Fernando
López, sj
www.cpalsocial.org/200415
En viernes santo el río Xingú fue sentenciado a muerte, está siendo
cortado y agoniza… Su indómita, fecunda y milenaria libertad es encadenada por
la hidroeléctrica Belo Monte, “feo monstruo”, como fue apodada por el pueblo. Con él mueren culturas milenarias,
lugares y simbologías sagradas, fuentes espirituales de vida, islas y terrenos
inundables, igarapés [1] bosques,
plantas y animales. Y son violentados y heridos todos los habitantes de la
región: indígenas y ribereños, poblaciones urbanas y pequeños asentamientos, en
resumen, todos los pueblos bañados y alimentados por las aguas del Xingú y sus
afluentes desde tiempos inmemorables. Toda la vida de la región se empobrece.
Viacrucis en Altamira, Estado
Pará (Brasil, 3/4/2015): en la mañana
muy temprano, al rayar el sol, un “río de gente” firme y con la cabeza erguida avanza por las calles de la ciudad. Es
el pueblo simple, pueblo de Dios que camina valientemente, rezando y
denunciando la injusticia, el abuso y la muerte impuesta por los poderosos y
sus matones; amigos de los “Césares”
que veneran al ídolo dinero y sus faraónicos proyectos de destrucción de la
naturaleza y de esclavización del pueblo.
Despertando la conciencia de la ciudad, el “río de gente” avanza cantando y anunciando que el Proyecto
de Vida Abundante de Dios (Jn, 10:10) es más fuerte que la muerte, que la
justicia vence a la injusticia, la libertad a la esclavitud, el amor al odio y
el Dios de la vida a los ídolos de la muerte, del poder y del dinero.
El obispo de la Prelatura del Xingú, Don Erwin Kräutler, encabeza el “Viacrucis”. Va adelante, como pastor al servicio
de la Amazonía y sus pueblos,
defendiendo su gente, ríos y bosques, cuidando de toda la vida de la Creación,
de la Madre Tierra que amamanta y sustenta a todos. Dos guardias lo
acompañan en la procesión, pues los poderosos decretaron su muerte hace años.
Sin embargo, su verdadera seguridad está en las manos de Dios, presente
en las centenas de manos y corazones del pueblo que lo ama, lo cuida y lo
acompaña.
Juntos “como miembros de un mismo cuerpo que tiene a Cristo como
cabeza” (1 Co 12), obispo y pueblo
sufren y lloran, aman y luchan, denuncian y anuncian, rezan y cantan con
obstinación y profecía la victoria de la Cruz y de la Justicia, de la
Resurrección y de la Vida sobre todo tipo de muerte.
El “río de gente” a lo
largo del Viacrucis, anuncia y denuncia: “Jesús cayó y se levantó.
Cuántas personas en Altamira caen por la desatención de las autoridades y no
logran levantarse por falta de solidaridad, apoyo, estímulo, ayuda… En nuestra
ciudad hay tantas personas que necesitan un médico. Enfrentan demoradas filas
en busca de disminuir sus dolores y solucionar sus problemas de salud…
¿Cuántas Verónicas existen en
nuestra ciudad? Hay tantos que necesitan a alguien para que seque sus lágrimas,
su cansancio y su sufrimiento: indígenas, ribereños, colonos, habitantes de la
periferia de Altamira… Que las mujeres sean tratadas con cariño y respeto, con
dignidad y no como objetos de consumo y placer, de expoliación y dominio.
Jesús es clavado en la cruz
cuando la sociedad permite que niñas y niños, adolescentes y jóvenes sean
traficados, explotados, vinculados con las drogas y en procesos de violencia y muerte.
En la región del Xingú y en Altamira muchos mueren por la falta de atención de
las autoridades, por las consecuencias de los grandes proyectos… Sin embargo,
la muerte de Jesús trajo para la humanidad la certeza de la Resurrección…”
Hoy en día los Judas, los Pilatos y las autoridades corruptas siguen
libres. Se arrodillan ante el ídolo del poder y del dinero. Venden pueblos,
ríos y selvas por “treinta monedas”.
Se lavan las manos, sentencian y entregan a los justos que defienden la Vida. Y
sueltan a Barrabás: sus jefes, ladrones y bandidos, que reparten la muerte por
la Amazonía.
Muchas personas ya cayeron y fueron crucificadas en el Viacrucis del
Xingú. La hermana Dorothy Stang (12/02/2005), misionera norteamericana que actuaba junto a
los campesinos y campesinas del Proyecto de Desarrollo Sustentable Esperanza
(PDS Esperanza), en el municipio de Anapu, en Pará.
José Claudio Ribeiro da Silva
y María do Espírito Santo (24/05/2011), la pareja que luchaba desde 2008 contra la
devastación forestal y la explotación ilegal de madera en la región de Maçaranduba,
en el sudeste de Pará.
