Nazanin
Armanian
www.publico.es
/ 290417
No se podía
esperar otro resultado que el “Sí” en el referéndum del día 16 de abril
convocado por Tayyeb Erdogan. Ha conseguido poner fin a la separación de
poderes, y ostentar el derecho de declarar el estado de emergencia y a formar
su gabinete sin la aprobación del parlamento, entre otros, sin que tuviera
garantía de poder ejercerlo.
A pesar de
utilizar a todos los medios estatales a su alcance, a todos los medios de
comunicación y de reclutamiento (incluidos miles de mezquitas), la detención de
cerca de 110.000 críticos y opositores utilizando el pretexto del fallido golpe
de estado del julio del 2015, el cierre de un centenar de publicaciones, la
censura, el chantaje, y el fraude electoral y acusar a sus críticos de
“agentes de gobiernos extranjeros”, terroristas y golpistas, el “Sí” obtuvo
sólo el 51.25. Ni siquiera el envío de sus ministros a aquellos países europeos
con presencia de inmigrantes turcos (que pertenecen a diferentes clases
sociales, etnias y religiones) dio el resultado deseado. En Suecia y el Reino
Unido ganó el “No” por el peso de los kurdos y alevíes, mientras en Alemania y Austria, donde
están sufriendo los mayores ataques xenófobos, la visita de sus políticos les
dio la confianza necesaria para sentirse protegidos (entre otros motivos) y
ganó el “Sí”.
El régimen
de la derecha fundamentalista del Partido de la Justicia y el Desarrollo no
pudo salvar a Erdogan, ni aliándose con la extrema derecha chovinista de Acción
Nacionalista: lo único que consiguió con ello fue ahuyentar a los votantes
kurdos del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP). Esta derrota tapada
por una victoria nominal pírrica, se refleja en los siguientes datos:
+ Algunos
juristas turcos afirman que la propia Constitución turca prohíbe el cambio del
sistema político, por lo que el referéndum sería nulo.
+ El Partido
Democrático de los Pueblos denuncia la manipulación de al menos el 4% de los
votos: bajo la sospecha de que en algunos colegios hubo más votos que
votantes, y en otros, además de sobres ilegales, sólo había el sello “Sí” para
estampar las papeletas.
+ El “No”
ganó en unas 30 ciudades como Estambul, Ankara, Esmirna o Adana que desde hacía
años apoyaban a AKP.
+ Cerca de
8,6 millones del electorado no participó en el referéndum, lo que de alguna
manera supone un “No”, por lo que el peso del frente opositor ha sido mayor que
el del “Sí”.
+ Que
Erdogan haya perdido el gran apoyo que recibió el día después del intento del
golpe militar del julio del 2016 muestra que el plan de los golpistas al regalarle una soga para
ahorcarse solo, ha funcionado: el presidente megalómano está
dispuesto a asumir cualquier riesgo con tal de llevar adelante su proyecto
político, que se parece bastante a Welayat-e Faghih (Tutela del jurista
islamista) que gobierna Irán desde 1979, y concentra todos los poderes del
estado en manos de una misma figura, con facultad de suspender todos los
órganos electos, en nombre de Dios.
Un sector de
la dirección del Partido Republicano del Pueblo se rebeló contra el “Sí”
oficial del partido, reclutando a la mayoría de sus militantes para desmontar
el intento de Erdogan. Pudo dirigir a los sectores dispares de la sociedad
turca –sobre todo a la derecha Gülenistas, la izquierda turca y kurda, y la
minoría religiosa aleví-, para salvar lo que aún queda de la democracia
secular, advirtiéndoles de la tragedia que supondría un totalitarismo
teocrático.
Las consecuencias del Referéndum
Las artimañas del dictador turco, el uso
del discurso “anti imperialista”, la oposición a la injerencia extranjera (no
confiesa que contó con el apoyo de G. Bush para socavar el secularismo en
Turquía), sus políticas de profundizar y extender la islamización en todas las
esferas sociales –que ha incluido el ataque a la teoría darwinista de la
evolución de las especies, promover la pedofilia
legal de las niñas (que tiene una relación directa con la teoría
creacionista) y perdonar a los violadores-, ni siquiera “cuidar” a sus leales
con el dinero público, desde el sistema
patrimonialista que ha creado, le garantiza la permanencia en el
poder, que cada vez es más frágil. El neoliberalismo religioso, se apoya en el
creciente número del lumpenproletariado (de ellos salen las milicias
“yihadistas” o los matones fanáticos)-.
También en
Turquía ha atacado a la a clase obrera y a la clase media, destrozando la
estructura y las conquistas sociales de los trabajadores. La amenaza de
recuperar la pena de muerte es sólo una muestra de este asalto del oscurantismo
medieval.
Una
diferencia del 1,5% sólo le permite al sultán turco cambiar la
Constitución, que no el sistema político turco, ni podrá enfrentarse a un
importante sector de la élite militar, económica, política, y de medios de
comunicación. Por otro lado, el hecho de que la reforma constitucional no
prevea una identidad multiétnica para satisfacer las demandas de los kurdos, va
a incitar a (algunas facciones del) PKK a recuperar el objetivo de la independencia.
Desde el
2015, la aviación turca ha matado a unos 3000 kurdos forzando la huida de otros
500.000 de sus hogares. Su última incursión “anti-kurda” tuvo lugar el 25 de
abril al bombardear las posiciones del PKK en la montaña iraquí de Sinjar en el
norte de Siria, matando a unos 70 kurdos. Fue una advertencia a EEUU y Rusia
que están negociando la
creación de una autonomía para este pueblo en Siria. Washington, que no pudo deshacerse de Erdogan, sigue
presionándole para someterlo a sus demandas: establecer el sistema federal, volver a las
conversaciones de paz con los kurdos, dejar de bombardear a Siria y alejarse de Rusia. La reciente detención
en Washington del vicepresidente del banco de comercio turco Turkiye Halk
Bankasi en Washington por blanquear cientos de millones de dólares, saltando
las sanciones contra Irán, ha sido un duro golpe a Ankara.
Sin duda, la
principal víctima del referéndum ha sido el secularismo (aunque sin su
necesaria “ilustración”) que había posibilitado una convivencia pacífica entre
diferentes sectores sociales. Los pueblos de Oriente Próximo conocen bien el
sentimiento de frustración generado por la pérdida de las conquistas de un
siglo de lucha por reducir el poder de las instituciones religiosas y limitar
los intereses macabros de la aristocracia y la burguesía subdesarrollada.
También en
Turquía se desintegra el viejo orden,
mientras la sociedad enfrenta a un peligroso futuro lleno de incertidumbres.