a las instituciones del Estado para exterminar a los
pueblos indígenas mediante el despojo de sus territorios ancestrales. Para
nadie es un secreto que a partir de la reforma energética (2013), un sinnúmero
de proyectos extractivistas se han echado a andar sobre las geografías
indígenas, con el único objetivo de comercializar con la madre Tierra.
Ante este contexto
adverso, los pueblos indígenas se han movilizado y han creado renovadas formas
de resistencia, mismas que se enmarcan en el largo calendario de lucha que los
pueblos han generado durante los últimos 500 años y que tienen como horizonte
el de hacer colapsar al sistema capitalista.
Un ejemplo de la
guerra de conquista de territorios, el exterminio y el control de poblaciones
indígenas, se desarrolla sobre las tierras de los pueblos zoques del norte de
Chiapas. Desde agosto de 2016 –fecha en que el gobierno mexicano hizo pública
la licitación de 84 mil 500 hectáreas, con la finalidad de abrir la explotación
de 12 pozos petroleros a los grandes capitales trasnacionales– la resistencia
de los zoques se hizo presente. A partir de esa fecha, los zoques comenzaron a
estructurar un novedoso movimiento comunitario, que ha logrado articular a
diversos zoques del campo y la ciudad que se encuentran dispersos tanto en
México como en Estados Unidos.
Por su parte, la
Secretaría de Energía (Sener) simuló llevar a cabo un proceso de
consulta entre las comunidades zoques del norte de Chiapas. En realidad las
instancias del gobierno no han informado a cabalidad a las comunidades sobre el
potencial daño que el proyecto traerá sobre sus territorios. La institución
sólo se ha limitado a informar a los comisariados ejidales y en los pocos
lugares donde se les ha permitido la entrada para participar en las reuniones,
éstas se han desarrollado sin traductores y, por si fuera poco, los
representantes del gobierno han tratado de convencer a los zoques mediante el condicionamiento
de apoyos sociales y a las promesas de ampliar caminos, construir puentes y
dotarlos de drenaje.
Desde un principio
el pueblo zoque de Chiapas ha sido muy claro en decir que no pretende
participar en el proceso de consulta que el Estado intenta desarrollar entre
sus comunidades. Para ello, desde enero de este año, los zoques llevaron a cabo
un proceso organizativo que designaron como autoconsulta, el cual consistió en bajar a los espacios
comunitarios (asambleas, reuniones familiares, pláticas informativas) para
socializar la información acerca de los proyectos extractivos que se yerguen
sobre sus territorios, así como el de ejercer su derecho a expresar su rechazo
a los proyectos de muerte mediante la firma de actas por barrio, comunidad y
municipio.
El rechazo, la
indignación y la organización del pueblo zoque se han hecho presentes desde
diversas formas. Sin embargo, el gobierno ha recurrido a la criminalización de
la protesta social y al encarcelamiento de personas que sobresalen por su
liderazgo y lucha en favor de las comunidades. Tal es el caso de Silvia Juárez
Juárez, indígena zoque de Tecpatán, Chiapas, e integrante de la Asamblea
Estatal del Comité de Padres de Familia de la Sección 7 y 40, quien fue
injustamente encarcelada por más de 30 días.
Bajo este panorama,
el pasado 22 de junio el pueblo zoque convocó a una marcha-peregrinación que
reunió a más de 6 mil indígenas en Tuxtla Gutiérrez, capital del estado de
Chiapas, con la finalidad de dejar en claro su rechazo a los proyectos
extractivos. A la par que la movilización social se desarrollaba, la Comisión
Nacional de Hidrocarburos (CNH) declaró que ampliaría el periodo de consulta
entre las comunidades indígenas del norte de Chiapas con el objetivo de ganar
tiempo para lograr implementar el proyecto.
Es claro que el
gran capital financiero y el estado mexicano no cesarán en su intento por
conquistar los territorios zoques de Chiapas. En ese sentido, vale recordarles
que los zoques ya manifestamos nuestro rechazo y hemos comenzado a fortalecer
los espacios comunitarios, por tanto no permitiremos la comercialización de la
madre Tierra, ni nuestro exterminio como civilización mesoamericana.
Así como se
manifestó en el pasado abril desde el Congreso Nacional Indígena: Lo tenemos
claro. La guerra capitalista se escalará mucho más, en ese sentido les decimos
que nuestro coraje, nuestra decisión, nuestra dignidad y nuestra resistencia,
también.
*Historiador y
antropólogo. Centro de Lengua y Cultura Zoque AC.