Xavier
Pikaza
www.religiondigital.com/200415
Me cuesta encontrar en
mi interior esa palabra: Yo soy Lampedusa, no logro descubrirla del
todo, me da rubor decirla, me avergüenza:
¿Quién soy para decir
así, Soy Lampedusa, sentado en mi mesa de trabajo, con el sol de
frente, el gran campo que llega a mi ventana y a lo lejos el monte nevado,
tranquilo, de Gredos?
¿Quién soy yo para
decir Soy Lampedusa, recién tomado un café, que ha venido desde Etiopía
o Colombia, preparado en una cafetera italiana, comprado cerca, en el
supermercado lleno de cosas que sobran...?
¿Quién soy yo…? Y sin
embargo, invitado por Jesús, me atrevo a decirla, porque él la dijo Jesús (ésta fue la
última palabra "pública" de su historia, según Mt 25, 31-46:
-- Tuve hambre…y me
disteis (no me disteis) de comer
-- Tuve sed… y me
disteis (no me disteis) de beber
-- Fui extranjero y me
(o no me) acogisteis
-- Estuve enfermo o en
la cárcel… y me (o no me) visitasteis
-- Estuve perdido por
el mar errante, buscando una tierra y me (o no me) acogisteis
Me atrevo de decir con
Jesús esa palabra, porque sólo ella puede mantener nuestra humanidad en vida. Sólo si digo
(sólo si decimos todos Yo soy Lampedusa, podremos seguir viviendo sobre este
mundo, y no matarnos todos):
-- Estamos en el
límite, como dijo Dt 30: Pongo ante vosotros la vida y la muerte... (Muchos
escogemos una vida que lleva a la muerte).
-- Estamos ya ante una
economía hecha de muerte, no hace falta que esperemos más para ver lo que pasa;
bajando esta pendiente moriremos (nos mataremos) todos, como dijo ya Jesús en
Mc 13 o Mt 24-25.
-- Estamos ante vallas
asesinas de infierno, alambradas y mares que dividen dos mundos (o dos simples
barrios de un pueblo), como Ceuta o Belén de Judea, como el Gran Muro de USA, o
cien muros más que nos separan a unos de otros con odio o dinero/religión de
muerte, de tal forma que al fin moriremos todos (quien a hierro separa, a
hierro muere).
-- Navegamos sobre mar
de destrucción como en las aguas de Libia y Lampedusa, discutiendo en un gran
trasatlántico de lujo sobre leyes y normas (economías y estados, FMI, OMC,
Europa...), mientras siguen muriendo 7, más 7, más 7, hasta setecientos, es
decir, casi todos, por culpa de muchos.
La “culpa” es de
muchos:
‒ La culpa es del
hambre de las mayorías y de la riqueza injusta de un sistema económico y
social (cultural) lleva a la muerte (pueden buscarse escusas de religiones y
cultura, pero la causa real es el hambre, la injusticia...
‒ La culpa viene de la ostentación de una cultura
de imagen que atrae a los hambrientos o menos ricos de "otros mundos",
con su falso espejismo de libertad mentirosa y de dinero fácil. El mismo
"cielo" falso se vuelve de esa forma infierno.
‒ La culpa inmediata es de las mafias de los “transportistas” de muerte, los pequeños y los grandes negociantes de la carroña, que se alimentan de cadáveres. Sí podrán elevarse vallas más eficaces en Ceuta o en USA, podrán vigilarse los mares con drones... de forma que nada se mueva en las aguas (ni una patera...), pero con eso no se resuelve nada. La solución es decir como Jesús "yo soy el hambriento"... y buscar un camino distinto de vida solidaria, empezando siempre por "nosotros" (de un lado y de otro).
‒ Es culpa de las naciones/estados (que no están al servicio del hombre concreto, sino del mismo Estado...); es culpa de los poderes del mundo hechos mafias de dinero, la "mamona" que Jesús superó que el "diablo", es decir, el anti-dios concreto, destructor de la vida material y de la vida "del alma", es decir, de los principios éticos de solidaridad
-- Es también culpa
mía, pues sigo sentado alegre en la proa de mi ventana y diciendo libertad,
mientras mueren y vuelven a morir más de 700. No sé qué más hacer... seguir
escribiendo a favor de la solidaridad, abrir pequeños caminos de justicia,
querer entender a todos dialogando...
No me atrevo a decirlo
por mí mismo, pero lo digo con Jesús
-- Yo soy tú, yo soy
vosotros, cada uno de los 700 de Lampedusa y de los 40.000 que hoy mismo
están muriendo de hambre en el mundo.
-- Yo “soy
Lampedusa” (estuve hambriento, perdido en el mar…), pero el mismo tiempo
puedo y debo hacer presente en aquel mar y en todo el mundo de los hambrientos
y enfermos, con mi pequeño testimonio de humanidad, con este blog solidario,
con los libros que escribo (quiero escribir) al servicio de una humanidad que
se quiere y dialoga... diciendo yo soy todos.
-- Por encima de mafias de dinero (grandes y pequeñas), por encima de religiones que enferman también, y de estados que se buscan a sí mismo (para bien de algunos que roban y roban), quiero elevar hoy mi candela de humanidad, la de la primera imagen, diciendo, simplemente: Yo soy humanidad, todos nosotros somos "uno" (en el Dios de Cristo..., o en la humanidad solidaria, si no creo expresamente en ese Dios).
Otra imagen
Junto a la candela
inicial de "yo soy Lampedusa" he querido poner hoy la imagen de una
mujer que "va a morir" en su barca de flores, con música de fondo,
sobre un mar donde muchos olvidamos el sentido de la humanidad. Que esa segunda
imagen de mujer en una barca de muerte nos permita evocar mejor el don y la
exigencia de la solidaridad humana: