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Dijo alguna vez
Winston Churchill que sin guerra se sentía perdido. Lo que también extrañaba
enormemente era el imperio perdido. El sucesor de Churchill, el Imperio del
Caos, se encuentra hoy con el mismo dilema. Sucede que estas guerras por el
poder, como la de Ucrania, no suelen ser afortunadas. Sobre todo cuando la
caída del imperio se manifiesta, cada vez más, a través de algunas medidas
tomadas por ciertos jugadores que se orientan hacia un mundo multipolar.
Todo eso activa
evidentemente a todos los grupos de reflexión que conforman el reino de la
charlatanería en los EE.UU. y que oscilan entre previsiones que llevan el sello
de la CIA acerca de la próxima desintegración de Rusia y el ascenso de la
dictadura comunista en China. En síntesis se siguen meciendo en ilusiones
(imperialistas) en el poco tiempo que les queda como prolongación de su hegemonía.
El acrónimo que
todas esas previsiones no osan revelar es el BRICS (Brasil, Rusia, India, China
y Sudáfrica). Para los amos del Universo que realmente controlan el sistema
mundial (o el de los conductos de la energía) existentes, los BRICS son peores
que la peste. Es cierto que los BRICS se hallan enfrentados a muchos problemas.
Brasil por el momento se encuentra totalmente paralizado por un proceso
contraproductivo largo y complejo al que actualmente se agregan las
intimidaciones de los lacayos locales del Imperio del Caos por un cambio de
régimen. Será largo pero Brasil terminará por recuperarse.
En realidad son los
RIC (Rusia, India y China) los verdaderos motores del cambio. A pesar de todas
sus enredadas diferencias todos están de acuerdo que no deben enfrentar
directamente a la potencia dominante con vistas a establecer un nuevo orden
multipolar.
El Nuevo Banco de
Desarrollo (NBD) de los BRICS, una decisiva alternativa al Fondo Monetario
Internacional (FMI) que permitirá a los países en desarrollo desvincularse del
dólar estadounidense como moneda de reserva, comenzará a operar antes de fin de
año. El NBD financiará proyectos de infraestructuras y desarrollo no solamente
en los países del BRICS, sino también en otros países en desarrollo.
Se acaba el Banco
Mundial bajo control de los occidentales cuyo capital y capacidad de préstamos
jamás fueron aumentados por las potencias de Occidente. Los países del BRICS
detentarán el 55% del poder de voto y ninguno de los países tendrá más del 7%
de los votos. El punto crucial es que los países en desarrollo también podrían
convertirse en socios y obtener préstamos.
¡Estos condenados
comunistas!
Un encuentro cordial
tripartito está también en preparación. El primer ministro indio Narendra Modi
visitará China en mayo próximo e igualmente China encarará un avance sobre los
diferendos territoriales. Delhi lleva las de ganar, inversiones masivas de
capital y exportaciones a China mientras Pekín quiere aprovechar el inmenso
mercado indio y sus conocimientos tecnológicos. Al mismo tiempo China ha
ofrecido ayuda económica a Rusia, si Moscú se lo pide, agregándose así a su
asociación estratégica en plena evolución.
El pivote hacia Asia
lanzado por el Pentágono está por lo tanto listo para ir a ninguna parte. Es
preciso decir que la intimidación ejercida contra los países del sureste
asiático, el sur de Asia y hasta el este asiático para transformarlos en
simples vasallos del Imperio del Caos, oponiéndose a China por sobre el
mercado, está desde el principio condenado al fracaso. A lo que debe agregarse
el cuento de hadas que pretendía remilitarizar al Japón para convertirlo en una
potencia capaz de contener a China.
La voluntad de
aislar a la dictadura comunista no se disipará. Solo hay que pensar, por ejemplo
en el TGV (Tren de alta velocidad, N. de T.) que
unirá próximamente Kunming, en la provincia de Yunnan, con Singapur, pasando
por un sector estratégico del sureste asiático al que Washington solo consideró
siempre como una serie de Estados clientes. En el Asia del siglo XXI que se
despliega todo es cuestión de interconexiones y China se mantiene como el
inexorable sol que irradia esta galaxia.
