www.rebelion.org/110315
¿Se imaginan que el
líder de la oposición de un país invite a un político extranjero, ─al jeque Al
Thani de Qatar, por ejemplo─, para que éste llame “tonto” al jefe del Estado
anfitrión y, además, lo haga en la mismísima Casa de la Soberanía Nacional?
Es lo que hizo el
pasado el 3 de marzo el Partido Republicano al ofrecerle la tribuna del Congreso
de EEUU a Benjamin Netanyahu. El primer ministro de Israel no escatimó palabras
para descalificar al presidente Barack Obama y al pueblo estadounidense ante la
asombrosa pasividad de las autoridades de la superpotencia y sin que tal
insolencia provocara un conflicto diplomático.
Con un tono
mesiánico, Netanyahu afirmó ser la voz de todos los judíos del planeta. Dijo
que iba a Washington en una misión histórica para impedir el acuerdo nuclear
con Irán, al que comparó con el Tercer Reich desde el Muro de las
Lamentaciones, a algunos kilómetros del principal campo de concentración del
mundo.
El escenario
perfecto, y la fecha calculada: a dos semanas de la celebración de elecciones
parlamentarias en Israel (17 de marzo) a las que Netanyahu se presenta para un
cuarto mandato, y con la reunión anual de AIPAC, el poderoso lobby proisraelí
en EEUU. Éxito garantizado aquí y allí, había pensado el primer ministro de
Israel.
¿Qué pretendía
Netanyahu realmente?
Haciendo caso omiso
a decenas de políticos y militares israelíes y estadounidenses que le sugerían
suspender su viaje o su discurso, o al menos realizarlo a puerta cerrada con
los congresistas, un desafiante Netanyahu, al que Obama le negó la invitación,
estaba decidido a cumplir su plan de derrotar a tres opositores a su
reelección, además, desde una plataforma extranjera: a nivel mundial, al
presidente Obama; a nivel regional, a Irán, y a nivel nacional a los partidos
de la oposición.
Netanyahu centró su
ponencia en revelar dos temas ocultos: que Irán es tramposo, su programa
nuclear es militar y está a punto de fabricar bombas en serie, y que él es el
único líder mundial que conoce esta verdad.
También dejó caer
que Obama y el resto de los miembros del Consejo de Seguridad más Alemania, que
forman el grupo negociador con Irán, o son incapacitados mentales o han
confabulado para destruir a Israel. Por lo que, los amantes de la paz y de
Israel, al menos en EEUU, deberían entregarle a él las riendas de su política
exterior. Así, sin más.
Los demócratas recurren
a la hemeroteca
Un John Kerry
molesto por las injerencias de Netanyahu en la política estadounidense y sus
falsedades, le echó a la cara sus presiones a George W. Bush para que atacase Irak por unas armas de
destrucción masiva que tampoco existían.
Una semana antes de
la visita, “se filtró” a la prensa un informe del Mossad fechado en 2012 que
aseguraba que “Irán no estaba realizando la actividad necesaria para
producir armas atómicas“. Es decir, cuando el mismo año Netanyahu mostraba
aquel dibujito de una bomba iraní con una mecha encendida en la sede de la ONU,
¿estaba tomando el pelo a todo el mundo?
La fecha coincide
cuando Obama empezó a apartar de
su lado a la fan de Israel Hilary Clinton, al asesor “iranólogo”
Dennis Ross y a Gary Samore, miembro del grupo “Unidos contra un Irán Nuclear.
Netanyahu, ya en
1992, decía que Irán tendría el artefacto mortífero entre tres y cinco años. Y
todo ello cuando el Gobierno judío negaba la tenencia de al menos 80 bombas,
─fabricadas con la ayuda de Francia, país que hace de su portavoz en las
negociaciones del 5+1 con Teherán─, asegurando que la planta nuclear de Dimona
producía electricidad.
La revelación de
este secreto a voces en 1984 le costó al técnico nuclear israelí Mordejai
Vanunu 18 años de prisión. ¿Quién dijo que “los fanáticos religiosos ─que
utilizan los textos sagrados para realizar masacres y consolidar su poder y
aumentar su fortuna─, no deben tener armas de destrucción masiva”?
¿En qué se equivocó Bibi?
Sus dos objetivos
principales, ─el presentarse ante los electores israelíes como el único
candidato capaz de salvar su existencia amenazada y buscar apoyo en el Congreso
para un posible ataque militar a Irán ahora que Obama ha llegado a amenazar con
derribar sus cazas si ataca a Irán─, no se han cumplido, por los siguientes
errores incomprensibles:
1- Realizar un acto
de campaña electoral en un país extranjero repitiendo una y otra vez el mismo
discurso paranoico (en palabras de algunos ex jefes del Mossad) sobre Irán, en
vez de ocuparse de los graves problemas de la población israelí: al regresar de
Washington, la veintena de ovaciones que recibió Netanyahu en el Congreso
estadounidense se habían convertido en manifestaciones de miles de ciudadanos
que le criticaban ya no solo por querer correr una cortina de humo sobre
problemas como la vivienda, la subida de los precios, el desempleo, la
situación de pobreza de los habitantes de las urbes periféricas, los asuntos de
paz con los países vecinos, sino también por haber destrozado las relaciones
estratégicas con el presidente de su principal valedor económico, militar y
diplomático por fines partidistas.
Mirad la respuesta
del primer ministro israelí: “Cuando hablamos de la carestía de la vida, no
olvido por un momento la vida misma. El desafío más grande a nuestras vidas es
que Irán no posea armas nucleares“. La campaña del miedo no funciona. Los
trabajadores israelís son el nuevo actor que ha entrado en el escenario ante el
asombro de los actuales dirigentes del país.
