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Un breve recordatorio para situarnos.
AVINA es una fundación fundada por Stephen Schmidheiny, heredero del criminal negocio del amianto en el mundo (que abandonó cerca del año 2000, cuando el barco de esta industria hacía aguas), por cuyos inmensos beneficios acumulados durante todo el siglo XX, a precio de sangre, necesitó crear en 1994 la fundación filantrópica a que nos referimos para intentar lavar su imagen.
Su relación (de la
fundación y de su benefactor) con el pueblo indígena mapuche se produce cuando
en la época en que gobierna en Chile otro criminal, el general Pinochet, se
aprovecha de la ley 701 para comprar a precio de saldo 120.000 has
de bosque primitivo, parte del cual es reclamado desde entonces por los mapuches como territorios
ancestrales propios.
La situación forestal en Chile
Los bosques de Chile
cubren una superficie de 15.637.233 hectáreas, lo que representa el 20,7% de la
superficie del territorio nacional. De dicha cifra, 13.430.603 hectáreas
(85,9%) corresponden a bosque nativo, esto es un 18,4% del territorio chileno,
aproximadamente, mientras que un 3,1%, es decir 2,7 millones de hectáreas,
corresponden a plantaciones forestales.
La Región del
Biobío, la Araucanía, Los Ríos y Los Lagos, que corresponden al territorio
ancestral del pueblo mapuche, constituyen zonas de importante presencia de
bosques nativos y poseen la mayor concentración de plantaciones forestales, con
un total de 1.559.185 hectáreas.
Tres son los grupos
empresariales que monopolizan el mercado forestal en Chile, Forestal Arauco,
Forestal Mininco (filial del grupo CMPC) y MASISA, que percibieron el 76,9% de
las ganancias de las exportaciones del sector forestal en el año 2010,
siguiendo una tendencia que se ha mantenido constante desde sus inicios. La
denominada MASISA (junto a la Forestal Terranova y Millalemu) es la que
pertenece a Schmidheiny /AVINA.
MASISA, los mapuches y los bosques
chilenos
En la etapa de la
dictadura militar de Pinochet, aprovechando la ley 701 de 1974, que privatizó
el sector estatal, Stephan Schmidheiny compró, en muy buenas condiciones,
120.000 has de tierras que los mapuches reclaman como
suyas. Así lo manifestó el representante de la organización mapuche Consejo de
todas las Tierras, en la sesión consultiva organizada por el Alto Comisionado
de NNUU de Derechos Humanos, en diciembre del 2007, que añade que “se trataba
de un caso de tierras que la reforma agraria había devuelto a los mapuches y
que la dictadura privatizó y después vendió a forestales extranjeras”.
Con tal motivo
denunció que el acuerdo alcanzado en 1999 con la empresa Terranova (hoy Masisa)
del citado empresario suizo, lo había roto la empresa, que además pidió
protección policial para las tierras en disputa. El acuerdo consistía en dejar
a la empresa explotar el bosque, y una vez sacada la madera dejar a los mapuches el usufructo,
mientras éstos obtenían subsidios del Estado para recuperar sus tierras
ancestrales, tal como prevén las leyes chilenas.
Asimismo, la empresa
Terranova estuvo implicada en 1991, en la región décima de Chile, en un
proyecto que según los afectados significaba “ la corta a tala rasa de 23 mil
hectáreas de bosque nativo del tipo siempreverde y la posterior plantación de
eucaliptos en su lugar” (Revista chilena Ambiente y
Sociedad agosto de 1991, p. 71). Y en junio de 2007 vuelven a repetirse las
denuncias de tala de bosque nativo, en la novena región, para su sustitución
por pino por parte de, entre otras, por empresas vinculadas a Masisa (mapuexpress 18.6.2007).
Según el informe de
octubre del 2002 de Qualifor- institución encargada por el FSC para la
certificación de forestales- la Forestal Millalemu aplicó tóxicos, que están
prohibidos no solamente por el FSC sino también por OMS. No sólo se constata la
falta de cuidado al suelo, sino también que los conflictos territoriales con 11
comunidades aún no están resueltos...” “Forestal Millalemu realiza con la
Genfor SA los primeros experimentos con pinos transgénicos en Chile, sin
cualquier control”.
