El hombre que le susurra al poder (y viceversa)
Entrevista
a José Rubén Zamora
www.plazapublica.com.gt/270915
La
prensa en Guatemala, hoy
¿Cuánto poder tienen los medios de comunicación hoy día en Guatemala?
Con honestidad
creo que es un pequeño “contrapodercito” el que tenemos. Es bastante limitado.
Posiblemente por la ausencia que hay en Guatemala de partidos políticos, y por
la falta de balances institucionales, de contrapesos, de instituciones que con
independencia realicen una rigurosa revisión de cuentas del poder público, los
medios de comunicación independientes, o que tratan de ser independientes, de
alguna manera tienen que sustituir a esos contrapesos.
Medios independientes, ¿a cuáles se refiere? ¿Qué medios de comunicación
son independientes y cuáles dependientes de los poderes económicos y políticos
del país?
Habría que clasificarlos de muchas maneras. La
televisión abierta, por ejemplo, es un
monopolio que nació de la mano del poder paralelo: los militares que integraron
y dirigieron La Cofradía, el Grupo Salvavidas, la
Red Moreno, lo que ahora se conoce como “La Línea”. Ese poder paralelo ha
cogobernado con los gobiernos de turno desde 1982 y otros poderes como los
contratistas y proveedores del Estado, gente que tiene privilegios económicos,
aranceles, protecciones, y sobre todo con el crimen organizado y los carteles
de las drogas. Hay una gran mesa corporativa y el único de los medios que ha
estado ahí sentado con voz y con voto ha sido Ángel González. Ha estado con un pie en el
poder paralelo y el otro en el estatus quo legal.
Pero la configuración de los medios de comunicación en Guatemala ha
cambiado. Han surgido nuevos medios y la agenda informativa se ha
democratizado. ¿Aun así considera que Ángel González tiene el mismo poder de
hace una década?
Sí, lo tiene todavía.
Ahora mismo hay una pugna, una lucha gigante, entre Ángel
González y las empresas que controlan las frecuencias de telefonía celular, que
a su vez controlar el internet y la televisión por cable: Tigo, Claro y
Telefónica. Estamos hablando de grandes monstruos, del Olimpo. Es la primera
vez que Ángel González tiene adversarios casi de su dimensión.
Y muy significativo porque estas tres compañías de telecomunicaciones
representan los principales poderes económicos de Guatemala: Telefónica al
capital tradicional, Tigo al capital emergente, y Claro a las
transnacionales...
Exacto. Estamos
hablando de un monopolio que está enfrentando a un oligopolio; ese es el Olimpo
de los medios, en términos de poder. Pero (Ángel González) también tiene una
cadena de radios (Central de Radios) vinculada a sus canales, que compiten con
otras cadenas como las de los Archila (Emisoras Unidas) y la del señor González
Gamarra (Nuevo Mundo) que son las tres más grandes del país. Estos grupos
tienen la ventaja de haber obtenido concesiones (de frecuencias) con usufructo a perpetuidad. Las obtuvieron
sin que el Estado las haya subastado ni recibido recursos por asignarlas.
Un modelo creado por los empresarios con la complicidad de los políticos
y militares…
El caso de Emisoras
Unidas, de los Archila, que fue antes de Ángel González, viene del tiempo de
Lucas (general Fernando Romeo Lucas García, presidente de
Guatemala 1978-1982), cuando uno de los hermanos Archila fue su vocero.
La familia (Archila) venía con una pequeña radio de suroccidente, y durante el
gobierno de Lucas pidieron y consiguieron un gran conglomerado de frecuencias
(radiales) y se convirtieron en la segunda cadena radial del país. El 85% o 90%
lo consiguieron de forma gratuita. El Estado les otorgó el usufructo perfecto.
Empresarios que se aprovecharon del Estado…
De su tránsito por un
gobierno de turno. Un hermano era el vocero del presidente, y el otro era el
responsable de (la aduana) de Santo Tomás de Castilla. El fenómeno del que
hablamos hoy sobre el surgimiento del Estado paralelo, la defraudación
tributaria, de “La Línea”, siempre ha pasado por los puertos y las aduanas. No
sólo les dieron las frecuencias sino también la administración de un centro
neurálgico de ingresos tributarios que les permitió recursos para crecer su
conglomerado de medios.
¿En qué le afecta a la democracia el hecho de que los medios de
comunicación estén concentrados en esas corporaciones que privilegian sus
intereses políticos y económicos?
Ayudan a que no
tengamos una democracia genuina, vigorosa, porque esos medios forman parte del
estatus quo al recibir concesiones perpetuas y gratuitas, además de recibir
anuncios, propaganda de las instituciones del Estado.
¿Recibir pauta del Gobierno los compromete de alguna manera?
Yo lo he escrito muchas
veces: en Guatemala cada cuatro años elegimos a un cleptodictador, un
Presidente ladrón, que cogobierna con proveedores y contratistas. Estos medios,
al recibir publicidad del Estado, se convierten en
contratistas del Estado, y por lo tanto son parte de la alianza del Gobierno
con las mafias criminales y los poderes establecidos. Al preservar el estatus
quo en su agenda noticiosa e informativa, esos medios hacen prevalecer los
intereses del régimen de turno, de ese “sindicato criminal” que está a cargo de
la administración del poder, y dejan de lado y se olvidan de los estratos
pobres de la población del país.