En momentos en que
China intenta poner a punto un aspecto extremadamente complejo de su modelo de
desarrollo económico, como expliqué anteriormente. El monopolio que ejercía
China en el área de productos de baja gama y que hasta ahora constituía su base
industrial está emigrando hacia los países en desarrollo y sobre todo alrededor
de la cuenca del océano Índico. Se trata de una buena nueva para el gran Sur,
que incluye a países africanos como Kenia y Tanzania, así como algunas regiones
del sureste de Asia y de América Latina.
Es probable que a
título puramente comercial el Imperio del Caos no sea desterrado de Asia. Pero
los días felices de su economía en ese continente, como padrino político que le
ofrecía su protección, están contados.
La versión china de
ir hacia Occidente se remonta a 1999. De
los diez puertos de contenedores del mundo, no menos de siete son chinos (los
otros son Singapur, Roterdam y Pusan, en Corea del Sur). La lectura del
duodécimo plan quinquenal de China, que concluye en 2015, permite comprobar que
ha alcanzado, y hasta superado, la mayor parte de los objetivos establecidos en
él, ocupar una posición dominante en los siete sectores tecnológicos más
importantes.
El banco chino
dejará fluctuar cada vez más el yuan con respecto al dólar estadounidense. De
tanto en tanto se irá desprendiendo de cantidades de dólares. La relación con
el dólar estadounidense, que ya lleva veinte años, se detendrá. La nación
comercial más grande del planeta, que es al mismo tiempo la segunda economía
mundial, no puede permitirse seguir atada a una sola divisa. Pekín sabe
demasiado bien que su dependencia del dólar amplía cualquier choque externo
sobre la economía china.
Sykes-Picot revivido
Un proceso paralelo
al del sureste asiático se producirá también en Medio Oriente, es decir, el
desmantelamiento del Estado-nación, o dicho de otro modo el desbarajuste de los
acuerdos Sykes-Picot que datan de hace cien años. ¡Qué contraste con la vuelta
al Estado-nación en Europa!
Algunos murmuran que
Obama personifica la versión remozada de Sykes y que Putin representa la de
Picot. No es así. En los hechos es el Imperio del Caos que pone en juego el
nuevo Sykes-Picot reconfigurando directa o indirectamente al Gran Medio
Oriente. El exjefe de la OTAN, el
general Wesley Clark, ha revelado recientemente lo que ya todos sabían, es
decir, que ese falso califato llamado EIIS/EIIL/Daesh está financiado por
amigos de EE.UU. como Arabia Saudí, Catar, Turquía e Israel. Ya que el
ministro israelí de Defensa Moshe Yaalon ha reconocido que el EIIS no amenaza
los intereses de Israel. El Daesh deshilacha en realidad los acuerdos Sykes-Picot
por cuenta de EE.UU.
El Imperio del Caos
ha tratado activamente de desintegrar Irak, Siria y especialmente Libia. He
aquí que ahora el jefe de la casa saudí, el bastardo que la encabeza, el rey
Salman no es otro que el antiguo reclutador yihadista Abdul Rasul Sayyaf, el
salafista afgano que era el cerebro que estaba detrás de Osama Bin Laden y de
Khalid Cheikh Mohammed, el presunto director de los atentados del 11-S.
No es otra cosa que
un clásico ejemplo del Imperio del Caos en acción (las naciones indispensables
prefieren la dilapidación a la edificación del país). La salvaje dilapidación
de los países, aunque habrá otros, de Asia Central en el Yinhiang de China, sin
olvidar a Ucrania, alias “Nulandistan”.
Partes del Af-Pak
(Afganistán y Pakistán) podrían convertirse en sucursales del EIIS/EIIL/Daesh
en las mismas fronteras de India, China e Irán.
Desde el punto de
vista del Imperio del Caos, el potencial baño de sangre en los Balcanes
euroasiáticos, para citar al eminente rusófobo Zbig, tablero, Brzezinski, es
una proverbial oferta imposible de rechazar.
Mientras tanto Rusia
y China continuarán privilegiando la integración euroasiática, consolidando la
Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) y la coordinación interna de los
BRICS y poniendo al mismo tiempo sus servicios de inteligencia al servicio de
los califas y sus brutos.
