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‘Para Bonhoeffer no
existe el deus ex-machina que, de un momento a otro, invierte las cosas. El ser
humano secularizado necesita asumir su papel en el mundo etsi deus non daretur (como si dios no existiera). Corresponde a
los cristianos apuntar a rumbos éticos de convivencia y repartición’, afirma
Harald Malschitzky*, pastor luterano y profesor de teología. Malschitzky, autor
de un libro sobre el teólogo alemán, relata un breve historial de la vida de
Bonhoeffer, su resistencia a Hitler y su lucha contra la nazificación de la
iglesia. En entrevista concedida por e-mail a IHU On-line, relata cómo el
teólogo insistió en la defensa de los judíos, involucrándose incluso hasta en
la emigración clandestina.
El día 9 de abril de
1945, muere el teólogo y pastor luterano Dietrich Bonhoeffer. Ahorcado en un
campo de concentración junto a sus familiares semanas antes del fin de la
Segunda Guerra Mundial, el pensador alemán es considerado uno de los pocos
teólogos mártires del cristianismo. El hecho se explica considerando que la
academia, muchas veces, se encierra en discusiones herméticas. Por su parte,
Bonhoeffer, como señala Harald Malschitzky ”se preguntaba por la relación entre
fe y vida como ella es y acontece, asunto tantas veces ignorado en la teología
académica”.
”La iglesia no se
puede limitar a cuidar heridos y enterrar muertos”, expone Malschitzky. ”Para
Bonhoeffer no existe el deus ex-machina que, de un momento para otro, da vuelta
a las cosas”. Con parientes y amigos en el estado mayor del ejército alemán, el
teólogo se infiltró en un grupo para promover el derrocamiento de Hitler. Sus
acciones, obviamente no pasaron desapercibidas para el gobierno alemán, lo que
llevó, finalmente, a su detención.
Es en la prisión que
el teólogo desarrolla buena parte de su producción más relevante, articulando
momentos de desesperanza del terror vivido con la fe. El pensamiento del alemán
es una respuesta a una gran inquietud teológica: ¿cómo un Dios bondadoso puede
permitir el sufrimiento de sus hijos? O incluso, ¿cómo aquél que es
todopoderoso puede permitir la existencia del mal?
Bonhoeffer defendía
que deberíamos vivir en el mundo como si Dios no existiera. No era una forma de
negar lo divino, sino de asumir los destinos del mundo bajo nuestra propia
responsabilidad. En una teología cristocéntrica, dónde la cruz tiene gran
importancia simbólica, sustenta: ”Cristo nos ayuda no por su omnipotencia, sino
por su debilidad y sus sufrimientos”
A continuación la entrevista
IHU On-Line – Bonhoeffer
es considerado uno de los pocos teólogos (académicos) mártires en el
cristianismo. ¿Qué fue lo llevó a tal compromiso, que terminó en su ejecución
por horca en las manos de los nazis?
Harald Malschitzky: En una
iglesia ortodoxa en la ciudad de Núremberg (Alemania), Bonhoeffer figura entre
los íconos ortodoxos. Es reconocido como mártir más allá de la iglesia. Su
trayectoria tiene diversas raíces. Vivió en un momento en que un buen segmento
de la teología (principalmente protestante, pero no exclusivamente) se
preguntaba por la relación entre fe y vida como ella es y acontece, asunto
tantas veces ignorado en la teología académica.
La teología de
Bonhoeffer era radicalmente cristocéntrica. De ahí venía la pregunta por el
significado y el papel de Cristo en la vida. Su conclusión: El cristiano coloca su vida al servicio de
los demás y la iglesia sólo tiene razón de ser si ella está ahí para los demás.
Ella no tiene un fin en sí misma. Otra raíz tiene que ver con su actuación
en otros países y su compromiso ecuménico.
En 1930 hizo un
intercambio con un seminario en Nueva York, a partir del cual conocería las
comunidades negras (en tiempo de segregación racial), que pasaría a frecuentar.
El canto alegre, los testimonios, pero principalmente la conexión de la fe con
la realidad y la esperanza de nuevos tiempos aquí y ahora, causaron tanto
impacto, que el propio Bonhoeffer clasifica ese tiempo como una especie de
conversión.
En la misma época,
Alemania veía el ascenso de Hitler. El párrafo ario también era aplicado en la
iglesia (pastores y padres de ascendencia judía deberían ser despedidos), la
toma de la iglesia por los teuto-cristianos (Deutsche Christen) ya se
avecinaba, la restricción y la persecución a los judíos era creciente.