El agricultor Erenilton
Pereira dos Santos (28/05/2011) y otras tantas personas asesinadas… Según el
diario Correio Braziliense (12/02/2015) “en los 10 años sucesivos a la muerte
de la Hermana Dorothy la situación permanece prácticamente inalterada. Del 2005
al 2014, el número total de asesinatos en campo disminuyó: fueron 334. Sin
embargo, Pará concentró 118 de las muertes, que sería un 35,3%. De los 548
intentos de asesinato, 165 sucedieron en Pará. De las 2.118 personas amenazadas
de muerte, 617 vivían en Pará”.
Varios líderes ribereños, campesinos e indígenas hoy continúan
amenazados y señalados para morir en la región del Xingú. El testimonio y el
compromiso de ellos es fuerte y valiente, defienden con sus vidas la Vida de la
Amazonía y de sus pueblos. Un ribereño que se dedica a la agricultura y a la
extracción de algunos materiales (por seguridad no damos su nombre), que vive a
400 km de río de Altamira (¡tres días en lancha!), comparte su dolorosa y
profética experiencia: “Yo solo quería defender a mi familia y la tierra
en la que vivimos.
Los madereros, grileiros [2] y hacendados, cuando
quieren tomar un terreno, primero entran por las buenas. Después, cuando se apoderan
de todo, te dan una patada. O te quedas de criado o te vas, porque si no, te
matan y se quedan con toda la tierra y con tus pertenencias. La rabia de ellos
conmigo fue porque yo nunca acepté. El hacendado vino a mi casa queriendo
comprar mi terreno por diez mil reales. Yo no acepté y entonces él me dijo «
¡después no venga a reclamar! » Entonces comenzó a invadir y a destruir mi
cultivo de castaña, diciendo que, como yo no quise venderle, era mi problema…”
Este hermano agricultor, profeta de nuestro tiempo, pasó más de un año con custodia policial domiciliaria en su comunidad ribereña. Lo mismo le pasó a otros habitantes de la región. Y como nuestro hermano agricultor alertó: la hidroeléctrica Belo Monte (CCBM) y la Norte Energía, “primero entran por las buenas”, inundando con beneficios a las comunidades (lanchas, motores, carros, casas, etc.), pero poco a poco se van apoderando de todo.
En Altamira y a lo largo del curso fluvial los líderes comentan: “La
empresa no informa a las comunidades ni cuenta la verdad. Mucha gente está
desinformada y con miedo de lo que va a pasar. Es muy difícil luchar contra
tanto “regalo” que coincide con
las muchas necesidades que el pueblo tiene. Un dicho importante: «hay que comer
la carnada, pero no tragarse el anzuelo»”
Por otro lado, a pesar de la demarcación de las Tierras Indígenas (reconocimiento administrativo y legal en el
Brasil) y de la implantación de las Reservas de Extracción (Resex) continúan los procesos de invasión efectuados
por madereras y garimpeiros, así como también la usurpación de tierras. Las
autoridades saben lo que está pasando. Solo tienen que mirar los
informes y las cartografías oficiales sobre deforestación, si es que no creen
en los estudios paralelos hechos por ONGs.
Cualquier ciudadano con acceso a internet puede observar en Google Earth (aún si las fotos no son actuales) la gravedad del avance de la
deforestación a lo largo de las carreteras BR 230 (la Transamazónica) e BR 163
(Santarém-Cuiabá).
Madereros, grileiros y grimpeiros
no respetan ni las Resex, ni las Tierras Indígenas. Y tanto los gobiernos
(federal y estatal) como sus diversas agencias saben que estas invasiones están
ocurriendo. ¡Pero no hacen nada! ¿Por qué? ¿Incapacidad o ineficiencia?
¿Complicidad o confabulación? Estas preguntas están en el corazón y en la mente
de cada ciudadano, de las familias ribereñas e indígenas que ven invadida y
destruida la Madre Tierra que los sustenta y, por lo tanto, amenazado el futuro
de sus hijos e hijas.
También es impresionante la obra faraónica de la hidroeléctrica
Belo Monte. El paredón (la represa) y el
“canal” de desvío del río Xingú
en Volta Grande, dejarán secos 100 Km del lecho natural del río. Y ahora, en la
prensa y en los noticieros están quedando al descubierto “el paredón y
el canal” de la corrupción billonaria de
esta obra faraónica, “elefante blanco” de otros tiempos. ¿Y el gobierno? Cómplice connivente o ineficiente. La dictadura del capital y de
los secuaces que lo controlan se impone.
Todo queda subordinado al dinero: la política, la ecología, el cuidado y la
defensa de la vida en todas sus formas.