La oposición, que
acusa a Netanyahu de ser responsable del aislamiento internacional de Israel,
de alarmista y de exagerar con el peligro iraní (en palabras del ex general
Kulanu Yoav Galant), le recordaba con ironía que ahora que no ha conseguido
participar en las negociaciones internacionales con Irán y si realmente “el
objetivo está en Teherán”, ¿por qué ha ido a Washington, teniendo bajo su
mando a uno de los ejércitos más mortíferos del mundo?
2- Netanyahu, que
podría haber ido al Congreso para agradecerle sus favores incondicionales y
conseguir los vítores que buscaba, se empleó a fondo para meter el dedo en el
ojo a Obama (hace tres años, en otro error, el primer ministro israelí apostó
públicamente por el candidato Mitt Romney en las presidenciales de EEUU),
aparentemente, por el acuerdo que está a punto de cerrarse con Irán.
En vez de dirigir
las mismas descalificaciones al grupo negociador 5+1 (Francia, China, Rusia,
Gran Bretaña y Alemania), que posiblemente hubiese provocado una crisis
diplomática mundial, se lanzó a la yugular de la víctima atrapada y débil.
Atrapada por el hecho de que los presidentes de EEUU (y del resto del
Occidente) se han convertido en rehenes de Israel y no pueden devolverle el
golpe; y débil porque estaba jugando en su terreno: el Congreso y el Senado
están bajo el control del Likud estadounidense, quienes pensaban que agredir a
Obama iba a ser muy rentable para ambos.
3- Si pensaba que el
apoyo militar de los republicanos a una agresión israelí a Irán es automático e
incondicional, es que Netanyahu no se acordaba que hasta el propio George Bush
rechazó en mayo del 2008 la solicitud de Ehud Olmert para tal osadía.
4- No ha valorado
que Obama, pese a sus discrepancias, sigue manteniendo el paraguas diplomático
y militar valorado en 3.000 millones de dólares anuales. ¿Y si, de repente, el
jefe de la superpotencia reconoce la existencia de las bombas atómicas de
Israel? Tel Aviv perdería por las leyes estadounidenses las ayudas que recibe,
tendría que firmar el nuevo Tratado de No Proliferación Nuclear y, lo que es
peor, no podría exigir a los países de la región, incluido Irán, mantenerse
lejos de las bombas hongo.
5- No contó con la
astucia de Obama para dejarle en evidencia. Si el acuerdo con Teherán es malo,
¿cuál es la alternativa de Netanyahu? Ya que el primer ministro de Israel en
ningún momento pidió al Congreso aumentar las sanciones contra Irán, obviamente
se refería a convertir Irán en otro Irak, Libia o Siria, sin atreverse a
pronunciar la palabra maldita: guerra. ¿No estará pidiendo el político
judío una Die Endlösung ─solución final─ para Irán?
En víspera de las
elecciones presidenciales del 2016 y ante una opinión pública estadounidense que
apoya la política de Obama respecto a Irán (incluida la mayoría de los judíos,
quienes incluso están en favor de la creación de un Estado palestino), muchos
republicanos, ante la incertidumbre de la reacción de no solo del gobierno de
Teherán sino de toda la nación iraní, prefieren seguir con la guerra económica
y la ciberguerra para reducir a esta potencia regional.
6- Netanhayu ha
conseguido poner en riesgo el sólido apoyo bipartidista estadounidense a
Israel, con la mala idea de forzar a los demócratas a elegir entre Obama e
Israel, estrategia que motivó el desplante de unos 50 diputados demócratas al
jefe del Ejecutivo israelí, enfurecidos por romper el protocolo, insultar al
presidente del país y por mentir sobre el acuerdo. Además, según las encuestas,
la base demócrata que cada vez es menos blanca y más joven, muestran simpatía
hacia la causa palestina.
7- Tampoco esperaba
que Irán, después de su provocativo discurso, anunciara más flexibilidad en los detalles técnicos del acuerdo, que
sí legitima su programa nuclear. Netanyahu fracasa en sabotear el acuerdo, cuya
firma podría ser inminente, y también en impedir que se ponga fin a demonizar a
Irán. Las empresas occidentales están ansiosas por volver a su codicioso
mercado.
8- El líder hebreo
se equivoca sobre las intenciones de Obama respecto Irán: él no busca en Irán
un aliado, sino un cliente y, por ello, la opción militar seguirá encima de la
mesa.
9- Sabe que Irán no
puede fabricar bombas nucleares: carece de tecnología, conocimiento y
materiales necesarios, bajo el dominio exclusivo de los países del club nuclear
(a ninguno de los cuales le interesa colaborar con Irán). Varios expertos
nucleares iraníes fueron asesinados, una de sus centrales fue atacado por el
cibervirus Stuxne, los precios politizados del petróleo siguen por los
suelos.
Además, las
sanciones económicas y financieras impuestas por EEUU y la ONU han reducido sus
fondos y han cambiado sus prioridades y, por último, las amenazas militares, la
destrucción de Irak, Libia y Siria, y su pedagogía del terror a diario. Es más,
aunque puedan fabricar una primera bomba nuclear, las autoridades del país son
conscientes de que también podría ser la última: Irán está rodeado de bases
militares de la OTAN y por cientos de bombas nucleares por todos sus costados.
Por lo que, entre otros motivos de naturaleza interna, ha decidido junto con las potencias mundiales evitar la guerra.
Así, Netanyahu, de
momento, se ha quedado solo en su batalla contra Irán. Incluso en su propio
país. Cierto que en una campaña bélica la verdad es absolutamente irrelevante:
acabar con Irán, una nación sólida y milenaria asentada sobre un vasto
territorio, ni es conveniente, ni realista ni alcanzable. Por eso ¡más y más
negociaciones, y menos guerras!