¿Es perversa la forma en que el Gobierno utiliza la pauta publicitaria y
propagandística para manejar sus relaciones con la prensa?
El mercado publicitario
más grande del país es el Estado y sus instituciones. Se gastan entre Q850
millones y Q950 millones al año, en su mayoría destinados para mantener la
buena imagen del gobierno de turno. La evidencia histórica nos muestra que esa
plata ha sido un desperdicio porque la mayoría ha salido mal. Los partidos no
sobreviven los siguientes cuatro años. Hemos tirado a la basura esa plata. Si
vemos el costo de oportunidad entre hacer propaganda para preservar una imagen
sin ningún resultado y comprar la voluntad de los medios, es mejor usar ese
dinero en medicinas, pupitres, camas de hospital. Hay mil opciones mejores, que
tirar la plata del Estado.
En otros países se ha legislado para que la pauta del Estado se
distribuya de forma equitativa entre todos los medios…
Por convicción, yo creo
que el Estado no debería de publicitarse. Los medios de comunicación estamos
obligados a divulgar las acciones del Estado, y el Estado no debería de pagar
porque los medios informen de sus acciones.
¿Qué responsabilidad tienen esos medios de comunicación con el asalto
que los gobernantes corruptos han hecho al país?
Son cómplices.
Cómplices activos, cómplices conscientes.
"Pero
no nos susurramos, nos hablamos recio"
¿Incluiría en esa categoría a medios tradicionales como Prensa Libre, el diario considerado
como el más influyente del país?
En los últimos 29 años,
sin ser periodista profesional, me ha tocado pasar por Siglo XXI y
después por El Periódico, y he sido observador y actor de esto. En la
complicidad y colaboración que han tenido esos megagrupos, en los ingresos que
perciben por publicidad del Estado y en su conducta de contenidos en su agenda
noticiosa, la diferencia con Prensa Libre es astral. Prensa Libre
es el medio que se ha enfrentado con mayor independencia y por lo tanto es
menos vulnerable a boicots públicos y privados. Si Prensa Libre se va
por un lado es porque no tiene una estrategia consciente y deliberada del apoyo
al poder o de estar contra el poder.
Ellos (Prensa Libre)
se consideran una institución de prensa, mientras que nosotros hemos sido más
militantes, hemos tomado causas, luchas contra la corrupción, contra la
impunidad, contra el enriquecimiento ilícito. A ellos (Prensa Libre) no
les gusta esas cosas porque tratan de ser más equidistantes, de tomar menos
partido y de alguna manera ser independientes a las militancias y a las causas.
El Periódico, en cambio, en su momento decidió ir contra el machismo,
pelear para que haya una lucha frontal para lograr más ecuanimidad de género.
Eso a Prensa Libre, de manera deliberada no le gusta porque siente que
es ir en contra de su práctica periodística.
Eso demuestra que están a favor del estatus quo: no hacen nada para que
las cosas cambien y para que el sistema se mantenga…
No lo sé. Pero de la
poca gente que coopera conmigo es Prensa Libre. Estoy seguro de que el
tipo de trabajo que hacemos no les hace felices; sin embargo, no opinan y lo
respetan, aunque ellos jamás lo harían. Nosotros tomamos causas y militamos, y
ellos piensan que su única causa, su único dogma es su práctica periodística
que guarda distancia de todo.
El
periodista y el militante
¿Cuáles son las causas en las que milita José Rubén Zamora y El Periódico?
Contra la corrupción,
contra la impunidad, contra los abusos. Contra sentirse aplastado, sentirse
humillado. Por eso somos más combativos.
¿Se puede ser periodista y militante a la vez? ¿Es ético librar batallas
en las páginas de un diario?
En Estados Unidos (los
medios de comunicación) asemejan más sus patrones de conducta (periodística) a
los de Prensa Libre. Por eso es que Jorge Ramos es
atacado y acusado por los periodistas de allá de ser un militante. En Guatemala
uno de sus ejes dominantes es la impunidad, y yo creo que los periodistas no
podemos ser equidistantes: tenemos que ser anti-impunidad.
Es decir que el periodista debe tomar partido a favor o en contra de las
cosas que considera injustas e incorrectas…
Eso pienso yo, porque
nuestra situación es dramática y siniestra. Entiendo que en Estados Unidos,
donde hay más equilibrio de poderes, más balances, más contrapesos, el papel de
la prensa debe ser examinar la realidad con una visión crítica pero con la
misma dosis. Sin embargo, yo creo que aquí debemos ser militantes. Si estuviera
en Estados Unidos, sería militante contra la forma en que tratan a los
migrantes. Jorge Ramos es militante pro los derechos de los migrantes.
Con mirada de periodista-militante, ¿cómo analiza el papel que desempeñó
la prensa en la crisis política que afronta Guatemala desde abril pasado?