Y en medio de toda esta violenta y depredadora realidad desarrollista
están los pueblos indígenas que viven en la cuenca del río Xingú en situación
de aislamiento, de quienes se tiene unas diez referencias. Ellos son los más
vulnerables. Sus vidas están amenazadas. Con el “ecocidio” provocado por los mega emprendimientos en la
región, está decretado el genocidio de estos indios aislados. ¿Quién se
hace responsable por estas vidas vulnerables? ¿En dónde está el gobierno para
protegerlos? Y la sociedad civil, ¿se
queda callada?
Brasil es el país con mayor
número de grupos humanos aislados del mundo, con más de 100 referencias, la
mayoría de ellas confirmada por la agencia estatal Fundación Nacional del Indio
(Funai). Ellos huyeron hacia las
cabeceras de los ríos y selva adentro; se aislaron debido a la violencia del
sistema colonial de ayer, y el neocolonial capitalista y depredador de hoy. Con
los mega emprendimientos y la creciente presión sobre los recursos naturales
del Amazonas (que concentra 1/3 de la biodiversidad del planeta), los pueblos
indígenas aislados se están quedando sin espacio y pidiendo socorro!
Las señales de muerte en la Amazonía son muchas, pero son mucho más
fuertes las semillas de vida que siguen germinando en medio de las carreteras,
selvas y ríos de la Amazonía. A nivel local, los pueblos siguen de pie, con la
cabeza erguida, luchando y avanzando con dignidad, pintados y adornados,
bailando la danza de la vida al son de las maracas. A nivel global la
consciencia ecológica va creciendo, intentando enfrentar al sistema económico
capitalista impuesto que siembra destrucción y muerte alrededor del mundo.
A nivel eclesiástico, también hay fuertes señales de esperanza. La
encíclica sobre Ecología que en los próximos meses será lanzada por el Papa
Francisco, denuncia y anuncia proféticamente la responsabilidad humana de
defender la vida y cuidar toda la Creación.
También, en septiembre de 2014 fue oficializada la Red Eclesial
Panamazónica (REPAM) con el firme apoyo del Papa: “La misión de la
Iglesia debe ser incentivada y relanzada en la Amazonía”. La REPAM es una iniciativa profética que promueve una misión más
geoestratégica en la Pan Amazonía y en el mundo. La iglesia es la institución
con más presencia en toda la región. La REPAM vino para articular la misión de
la Iglesia en la Amazonía junto a sus pueblos. Una misión que escucha el clamor
de la vida de la región y camina con sus pueblos. La REPAM busca desarrollar
su misión en la Amazonía fortaleciendo y articulando los servicios
institucionales (conectividad y estabilidad), con los servicios introducidos
(proximidad e inserción) y con los servicios itinerantes (conectividad e
inclusión), teniendo así una mayor incidencia en su acción profética.
Un signo fuerte de esta capacidad de servicio e incidencia de la REPAM
fue la audiencia que, recientemente, tuvo lugar en Washington-DC (19/03/2015)
en la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Allí se denunció la
violación de los derechos humanos y ambientales que sufren las comunidades
indígenas y campesinas afectadas por las industrias extractivas. El obispo
Pedro Barreto, Presidente del Departamento de Justicia y Solidaridad del CELAM,
y quién también fue amenazado de muerte por denunciar la violencia de la
minería en Perú, afirma en el CIDH: “queremos testimoniar la angustia y
el sufrimiento de muchos hermanos y hermanas que padecen las consecuencias de
la devastadora y cada vez más amenazante actividad extractivista sin rostro
humano y sin ética”.
Los pueblos indígenas, con sus proyectos de Buen Vivir, son caminos de
resurrección y vida para la humanidad y el planeta. Esta es nuestra fuerza y
nuestra esperanza: el Buen Vivir, la Resurrección y la Vida vencen la muerte!
Dando un toque Amazónico a las palabras proféticas de San Romero de América que
dijo “si me matan, resucitaré en la vida de mi pueblo”, nosotros, junto con los pueblos indígenas y
aquellos que luchan por la justicia para todos decimos: “si nos plantan,
germinaremos y nos multiplicaremos en la vida de las selvas, los ríos y los
pueblos de la Amazonía!”.
Notas:
La
traducción es de Constanza Solórzano.
[1]
Palabra adoptada de la lengua Tupí que como su etimología lo indica ”ygara”
(canoa) y ”apé” (camino), designa un curso de agua derivado de un río,
navegable apenas por pequeñas embarcaciones; típico del ecosistema amazónico.
[N. De la T.]
[2]
El término en portugués grileiro hace referencia a una técnica de falsificación
de títulos de propiedad que consistía en depositar por unos días estos
documentos en una caja con grillos, con el fin de que el excremento de los
insectos le dieran el tono amarillento de los papeles antiguos y así poder
apropiarse ilegalmente de ciertas tierras. [N. de la T.]