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La gestión del presidente Juan Carlos Varela, al cumplir dos años frente
a la Presidencia de la República, (mañana, 1 de julio) merece un balance. Hace
poco más de dos años la ciudadanía sorprendió a todos dándole una mayoría
relativa en las elecciones. Se decía que, entre los candidatos de los partidos
tradicionales de la oligarquía panameña, era el menos malo.
El pueblo panameño no espera mucho del ocupante del Palacio de las
Garzas. Le pide tres cosas al nuevo mandatario: Primero, respeto para los
sectores sociales reprimidos. Segundo, erradicar la corrupción que corroe el
país. En tercer lugar, promover una política exterior favorable para los
intereses de todos los panameños.
Los sectores que dominan la economía del país, en cambio, si esperan
mucho del presidente Varela. Para comenzar, mantener un ritmo de acumulación de
riquezas basado en el despojo de los trabajadores. Además, organizar una
alianza entre gobierno y empresa privada que le permita a esta última
apropiarse de los contratos y concesiones más apetecibles. Por último,
consolidar las relaciones entre la economía del país y los intereses de EEUU en
el istmo.
Las encuestas que miden el desempeño de los políticos indican que el
presidente Varela ha fracasado. Según éstas, sólo el 37 por ciento de los panameños consideran que el primer mandatario
está haciendo un buen papel.
Las relaciones del gobierno con los sectores populares se iniciaron con
malos augurios. El conflicto con
el pueblo Ngobe-Buglé se agudizó con la ambigüedad mostrada en torno a la
represa de Barro Blanco. Por otro lado, el Ministerio Público abrió expedientes
contra varios ministros del gobierno anterior por delitos contra la cosa
pública. Aún no se ven los resultados. El expresidente Ricardo Martinelli se
auto-exilió en EEUU donde espera que se inicie un recurso de extradición.
Mientras que los imputados salían de sus encierros, por tecnicismos,
comenzaron a producirse casos de corrupción en las propias filas del actual
gobierno. A la falta de transparencia, se suman los tratados comerciales
internacionales que arruinaron el agro y acabaron con la industria. Los
sindicatos y gremios han denunciado las políticas erradas del gobierno y exigen
correctivos.
Los banqueros y rentistas tampoco le han dado buenas notas al gobierno
panameño después de dos años de trabajo. La tasa de crecimiento anual de la
economía ha disminuido significativamente. EEUU ha lanzado una campaña
mediática de desprestigio contra Panamá promoviendo escándalos que van desde
los papeles de Mossack y Fonseca, hasta las fallas de la recién inaugurada
ampliación del Canal de Panamá.
En resumen, durante los primeros
dos años de gobierno, el presidente Varela ha demostrado que no tenía un plan
de trabajo cuando llegó al poder. Su equipo tampoco ha demostrado
imaginación para enfrentar los retos tanto internos como externos. La falta de
transparencia, la corrupción y la inseguridad siguen siendo problemas sin
soluciones.
El presidente Varela puede sacar a relucir algunos logros importantes: La inauguración de las esclusas ampliadas,
el inicio de los trabajos en la línea 2 del Metro y algunos otros proyectos
iniciados por gobiernos anteriores. Sus fracasos son más notorios: El
Canal de Panamá no se integra a un plan de desarrollo del país. El agro se
encuentra en una crisis terminal. Tanto el sector educativo como los servicios
de salud pública han colapsado sin perspectivas para una recuperación ni
siquiera a largo plazo.
Mientras que Buenaventura (Colombia), Limón (Costa Rica), Mariel (Cuba)
y otros puertos se preparan para servir de terminales de trasbordo para las
mercancías que llegan al Canal de Panamá, las autoridades locales se pelean en
torno al proyecto del puerto de Corozal en la entrada de la vía interoceánica.
Panamá tiene condiciones para construir varios puertos de alto calado a lo largo
de sus costas en dos océanos. Durante los dos últimos años no se ha trabajado
en proyectos para el futuro del país. Sólo hay interés en las rentas que pueden
generar las concesiones a corto plazo.
Las perspectivas son grises, especialmente si analizamos la nueva
política de EEUU hacia Panamá. La correlación de fuerzas sociales en el país
continúa favoreciendo a los rentistas y especuladores, en detrimento de los
sectores productivos. Según estadísticas del gobierno, con Varela el 70 por
ciento de las riquezas que se producen en el país se distribuyen entre unos
pocos propietarios y sólo el 30 por ciento llega a la masa de los trabajadores
asalariados.