www.elpais.es/270614
Cristiano Ronaldo sí
batió un récord histórico en este Mundial:
es el jugador con más peinados por partido. Un corte de pelo para cada
encuentro.
Como el gran
delantero que es, el portugués ha ido adaptando su estrategia capilar para cada
momento. Ante la poderosa Alemania, se mostró prudente y conservador: llevaba
el corte básico de inspiración Sergio Ramos que ha marcado tendencia en
esta Copa. Desde Uruguay hasta Ghana, de Dani Alves a Arturo Vidal, las
estrellas se han dejado seducir por el concepto cabeza de pincel: rapado
alrededor del cráneo con apertura superior, en variante cresta a lo Balotelli o
con pelea de gatos tipo Neymar. La opción Cristiano Ronaldo incorporaba hectolitros
de gel hasta conseguir un efecto rizo, arriesgado y a la vez fresco.
Lamentablemente, no
funcionó. Los portugueses perdieron por 4 a 0.
Ante Estados Unidos
la consigna era sorprender o morir. CR7 comprendió que debía ofrecer algo
inesperado, que hiciese olvidar el pasado, que transmitiese un mensaje de
renovación. Incrustó en un lado de su cabeza una audaz marca de relámpago con
reminiscencias a la Z del Zorro, aerodinámica y con un punto épico. El objetivo
era confundir al rival con su rabioso mensaje estético.
La Z —o V
según se vea— causó furor en las redes sociales. Las masas se pronunciaron a
favor o en contra. El público ensayó todo tipo de interpretaciones. La madre de
un niño enfermo tuvo que desmentir públicamente que el peinado se debiese a
razones humanitarias. Algunos medios de comunicación especularon con que la
marca prefiguraba la jugada del segundo gol portugués en el partido. Pero los
resultados no alcanzaron. El partido se saldó con un empate, quizá debido al
efecto compensatorio de la pelambrera rastafari de Kyle Beckerman.
Finalmente, ante Ghana,
Ronaldo ensayó una nueva ofensiva: la vuelta a las raíces, pero radicalizadas,
profundizando el rapado hasta eliminar la marca del zorro y añadiendo cremas y
gominas para construir una estructura de flequillo poderoso, con tintes
Santiago Calatrava.
Y bueno, ya sabemos
lo que pasó.
Cristiano Ronaldo no
sólo ha diseñado profundamente sus cortes de pelo. Cada gesto suyo ante la
cámara parece entrenado durante horas de agotador trabajo ante el espejo. Si
algo le sale bien, luce como un comercial de dentífrico. Si sufre una
injusticia del árbitro, como uno de hemorroides. Puede celebrar un gol haciendo
de orangután, para exhibir su musculatura. Se atreve a declarar sin ruborizarse
que el mundo lo envidia por ser “rico, guapo y buen jugador”.
Cuando Mourinho dice
barbaridades en público, sabemos que juega un papel fríamente medido para
quitar presión a los jugadores. En cambio, Ronaldo carece de esa capacidad de
cálculo. Él lo piensa de verdad. Está
obsesionado consigo mismo y su aspecto, mucho más que un actor de
Hollywood. Por Dios, es el único futbolista que se hace fotos para la portada
de Vogue con una modelo profesional... ¡Y el que sale desnudo es él!
Su narcisismo es en
parte culpable de que haya llegado en malas condiciones al Mundial. Mientras
Messi jugó la Liga con calma, reservándose para el último gran reto de su
carrera, el portugués ha jugado la Liga y la Champions hasta el final,
forzándose en cada segundo, sin ahorrar energías, con ganas de ser un héroe en
cada partido. En Brasil, el agotamiento le ha pasado factura. Y él no hace
mucho por ayudar. Su exagerada musculatura pectoral puede estar volviéndolo más
lento, pero mantiene su adicción a las pesas. Él quiere un cuerpo que se vea
así.
La mayor
víctima de su obsesión consigo mismo es su equipo. Ronaldo piensa que si está
mal, el mundo está mal. En consecuencia, se ha dedicado a minar la moral de los
suyos de pura rabia. Tras el partido con Estados Unidos, declaró en público que
Portugal no era favorito, palabras que deprimieron al resto de la plantilla.
Tampoco gustó a los portugueses que se atribuyese en exclusiva el mérito por la
clasificación de su país a Brasil, despreciando el trabajo de los demás. Y
durante la derrota ante Alemania, sus gestos de desprecio no estaban dirigidos
al rival, sino a sus propios compañeros.
Puedo imaginarme
cómo estarían los ánimos en el vestuario, con esta estrella que insulta a todos
los demás mientras se preocupa maniáticamente por la salud de su cabello.
Significativamente, su único gol no fue producto de un pase sino de un rebote.
Y tras convertirlo, nadie corrió a saludarlo.
El fútbol es un
trabajo de equipo. Puedes ganar sin tener al mejor delantero del mundo. Pero no
puedes si tu equipo no se entiende. El entrenador de Alemania basó su estrategia
ante Portugal precisamente en Ronaldo y Nani, que suben para atacar... Pero
luego no bajan. Por los espacios a sus espaldas se colaron cuatro goles. Aunque
Cristiano mejoró en los siguientes partidos, este ha sido su peor Mundial.
Mientras Neymar y Messi brillan y marcan, él ha estado pobre en un equipo
pobre. Y para la próxima Copa, ya tendrá más de 30 años.
La mitología griega
cuenta que Narciso, un joven que había despreciado el amor de los demás, se
enamoró de sí mismo al ver su reflejo en un río. Quedó tan embobado que quiso
acercarse para besar la imagen. Y al hacerlo, cayó al agua y se ahogó. A
Cristiano Ronaldo lo amenaza el espejo. Y cuando se ahoga, arrastra con él a
todo un equipo.