La administración de
Obama hace bien en querer llegar a un acuerdo nuclear con Irán. Rusia y China
ya han estado en Irán. El ministro chino de Relaciones Exteriores, Wang Yi,
estuvo allí hace dos semanas destacando que Irán constituye una de las
prioridades de China en materia de política exterior por su gran importancia
estratégica. Antes o después Irán formará parte de la OCS. China ya tiene el
negocio del oro en Irán igual que Rusia que le vende armas y le construye
centrales nucleares.
¿Berlín-Moscú-Pekín?
Y también está el
tema de Alemania. Esta exporta hoy en día el 50% de su producto bruto interno
(PBI) mientras que en 1990 era solo el 24%. Durante los últimos 10 años el
crecimiento de Alemania se ha basado en las exportaciones. He aquí, por lo
tanto, una economía colosal que necesita los mercados mundiales para seguir
prosperando. La Unión europea (UE), ya está exangüe, por definición, para
responder a esas expectativas.
Los destinatarios de
las exportaciones alemanas están cambiando. Solo el 40% de las exportaciones se
destinan a la UE, con tendencia a reducirse. El verdadero crecimiento se
encuentra en Asia. En consecuencia en la
práctica Alemania se está alejando de la zona euro. Eso no significa, sin
embargo, que la esté abandonando, lo que se interpretaría como una vil traición
hacia el tan cacareado proyecto europeo.
Esta situación
comercial pone en evidencia la verdadera razón por la que Alemania se muestra
tan dura con Grecia: o capituláis totalmente o abandonáis la zona euro. Lo que
quiere Alemania es mantener su asociación con Francia y su dominio sobre los
países europeos del este en tanto que economías satélites, incluyendo a
Polonia. Es de esperar por lo tanto que Grecia, España, Portugal e Italia se
enfrenten a un muro de intransigencia. Una ilustración elocuente de que la
integración europea solo funciona mientras Alemania dicta todas las reglas.
El doble fiasco
comprobado en Grecia y Ucrania ha puesto palos en las ruedas que han dejado al
descubierto todas las fallas de la hegemonía de Berlín en Europa, es lo menos
que puede decirse. Berlín se ha desvelado a menudo a causa de la real pesadilla
de una guerra fomentada por los estadounidenses contra Rusia en las regiones
fronterizas del este de Europa. No es sorpresivo por lo tanto que Angela Merkel
haya emprendido un apresurado viaje a Moscú.
En el plano
diplomático Moscú ha salido ganando. Rusia también ha ganado a causa de que
Turquía, cansada de ver bloqueados sus esfuerzos para unirse a Europa por
(¿quién si no?) Alemania y Francia, ha decidido girar hacia Eurasia, burlándose
de la OTAN e incrementando sus relaciones con Rusia y China.
Todo esto se ha
producido en el marco de un giro mayor sobre el tablero del “ductistán” (la trama de oleoductos de la región, N. de T.). Luego de haber
negociado hábilmente el reordenamiento del gasoducto South Stream para instalar
un Turk Stream, hasta la frontera griega, Putin y el primer ministro griego
Tsipras han acordado prolongar un gasoducto desde la frontera turca hasta el
sur de Europa pasando por Grecia. De modo que Gazprom no solo se hallará
sólidamente instalado en Turquía, sino también en Grecia y por lo tanto con una
enorme importancia estratégica para el “ductistán” europeo.
Tarde o temprano
Alemania deberá responder a un imperativo categórico: ¿cómo mantener masivos
superávit comerciales si deja desmoronarse a sus socios comerciales europeos?
La única respuesta posible es aumentando los intercambios comerciales con
Rusia, China y el sureste asiático. Tardará tiempo y el camino se hallará
sembrado de obstáculos salvo que se cree un eje económico comercial
Berlín-Moscú-Pekín (los “RC” de los BRICS y Alemania) que sea inevitable.
Y no, este tipo de
cosas no se leerán en las delirantes previsiones del reino de la charlatanería
estadounidense.
Pepe Escobar es un periodista brasileño de Asia
Times y Al-Jazeera. Es
también autor de Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid
War (Nimble Books, 2007); Obama does Globalistan (Nimble Books,
2009) y Empire of Chaos (Nimble Books, 2014).