Nazanin
Armanian
A partir de
la escasa información disponible sobre los acontecimientos del 15 de julio, se
me ocurren las siguientes ideas:
*Aunque el
régimen de Recep Tayyip Erdogan es capaz de cometer un atentado de bandera
falsa (había planeado destruir el mausoleo de Sha Solimán, fundador de la
dinastía otomana situado en Siria, y lanzar un misil sobre sus propios
ciudadanos culpando de ambos actos al gobierno de Bashar al Assad, como se
reveló el marzo del 2014), no lo haría desde el ejército. Sería demasiado
arriesgada una operación con armas reales desde una institución en la que
desconfía el presidente turco.
*También es
dudoso que Fathola Gülen, el clérigo sunnita turco afincado felizmente en EEUU,
haya podido, como señala Erdogan, movilizar a miles de militares de un ejército
profundamente laico. Además, su método es tomar el poder infiltrándose en los
puestos claves del poder, que no patrocinar un alzamiento de amateurs.
*¿Es posible organizar un golpe de Estado en
un país de la OTAN (que no sólo está ubicado en la región más estratégica del
mundo, además está en guerra) sin el conocimiento y/o la autorización del
Pentágono? Los al menos 1.500 militares de EEUU presentes en las bases de
Turquía deberían saber algo del plan de unos golpistas, que para más inri,
actuaron como aficionados.
*EEUU
pretende acabar con el régimen unipersonal de Erdogan. Esta
chapuza de golpe, al igual que el atentado del aeropuerto de Ataturk dos
semanas antes, suceden justo cuando Ankara pretendía corregir, a su manera, los
graves errores en la política exterior que le ha enfrentado con todos sus vecinos.
El diálogo
entre EEUU y Turquía se ha roto: a las discrepancias sobre la situación de
Siria, Irak y la cuestión kurda, se ha añadido la solicitud de Turquía a
ingresar en la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), donde el
presidente turco participó el 29 de junio en Tashkand, diciendo que “es mucho
mejor que la Unión Europea”. ¡No puedes ser miembro de la OTAN y acercarte
a China y Rusia (en parte como consecuencia del
Brexit y la pérdida de interés de Bruselas por
integrar a Turquía) ofreciéndole a Rusia suculentas propuestas comerciales
que romperán las sanciones impuestas por Occidente, o estar en la Organización
de Cooperación Económica del Mar Negro (BSEC), en vez de potenciar la
Asociación Transatlántica de Comercio e Inversión (TTIP/ATCI)! EEUU necesita un
socio obediente en la región que lleve adelante la estrategia de la contención
militar y económica de Rusia, China e Irán. Algunos medios rusos apuntaron el
31 de marzo también a este deseo o plan de EEUU a un “cambio de régimen” en
Turquía.
*Barack
Obama, que empezó su mandato respaldando a
los Hermanos Musulmanes, apostó fuerte por el ‘Islamismo
de corbata’ frente a la nefasta alianza de Bush con el
islamismo de turbante de los jeques wahabíes de Arabia Saudí. Recibió con
brazos abiertos a Erdogan y su esposa, y aplaudió las conversaciones de paz con
la guerrilla kurda de PKK, ignorando que el astuto dirigente
turco había tendido una trampa a los kurdos. El
desencanto posterior de Obama hacia el líder turco no fue por haberle visto sin
máscara, sino porque su aliado tenía su propia agenda en la política
exterior, saliendo de la órbita de EEUU. Por lo que le castigó duramente, empujándole
al infierno de la guerra de desgaste de Siria. El 28 de
marzo pasado, Obama rechazó recibirle en audiencia en Washington e inaugurar
juntos una mezquita turca en Maryland.
*Más allá de
la responsabilidad del Erdogan y su partido en la deriva del país, Turquía ha
sido víctima de las estrategias equivocadas de Washington (incluso para sus
propios intereses). Convirtió al peso pesado de Eurasia en ‘Pakistán 2.0’,
desde donde la CIA envía grupos terroristas religiosos al país vecino, Siria,
para desmantelar su gobierno semilaico, perdiendo a un aliado clave como
Turquía. ¿No
ve que Pakistán ha sido recogido por China?
