Emir Sader
www.jornada.unam.mx/100217
En su surgimiento, el
modelo neoliberal traía promesas atrayentes. Antes de todo, contener los gastos
excesivos del Estado, diagnosticado como la fuente de la inflación. Por otra
parte, imponer a la economía el dinamismo centrado en las empresas privadas y
en el mercado. Por el discurso liberal que lo acompañaba, se fortalecerían la
sociedad civil y la ciudadanía, libres de las trabas y de la opresión del
Estado.
No fue lo que pasó, pero
por lo menos en algunos casos, y por algún tiempo, hubo control de la
inflación, aunque multiplicando la deuda pública. Cuando sus efectos positivos
se habían agotado, vino el discurso de que, si no era el mejor modelo, era el
único posible en la era de la globalización.
Hoy, cuando la crisis
recesiva se perpetúa en Europa ya desde 2008, mientras ese efecto se extiende
por toda la economía internacional, ya no se ven rasgos positivos y tampoco es
obligatorio mantener el modelo neoliberal, eje de la crisis a escalas nacional
e internacional. Los partidos tradicionales, conservadores y socialdemócratas,
que han asumido la política de austeridad –la forma que asume el neoliberalismo
en ese continente–, se ven castigados por los electores y cada elección se
vuelve una desesperación para ellos.
En ningún lado la aplicación de los duros ajustes
fiscales –eje de los modelos neoliberales– cumplió sus promesas. Ni control de las cuentas
públicas ni de la inflación, menos aún retomar el desarrollo económico.
Su desempeño es globalmente considerado un fracaso, causante de la perpetuación
de la recesión en la economía mundial.
En América Latina eso es
igualmente evidente. Comparecen las economías de Argentina y de Brasil en los
gobiernos antineoliberales y en el retorno del modelo neoliberal, y el
resultado es escandalosamente claro en favor de los primeros. Mírese todo lo
que han mejorado países como Ecuador, Bolivia y Brasil en comparación con la
situación de México y Perú.
Pero, ¿por qué, a pesar del espectacular
fracaso del neoliberalismo, ese modelo sigue vigente en grande parte del
mundo, incluyendo Estados Unidos, Europa, Japón y en la mayoría de las naciones
de América Latina, Asia y África?
En primer lugar, porque ese modelo refleja los
intereses del capital financiero, que es el hegemónico a nivel económico en el
estadio actual del proceso de acumulación del capital. Hay fuertes
intereses económicos en la preservación de ese modelo, que sólo incrementa la
riqueza y el poder del capital financiero.
En segundo lugar, porque el propio capitalismo no
posee alternativas. Llegado a su etapa actual, no lograría retornar a
formas de regulación económica que le permitieran no estar sometido a las
presiones recesivas del capital financiero.
En tercer lugar, porque las fuerzas que se
oponen al neoliberalismo no han logrado –hasta ahora– en la gran mayoría de las
naciones comprender que la lucha fundamental en el periodo histórico actual es
por la superación del modelo neoliberal y lograr así construir una alternativa
concreta a ese modelo, congregando a las fuerzas sociales y políticas
necesarias.
Después de su surgimiento
con fuerza, el modelo neoliberal pasó a su fase de sobrevivencia, una fase
marcada por la recesión económica y por una gigantesca crisis social, así como
por una inmensa crisis hegemónica que apunta hacia su agotamiento y la búsqueda
de alternativas para su superación.