Nazanin
Armanian
www.publico.es/201014
“Kobani no es una prioridad de EEUU”, aclara
John Kerry para disipar dudas de quienes (incluso los propios kurdos) aún
confunden al Gobierno de EEUU y sus marines con los hermanos de caridad
que se desviven por salvar a los oprimidos del mundo.
La capital del
Kurdistán sirio y símbolo del experimento del Gobierno izquierdista del Partido
de la Unión Democrática (PUD) —próximo al Partido de los Trabajadores de
Kurdistán (PKK), Kobani y sus consejos populares— ha caído en pedazos
después de varias semanas resistiendo, desde que el 16 de septiembre fuese
asediada por los terroristas del Estado Islámico (EI), provocando la muerte de
cientos de civiles, y la huida de la mayoría de sus 45.000 habitantes.
Sin acceso a alimentos
ni atención sanitaria, los kobaníes aterrorizados no recibieron ayuda ni de una
inútil ONU ni de los estados que podrían haber recurrido a la doctrina de responsabilidad
de proteger “R2P”, que le sirvió a la OTAN para atacar a Libia. Aquí, no
es ningún secreto que los mercenarios del EI, que carecen de una sede
“presidencial”, un cuartel general, ministerios, cadenas de tele o aeropuertos,
reciban avisos y huyan antes del inicio de los bombardeos de la aviación de
EEUU (¿por eso ningún centro vinculado a los intereses de las potencias
occidentales ha sido atacado, hasta hoy, por el EI?).
Las bombas caen sobre
las posiciones de la guerrilla kurda, las viviendas o las infraestructuras de
la zona (la última, una refinería) para trasladar Siria a la “Edad de Piedra”
como se hizo con Irak y Libia, dos estados fuertes árabes.
La caída de Kobani
(significa “Unión”, por la alianza de dos tribus kurdas que fundaron la urbe,
que alberga milenarios monumentos asirios y armenios) es un duro golpe
psicológico al movimiento progresista kurdo.
Kurdos de derecha y de
izquierda
Es hora de matizar el
concepto del “pueblo kurdo”, —como grupo étnico de 30-40 millones de personas
repartidas entre varios países y unidas por un sentimiento de pertenencia y
lazos históricos—, y tratarle como cualquier sociedad que sufre una encarnizada
lucha de clases, aunque pese a los defensores fanáticos del “mítico” pueblo kurdo para exigir
responsabilidad de una parte de la tragedia que sufren los kurdos de a pie,
a las élites que les guían, a veces hacia el infierno de las batallas
suicidas.
Desde la Segunda Guerra
Mundial ha habido tres zonas autónomas kurdas: la República de Mahabad,
dirigida por los marxistas en Irán en 1946, y que fue aplastada duramente por
las tropas del Sha; la Región Autónoma Kurda (RAK), instaurada en Irak desde
1991 luego de la agresión militar de EEUU y sus socios, y gestionada por las
fuerzas derechistas y feudales; y la zona autónoma de los kurdos de Siria,
creada en 2012 a partir de una jugada estratégica de Bashar al Assad, y liderada
por el PUD, quien ha instalado un interesante e incipiente sistema político de
democracia popular directa.
Quizás la peor parte de
esta compleja y dolorosa lucha se la han llevado los kurdos de Irak, que,
además de ser perseguidos por los gobiernos del “nacionalismo árabe”, han
tenido que soportar, desde hace décadas, las consecuencias de los tejemanejes
de las familias Barezani y Talibani, dos clanes dirigentes kurdos,
que, en sus ansias de convertirse en cabeza de ratón que no cola de león,
vendieron su alma a EEUU (mientras éste bombardeaba durante años a los civiles
árabes iraquíes), y a las potencias y fuerzas más reaccionarias de la región.
Su última hazaña ha sido
aprovechar el avance del EI sobre Irak para hacerse con el control de varias
ciudades del norte del país, e incluso utilizarle de mediador para vender su
petróleo a Turquía e Israel, justo cuando las atrocidades que el Califato
cometía contra las minorías religiosas izadíes y cristianas ocupaban los
titulares de la prensa mundial.
Masud Barezani, el
presidente millonario de la oligarquía engordada por la renta del petróleo y la
ingente ayuda de occidente, aprovechando esta situación iba a declarar la independencia
de la RAK de Irak, pero hoy, con el aumento del conflicto, estará pensando en
cómo evitar la destrucción de su feudo.
Erdogan pierde en casa
y en el Consejo de Seguridad
Los disturbios, en
protesta por la inacción de Ankara ante el avance del EI y la matanza de los
kurdos de Siria, que dejaron una treintena de muertos en el sureste de Turquía,
amenazan el proceso de paz iniciado entre Tayyeb Erdogan y Abdullah Öcalan, el
líder del PKK, ya que muchos de los líderes kurdos de Turquía son de Siria
(además de ser alauíes).