Hay una evolución muy
favorable. Desde que me tocó a mí la bendición de trabajar en medios, he
publicado cosas como La Cofradía, de cómo se inició esto en 1982 con el general
(Manuel) Callejas, que lo heredó de (general David) Cancinos,
ellos heredaron a (Francisco) Ortega Menaldo, este a (Roberto) Letona Hora,
etcétera. Cuando yo lo decía, en 1990, pensaban que estaba loco, que eran
inventos míos, que no era correcto. Ahora hay medios como Plaza Pública que
han retomado esos temas; periodistas jóvenes, más preparados, más
profesionales, con fuerza, con vigor, con independencia, que hacen esas investigaciones, que profundizan.
¿Cómo interpreta lo que ha ocurrido en Guatemala en los últimos cinco
meses?
Esto es algo que no
pudo pasar antes porque no había condiciones para demostrar que las cosas que
han salido a flote no eran leyendas urbanas ni mitos ni inventos. Ahora se ha
demostrado con pruebas documentales, con investigaciones criminales. En 1990
tomó posesión (Jorge) Serrano Elías, y su jefe de Estado Mayor era
Ortega Menaldo. A partir de entonces empezamos a denunciar dos temas centrales:
la existencia del Grupo Salvavidas, al cual identificamos
como un poder paralelo, y una práctica de terrorismo de Estado que culminó con
el atroz asesinato de Myrna Mack. Cuando
empezamos a publicar los nombres y apellidos de los implicados, la gente no me
creía; decían que estaba chiflado. Ahora se ha demostrado con evidencias y
pruebas que decíamos la verdad.
¿De qué ha servido esto? ¿Se ha derrotado la inercia de la impunidad o
sólo se le ha propinado un golpe?
Creo que sólo se le ha
dado un golpe fuerte, pero hay que terminar de dárselo. Hay que fortalecerlo,
pero eso depende de la ciudadanía y del buen trabajo que hagan los medios de
comunicación. Generalmente los guatemaltecos pensamos más en nuestras
diferencias que en nuestras coincidencias, pero creo que es vital que, al menos
durante una década, pensemos más en las cosas en las que coincidimos y dejemos
de lado las cosas en las que disentimos.
Históricamente eso ha sido imposible, ¿por qué cree que ahora se puede
lograr?
Porque hay mucha
juventud, y porque vimos que es posible. En el parque vimos a los estudiantes
de la Universidad de San Carlos con los de la Universidad Rafael Landívar, con
los de la Del Valle y de otraos universidades, tomados de la mano, abrazados,
con mucha emoción. En el pasado, el mismo poder de siempre se han encargado,
cuando avanzamos un poquito, de politizar e ideologizar nuestras batallas, y de
que caigamos en nuestras trincheras de siempre. Debemos dejar de lado nuestras
ideologías, y preocuparnos por el respeto a los derechos humanos y la
subordinación del Estado de Derecho, de cosas que no son de izquierda ni
derecha, sino de seres humanos dignos. Si logramos eso, después tendremos
tiempo para las diferencias.
Además tenemos que
apoyar institucionalmente a la CICIG (Comisión Internacional
contra la Impunidad en Guatemala), pero principalmente a Iván Velásquez, un
hombre que por venir de un país (Colombia) con semejanzas,
similitudes y paralelismos con Guatemala, ha comprendido lo que sucede en el
país.
También apoyar y
comprometerla con nuestro apoyo a la Fiscal General, Thelma Aldana, que aunque
fue electa por los partidos tradicionales, por la cleptocracia que tenemos, es
evidente de que ella rompió con eso y va adelante con la CICIG y con Velásquez.
Estoy convencido también de que el Procurador de los Derechos Humanos (Jorge
de León), también puede apoyar en este proceso. La prensa independiente, esas
tres instituciones y personajes, y lo más importante que es la ciudadanía, lo
podrán hacer.
El
periódico y el poder
El primer medio que visitó Alejandro Palmieri, el nuevo Secretario de
Comunicación de la Presidencia, al nomás tomar posesión del cargo fue El Periódico, y según dijo, hacerlo
era “una prioridad”. ¿Qué significa esa visita? ¿Se puede interpretar como un
borrón y cuenta nueva respecto a las relaciones entre el Gobierno y el diario
que usted preside?
El Estado de Guatemala
ha estado administrado por diferentes grupos, pero todos con vasos
comunicantes. Las relaciones con todos ha sido la misma, nunca ha variado para
bien o para mal. Quizá este gobierno esté cambiando su mensaje, pero nosotros
vamos a seguir igual, en la misma línea de siempre.
¿Qué fue lo que generó la relación tensa y el enfrentamiento permanente
que mantuvieron José Rubén Zamora y El Periódico con Otto Pérez Molina y Roxana
Baldetti?
La relación con (Jorge) Serrano fue
tremenda y muy peligrosa para Siglo XXI y para mí que estaba al frente.
