China en Siria: Acupuntura contra ataques quirúrgicos
Nazanin
Armanian
www.publico.es/131015
La noticia difundida
por algunos medios sobre de la llegada del Shi Lang, el único portaviones
chino, al puerto sirio de Tartus es falsa. A algunos les habría hecho
feliz, pensando que a los comandantes de los diez portaviones de EEUU les iba a
dar un susto de muerte frente a la opinión de otros de que serviría de una
especie de guerra psicológica para presionar a Barack Obama para que ordene el
asalto final a Siria.
Sin embargo, la noticia
fue que Beijing, aprovechando los “triunfos” militares de Rusia contra el
Estado Islámico (EI), estudia convocar una conferencia, ‘Ginebra 3’, invitando
a la oposición y al Gobierno sirios a negociar una salida política a la
tragedia que sufre este pueblo.
El escenario se
complica por momentos: la OTAN amenaza a Rusia por la violación del
espacio aéreo turco y ha convocado un Consejo al respecto en noviembre; un
Barack Obama desbordado por la situación, recibe la dimisión de John Allen,
jefe de la Coalición Anti-Estado Islámico, y otro general “amotinado”, al tiempo
que sus aviones siguen lanzando toneladas de municiones a la oposición siria,
que está siendo atacada por Rusia. Es el fin de la era pos-antiBush en
EEUU, con todo lo que conlleva.
Un enfoque regional
Desde
el inicio del conflicto sirio, la política china ha sido:
1] Buscar una
alternativa política a una intervención militar, propuesta por los
occidentales, destacando los desastres de Irak, Afganistán y Libia.
Mostrar la necesidad de
una transición política en Siria, y que ésta fuese “incluyente”.
2] Que dichos cambios
fuesen realizados con la supervisión de la ONU, que no de EEUU.
Con este enfoque, Beijing
apoyó el Acuerdo de Ginebra de 2012, participó en el Grupo de Acción para
Siria, al tiempo que vetó en tres ocasiones las propuestas de Barack Obama
contra el gobierno de Bashar Al Asad, a pesar de que el veto ruso era
suficiente para rechazarlas. China quería enseñar los dientes, además de
impedir que la cuestión siria se convirtiese en un asunto entre la Casa Blanca
y el Kremlin y reclamar así su nuevo papel en el escenario mundial.
Más adelante, en septiembre del 2013 y como
respuesta al despliegue naval de EEUU cerca de Siria, China también envió unos
buques de guerra a la zona para “observar” la situación.
De esa forma, el presidente chino Xi Jinping avisa
de que:
1. Sin el voto chino,
Occidente no puede establecer un orden mundial en el que no se respeten sus
intereses.
2. China no va a
permitir intervenciones militares ilegales contra ningún Estado.
Estos puntos estaban ausentes en su postura ante
la agresión de la OTAN a Libia en 2011: en vez de vetar se abstuvo (al igual
que Rusia) en la votación para establecer una zona de exclusión aérea. El
argumento de que ambas países fueron “engañadas” por EEUU, quien “aprovechó” el
mandato para derrocar a Gadafi con el fin de conseguir sus doce objetivos en aquel país, es un insulto a la inteligencia de los líderes de dichas
potencias. Hasta los niños de parvulario sabían que se trataba de un complot contra el Estado libio, un nuevo paso hacia el diseño del Nuevo Oriente
Próximo.
Se abstuvieron porque 1) consideraban imposible
parar el ataque de la Alianza y 2) querían estar en el futuro de la Libia sin Gadafi.
Esta sofisticada política exterior de China se
reflejó también en el expediente nuclear iraní: firmó las sanciones impuestas
por los occidentales contra Teherán, quizás por desconfianza hacia el gobierno
de Irán o quizás porque consideraron que era mejor una batería de sanciones que
un ataque militar americano-israelí a uno de sus principales proveedores de
energía. De esa forma, también pararían el expansionismo estadounidense por la
región.