De vuelta en
Alemania, ya en 1933 reflexionaba sobre el poder ilimitado de Hitler y sus
riesgos. En el mismo año se ocupó varias veces con la cuestión de los judíos.
Se involucró en la creación de la Iglesia Confesante, coordinó la formación
clandestina de pastores, se empeñó en el mundo ecuménico para que la iglesia
estatal alemana no fuera reconocida, insistió en abrir los ojos de otros países
hacia la tormenta en el horizonte alemán.
En ese escenario, un
enorme ahínco teológico cristalizaba siempre más el reconocimiento de que el
empeño cristiano por el ser humano puede implicar acciones políticas radicales.
En relación a la cuestión de los judíos, por ejemplo, fue categórico:
”solamente tiene derecho a cantar gregoriano aquel que defienda los judíos”. Él
mismo se involucró en la emigración clandestina de un grupo de judíos. En
relación a la locura de Hitler, una conclusión: La iglesia no se puede limitar
a cuidar heridos y enterrar muertos. Era necesario arrancar del volante del
carro aquel que hiere y mata. Con parientes y amigos en el estado mayor del
ejército alemán, se infiltró en ese grupo para promover el derrocamiento de
Hitler.
Él era una especie
de agente de la causa del mundo ecuménico. Es claro que sus acciones y sus
pasos eran vigilados. Sucesivamente fueron anulados sus campos de acción en la
universidad, la publicación de sus libros y el seminario clandestino de
Finkelwalde (que sería reabierto en Pomerania). En 1943 cayó preso, pasó por
algunas prisiones y campos de concentración hasta que, el 9 de abril de 1945,
fue ejecutado, con otras personas del grupo, en Flossenbürg, al sur de
Alemania.
IHU On-Line – ¿Qué
teología desarrolló Bonhoeffer a partir de su experiencia en los campos de
concentración? ¿Qué entendimiento tuvo de Dios ante los horrores que
envolvieron el nazismo?
Harald Malschitzky – Es
interesante que Bonhoeffer no desarrolló una teología específica en la prisión.
Los centenares de cartas (publicadas en Resistencia y Sumisión) revelan una
enorme confianza en Dios y la claridad de que los cristianos y la iglesia sólo
tienen razón de existir en función de los otros. Por ejemplo, parte de su
Ética, publicada de forma fragmentada, fue escrita en la prisión, así como las
alocuciones de casamiento y bautismo, textos que expresan una tremenda
confianza en Dios.
Oraciones escritas
para otros prisioneros dan cuenta de una fe enorme en un Dios que cuida de su
criatura. No es que no hubiese también dudas y cuestionamientos. La poesía
Quién soy yo expresa bien las dos cosas. Una oración escrita para otros presos
muestra cómo conviven la franqueza y la certeza de ayuda de Dios:
Dentro de mí está
oscuro, pero en ti hay luz/
yo estoy desanimado, pero en ti hay auxilio/
yo estoy inquieto, pero en ti hay paz/
en mí hay amargura, pero en ti hay paciencia/
no entiendo tus caminos, pero tú conoces el camino correcto para mí.
yo estoy desanimado, pero en ti hay auxilio/
yo estoy inquieto, pero en ti hay paz/
en mí hay amargura, pero en ti hay paciencia/
no entiendo tus caminos, pero tú conoces el camino correcto para mí.
(Escrita en noviembre de 1943)
Para Bonhoeffer no existe el deus
ex-machina que, de un momento para otro, invierte las cosas. El ser
humano secularizado necesita asumir su papel en el mundo etsi deus non daretur (como si dios no existiera). Es tarea de los
cristianos apuntar a caminos éticos de convivencia y repartición.
Aquí una razón más
para la decisión personal y radical de Bonhoeffer como cristiano. Es
ilustrativo que en los campos de concentración pasaba mucho tiempo conversando
con funcionarios y guardias que lo vigilaban, porque, antes que nada, eran
criaturas amadas por Dios y muchos sufrían con lo que pasaba.
Los horrores del
nazismo (y otros tantos) precisan ser debitados de la cuenta del ser humano que
se embrutece y se deja embrutecer. Humanamente, es casi inconcebible que eso
pase. Hannah Arendt se dedicó con ahínco a la reflexión y al estudio de la
brutalidad, a la banalización del mal, justamente a partir del genocidio
llevado a cabo por el régimen nazi y de forma especial habiendo asistido al
juicio de Adolf Eichmann.
IHU On-Line - ¿Cómo se
dio la división del posicionamiento del protestantismo frente al ascenso del
nazismo? ¿Cuál es la importancia de la Iglesia Confesante en esta coyuntura?
