Eckart Boege*
www.jornada.unam.mx/261214
¿Pueden coexistir
los organismos genéticamente modificados (OGM) con las especies de las cuales
México es centro de origen, domesticación y diversificación genética, como
pregonan las empresas biotecnológicas y los activistas tecnocientíficos pro
ogm, incluyendo al asesor en ciencia y tecnología desde la presidencia de la
República?
Las respuestas
precautorias de los países que se enfrentan con la misma problemática y que son
centros de origen y diversificación de la agrodiversidad refutan sus dichos. En
México se ha documentado la contaminación de los maíces y algodones nativos por
ogm desde la década pasada. La dispersión incontrolada y de contaminación se
ubica actualmente en la importación de OGM, transporte, repartición de maíces
en toda la república por los programas oficiales, campos de experimentación y
piloto y su introducción clandestina al país. Fuente mayor de contaminación
sería la siembra a cielo abierto de OGM si el gobierno aprueba su siembra
comercial.
Después de más de 30
años de producción con OGM en el mundo, no se vislumbran ventajas comparativas
importantes entre ellos y las semillas convencionales, así que no conviene
arriesgar nuestro alimento básico con el último invento de la agricultura
industrial de la revolución verde.
La tecnología OGM es de alto impacto, de gran riesgo a la diversidad
biológica y salud humana. Su
producción es una estrategia para el control comercial del negocio de semillas
y agroquímicos.
Las trasnacionales y
sus activistas tecnocientíficos y políticos exageran las bondades de esta
tecnología resaltando sus cualidades alimenticias, inocuidad ambiental y a la
salud, la coexistencia con otros cultivos mexicanos, mayor productividad, el
combate al hambre, la autosuficiencia alimentaria, la reducción de los
plaguicidas y gases invernadero, etcétera. Cada uno de estos temas ha sido
refutado de manera sólida, con estudios científicos integrales sobre sus consecuencias
irreversibles socioeconómicas, ambientales, a la salud animal y humana.
La biotecnología OGM como paradigma tecnológico es riesgosa y
totalitaria, ya que va directamente en contra de un principio ético-científico
de la reversibilidad y es cuestión de tiempo para que los acervos genéticos
domesticados en México fueran contaminados.
Debido al complicado
proceso tecnocientífico, las semillas no pueden generarse en las parcelas de
los campesinos, y en cambio se somete a los productores a la dependencia total
a las empresas trasnacionales con el apoyo de los programas de la Sagarpa. Es
irreversible porque una vez contaminadas las semillas mexicanas, sería
prácticamente imposible limpiarlas. Es ineficiente, porque no contempla la
evolución entre las llamadas plagas y las plantas útiles, en cuestión de
tiempo, se generan superplagas.
Para construir la
sustentabilidad socioambiental del sistema alimentario nacional hay opciones
integrales distintas a la tecnología ogm y los riesgos que implica. La fuerza social
del México profundo está en 1.7 millones de productores maiceros con menos de
10 hectáreas que son los custodios estratégicos de la diversidad maicera y en
general de más de 200 especies del sistema alimentario mexicano. Lo que es
contrario al paradigma de la competitividad, distante al patrimonio biocultural
de los 199 pueblos indígenas, que son los domesticadores centrales de una
riqueza invaluable de un país pluricultural.
La propuesta del
actual secretario de Agricultura de modernización del campo es promover una ley
que impulse la asociatividad en clusters productivos de 50-100 hectáreas
con empresas que proporcionarían la tecnología necesaria. La modernización
tecnológica del campo significaría sustituir los acervos campesinos e indígenas
de semillas e introducir la revolución verde a este sector. La segunda
propuesta del secretario es acelerar el cambio jurídico y transformar en forma
acelerada el régimen ejidal hacia propiedad privada (2). Esa ley propiciaría la
desaparición de 2 millones de campesinos e indígenas ya sea que vendan sus
tierras o se integren a los clusters (¿bio?) tecnológicos
(¿trasnacionales?), con lo cual se desconocen las aportaciones y la gran
riqueza, legado invaluable para México y la humanidad. Destruir este legado
sería violar los derechos humanos al Patrimonio Biocultural de los pueblos
indígenas y comunidades.
(1)
Para leer más: Álvarez B y A. Piñeyro (coords). 2013. El maíz en peligro
ante los transgénico s. UNAM, UCCS, UV.
(2)
Sagarpa. Secretario Enrique Martínez Martínez de la Sagarpa. Boletín de prensa,
14 de enero de 2014.
*
Profesor-investigador emérito del INAH, SNI desde 1988. Unión de Científicos
Comprometidos con la Sociedad