El expediente sirio en el Consejo de Seguridad de
la ONU no sólo ha sido la primera prueba del buen funcionamiento de la
asociación estratégica sino-rusa, sino también el anuncio de la nueva política
exterior de China, emprendida por el presidente Xi Jinping: Beijing abandona el
perfil bajo en las crisis internacionales y, sin pretender ser protagonista,
jugará sus cartas manejando tres ejes: cooperación, negociación y resolución de
conflictos.
La cooperación con Rusia se intensificó con la
aplicación de la doctrina de Obama del “regreso a Asia” para contener a China. Y no se trata de un tándem anti-occidental. China
no se opuso a los supuestos bombardeos de EEUU contra el EI en Irak, donde tiene
varios miles de trabajadores trabajando en el sector petrolífero.
Siria en la agenda
china
a)
China no tiene un interés especial en mantener a Al Asad en el poder: no les unen
lazos ideológicos, ni políticos, ni económicos. El comercio bilateral en 2010
fue tan sólo de 2.500 millones de dólares. Y aunque Siria forma parte del
proyecto de la Nueva Ruta de la Seda china a través de Eurasia, podrá ser
reemplazada por Israel, que ha mostrado su interés en el proyecto.
b) Si prefiere a Bashar
Al Asad es porque su caída facilitaría a Occidente aumentar la presión sobre
Irán, país clave en sus suministradores de petróleo.
c) Más que la marcha de
Al Asad, le preocupa su posible sucesor. A China no le gustaría nada que fuera
un islamista.
d) Cree que el fin de
Al Asad es inevitable, por lo que mantiene contactos con la oposición.
e) Desde Siria, lo primordial para China es preservar la
estabilidad de Oriente Próximo, de donde recibe el 55% del petróleo que consume.
Como EEUU depende energéticamente de la región, pero sin elaborar algo
parecido a la Doctrina Carter para el Golfo Pérsico.
f) Comparte la preocupación rusa por la expansión
del yihadismo, patrocinado por EEUU, Turquía y Arabia Saudí. Al igual que
Rusia, India y Egipto, China ve en Al Asad un freno para el extremismo
religioso. La última maniobra antiterrorista de la Organización de Cooperación
de Shanghái (OCS) fue realizada en junio pasado en la Mongolia interior y,
en agosto, China y Rusia hicieron unos ejercicios navales conjuntos en el mar
de Japón con el terrorismo religioso como enemigo a batir. Este mal representa
para China un obstáculo al desarrollo económico y una amenaza a su seguridad
nacional. En los atentados del 30 de septiembre en la región de Guangxi que
causaron siete muertos se produjeron 16 explosiones.
A decir verdad, a Beijing no le disgustaría que
los bombardeos de Rusia empujasen al Estado Islámico hacia Turquía, para que
Recep Tayyip Erdogan, que respalda a los fundamentalistas uigures, probara su
propia medicina. China y Rusia, con unos 55 millones de ciudadanos
musulmanes suníes, están decididas a eliminar el extremismo salafista de
Eurasia, que, por otro lado, han extendido su negocio de opio por toda la región.
Los terroristas ya actúan en Rusia, China,
Kirguizistán, Uzbekistán y otros territorios de la OCS. Siria es el lugar donde
la OCS, como bloque de seguridad colectiva, actúa por vez primera fuera de su
geografía. EEUU y yihadistas extienden el “Arco de Crisis” a Asia Central.
Desde Siria, Beijing
muestra su lealtad hacia Rusia, consolidando la Asociación Estratégica vital
establecida para preservar los intereses comunes.
¿Participará China en
acciones militares contra EI? Muy improbable, aunque en 2014 ofreció a Irak
bombardear a los yihadistas.
Hace unas décadas fuimos testigos de cómo la
doctrina insensata y anti-científica de Mao Zedong de Tres Mundos invitaba a la
izquierda a unirse al imperialismo “decadente” de EEUU para derribar el
“imperialismo social ascendente” de la Unión Soviética, y así acercar el
socialismo. Hoy, con todo lo que ha caído desde entonces y lo que las potencias
mundiales han planeado, el principal reclamo debe ser no a la guerra, a ninguna
y bajo ningún concepto. Mejor acupuntura que ataques quirúrgicos, aunque el
objetivo sea el mismo.