Con Ramiro (De León) tuve una amistad personal, pero cuando
publicamos que el general (Mario) Enríquez (Ministro
de la Defensa de entonces) estaba involucrado, junto con (José
Luis)
Fernández Ligorría, en la protección de operaciones de narcotráfico, en
venderle inteligencia al narco y ayudarlos con estrategia, y que estaban
involucrados en las aduanas, un 19 de agosto, el día de mi cumpleaños, me
tiraron 30 tiros en la zona 10, enfrente del Hospicio del Tío Juan.
(Alfonso) Portillo, que
trabajó en Siglo XXI durante cinco años, el día que tomó posesión me
cayeron seis demandas criminales, porque publicamos que (Manuel) Maza
Castellanos era el tecnócrata de La Cofradía. Después allanaron mi casa, mis
hijos tuvieron que irse al exilio, pensamos que nos iban a asesinar a todos;
tuve alrededor de 80 demandas penales, y tuvimos personal permanente de la SAT
(Superintendencia de Administración Tributaria) en El Periódico.
Lo que no hizo Portillo fue forzar un boicot comercial.
(Álvaro) Arzú sí lo
hizo; puso un grupo de gente del sector privado a persuadir a nuestros
anunciantes de que se retiraran. Con (Álvaro) Colom, (su
jefe de seguridad, Carlos) Quintanilla, me mandó a dejar tirado a El Tejar (Chimaltenango). Las campañas
y estrategias del Estado para desacreditarme comenzaron diciendo que yo era el
líder de la guerrilla, y que yo iba del 1 al 5 de cada mes a Tapachula
(México), para coordinar la desestabilización del mes. ¡Y yo ni siquiera
conozco Tapachula!
Luego, cuando le abrí
las puertas de las páginas editoriales de Siglo XXI a Mario Payeras y a
Miguel Ángel Albizures, confirmaron que yo era el líder de la guerrilla. ¡Son
muy tontos! Arzú decía que yo era parte integral de las estructuras del
narcotráfico, que era el portavoz y que eso hacíamos en El Periódico.
Portillo, en un programa anónimo en la televisión, sacaba que yo era drogadicto
y borracho. Mi situación con Pérez Molina no fue peor que con los otros.
Pero en el gobierno de Pérez Molina ha sido en el que más se han hecho
públicas y destacado esas diferencias con el poder político…
Lo que pasa es que
Pérez Molina y Baldetti, desarrollaron una relación muy fuerte con poderes
tradicionales del país, que tienen influencia en los anunciantes. De inmediato
me quitaron Claro, que eran Q2 millones; Tigo que eran otros Q2 millones; los
azucareros que eran Q800 mil… Nosotros vendíamos al año (publicidad
por)
Q55 millones y bajamos a Q28 millones.
Fue un boicot efectivo…
Tanto que hubo empresas
como Claro que no fueron invitadas para participar del boicot, porque
seguramente se les olvidó, y ellos mismos fueron a Casa Presidencial a
ofrecerse. Y después, en diciembre del año pasado, la gente de Claro quiso
poner anuncios en El Periódico, y les dije que no, que ni por un millón
de dólares, porque además prestaron su infraestructura tecnológica para botar
nuestra página web 14 veces. En uno de esos ataques terminaron con nuestro
archivo digital y fotográfico. Y no se trata de rencor, de enojo ni de odio. Es
por dignidad que no puedo recibir anuncios de ellos, ni de los azucareros ni de
los grandes grupos.
El Gobierno también quitó la pauta del Estado a El Periódico como parte de ese boicot…
Pero eso no fue
significativo. El Periódico tenía ingresos anuales de Q55 millones, de
los cuales sólo Q1.5 millones provenían del Estado.
Pero según las cifras de Guatecompras entre
2009 a 2011, El Periódico le
facturó al Estado cifras anuales de entre Q9 a Q3 millones, y en 2012 bajó a
Q1.5 millones…
No. Del Estado sólo
teníamos una pauta de Q1.5 millones del IGSS (Instituto
Guatemalteco de Seguridad Social), y que fue por decisión de ellos, no porque
nosotros hubiéramos ido a vender.
¿Es cierto que Juan de Dios Rodríguez,
el expresidente del IGSS, hoy detenido y procesado por actos de corrupción le
pidió a usted que intercediera por él ante la CICIG antes de ser capturado?
Juan de Dios Rodríguez
vino a buscarme aquí para entregarse, porque no lograba entrar en comunicación
con la CICIG. Un domingo vino a tocar la puerta de mi casa una persona en su
nombre, a preguntar si podía venir. “Dígale a José Rubén que me urge hablarle, que
tengo una bomba”, dijo. Le pregunté que “para qué me quiere dar una bomba a
mí”, y respondió: “Porque quiero salvar mi vida, y sólo entregándole la bomba
puedo salvarla”. Le dije que lo podría recibir sólo si había un testigo, y
aceptó. Llamé a Gonzalo Marroquín (su primo, director de la
revista Crónica). Cuando llegó
pidió que le abriera el garaje para entrar con su carro. Nos sorprendimos mucho
porque no lo conocíamos. Me dijo: “Hermanito, estoy aquí, me vengo a poner en
tus brazos para que me saques cargado de este gran problema”. Le pregunté por
qué venía conmigo. “Sos el hombre de más principios, más valores, más
convicciones, el único en el que creo”, me respondió. Después de unos minutos
fue al baño, y Gonzalo y yo nos quedamos perplejos. Me dice Gonzalo: “No puedo
creer que te haya dicho eso a vos, si siempre ha dicho que sos un delincuente”.
