Encuentro Mundial de
Movimientos Populares
Declaración final
Roma,
octubre 2014
¡Tierra, Techo y
Trabajo son derechos sagrados! ¡Ningún trabajador sin derechos! ¡Ninguna
familia sin viviendas! ¡Ningún campesino sin tierra! ¡Ningún pueblo sin
territorio! ¡Arriba los pobres que se organizan y luchan por una alternativa
humana a la globalización excluyente! ¡Larga vida al Papa Francisco
y su Iglesia pobre para los pobres!
1. Convocado
por el PCJP, la PAS y diversos movimientos populares del mundo bajo la inspiración
del Papa Francisco, una delegación de más de 100 dirigentes sociales de todos
los continentes nos reunimos en Roma para debatir en base a tres ejes –tierra,
trabajo, vivienda- los grandes problemas y desafíos que enfrenta la familia
humana (especialmente exclusión, desigualdad, violencia y crisis ambiental)
desde la perspectiva de los pobres y sus organizaciones.
2. Las
jornadas se desarrollaron intentando practicar la Cultura del Encuentro e
integrando compañeros, compañeras, hermanos y hermanas, de distintos
continentes, generaciones, oficios, religiones, ideas y experiencias. Además de
los sectores representativos de los tres ejes principales del encuentro,
participaron un importante número de obispos y agentes pastorales,
intelectuales y académicos, que contribuyeron significativamente al encuentro
pero siempre respetando el protagonismo de los sectores y movimientos
populares. El Encuentro no estuvo exento de tensiones que pudimos asumir
colectivamente como hermanos.
3. En primer
lugar, siempre desde la perspectiva de
los pobres y los pueblos pobres, en este caso de los campesinos,
trabajadores sin derechos y habitantes de barrios populares (villas, favelas,
chabolas, slums), se analizaron las causas estructurales de la desigualdad y la
exclusión, desde su raigambre sistémica global hasta sus expresiones locales.
Se compartieron las cifras horrorosas de la desigualdad y la concentración de
la riqueza en manos de un puado de megamillonarios. Los panelistas y oradores
coincidieron en que debe buscarse en la
naturaleza inequitativa y depredatoria del sistema capitalista que pone el
lucro por encima del ser humano la raíz de los males sociales y ambientales.
El enorme poder de las empresas trasnacionales que pretenden devorar y
privatizarlo todo –mercancías, servicios, pensamiento- son primer violín de
esta sinfonía de la destrucción.
4. Durante el
trabajo en talleres se concluyó que el
acceso pleno, estable, seguro e integral a la tierra, el trabajo y la vivienda
constituyen derechos humanos inalienables, inherentes a las personas y su
dignidad, que deben ser garantizados y respetados. La vivienda y el barrio
como un espacio inviolable por Estados y corporaciones, la tierra como un bien
común que debe ser compartido entre todos los que la trabajan evitando su
acaparamiento y el trabajo digno como eje estructurador de un proyecto de vida
fueron algunos de los reclamos compartidos.
5. También
abordamos el problema de la violencia y la guerra, una guerra total o como dice
Francisco, una tercera guerra mundial en cuotas. Sin perder de vista el
carácter global de estos problemas, se trató con particular intensidad la
situación en Medio Oriente, principalmente la agresión contra el pueblo
palestino y kurdo. La violencia que desatan las mafias del narcoterrorismo, el
tráfico de armas y la trata de personas fueron también objeto de profundo
debate. Los desplazamientos forzados por la violencia, el agronegocio, la
minería contaminante y todas las formas de extractivismo, y la represión sobre
campesinos, pueblos originarios y afrodescendientes estuvieron presentes en
todos los talleres. También el grave problema de los golpes de estado como en
Honduras y Paraguay y el intervencionismo de grandes potencias sobre los países
más pobres.
6. La
cuestión ambiental estuvo presente en un rico intercambio entre la perspectiva
académica y la popular. Pudimos conocer los datos más recientes sobre
contaminación y cambio climático, las predicciones sobre futuros desastres
naturales y las pruebas científicas de que el
consumismo insaciable y la práctica de un industrialismo irresponsable que
promueve el poder económico explican la catástrofe ecológica en ciernes.
Debemos combatir la cultura del descarte y aunque sus causas son estructurales,
nosotros también debemos promover un cambio desde abajo en los hábitos y
conductas de nuestros pueblos priorizando los intercambios al interior de la
economía popular y la recuperación de lo que este sistema deshecha.
7. Nuevamente,
pudimos concluir que la guerra y la violencia, la agudización de los conflictos
étnicos y la utilización de la religión para la legitimación de la violencia,
así como la desforestación, el cambio climático y la pérdida de la
biodiversidad, tiene su principal motor en la búsqueda incesante del lucro y la
pretensión criminal de subordinar a los pueblos más pobres para saquear sus
riquezas naturales y humanas. Consideramos que la acción y las palabras de los
movimientos populares y la Iglesia son imprescindibles para frenar este
verdadero genocidio y terricidio.