Harald Malschitzky – Un
gran número de laicos y pastores de la iglesia evangélica se identificaba con
el nacionalsocialismo. Esos ”teuto-cristianos” o ”cristianos alemanes”
concordaban con las medidas de Hitler basadas en el párrafo ario extensivas a
la iglesia. Una elección convocada a última hora, en 1933, debería elegir un
obispo identificado con el nazismo. Bonhoeffer y otros se dispusieron, por
medio de un fuerte panfleteo, a favor de otro candidato; 70% de los votantes
eligieron al candidato del nazismo, Ludwig Müller. Enseguida Bonhoeffer y su
grupo elaboraron un documento que se conoció como Confesión de Bethel, que
sería la base para la “Confesión de Barmen”, base de la iglesia confesante.
En ese periodo
Bonhoeffer aceptó una invitación para trabajar por un periodo en una comunidad
en Londres, pero acompañaba atentamente el desarrollo de los acontecimientos en
su país y en su iglesia tanto por noticias como por visitas a Berlín. No
participó directamente en la elaboración de la “Declaración de Barmen”, pero se
identificó con sus propósitos. Del 29 al 31 de mayo de 1934, se reunió una
asamblea que, en seis puntos, condenó la doctrina de los teuto-cristianos,
creándose oficialmente la Iglesia Confesante en oposición a la iglesia
protestante que se identificaba con el nazismo.
El núcleo de la
declaración y la base de la Iglesia Confesante están traducidos en las siguientes
palabras de la Confesión de Barmen: ”Condenamos la falsa doctrina según la cual
la iglesia puede y debe reconocer como fuente de su predicación, además y al
lado de la única palabra de Dios, también a otros acontecimientos y poderes,
figuras o verdades como si fueran revelaciones de Dios”
Al principio la
Iglesia Confesante era tolerada, pero eso no duraría mucho. En el mundo
ecuménico, Bonhoeffer se empeñó, precisamente en 1934, en pro de que la Iglesia
Confesante fuera reconocida como la única representante legítima del
protestantismo de Alemania. El Consejo Mundial de Iglesias invitó
representantes de las dos iglesias para una conferencia en Dinamarca, en 1934.
Un desafío para la
Iglesia Confesante que, inmediatamente después de su inicio, comenzó a preparar
pastores y predicadores para las comunidades. Ellos venían de las sillas de la
universidad, sin ninguna práctica. Fueron creados cinco seminarios de
predicadores, quedando uno de ellos, el de Pomerania, bajo la orientación de
Bonhoeffer. Este funcionó en primer lugar a orillas del Mar Báltico y después
fue transferido para Finkenwalde. La Iglesia Confesante siempre fue minoría,
sobra decir que ella y todos sus pasos fueron controlados, restringidos y
finalmente prohibidos. Muchos de sus integrantes fueron a parar en campos de
concentración.
En octubre de 1945,
después de terminada la guerra, cristianos que tenían sus raíces en la Iglesia
Confesante elaboraron y publicaron la Confesión de Culpa de Stuttgart en la
cual ellos asumen culpa, entre otros, por la omisión ante el nazismo.
IHU On-Line – El teólogo
defendía que deberíamos actuar como en un mundo sin Dios, pero no como forma de
negar lo divino. ¿Cómo explicar este pensamiento frente al momento histórico
vivido por Bonhoeffer?
Harald Malschitzky –
Bonhoeffer pensaba que el proceso de secularización radical iría hasta las
últimas consecuencias. Su pregunta era cómo
la iglesia podría hablar y actuar con el mundo secularizado, que no
necesariamente negaba a Dios, sino que asumía los destinos del mundo bajo su
propia responsabilidad. Uno de los puntos clave en la agenda de esa
humanidad secularizada debería ser la paz, única forma de sobrevivencia. El
papel de la iglesia universal sería convocar hacia la paz.
En agosto de 1934,
cuando ya estaba claro que Hitler quería la guerra, en una convención ecuménica
en Dinamarca, Bonhoeffer dice: “¿cómo se concretiza la paz? ¿Quién convoca a la
paz de forma tal que el mundo lo escuche, que sea obligado a oír? Solamente el
gran concilio ecuménico de la santa iglesia de Cristo de todo el planeta lo
podrá hacer de manera que el mundo, a regañadientes, tenga que oír la palabra
de la paz, y los pueblos sean felices, porque la iglesia de Cristo arrancará
las armas de las manos de sus hijos en nombre de Cristo, prohibiéndoles la
guerra y proclamando la paz de Cristo a todo este mundo delirante”.