Al regresar, le
pregunté qué era lo que me iba a dar. “Te vengo a entregar la cabeza del
Presidente y la Vicepresidente. A cambio, necesito que la CICIG me ayude con
una buena respuesta para mi futuro judicial”. Me ofreció una memoria USB. Al
día siguiente nos juntamos en un hotel, siempre con Gonzalo de testigo. Me
entregó un documento con información detallada sobre cómo del día 1 al 365,
cuánto (dinero) entregaban al Presidente y la Vicepresidente
de lo defraudado en cada una de las aduanas. Según recuerdo, el 57% era para el
Presidente y la Vicepresidente, y el 43% para la estructura. Al día siguiente,
fui a dejarle esa información a Iván Velásquez.
Hay una fuente que asegura que Juan de Dios Rodríguez le entregó una
computadora portátil propiedad de Salvador Estuardo González, alías “Eco”, y no
una USB.
Sí, la computadora era
de “Eco”, pero no me la dejó. Yo sólo me preocupé que me entregara la información
importante. Creo que ese era su patrón de conducta (de
Rodríguez) porque cuando llegó a la Presidencia del IGSS, lo primero que hizo fue
secuestrar la computadora de Luis Reyes Mayen, donde encontró unos vídeos privados, que
convirtió en una gran arma en su contra.
Hablé con Iván
(Velásquez), quien me dijo que ese señor tendría que estar pensando en devolver
todos los bienes que tiene indebidamente y que son de los guatemaltecos. Le
dije que lo vería al día siguiente, que me daría más información, y que le
haría ese planteamiento. A las seis de la mañana (Rodríguez) me empezó a
escribir para preguntarme por qué lo estaban capturando, pero yo no sabía nada.
Luego recibí otro mensaje (de la CICIG) para que
siguiera chateando con él porque ya se había huido, y esa comunicación permitía
que lo pudieran rastrear y encontrar.
Por esos días también se reunió con Otto Pérez Molina. ¿En qué contexto
se encontró con el expresidente?
Él me buscó.
¿Cuándo? ¿En medio de la crisis de su Gobierno?
Como dos meses antes de
su desenlace final. Me localizó un viernes en la noche. Estaba yo cenando en
casa de un amigo. Una persona me llamó para preguntarme si podía recibir al
Presidente en esa casa. Le pregunté al anfitrión si era posible y me dijo que
sí. Al rato llegó el Presidente. Hablamos de siete de la noche a tres de la
mañana. “Me hiciste un gran daño”, me reclamó. “Y vos nos tenés en trapos de
cucachara; nos acabaste”, le dije yo. “Cuando fui a tu casa me di cuenta de que
esto iba a pasar”, me dijo.
A principios de su
Gobierno (en 2012) almorzamos en mi casa, y en esa oportunidad le
dije: “así es nuestro trabajo, lo has visto toda la vida, y más de alguna vez
me felicitaste por este trabajo, sobre todo en tiempo de Arzú, cuando lo botó
de una manera fea, y en El Periódico se te defendió”. También le dije
que la gente que había escogido en su Gobierno hacían parecer “babucha” a los
Niños Cantores de Viena. “¿Cómo así?”, me preguntó. Le dije: “ya son tres las
personas de alto nivel de tu Gobierno que se acercan a entregar tu cabeza para
librarse”. (El Presidente) se quedó sorprendido,
se puso pálido.
Juan de Dios Rodríguez fue uno de ellos, ¿quiénes fueron los otros dos?
Juan de Dios no me
pidió reserva y no vino conmigo como periodista, sino como alguien que se
quería entregar, por eso puedo revelar su nombre. Pero las otras personas se
acercaron como fuentes para darme información. No me pidieron que hablara con
la CICIG, pero me contaron barbaridades. Civiles y militares. A los dos días
volvimos a juntarnos (con Pérez Molina). Platicamos sobre su
futuro. Le sugerí, con sinceridad, que saliera en la televisión, que aceptara
que no supo escoger a su equipo, que no tenía proyecto nacional ni políticas
públicas, y que ofreciera devolver todo lo indebido. “Si lo haces —le dije—
creo que se puede conseguir un buen arreglo judicial para vos”. Pensando en
recio, sin tener mayor conocimiento jurídico, se me ocurrió que podía conseguir
unos cinco años de cárcel domiciliar. Creo que eso era factible. En un primer
momento le pareció la sugerencia, pero luego sus asesores lo convencieron de
que no era una buena idea.
¿Cómo entender esa conversación tan amigable —como la cuenta— después de
casi cuatro largos años de feroces críticas, denuncias y señalamientos?
Amigable, pero yo no
estaba transigiendo en nada. Nuestro trabajo es institucional, no es personal.
