Nahanin Armanian
www.publico.es/300315
“Las
personas no renuncian nunca a sus libertades, salvo bajo el engaño de una
ilusión“. Edmund Burke
El
miedo y un agresivo nacionalismo tribal, que siempre es racista, han sido los
dos principales recursos que Benjamín Netanyahu (BN) utilizó en la
recta final de las elecciones, remontando la desventaja apuntada por las
encuestas, una vez que la recurrente “amenaza iraní” dejó de darle votos a
beneficio de opciones que reflejaban los problemas sociales.
Prometió a la
ultraderecha ortodoxa extender los asentamientos ilegales e impedir la creación
de un Estado Palestino si se apresuraba a votar, metiéndole miedo con que los
árabes compatriotas, esa quinta columna, estaban “acudiendo en masa a
las urnas como manadas”, dijo literalmente. Antes, Avigdor Lieberman, el
ministro de Exteriores, proponía decapitar con hacha a los árabes israelíes no
leales, al puro estilo de sus colegas del
Estado Islámico.
Que BN consiguiera
desviar la atención de una parte del electorado del peligro real del “fuego
amigo”, apelando a la fe y a la inexistente amenaza externa, muestra hasta qué
punto aún y a estas alturas de la civilización humana, la razón, el sentido
común, el pan y la paz pueden ser vencidos por enemigos imaginarios y falsos
amigos. “Una mentira repetida mil veces se convierte en realidad”, decía
otro maestro de la manipulación.
A esta dramática
situación contribuyó la falta de unión entre la izquierda judía y los
demócratas árabes israelíes. Éstos consiguieron 17 escaños, 5 más que en 2013,
convirtiéndose en la tercera fuerza del Knesset, a pesar de que el gobierno
cambiara la ley electoral para expulsarles del parlamento: “No querías
caldo, pues toma dos tazas”.
Una compleja realidad
social
¿Cómo la llamada “única
democracia de Oriente Próximo” ha votado libremente al judaísmo supremacista
blanco, al extremismo político-religioso belicista, a la matanza de
civiles del otro lado del Muro del Apartheid, y ha dicho NO a la paz y
mejoras sociales? Una gran mayoría de los israelíes apoyaron la masacre de los civiles palestinos en
la “Operación Borde de Protección” del verano del 2014.
En cambio, los pueblos
del resto de los países de la región, salvo algunos como Turquía o Líbano, que
carecen de derecho a elegir a sus mandatarios, son acusados por la
destacada prensa occidental de “detestar la democracia”.
Comparen las elecciones
israelíes con las presidenciales de Irán del 2009: millones de ciudadanos
ignoraron el riesgo de una dura represión, y con el lema de ¡No! a más Ahmadineyad ocuparon
las calles en protesta por el fraude electoral organizado por el establishment
islámico que ni les permitía optar por el mal menor de los candidatos
oficiales. Querían paz y democracia económica y política, ni demagogia ni
entrar en guerra con el mundo entero. El periodista israelí Gedeón Levi
escribió que Israel debe celebrar otras elecciones, no para elegir a un nuevo
líder, sino a un pueblo diferente.
Nuevo escenario sin la
“hoja de parra”
“Que no habrá Estado
Palestino” va más allá de una declaración electoralista de Netanyahu: fue
un ataque de sinceridad. El mercado de valores de Israel se equivocó al
permanecer indiferente ante la cuarta victoria de BN, por no considerar sus
costos a medio y largo plazo y confundir su continuidad en el poder con la
estabilidad. Esta declaración ha cambiado la postura de otros actores del
escenario, colocándoles ante una situación cualitativamente distinta. Veamos:
1) En Israel: La polarización social entre ricos y pobres, judíos y
árabes se intensifica. Que el escritor Yonatan Geffen
dijera que “El 17 de marzo es la Nakba para el campo de la paz“, “una
tragedia para el propio Israel”, y que horas después fuese atacado por unos
individuos en la puerta de su casa en Tel Aviv es solo una expresión de la
tensión social.
Tener en cuenta que a
pesar de su pose triunfalista, el 77%
del electorado no votó a Netanyahu, y dos principales factores
podrán impedir la estabilidad de la coalición que liderada: primero, la propia
naturaleza del régimen capitalista de los magnates que incapacita a sus
gestores paliar la crisis económica y poner fin a las crecientes movilizaciones
sociales; y el segundo, porque Netanyahu tiene que elegir entre: las presiones
de sus aliados occidentales y árabes- consternados por haber revelado su
intención de impedir un Estado Palestino-, o vuelve a las negociaciones
teatrales con palestinos, confiesa ante su votantes que les engañó con el fin
de mantenerse en el poder (pues, las personas desesperadas hacen cosas
desesperadas), y correr el riesgo de ser abandonado por sus socios de
coalición, o empujará a Israel a un serio aislamiento. Las elecciones
anticipadas podrán ser el resultado de ambas situaciones.
