Ojarasca
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Gloria Muñoz Ramírez
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El anuncio de
la identificación del ADN en un hueso y una muela del normalista Alexander
Mora Venancio, marca, y no, una nueva etapa de la movilización social en torno
a los estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa,
Guerrero, detenidos y desaparecidos por la policía de Iguala el 26 y 27 de
septiembre pasados.
Por un lado, está la
pretensión del gobierno federal de que el tema sea superado, dicho de manera
literal en el mensaje presidencial. El temido carpetazo gubernamental a un
expediente que nunca quiso abrir fue de inmediato parado en seco, no sólo por
los padres y compañeros de los normalistas de Ayotzinapa, sino por cientos de
miles de personas que continúan movilizándose por la presentación con vida y el
castigo a los responsables materiales e intelectuales.
La identificación de los
restos de Alexander, a quien de inmediato se le realizó un velatorio en su
pequeña y pobre casa ubicada en El Pericón, comunidad del municipio de
Tecoanapa, en la Costa Chica, no abona en nada a la versión de la Procuraduría
General de la República (PGR). Las dudas siguen siendo las mismas, por lo que,
precavido, el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) aclaró que aunque
de acuerdo a los resultados obtenidos por el laboratorio de genética de la
Universidad de Medicina de Innsbruck, Austria, los restos sí pertenecen a uno
de los 43 normalistas desaparecidos, no puede afirmar que la muestra haya sido
levantada en el basurero o en el río San Juan, de Cocula, pues a ellos se los
entregaron ya dentro de una bolsa negra.
No es menor la aclaración,
pues de acuerdo a David Pérez, perito de incendios entrevistado por Rodrigo
Hernández y Elpida Nikou para Telesur, hay serias dudas sobre la versión
de la PGR que asegura, de acuerdo a tres supuestos implicados, que los cuerpos
de los normalistas fueron incendiados en el basurero de Cocula, lugar en el que
la vegetación no dañada no corresponde a la de un lugar en el que se llevó a
cabo una incineración que requiere altas temperaturas; los pobladores no vieron
columnas de humo y, además, las bolsas con cenizas se hubieran derretido, pues
guardan calor.
No se trata de sospechas
menores, pues la consigna de “Fue el Estado”, que irrumpe en las movilizaciones
que no cesan alrededor del mundo, cobra cada vez mayor sentido.
El reclamo al Estado
implica a toda la clase política. Los ríos de gente que se movilizan en la
Ciudad de México y en otras latitudes, no perdonan a nadie. El padre de
Alexander, Ezequiel Mora, es muy claro al respecto: “uno vota por ellos, uno se
anda partiendo la madre, uno aquí peleando por votar por esos cabrones. Soy
gente de izquierda, pero de la izquierda consciente de las realidades. Fui
comisario en 1982 y nunca me quedé con nada, mis padres me educaron”. La
declaración fue luego de conocer la identificación del ADN de su hijo.
A la pregunta
de ¿qué sigue?,
los padres de los normalistas dan la pauta: la revisión de expedientes de las
declaraciones de los detenidos por una comisión de expertos, por que “esas
declaraciones pueden no ser la verdad”. Sigue también la presentación con vida
de los 42 normalistas aún desaparecidos. El hallazgo de los restos de uno,
afirman, no implica la muerte en las mismas condiciones del resto. Pendiente
está también el castigo a toda la cadena de responsables, incluido el Ejército
Mexicano que, estando a 300 metros de la balacera, no intervino y desatendió
los pedidos de auxilio de los normalistas; además de la consignación del ex
presidente municipal de Iguala y de su esposa. Si bien él está preso en el
Cefereso número 1, ella permanece en condición de arraigada.
El reclamo de los padres se
dirige directamente al ex gobernador Ángel Aguirre Rivero: “el gobierno de
México sabe dónde está y lo tienen cuidando. Este ex gobernador también tiene
mucho delito y se debe abrir una línea de investigación hacia él. Ahí está el
caso del 12 de diciembre de 2011, donde hubo dos estudiantes caídos y no se les
hizo justicia, cuando él es el responsable. Hoy, nuevamente, en el caso de
Iguala tiene mucha responsabilidad y no puede estar en su casa, tranquilo,
viviendo con su familia, cuando estamos en dolor nosotros, los 43 padres de
familia, más los padres de los caídos y los padres que tienen hijos heridos”.
La represión indiscriminada
y la criminalización de la protesta durante las movilizaciones por Ayotzinapa
en la Ciudad de México, también forman parte de la postura de los normalistas y
de los familiares de los desparecidos: “los manifestantes que están con
nosotros han sido víctimas de agresión por parte del gobierno federal. En lugar
de que se dedique a la búsqueda y a otro tipo de investigaciones con tal de
lograr el objetivo que queremos, se está dedicando a criminalizar las luchas de
las organizaciones sociales de este país. Por eso le decimos al gobierno de
México que deje de hacer ese tipo de delitos en contra de los ciudadanos. Le
exigimos que ponga todo el empeño para la búsqueda de los estudiantes y que se
hagan todas las investigaciones correspondientes”.
Desde el 26 de septiembre
pasado no hay descanso para los padres, familiares y compañeros de los
normalistas. Tampoco lo ha habido para cientos de miles de personas que, lejos
de disminuir las movilizaciones, han ido aumentando el tono de la exigencia.
Los 43 no pasaron a ser 42. La exigencia de justicia es la misma, y también la
de presentación con vida.
“Si este gobierno cree que
por los resultados que nos dieron (la identificación de Alexander Mora), los
padres de familia nos íbamos a sentar a llorar, queremos decirle que no vamos a
descansar a hasta lograr encontrar a los estudiantes desaparecidos. El pueblo
de México no puede seguir permitiendo un hecho más como el que se vivió el 26 y
27 de septiembre. Hemos recorrido todo el país para decirle al pueblo de México
que ha llegado el momento de levantar la voz, que el pueblo debe empezar a
entrar en comunión con el pueblo. Que hoy, ni una lucha más aislada, que el
llanto de los padres de familia se ha convertido en rabia y en coraje”,
advirtió un representante de los padres en Oaxaca, durante una actividad en
solidaridad con Ayotzinapa.
Así es que a la pregunta de
qué sigue, el padre de Alexander responde: “Su muerte no debe de quedar en
vano”. Y otro de ellos reafirma: “si piensan que matando a los estudiantes van
a lograr mantenerse en el poder, los padres de familia queremos decirles que no
lo vamos a permitir, porque los estudiantes son el futuro de México y a eso le
tienen miedo estos asquerosos asesinos, porque saben que un pueblo educado es
un pueblo libre”.
Por lo pronto, con el
desconocimiento “a todo el gobierno de Peña” arrancó el mes de diciembre.