No tenemos amores ni odios. No es por anuncios. El trabajo tiene que ser así.
Muchos analistas han asegurado que El Periódico apoyó, editorial e informativamente, las
candidaturas presidenciales de Alfonso Portillo, Óscar Berger y Otto Pérez
Molina, ¿es eso cierto?
Jamás. Nuestra posición
crítica contra (Vinicio) Cerezo (en 1990), se tradujo
en que la gente pensara que íbamos a favor de (Jorge) Serrano o (Jorge) Carpio. Arzú
nos acusó de que le hacíamos daño porque apoyábamos a Portillo, y Portillo nos
acusó de que queríamos que ganara (Óscar) Berger.
Luego decían que íbamos
a favor de Pérez Molina cuando perdió y también cuando ganó. Pérez Molina jamás
me pidió apoyo y yo jamás se lo ofrecí. Con quien estuve más cerca (de
apoyar) en el plano personal, mas no en el profesional, no como El
Periódico, fue con Berger. Lo hice ad honorem y fue por la
sobrevivencia de la gente de El Periódico. Creo que si el general (José
Efraín) Ríos Montt se hubiera elegido, nos matan a todos. Y Berger ni
siquiera anuncios nos dio.
¿Es El Periódico un
medio de comunicación independiente de los poderes políticos y económicos de
Guatemala?
Políticos, sí.
Económicos, somos frágiles, y escogemos qué batallas pelear. No tenemos
afinidad ni defendemos ningún interés económico, pero no nos podemos pelear con
todos al mismo tiempo. Pero en el poco o mucho tiempo de vida que tenga El
Periódico, no veremos un anuncio de Claro, aunque tenga que cerrar mañana.
O del azúcar o del cemento. No los quiero conmigo.
Eso es enfrentar a los grandes poderes económicos de este país…
No los estoy
enfrentando. No estoy en guerra. No les voy a hacer daño. Simplemente no quiero
tener ingresos que provengan de ellos.
¿Por qué?
Si fuera un pragmático
pervertido, como son los políticos de este país, me hago el loco y recibo
anuncios de ellos. Sería muy cómodo hacerlo, pero no podría vivir conmigo
mismo.
La
ética, el método y "El Peladero"
Hablemos de periodismo, de ética de periodística, de método
periodístico. ¿Cómo concibe “El Peladero”, la sección dominical de El Periódico, donde se publican
informaciones no contrastadas ni verificadas?
“El Peladero” tiene como antecedente “Las
Cartas de Güicho Cantoral”, una sección similar que publicábamos en Siglo
XXI, que manejábamos Carmen Aída Ibarra y yo. Hay mucha información en
Guatemala que no se puede documentar; rumores a gritos de cosas que están
pasando, pero que no se pueden publicar formalmente porque no se tienen
evidencias documentales, pero se sabe que son ciertas. “El Peladero”, como su
nombre lo dice, y como fue “Güicho Cantoral” en su momento, son hechos que en
un 90% son reales. Tratamos de verificarlas todas. El ideólogo de “El Peladero”
no fui yo. Lo hizo y lo manejó durante 14 años Juan Luis Font (exdirector
de El Periódico, hoy director de la revista ContraPoder), pienso que
lo hizo muy bien, contrastando y confirmando con dos o tres fuentes esas
informaciones.
¿Después de la salida de Font de El
Periódico, continuaron con la rigurosidad de la verificación y el
contraste de la información?
Se hace. Por lo menos
consultamos tres fuentes, y cuando encontramos a la persona (aludida) la
contrastamos. Pero hay casos, como por ejemplo, Julio Rivera Clavería (recién
nombrado Secretario Técnico del Consejo Nacional de Seguridad), a él lo he
seguido desde tiempos de Vinicio Cerezo, desde la década de los 80. Sé quién es
él, conozco sus vinculaciones con el crimen organizado y las mafias de las
estructuras del Ejército. Entonces cuando me viene alguna información sobre él,
ya tengo experiencia. Y aun así, llega con cinismo a El Periódico a
decir que todo lo que decimos es mentira, pero no lo es. Me consta lo que
publicamos.
La falta de rigurosidad periodística de “El Peladero” le resta
credibilidad al trabajo profesional que hacen los periodistas de ese diario y
que se ciñen a la metodología periodística…
Seis de cada diez
trabajos que publicamos en “El Peladero” se convierten en investigaciones
periodísticas rigurosas, por parte del equipo de investigación que tiene El
Periódico. El 60% de esas informaciones se convierten en investigaciones,
hay otro 20% que estamos segurísimos que son reales, pero no tenemos capacidad
de investigar por falta de recursos. Y habrá un 10% en el que metemos la pata,
y cuando eso ocurre, con la mayor humidad pedimos excusas y perdón. No tenemos
vergüenza en hacerlo.
La forma en que se maneja la información en “El Peladero”, además de
atraer mayores lectores a El Periódico,
otorga poder al diario y a quienes lo dirigen. El que tiene información tiene
el poder, ¿no?