2) Frente a la ONU: ya no puede
acusar a los palestinos de ser responsables de sabotear el proyecto de “Dos
Estados” ahora que ha admitido que Likud había ocultado su verdadera intención
durante décadas, y que mientras ganaba tiempo con eternas “charlas” con
palestinos ocupaba los territorios de su supuesto futuro Estado. Entonces, si
no cree en las negociaciones ¿está declarando guerra sin fin a los palestinos? La ONU está en posición de autorizar a los
Estados miembros a abrir embajadas de Palestina en sus territorios.
3) Frente a
EEUU: da igual que BN vaya a sobrevivir a Barak Obama; rechazar el plan de
“Dos Estados” destroza también la apuesta republicana, que también es defendida
por la mayoría de los judíos de EEUU. BN ha eliminado la excusa de ambos
partidos de bloquear las resoluciones favorables de la ONU para el pueblo
palestino.
Obama que hace tiempo que ha tirado la toalla
ante BN y tardó dos días en felicitarle su reelección, puede respaldar o
presentar una resolución ante el Consejo de Seguridad pidiendo un acuerdo de
paz definitivo entre las dos partes, y presionar a los palestinos para que a
cambio renuncien a presentar la denuncia contra Israel ante la Corte Penal Internacional
(CPI) por crímenes de guerra y la ocupación ilegal de sus tierras. EEUU, al
apoyar las acciones ilegales de este país, le ha dado suficiente cuerda para que se ahorcase
solo.
Obama ante el dilema
de presionar a su socio para que acepte la legalidad internacional o borrar el
conflicto palestino-israili de su agenda, optará por el segundo adornándole con algo
de “rugido de ratón”: seguirá
entregándole los casi tres mil millones de dólares al año en ayuda militar, y
dejará que BN haga lo que quiera en la zona, eso sí, sin tocar a Irán, pues
impedir un Irán nuclear sin lanzar una guerra es el único triunfo de Obama en la política exterior.
La UE, hará lo mismo:
tiene tantos problemas propios que no ya no da más de sí. No hay que
menospreciar la capacidad de Netanyahu de sacar alguna carta para salir de
paso: hacer de hombre de paz relajando el bloqueo a Gaza o liberar parte de los
ingresos fiscales confiscados palestinos a cambio de no ser denunciado ante la
CPI.
4) Frente a Irán: con la
reelección de BN los republicanos estadounidenses anti acuerdo nuclear con Irán
están eufóricos. “Si no queréis que el Bush israelí os bombardee, rendíos”,
advierten a Teherán, insistiendo en que el acuerdo firmado perderá su validez
tras la salida de Obama del poder. Por los que Irán está pidiendo que el
acuerdo sea aprobado por el Consejo de Seguridad, que no solo por EEUU. No hay
duda de que Israel es el principal beneficiario de este pacto y su “oposición”
sirve de cortina de humo para desviar las atenciones de los planes
colonialistas que ha trazado para Palestina.
Cosas de la vida: Irán
sale del aislamiento internacional mientras Israel entra en el.
5) Frente a Palestina: el fin del
espejismo de una salida negociada reforzará a la derecha extrema y religiosa
palestina. BN puede acelerar la construcción de más asentamientos y anexionar
la zona C de Cisjordania. Sin embargo, al lanzar la pelota al tejado de los
palestinos, BN fuerza a los palestinos a tomar medidas unilaterales para fundar
su Estado, cambiando de tácticas y de estrategia.
Que los colonos nunca
serán evacuados, significa que pueden presionar a Israel para que reconozca los
derechos de millones de súbditos árabes, si no quiere enfrentarse a una tercera
Intifada, antes o después de otro cíclico asalto militar israelí.
El mes de abril no
anuncia “primavera” para el gobierno israelí: las potencias mundiales firmarán
el histórico acuerdo nuclear con Irán, y por fin un organismo internacional, la
CPI, puede hacer justicia para miles de palestinos asesinados y millones
supervivientes dentro o fuera de sus tierras.
Hoy, frente al Bush
israeí, Palestina necesita un Lenin: En
marzo de 1918 firmó el humillante armisticio de Brest-Litovsk renunciando,
tácticamente, a los territorios ocupados por los alemanes, con el fin de
proteger la primera república socialista de la historia instaurada en el medio
de la guerra. Sabía que los invasores perderían la guerra y aquel pacto se
convertía en papel mojado. Hasta que Israel
entienda la lógica de los vasos comunicantes.
¡Que se declare ya
unilateralmente el Estado Palestino!