Entrevista con Raúl
Vera
Renzo D´Alessandro
México, el país más
destruIdo de la tierra
A lo que apuesta el capitalismo neoliberal es a la desaparición de parte de la humanidad
A lo que apuesta el capitalismo neoliberal es a la desaparición de parte de la humanidad
–¿Qué evoca en usted su estancia en Chiapas?
–Lo que aprendí aquí, en medio de los hermanos
mayas, choles, tzotziles, tzeltales y tojolabales. Aquí vi una diócesis que don
Samuel organizó espléndidamente y cuyo trabajo pastoral y evangelizador se
realizó bajo el espíritu del Concilio Vaticano Segundo. Antes de llegar aquí,
me decían que en Chiapas “se idealizaba a los indígenas”, pero la realidad es
que quienes hablaban así sólo justificaban su racismo, ya que no conocían al
mundo indígena más que por las películas de la India María. Tenían la
mentalidad del indigenismo que piensa que los indígenas deben abandonar su
lengua, valores, costumbres y relaciones con la tierra, el agua y el bosque.
Don Samuel decía, cuando el levantamiento
zapatista: “Si estos hermanos quieren entrar en México a vivir con su cultura y
su riqueza es porque saben lo que le pueden aportar a este país.”
–En ese contexto, ¿existen las condiciones para la
construcción de un diálogo que cree un nuevo pacto social y de paz con el
Estado?
–No. Aquí el diálogo va a ser entre los ciudadanos.
Desgraciadamente no tenemos Estado mexicano, ese es nuestro problema. El
diagnóstico que resultó de las preaudiencias y audiencias del Tribunal Permanente
de los Pueblos (TPP) presenta pruebas fehacientes de la situación de usurpación
que hace el Estado mexicano en contra de la población. Entonces no vamos a
dialogar con un Estado, o mejor dicho, con un equipo de gobierno deshonesto,
que no está cumpliendo con sus obligaciones sino, al contrario, destaza la
Constitución con sus reformas estructurales para que vengan a saquearnos.
¿O acaso no llenaban de elogios en Inglaterra al
señor Peña Nieto por sus reformas estructurales? Es igual que Walter Raleigh,
el pirata de Isabel I: así va a ser recordado, por llevar el título del “pirata
de la reina”. El diálogo es entre nosotros. ¿Qué vamos a dialogar con ellos?
¡Queremos redactar la Constitución que necesitamos nosotros, el pueblo!
¿Cómo vamos a llegar? Mediante el Artículo 39 de la
Constitución, que establece una vía pacífica para tener el gobierno que
queremos. Tenemos que plasmar las bases que rijan el pacto social, las
relaciones que tenemos con nuestra tierra, propiedades, petróleo, energéticos,
metales, y especialmente con nuestro maíz. No van a regirnos leyes como las que
le están dando a Monsanto la propiedad intelectual del maíz criollo para que
mañana, si le encuentran a un campesino maíz criollo en su casa, lo terminen
encarcelando porque ya es Monsanto la dueña de la patente del maíz que
domesticaron nuestros pueblos originales.
Vamos a llegar mediante el plebiscito, el
referéndum, la revocación del mandato, la consulta popular y los consejos
ciudadanos presentes, y no con esos equipos de poder fácticos como el Instituto
Nacional Electoral. Queremos llegar a una elección popular con nuestros
representantes populares, que serán los que hagan y conformen una asamblea
constituyente. No queremos la
participación de los partidos políticos que han mandado cantidad de bazofia a
las Cámaras, y han puesto en el [Poder] Ejecutivo a gente deshonesta y
truhán que se ha dedicado a desviar el poder para que seamos despojados.
–¿En qué se parece el proceso del Nuevo
Constituyente con el que implicó la preparación y la construcción de los
Acuerdos de San Andrés?
–En que es un diálogo con el pueblo. Los diálogos
de San Andrés se pararon. Mientras se estuvo hablando de derechos y cultura
indígena, de cosas que, decían algunos, “les interesan a esos inditos”. Hasta
el día de hoy los pueblos originarios no son sujetos de derecho, son simples
objetos de derecho. La ley indígena hoy no es otra cosa que un planecito de
Sedesol para seguir dando maicito, lechita y tonterías.
Es necesario reconstruir los distritos electorales
para que cada uno de los grupos y las familias dispersas en la República tengan
una representación en las Cámaras. Siempre discutieron que no podría haber un
cuarto nivel de gobierno, pero ¿no dice el Artículo 2 de la Constitución que
somos una nación plural? Ni siquiera llevaron a la Constitución esa ley, pero
se mantenían en el diálogo, aunque ya empezaban a hacer su estrategia
contrainsurgente de guerra de baja intensidad con los paramilitares matando y
echando fuera a los hermanos de sus comunidades, con el fin de quitarle el agua
al pez para que se muriera.
Pero, además, gastando un dineral, porque para
atacar a los 15 mil sublevados, atacaron a los otros 85 mil. ¡Magnifico!, eso
les diría Estados Unidos, que les vendía las armas y era el que proveía de
todo. Es entonces cuando se empieza a hablar de democracia y de justicia, y
surge la reflexión de que la estructura de México es la que tiene que cambiar.