Si se usa para tener
poder, sí. Pero nosotros no tenemos ningún interés en eso. A mí y a El
Periódico siempre se acercan todo tipo de personas. Así como llegó a la
redacción (Alejandro) Palmieri, (el
presidente) Alejandro Maldonado ha tenido la deferencia de llamarme, hemos hablado
cinco veces de diferentes temas; él preguntando y yo con todo respeto dando mi
punto de vista. (El vicepresidente Juan Alfonso) Fuentes Soria
me estuvo buscando la semana pasada; mañana lo voy a recibir (en
mi casa) con amabilidad. El Ministro de la Defensa (Williams
Mansilla) también viene mañana.
¿Es ético “El Peladero”?
Tengo consciencia de
que puede tener inexactitudes y de que puede cometer errores. Desde el domingo
al miércoles estoy vigilando si hay alguna reacción. En varias ocasiones,
cuando nos equivocamos hemos pedido disculpas, eso no nos da pena. Pero ahí
publicamos el robo de granadas del Ejército
en Petén, las cuales fueron vendidas a Los Zetas y al cartel de los Huistas. Ahí
denunciamos todo lo que hizo Claudia Méndez Asencio
en las aduanas; los desmanes de Roxana Baldetti que hasta se convirtieron en un
suplemento que se
llamó “Un cuento de hadas sin final feliz”. Se ha contribuido a cosas que valen
la pena.
Con todo y los riesgos
y los errores que me dan vergüenza, pienso que “El Peladero” es importante en
un país donde tenemos miedo. Venimos de una guerra intensa de 36 años, donde el
que hablaba se moría, donde toda la prensa era contrainsurgente. Ahora nadie se
acuerda, pero en 1990 el Ejército no
existía en la prensa tradicional, no se le mencionaba, era invisible, impune e
inmune, y en Siglo XXI le faltamos el respeto. Hoy en día se ve
natural, pero antes no era así, nos podíamos morir. Hasta 1996 se habló de
bancos y financieras que quebraban, antes no se podían tocar.
Pero no se cumple con los requisitos básicos del método periodístico…
En los últimos años he
visto con frecuencia una tendencia de los medios y los periodistas a querer
decir cómo debe ser la práctica periodística pero creo que ignoran que la
prensa es un ser vivo. Nadie puede implementar un patrón de periodismo en una
sociedad donde hay pensamiento único, verticalista y dictatorial. ¿Quién tiene
el paradigma? ¿Quién soy yo para decir cuál es mejor o peor o cómo deben
hacerse las cosas? No podemos criticar el quehacer periodístico de ningún
medio; yo no tengo autoridad profesional, moral o estética para ello. No puedo
decir cómo deben ser ni hacerse las cosas. Hay diferentes discursos y formas;
no hay un sólo patrón ni un sólo modelo.
La información que nutre “El Peladero” proviene de fuentes privilegiadas
como la CICIG, la Dirección de Inteligencia Militar, la embajada de los Estados
Unidos, ¿cómo se hace para cultivar ese tipo de fuentes?
Son años de trabajo.
Hay gente muy institucional que está cerca de poderes malignos, gente decente.
En las escuelas de periodismo, en el primer año, se les enseña a los
estudiantes de que “no hay almuerzo gratis”. Es decir, que las fuentes no dan
información a cambio de nada. ¿Qué piden sus fuentes a cambio de la información
que le proporcionan?
En su mayoría mis
fuentes son personas indignadas, con ansiedad, encabronadas, que se siente
marginadas, que los han hecho a un lado porque no son parte de los poderes.
Pero también hay gente que tiene intereses espurios, ¿cómo identificar a
esas fuentes?
Preguntando. Hay
fuentes que no puedo identificar porque las arruino. Pero hay mucha gente que
no tiene ideología, que lleva muchos años de manera descuidada (cerca del
poder), y con quienes por accidentes de la vida he tenido relación de amistad y
cariño. Es gente que se entera de cosas y me las informa. Por ejemplo, el 5 de
marzo del año pasado, Juan de Dios Rodríguez planificó mi asesinato. Gente que
lo cuidaba y lo escuchó, le pidieron a otros que me informaran.
¿Por qué si Rodríguez planificó su asesinato, usted lo recibió tiempo
después en su casa y lo puso en contacto con la CICIG?
Porque lo mío no es
personal; es institucional. Mis hijos, mi esposa, mis amigos, todos se
molestan, porque hay gente que me ha hecho daño y que de repente me pide cita,
y yo la recibo. Por ejemplo, Carlos Quintanilla (exjefe
de seguridad de Álvaro Colom) contrató a una banda delincuencial que me
secuestró y me fue a tirar a El Tejar. Creo que Colom no lo sabía, pero creo
que Sandra (Torres) sí lo sabía. En estos años que ella ha estado
fuera del Gobierno ha venido cinco veces a mi casa: viene a las cinco y se va a
las 12 de la noche. Si me vienen a buscar los recibo, me pueden traer una buena
información.
Hablando de Sandra Torres, el “El Peladero” del 20 de septiembre parecía una declaración de
intenciones de El Periódico en
contra de su candidatura presidencial.
Yo no voy por ninguno.
Este sistema es perverso y siniestro, creo que debió cambiarse antes de votar.
Yo no voy ni por Jimmy (Morales) ni por Sandra.
El Periódico se cuidó de publicar
informaciones negativas sobre Manuel Baldizón, ¿Por qué? ¿Tenían tratos,
alianzas, negocios?
Jamás. Yo he desafiado
a las personas que me han preguntado eso, a que me enseñen dos líneas, desde
que nació El Periódico, donde se hable bien de Baldizón, yo agacho la
cabeza y pido disculpas (si las enseñan). No tengo
ningún arreglo. Ahí están los libros de acciones de El Periódico para que
cualquier persona que quiera ver las acciones pueda hacerlo.
En el contexto de la crisis política que atraviesa el país, medios e
instituciones locales e internacionales le atribuyen un protagonismo importante
como impulsor del despertar ciudadano a partir del trabajo de El Periódico, ¿cómo recibe ese
reconocimiento?
Me halaga y emociona
que me vean con una estatura que no tengo. Yo soy una persona interesada en el
periodismo pero no soy periodista profesional, escribo columnas pero eso no me
hace periodista. Yo valoro eso. Las cosas que se destaparon en esta crisis
fueron publicadas a principios de los 90, desde que este sindicato criminal
llegó al poder, y nunca hubo reconocimiento por ello porque no había ciudadanía
desbordada ni había una CICIG que tomara con seriedad nuestras publicaciones,
que las investigara hasta convertirlas en casos judiciales. Si no hubiéramos
tenido CICIG ni una Fiscal General que se desmarcara de quienes la eligieron,
seguirían diciendo que yo soy un loco.
¿Cuál es su relación con los grupos de poder de Guatemala?
Desde siempre he
tenido, y no me da pena decirlo, animadversión a los militares. He conocido
unos cinco militares en mi vida que me han parecido la excepción a la regla,
con quienes he tenido amistad. Con el capital emergente, no tengo muchos
conocidos. Del lado del capital tradicional, trabajé en la Shell durante seis
años; luego pasé a Cementos (Progreso) donde fui gerente, y
eso me llevó a la Cámara de Industria, representé al sector en la Junta
Monetaria. Pensaron que yo hacía un buen trabajo y por eso me ayudaron en el
proyecto de Siglo XXI. Sin embargo, toleraron mi independencia seis
años. El Periódico, de esos capitales no tiene anuncios.
¿Quiénes son sus enemigos?
Yo siempre he dicho que
si Baldetti y Pérez me hubieran matado, hubieran estado muy contentos, pero las
fiestas donde hubieran celebrado más mi muerte y la de El Periódico no
hubiera sido en Casa Presidencial, sino en las casas de gente muy importante
del capital tradicional, y en las de los algunos capos.
¿Por qué identifica a muchos de los personajes sobre los que publica
informaciones en “El Peladero” con apodos y no por sus nombres?
Para que no me
demanden. Al poner apodos me cuido de que no me demanden y eso sólo se puede
publicar en “El Peladero”.
En círculos feministas le han señalado de misoginia por el tipo de
apodos con el que identifica a las mujeres: la gruesa; la doña, Roxandra…
Las palabras y las
definiciones tienen un contexto local. ¿Qué es grueso en Guatemala? Alguien que
es tremendo en los negocios. Es algo que tiene doble connotación. Además, mi
rentabilidad espiritual es hacer que se retuerza el hígado de los que abusan.
Eso me llena de alegría, no lo puedo esconder. Sé que “La Gruesa” se ponía
molesta.
¿Teme por su vida por el trabajo que hace en El Periódico?
En 1991 publicamos un
suplemento en el que por primera vez se denunciaba la existencia de una oficina
donde nació La Cofradía, que estaba ubicada en el edificio del Ministerio de
Finanzas. Lo sacamos con nombres y apellidos. Una semana antes de esa
publicación, compré un seguro de vida. A partir de entonces empecé a caminar en
otra dimensión y un poco irresponsable; todos los días corro ocho kilómetros,
solo. Da miedo, claro. Pero tengo tantos enemigos que ya me viene del norte.
Todos los días rezo dos Padre Nuestros y dos Ave Marías.
¿El poder le susurra a José Rubén Zamora y José Rubén Zamora le susurra
al poder?
Pero no nos susurramos,
nos hablamos recio.
¿Qué le augura al periodismo guatemalteco en los próximos años?
Buena salud. Veo gente
joven, vibrante, excelente, vigorosa, muy profesional.
¿Y a El Periódico?
El Periódico está muy
maltrecho. Estoy haciendo muchos esfuerzos y considerando todas las opciones,
incluyendo la posibilidad de venderlo. Me han hablado algunas gentes y lo he
considerado para que subsista. Sobre todo porque hay algunos anunciantes que ya
no aceptaré, entonces no sé si yo soy viable para seguir al frente. No lograron
que lo cerrara; pero al final, si no logro venderlo, preferiría cerrarlo con
dignidad, honrando las deudas y compromisos que tenemos.