*Aunque hoy
el presidente de Turquía se presenta como el héroe nacional y parezca el
principal beneficiario del motín militar, no lo es: el fin del
erdoganismo empezó con su derrota en las elecciones del
junio del 2015. Ahora, ni podrá controlar a tantos enemigos que se ha creado
dentro y fuera del país, ni gobernar a la sociedad que ha fragmentado tan
vilmente.
*Este no iba
a ser un golpe contra la democracia. El golpe le asestó el gobierno del Partido
de Justicia y Desarrollo, cuando bombardeó la población kurda, retiró la
inmunidad de los parlamentarios opositores, cerró a decenas de diarios, encerró
a un cientos de periodistas, estudiantes, alcaldes, jueces y políticos.
La pantomima
de un golpe de Estado
Sorprende
que los golpistas de un ejército de medio millón de hombres y un presupuesto
anual de 18.000 millones de dólares no siguieran los más elementales pasos de
tomar el poder:
+Contar con
las figuras más destacadas y de mayor rango del ejército. Los comandantes de
las fuerzas terrestres y marina turcos no se involucraron en la intentona.
+Haber
inmovilizado los aviones y buques militares, controlando los aeropuertos,
carreteras principales, etc. ¡Los golpistas fueron atacados por un
cazabombardero, por tanques y helicópteros!
+Haber
detenido o asesinado al jefe del Estado o al resto del gobierno. Se cuenta que
llegaron a bombardear el hotel donde estaba Erdogan, pero sólo cuando él ya lo
había abandonado. Luego aterrizó en el aeropuerto internacional de Ataturk, que
no había sido ocupado por los golpistas.
+Haberse
hecho con el control de todos los medios de comunicación. Salvo la Radio Televisión
turca, donde dieron una penosa imagen de golpistas sin ánimo de triunfar, se
olvidaron del resto de los medios, incluidas las redes sociales (que Erdogan
suele bloquearlas incluso cuando hay manifestaciones pacíficas en su contra).
Desde la televisión no presentaron a un líder decidido y firme, ni leyeron una
declaración de intenciones atractivas, ni dieron la imagen de personas que iban
a tomar el poder de verdad. Así, era imposible reclutar a los sectores sociales
anti Erdogan ni mucho menos a los indecisos. En cambio, el presidente (al
parecer) sólo con un móvil y con la CNN turca, consiguió arrastrar a miles de
sus seguidores a las calles. El resto lo hicieron las mezquitas, animando a los
fieles para que fueran a la guerra contra “los enemigos del Islam”.
+Los
militares se equivocaron pensando que la actual sociedad iba a apoyar un golpe
de Estado. Los ciudadanos, los partidos de la oposición, e incluso los kurdos
que viven una verdadera masacre, recuerdan aún las dictaduras despiadadas de
los uniformados: “Ni Erdogan, ni militares”, ha sido el lema de los partidos de
izquierda.
+No
atrajeron el apoyo de otros países. En las tres primeras horas que Obama
mantuvo un extraño silencio, Irán y Qatar se opusieron al golpe, y Arabia lo
consideró un asunto interno.
+No hubo
ninguna condición objetiva, ni subjetiva para el triunfo del levantamiento.
“Alguien” se la jugó a los amotinados, tendiéndoles una trampa. Lo cual no
impide que en el futuro el ejército turco actúe, pero de verdad, y esto será
cuando EEUU no vea la posibilidad de una transición no violenta para
desmantelar el régimen de Erdogan.
+Los
militares forman una casta, lo cual significa que se protegen desde la lealtad
corporativista. Por lo que cuando fracasa su intento de golpe de Estado, los
mandatarios suelen moverlos de sus puestos o jubilarlos, en vez de detenerlos o
ejecutarlos. Así, evitarán contragolpes. Lo que haga Erdogan al respecto,
mostrará el grado de su habilidad y el sentido común.
+La
principal lección de estos hechos es que Erdogan no controla la situación, y su
permanencia en el poder podrá empujar a Turquía hacia una guerra civil, con las
fuerzas reaccionarias de protagonistas: nadie puede garantizar que Turquía
estará inmune a caer en una ‘sirización’ total.