Los manifestantes
pedían habilitar un corredor de seguridad hasta Kobani —situada a pocos
kilómetros de la frontera turca—, y armar a sus combatientes, que luchan contra
el Estado Islámico. Eso es pedir peras al olmo: acabar con Kobani ha sido un
objetivo de Erdogan. Se ha librado del PKK en aquella zona sin mancharse
las manos de sangre.
Ante las peticiones de
“salvar Kobani” del PUD, las condiciones ofrecidas por Ankara no tienen
desperdicio:
- Que abandone la idea
de autodeterminación y rompa con PKK.
- Que se una a la lucha
por derrocar a Bashar al Assad.
- Que integre las
Unidades de Protección Popular, su brazo armado, en el Ejército Libre de Siria.
- Que permita a las
tropas turcas gestionar la seguridad de la zona kurda de Siria, controlando las
entradas y salidas de las personas (¿o de los militantes del PKK?). O sea,
crear una segunda Gaza.
Obviamente, Erdogan lo
que pretende es la abdicación del PUD, destruir al PKK en Siria y así sacar
ventajas en sus negociaciones con la izquierda kurda de Anatolia. ¡Está
induciendo al PKK-PUD al suicidio político! Además, con una mentalidad y
actitud así, ¿qué iba a ofrecer al PKK a cambio de que dejara la lucha armada?
Propuestas estériles
para ser rechazadas y para que el mandatario turco pudiese seguir respaldando a
su criatura del EI, que al puro estilo de las Yeni Cheri, “Fuerzas Especiales
Otomanas”, arrasan pueblos enteros en su camino.
Ankara también ha
ofrecido otras condiciones imposibles de realizar a la OTAN, a cambio de unirse
a la “Coalición anti-EI”: crear una zona de amortiguamiento terrestre y
otra de exclusión aérea en el territorio sirio y eliminar a Assad, lo que
significa nada menos que una declaración de guerra a Damasco (¡y a Irán!).
La negativa de la OTAN se
debe a que, en este momento, la prioridad de Obama es acabar con el programa nuclear de
Irán, y no aumentar la desconfianza de Teherán hacia las verdaderas intenciones de Washington de volver
a militarizar Irak. Que no consiguiera ocupar el sillón del miembro no permanente
del Consejo de Seguridad en favor de España —el socio fiel de EEUU— fue un duro
castigo a este socio díscolo de la OTAN .
Erdogan corre el riesgo de
enfrentarse a una nueva ronda de la guerra contra el PKK y en la propia
Turquía. Aunque también existe la posibilidad de que Öcalan,
que lleva 15 años en prisión, y que ha renunciado al marxismo y a la
independencia, pida a sus adeptos mantener la calma. Está por ver la capacidad
de “desobediencia” a Apo de aquel sector del PKK que cuestiona las “concesiones
casi unilaterales” del divinizado líder kurdo. También existe la posibilidad de
que estas protestas hayan sido organizadas por quienes desean ver roto el
diálogo kurdo-turco y de cómo Öcalan se degrada en la Alcatraz turca.
El PKK se encuentra en
un callejón: si vuelve a las armas, perderá el poco apoyo internacional del que
goza, si no lo hace, será su fin político.
Los gobernantes turcos
que detestan al Partido de los Trabajadores kurdos mantienen magníficas
relaciones con el Gobierno derechista de la ARKI: el aroma de petróleo y gas, y
encima baratos, disipa cualquier tensión étnica.
Irán, pragmático y
amenazado
Teherán, por su parte,
mantiene buena y activa amistad con los kurdos de Irak, respalda a los kurdos
sirios (por ser enemigos del EI) y, mientras persigue a PJAK (Partido de Vida
Libre del Kurdistán), la rama del PKK, autoriza, por primera vez en tres
décadas, una manifestación kurda en solidaridad con Kobani.
Israel celebra la
desintegración de Sudán, Siria, Irak, Libia y Yemen, esperando que este proceso
alcance a Irán, país con una veintena de grandes grupos étnicos (azeríes,
kurdos, baluches, turcomanos y árabes, entre otros), que viven sin ningún tipo
de autonomía político-administrativa, siendo caldo de cultivo de tensiones
étnicas. El mismo Israel que en 1999 contribuyó a la detención del entonces
marxista Abdullah Öcalan en Kenia, ahora apoya un Estado kurdo independiente
(si es de extrema derecha, mejor).
El mapamundi de la
Segunda Guerra Mundial, que empezó a sufrir cambios tras la desintegración de
la Unión Soviética, sigue cambiándose a golpe de guerras, y en ésta, todo el
mundo echa leña al fuego, enviando armas a los implicados, sin que nadie
proponga un plan de paz, evitando masacres de pueblos enteros.