Entonces empezamos a pensar en una nueva
Constitución, porque no quisieron que desde aquí surgiera un camino hacia un
nuevo México para que se integraran no solamente los hermanos, sino todos los
mexicanos que estaban afuera. Hoy México está en hambre, en miseria, en
violación de los derechos humanos, todo el país está como estaba Chiapas en
esos días.
–Pero entonces, ¿cómo se articula la propuesta del
Nuevo Constituyente con el contenido y método de otras propuestas, como la
Sexta Declaración de la Selva Lacandona?
–Bueno, no hemos hecho nosotros ese ejercicio. Ese
lo van a tener que hacer nuestros hermanos, pero las experiencias previas por
supuesto que van a ser un abono. Aquí no se trata de que un grupo va a
avasallar, se trata de que todo el pueblo sea consciente. No vamos a decir:
“ah, ellos ya lo hicieron, entonces vamos a hacer lo mismo” o “como ya lo
hicieron entonces les copiamos todo”. Si algo nos enseñó el camino que
realizaron aquí los pueblos de Chiapas –que fue una organización de la Iglesia,
aquí lo hizo la Iglesia–, es que no queremos que un grupo avasalle. Aquí la
gran riqueza que le dio fuerza a este movimiento, no sólo a nivel nacional sino
mundial, fue el sujeto social que aquí se creó. Y si algo nos pueden dar los
pueblos originarios a este proceso es la riqueza humanística que tienen.
–¿Cuál sería la diferencia de su concepción del sujeto social en este proceso, respecto de la que tuvo en su momento don Samuel Ruiz?
–Son lo mismo, es el ser humano, es un amor libre,
crítico, capaz de tener una cultura de servicio en el ámbito político, que
entiende que la tierra es de todos, que esta casa es la casa de todos. Hay
valores universales que vienen en el Evangelio, porque aquí lo predicó Samuel
Ruiz: “Yo lo único que anuncio es el Evangelio, no tengo nada que ver con el
capital, ni con el marxismo. El Evangelio es de por sí liberador del hombre”;
punto y se acabó. El concepto del hombre que tiene el Evangelio es universal,
no estamos inventando un hombre diferente, es el mismo que tiene la capacidad
de organización social y comunitaria de nuestros hermanos que están por tradición
preparados para hacerla.
–¿Cómo se articularían los resolutivos del tpp y el
proceso del Constituyente con otros procesos de base, por ejemplo los Espejos
zapatistas, los acuerdos entre el CNI y el EZLN?
–No hay ningún problema. El tpp no es un grupo que
creó un movimiento, lo que hizo fue someter a juicio a partir de acusaciones al
gobierno mexicano en torno a la victimización que están generando en este
momento los mecanismos gubernamentales y las víctimas que crea este sistema
injusto en el que estamos.
El tpp hizo una revisión orgánica de esa injusticia
a través de los muchos sectores que escuchó. Lo que estamos haciendo es seguir
el legado de la sentencia final, las acusaciones y la descripción del período
espantoso que vive México, el país más destruido de la tierra. El tpp es la
visión y la identificación de las causas comunes que ahí surgen. Es todo, es
una iluminación para que nosotros tengamos un camino a seguir, que no es
distinto del camino a seguir que están buscando todas estas personas. O sea, no
hay ningún problema, estamos unidos porque tenemos enfrente al mismo enemigo de
la vida, de la paz y de la justicia en que se ha convertido en este momento el
gobierno mexicano.
–¿Considera realmente que en México existe el
capital humano para poder lograr un nuevo Constituyente?
–El capital humano que ya existe ahí está. Lo
tenemos que organizar y también nos tenemos que dar tiempo para generar ese
capital en donde todavía no existe. Por eso nos estamos proponiendo formar
cuadros ahí en las aldeas, los parajes, las rancherías, los barrios. Ese es un
camino de crecimiento como ciudadanos críticos que quieren participar en la
construcción del país.
El empoderamiento viene del pueblo que dice: “Yo
dicté esta Constitución, es mía, no me la dieron esos señores.” ¿Qué se
piensan? ¿Que les dimos el derecho a hacer leyes de todo tipo, incluyendo la
porquería que nos están dando ahora con la Ley Federal del Trabajo, la Ley de
Aguas? Es vender y vender, porque a lo que le apuesta el capitalismo neoliberal
es a la eliminación de una parte de la humanidad.
La razón fundamental es que no quieren en la Tierra
más gente que consuma energía, porque no están dispuestos a rebajar su nivel de
vida. Si empezamos a compartir la energía que la Tierra produce para todos,
vamos a tener que vivir más modestamente, y el uno por ciento de los habitantes
de la Tierra quiere seguir en el lujo y en el despilfarro. ¡Esa es la raíz del capitalismo neoliberal! Eliminar a la gente porque
no quieren abandonar el lujo en el que siempre han vivido.