Igualmente, el
Informe de valorización de Masisa, por Inversiones Security, de Noviembre 2007,
declaró que esta empresa “es el principal productor de tableros en
Latinoamérica con una capacidad de producción de 2,6 millones de m3
anuales. Su patrimonio forestal es de 374.505 has, en diciembre de 2006, de las
cuales 212.347 son de pino, 28.084 de eucaliptos y 986 de pino Oregón. El total
de plantaciones es de 241.417 has. El principal accionista de Masisa es el
Grupo Nueva, que posee directamente el 31,1% de las acciones, e indirectamente
a través de Inversiones Forestales Los Andes (22,2% de la propiedad) totalizando
el 53,3% de las acciones. El volumen de negocio es de 1.000 millones de $ en
2007”.
En un informe
emitido por la Universidad Austral chilena, en 2006, se confirma que la muerte
del marisco de la zona se debe, entre otras causas, a los pesticidas usados por
las forestales entre las que se encuentra Masisa, confirmando la denuncia de
los productores gremiales.
El último episodio
de confrontación ha tenido lugar el 23 febrero de 2013. En ese día la Comunidad
mapuche de Loncoche- en la región de la Araucaria- denuncia que Masisa está
destruyendo un sitio ceremonial, de significación cultural para el pueblo
mapuche.
Schmidheiny, aunque
va predicando el capitalismo
sustentable y responsable socialmente, en su propio predio es altamente tóxico.
Masisa, GrupoNueva, Avina y Stephan Schmidheiny
Como estamos viendo,
todos estos nombres aparecen interrelacionados: Stephan Schmidheiny (SS) compra
bosques baratos (gracias a Pinochet) a nombre de MASISA y ésta pertenece al
GrupoNueva. ¿Y Avina?
Avina es fundada por SS en
1994, pero en 2003 se lanza al mundo en Costa Rica. En un solemne acto en la en
la Escuela de Negocios INCAE (que patrocina y financia SS), y ante la presencia
de 200 invitados seleccionados de todo el mundo, SS anuncia la creación de una
nueva entidad, Viva Trust, encargada de administrar los beneficios de tres
empresas de SS englobadas en el GrupoNueva, que tienen un valor aproximado de
mil millones de dólares, para financiar las actividades de la fundación Avina.
Todo muy complicado pero así es como opera del capitalismo
mundial. Un esquema nos permitirá visualizar este tinglado:
Las tres empresas de
la base constituyen el GrupoNueva, cuyos flujos de beneficios pasan a Viva
Trust y de aquí se trasladan a Avina. El que manda es SS. El capital originario
que nutre a las empresas procede del criminal negocio del amianto en el mundo. Como
se dice oficialmente: “el fideicomiso, llamado VIVA porque plasma la Visión y
los Valores de Schmidheiny -y que será administrado desde San José de Costa
Rica- establece que los dividendos pagados por el GrupoNueva se destinarán a
financiar las actividades de la Fundación AVINA, que apoya iniciativas de
líderes sociales en Latinoamérica y la península Ibérica” .
Los personajes que
validan el acto de constitución de este tinglado se pueden ver en la siguiente
foto, hecha con tal motivo.
Como se dice en el
esquema explicativo anterior, las tres empresas cuyos beneficios están
destinados a financiar AVINA han sido en gran parte vendidas a los cuatro y
diez años respectivamente de constituirse el Trust, cuando eran empresas
rentables.
En 2007, Viva Trust
vende dos de esas empresas: Amanco a Mexichem (una gran empresa mexicana) y
Plycem a Mexalit (que pertenece al grupo de Mexichen ), empresa que sigue
trabajando con amianto en México. En
2014, MASISA vende 62.0000 has a la empresa americana Hancock Natural Resource.