No hubo concilio, ni
toda la sabiduría y capacidad diplomática y política del ser humano
secularizado evitaron la guerra; buena parte de los cristianos protestantes y
católicos se pusieron a favor de la guerra. Todos tuvieron que ver y sufrir la
furia del mal matando y destruyendo indistintamente.
IHU On-Line - ¿Cómo
comprende, en ese sentido, la relación de Dios frente al sufrimiento de Su Hijo
en la cruz ante la muerte, y cómo esa reacción es también la reacción de Dios
frente a nuestro sufrimiento?
Harald Malschitzky – La
Biblia conoce momentos de ausencia de Dios. El propio Cristo sintió ese
abandono en la cruz: “¿Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado?” Toda la
cuestión del sufrimiento vicario del propio hijo de Dios continúa en discusión.
¿Cómo Dios podría estar de acuerdo con eso?
Bonhoeffer, aún no
comprendiendo a su Dios, divisaba su mano bondadosa también detrás del
sufrimiento. Era su fe, que el mismo Dios acompañaba a sus hijos e hijas en
todos los momentos. No vamos a encontrar en Bonhoeffer el intento de explicar
eso de forma racional y lógica. Yo personalmente confieso que tengo aquí todas
las dificultades. La ausencia de Dios a veces es angustiante. Continúo, sin
embargo, en la búsqueda de respuestas.
IHU On-Line – “Cristo nos
ayuda no por su omnipotencia, sino por su debilidad y sus sufrimientos”, afirma
Bonhoeffer. ¿De qué forma reconocer la existencia de un Dios omnipotente pero “débil”,
abre el camino para el libre albedrío?
Harald Malschitzky – El ser
humano no es una marioneta de Dios. Fue creado con libertad y recibió la
responsabilidad de cuidar el mundo y la creación. Según el testimonio bíblico,
Dios amonesta y procura indicar y corregir el rumbo de la humanidad a través de
personas (pensemos en la figura de los profetas).
El libre albedrío
(que no es tan libre) no me parece tan problemático, en cambio sí la
arbitrariedad pura y simple practicada por el nazismo, pero infelizmente, no
sólo por este. El Cristo en su debilidad acompaña las personas en sus derrotas,
dando fuerza y ánimo para continuar, a pesar de todo. Su mensaje, vivido y
sufrido es de paz y comunión y de respeto justamente por los más débiles. Sin
duda, la debilidad tiene sus riesgos.
IHU On-Line - ¿Cómo
explicar a partir del pensamiento de Bonhoeffer, la actuación divina durante
los tiempos sombríos de la Shoah? ¿Cómo mantener y defender la fe en Dios
frente a la masacre de tantas personas?
Harald Malschitzky - Bonhoeffer
no conoció el concepto de Shoah, pues éste sería aplicado al genocidio
perpetrado por el nazismo solamente después de terminada la guerra. Pero lo que
estaba pasando no le era desconocido. La Shoah sin duda mueve los cimientos de
la fe de cualquier cristiano y todos los grandes y pequeños programas de
reparación promovidos por los pueblos e iglesias no lo cambian.
Creo que no se trata
de defender la fe en Dios, sino de testimoniarla para que se encuentren formas
de paz duradera para todos los pueblos y creencias (¡o no creencias!). Este
testimonio no nace en una fe heroica, sino de una debilidad que se limita a
decir: “Señor, yo creo, ayúdame en mi falta de fe”.
IHU On-Line - ¿Desea
añadir alguna cosa?
Harald Malschitzky – El
martirio no era una aspiración de Bonhoeffer, aunque esa cuestión ya haya sido
elevada. La verdad es que él, en prisión, en cierto momento pensó en el
suicidio, pero no como acto de coraje sino porque tenía miedo de no soportar
las torturas y terminar traicionando todo el movimiento que quería sacar a
Hitler del poder. En los Estados Unidos, Bonhoeffer conoció un teólogo
católico, Jean Lassere, pacifista decidido. En sus diálogos, Lassere le habría
manifestado que deseaba ser santo. Bonhoeffer
se limitó a decir que su deseo era “aprender a creer”.
*Harald Malschitzky, 74 años, es pastor y profesor
jubilado de la Iglesia Evangélica de Confesión Luterana en Brasil – IECLB, y
fue orientador de estudios en la Escuela Superior de Teología – EST, en São Leopoldo.
Es autor de Dietrich Bonhoeffer: Discípulo, testigo, mártir (São Leopoldo:
Sinodal, 2005).
Original en portugués tomado de http://www.ihu.unisinos.br/entrevistas/530404-a-onipotencia-e-a-debilidade-de-deus-na-teologia-de-bonhoeffer-entrevista-especial-com-harald-malschitzky