8. Particular
atención merece la situación de las mujeres especialmente golpeadas por este
sistema. Reconocemos en esa realidad la urgente necesidad de un compromiso
profundo y serio con esa causa justa e histórica de todas nuestras compañeras,
motor de luchas, procesos y propuestas de vida, emancipatorias e inspiradoras.
También exigimos la finalización de la estigmatización, descarte y abandono de
los niños y jóvenes, especialmente los pobres, afrodescendientes y migrantes.
Si los niños no tienen infancia, si los jóvenes no tienen proyecto, la Tierra
no tiene futuro.
9. Lejos de
regodearnos en la autocompasión y los lamentos por todas estas realidades
destructoras, los movimientos populares, en particular los reunidos por este
Encuentro, reivindicamos que los excluidos, los oprimidos, los pobres no
resignados, organizados, podemos y debemos enfrentar con todas nuestras fuerzas
la caótica situación a la que nos ha llevado este sistema. En ese sentido, se
compartieron innumerables experiencias de trabajo, organización y lucha que han
permitido la creación de millones de fuentes de trabajo digno en el sector
popular de la economía, la recuperación de millones de hectáreas de tierra para
la agricultura campesina y la construcción, integración, mejoramiento o defensa
de millones de viviendas y comunidades urbanas en el mundo. La participación protagónica de los
sectores populares en el marco de democracias secuestradas o directamente
plutocracias es indispensable para las transformaciones que necesitamos.
10. Teniendo
en cuenta el especial contexto de este encuentro y el invalorable aporte de la
Iglesia Católica que en cabeza del Papa Francisco permitió su realización, nos
detuvimos para analizar en el marco de nuestras realidades el imprescindible
aporte de la doctrina social de la iglesia y el pensamiento de su pastor para
la lucha por la justicia social. Nuestro material principal de trabajo fue la
Evangelii Gaudium que se abordó teniendo en cuenta la necesidad de recuperar
pautas éticas de conducta en la dimensión individual, grupal y social de la
vida humana. Es dable destacar la participación e intervención de numerosos
sacerdotes y obispos católicos a lo largo de todo el Encuentro, viva
encarnación de todos aquellos agentes pastorales laicos y consagrados, comprometidos
con las luchas populares que, consideramos, deben ser reforzados en su
importante labor.
11. Todos,
muchos de nosotros católicos, pudimos asistir a la celebración de una misa en
la Catedral de San Pedro celebrada por uno de nuestros anfitriones, el Cardenal
Peter Turkson, donde se presentaron como ofrendas tres símbolos de nuestros
anhelos, carencias y luchas: un carro de cartoneros, frutos de la tierra
campesina y una maqueta de una casilla típica de los barrios pobres. Contamos
con la presencia de un importante número de obispos de todos los continentes.
12. En este
ambiente de debate apasionado y fraternidad intercultural, tuvimos la
inolvidable oportunidad de asistir a un momento histórico: la participación del
Papa Francisco en nuestro Encuentro que sintetizó en su discurso gran parte de
nuestra realidad, nuestras denuncias y nuestras propuestas. La claridad y
contundencia de sus palabras no admiten dobles interpretaciones y reafirman que
la preocupación por los pobres está en el centro mismo del Evangelio. En
coherencia con sus palabras, la actitud fraterna, paciente y cálida de
Francisco con todos y cada uno de nosotros, en especial con los perseguidos,
también expresa su solidaridad con nuestra lucha tantas veces desvalorizada y
prejuzgada, incluso perseguida, reprimida o criminalizada.
13. Otro de
los momentos importantes fue la participación del hermano Evo Morales,
presidente de la Asamblea Mundial de los Pueblos Indígenas, que participó en
carácter de dirigente popular y nos ofreció una exposición centrada en la
crítica al sistema capitalista y en todo lo que podemos hacer los excluidos en
términos de tierra, trabajo, vivienda, paz y ambiente cuando nos organizamos y
logramos acceder a posiciones de poder, pero de un poder entendido como
servicio y no como privilegio. Su abrazo con Francisco nos emocionó y quedará
por siempre en nuestra memoria.
14. Entre los
productos inmediatos del encuentro, nos llevamos dos cosas: la “Carta de los
excluidos a los excluidos” para trabajar con las bases de los sectores y
movimientos populares, la cual nos comprometemos a distribuir masivamente junto
al Discurso del Papa Francisco y las memorias; y la propuesta de crear un
Espacio de Interlocución permanente entre los movimientos populares y la Iglesia.
15. Junto a
este breve comunicado, le pedimos especialmente a todos los trabajadores y
trabajadoras de prensa que nos ayuden a difundir la versión completa del
discurso del Papa Francisco que, repetimos, sintetiza gran parte de nuestra
experiencia, pensamiento y anhelos. Repitamos junto al: ¡Tierra, Techo y Trabajo son derechos sagrados! ¡Ningún trabajador
sin derechos! ¡Ninguna familia sin viviendas! ¡Ningún campesino sin tierra!
¡Ningún pueblo sin territorio! ¡Arriba los pobres que se organizan y luchan por
una alternativa humana a la globalización excluyente! ¡Larga vida al Papa Francisco y su Iglesia
pobre para los pobres!