Han dejado a Avina
sin apenas financiación. ¿Qué ha pasado? ¿A dónde habrá ido a parar el dinero
de las ventas de estas empresas rentables de cuyas acciones iba a nutrirse
Avina para sus devaneos? Posiblemente estén en puestas a buen recaudo, pues en
tratándose SS de un magnate suizo que ha sido por algún tiempo directivo de la
UBS, la mayor concentración financiera del mundo, no le resultará difícil. La
opacidad y el misterio están asegurados, pero es evidente que Avina se está
autodesmantelando. En España solo quedan los restos de la estrecha colaboración
que hubo durante más de diez años con Víctor Viñuales y la fundación zaragozana
ECODES.
Al magnate del amianto, después de estar
condenado a 18 años de cárcel por un tribunal de Turín, se le acumulan tantos
juicios en contra –Suiza, Italia, Nicaragua, etc.- que ya la máscara
filantrópica no le sirve; además, los movimientos alternativos a los que iba
dirigida su artillería han sido resueltamente advertidos de quién es Avina (y Ashoka, su fraternal
acompañante) y su penetración en los mismos se antoja cada vez más dificultosa.
Los mapuches
En un discurso del
pasado 21 mayo, la presidenta chilena Bachelet afirmaba que hay que apoyar a
los bosques, pilar importante para la economía chilena, con inversiones que
sean social y medioambientalmente sustentables, y para ello se proponía
prorrogar el decreto ley 701 ya mencionada. Esto implica que los gastos de
plantaciones forestales cuentan con una bonificación estatal del 50% para los
grandes propietarios (que ya hemos visto que son tres empresas).
Aparte de confundir
las plantaciones forestales con los bosques, la situación del pueblo mapuche no
resulta beneficiada. En el trabajo del Observatorio Ciudadano IWGIA, arriba
mencionado, sobre el pueblo mapuche y los recursos forestales en Chile, se
preguntan los autores si un enfoque de derechos indígenas es compatible con el
actual modelo forestal, y al parecer la única conclusión acertada es la negativa.
Porque: “Se observa
la criminalización de los comuneros y líderes que han ocupado predios en
conflicto, a través de la tipificación de dichas conductas como delitos. Ello
ha permitido iniciar procesos judiciales e imputar a las organizaciones indígenas,
comunidades, miembros y líderes, la comisión de delitos específicos que han
concluido con su encarcelamiento y denostación ante la opinión pública.
“En la relación
Estado, empresas forestales y pueblos indígenas, han sido proscritos los
derechos indígenas: tales como el derecho a establecer sus prioridades en
materia de desarrollo; el derecho a ejercer control sobre sus territorios y los
recursos necesarios para asegurar su existencia colectiva, acorde a su propio
proyecto civilizatorio; el derecho a mantener su cultura y consecuencialmente
su sistema de vida y costumbre; el derecho de consulta y participación en la
toma de decisiones de aquellos asuntos que le afectan directamente; el derecho
a participar de los beneficios de las explotaciones que se ejecuten en sus
territorios ancestrales; el derecho a la propiedad y posesión de sus tierras;
el derecho a la integridad del hábitat que conforma sus territorios.
Tampoco se han
cautelado los derechos económicos, sociales y culturales de los pueblos indígenas,
pues la evidencia nos muestra las condiciones de empobrecimiento que viven las
comunidades indígenas aledañas a las plantaciones forestales.
En los hechos se
observan: violaciones al derecho a la vida y salud generadas como consecuencia
de la contaminación
de las aguas y los suelos por el uso masivo de pesticidas; al derecho al
trabajo, como consecuencia de la imposibilidad de de mantener las economías
indígenas asfixiadas por las plantaciones forestales; y, finalmente, el derecho
a la vivienda, amenazado por las malas condiciones ambientales y los riesgos
permanentes de incendios forestales. La
situación descrita es insostenible y exige un cambio radical en la relación
entre estos actores, que se sustente en el pleno respeto de los derechos
humanos”.
La conclusión obvia
que cabe sacar de estas indagaciones es la que formulaba el Grupo argentino de
Reflexión Rural (GRR) cuando afirmaba, con motivo de la reunión de Cancún en
2010, sobre cambio climático, en la que rechazaron a Avina de la cumbre
alternativa, que: “fundaciones como Avina y Ashoka son el enemigo de
la Tierra Madre y de las poblaciones oprimidas”.