Los mil millonarios que alimentan la desigualdad
OXFAM
www.cpalsocial.org/171114
Durante el último
año las 85 personas más ricas del mundo incrementaron su fortuna en un 14%, lo
que supone que en conjunto lograron beneficios de casi medio millón de dólares
(unos 400.000 euros) por minuto. Desde el inicio de la crisis económica el
número de milmillonarios en el mundo se ha más que duplicado, pasando de 793 en
2008 a 1.645 en 2014. Hoy en día en África Subsahariana hay 16 personas cuya
fortuna se mide en miles de millones, que conviven con 358 millones de personas
que viven en la pobreza extrema.
Estos son sólo
algunos de los datos del informe “Iguales. Acabemos con la desigualdad extrema.
Es hora de cambiar las reglas” con el que Oxfam (Oxfam Intermón en España)
advierte de que la desigualdad podría causar un retroceso de décadas en la
lucha contra la pobreza. Son dos los motores que han alimentado esta
desigualdad: el fundamentalismo de mercado y las leyes hechas a la medida de
los intereses de unos pocos.
Fundamentalismo de
mercado y leyes a medidas
Así, por un lado, el
pensamiento económico de los últimos años ha estado dominado por un enfoque de
“fundamentalismo de mercado”, que insiste en defender que sólo es posible
alcanzar un crecimiento económico sostenido reduciendo la intervención estatal
y dejando que los mercados funcionen por sí mismos. Sin embargo, esta idea
debilita la regulación y la fiscalidad necesarias para mantener la desigualdad
bajo control.
Por otro lado, tanto
en los países pobres como en los ricos, las élites utilizan su influencia
política tanto para ganarse el favor de los Gobiernos, por ejemplo en forma de
exenciones fiscales, contratos privilegiados, concesiones de tierra y
subvenciones, como para oponerse a la introducción de políticas que puedan
fortalecer los derechos de la mayoría. Muchas de las personas más ricas
amasaron sus fortunas gracias a las exclusivas concesiones gubernamentales. Por
ejemplo, la privatización en Rusia y Ucrania tras la caída del comunismo
convirtió a los políticos en multimillonarios de la noche a la mañana.
España no es ajena a
esta tendencia. En el último año las 20 personas más ricas de nuestro país
incrementaron su fortuna en 15.450 millones de dólares (12.213 millones de
euros), y poseen hoy tanto como el 30% más pobre de la población (casi 14
millones de personas). En la escala más alta, el 1% de los más ricos de España
tienen tanto como el 70% de los ciudadanos. Las 20 mayores fortunas de España
alcanzaron en marzo una riqueza de 115.400 millones de dólares (91.258 millones
de euros)
América Latina, la
región más desigual
En América Latina
y el Caribe, que a pesar de los avances en las últimas décadas sigue siendo la
región más desigual del planeta, los más ricos acaparan casi el 50% de los ingresos
totales de la región, mientras los más pobres reciben solo el 5%. En el último
año, el número de milmillonarios de la región se incrementó en un 38%, muy
superior a cualquier otra región del mundo.
Los ricos
latinoamericanos acumulan alrededor de 2 billones de dólares (una cifra
similar al PIB de Brasil) en paraísos fiscales. Las empresas en Latinoamérica y
el Caribe registran niveles de evasión que van del 46% en México al 65% en
Ecuador, sin suficientes sanciones. Las tasas de homicidio son casi cuatro
veces más altas en aquellos países con una desigualdad económica extrema que en
las naciones más igualitarias.
América Latina es un
duro ejemplo de esta tendencia. En ella se encuentran 41 de las 50 ciudades más
peligrosas del mundo y allí se han perpetrado un millón de asesinatos entre los
años 2000 y 2010. Es peligroso vivir en un país con una desigualdad elevada.
“La desigualdad
extrema es un freno a la prosperidad para la mayor parte de los habitantes del
planeta. Hoy en día, el crecimiento económico sólo está beneficiando a los
más ricos, y seguirá siendo así mientras los Gobiernos no actúen para revertir
esta dinámica perversa. No deberíamos permitir que las doctrinas económicas
-que sólo buscan el beneficio a corto plazo-, o las personas ricas y poderosas
-que sólo buscan el beneficio propio- nos cieguen ante estos hechos.
Alrededor del mundo,
millones de personas mueren debido a la falta de atención sanitaria y millones
de niños no acceden a la escuela, mientras una pequeña élite acumula más dinero
del que se podría gastar en toda una vida”, afirma Winnie Byanyima, Directora
Ejecutiva de Oxfam Internacional.
Según cálculos de
Oxfam, si cualquiera de las tres personas más ricas del mundo gastase un millón
de dólares al día, tardaría cerca de 200 años en acabar con su riqueza.
La desigualdad es
deliberada
Una aportación de
tan sólo un 1,5 por ciento de la riqueza de los milmillonarios del mundo hoy
podría recaudar suficiente dinero como para asegurar que todos los niños de los
países más pobres vayan a la escuela y proporcionar asistencia sanitaria en los
49 países más pobres del mundo.
“La experiencia nos
ha demostrado que la pobreza y la desigualdad no son inevitables o
accidentales, sino el resultado deliberado de decisiones políticas. Se
necesitan acciones urgentes para equilibrar la balanza, poniendo en marcha
políticas que redistribuyan los recursos y el poder que actualmente se
concentra en una minoría, y una mayor apertura democrática que dé voz a los más
vulnerables”, afirma Byanyima.
Según el informe,
los compromisos políticos frente a la desigualdad pueden tener un impacto
considerable en el modelo de sociedad. Por ejemplo, si
India frenara el actual crecimiento de la desigualdad, más de 90 millones de
personas podrían salir de la pobreza extrema en 2019. Mientras en Kenia, más de
3 millones de personas podrían engrosar la lista de la pobreza para ese mismo
año si la desigualdad permanece en los niveles actuales.
“La desigualdad
frena el crecimiento, corroe los cimientos democráticos, ahoga las
oportunidades y alimenta la inestabilidad, al tiempo que profundiza la
discriminación, sobre todo contra las mujeres”, afirma Byanyima.
El informe,
respaldado por personalidades como Graça Machel, Kofi Annan y Joseph Stiglitz,
entre otros, es el pistoletazo de salida de la campaña IGUALES de Oxfam, que
pretende presionar a los Gobiernos de todo mundo para que conviertan la
retórica en realidad y asegurar que las personas más pobres reciben lo que es
justo.
Instinto de igualdad
Una encuesta realizada
en 2013 en seis países (España, Brasil, la India, Sudáfrica, el Reino Unido y
Estados Unidos) reveló que la mayoría de las personas considera que la
diferencia entre los más acaudalados y el resto de la sociedad es demasiado
amplia.
En todo el mundo,
los campos de la religión, la literatura, el folclore y la filosofía coinciden
al preocuparse por el aumento de las diferencias entre ricos y pobres. Este
hecho indica que existe una preferencia humana por sociedades igualitarias.
La desigualdad, ya
hemos dicho, no es inevitable. Algunos países están revirtiendo la tendencia
que siguen los salarios, el trabajo digno y los derechos laborales. En Brasil,
el salario mínimo se incrementó en casi un 50% en términos reales entre 1995 y
2011.
El sistema fiscal es
otra herramienta con la que cuentan los Gobiernos para hacer frente a la
desigualdad. Tras la elección del nuevo Presidente senegalés en
2012, el país adoptó un nuevo código tributario a fin de recaudar dinero de los
ciudadanos ricos y las empresas para financiar los servicios públicos.
También el consenso
internacional está cambiando. El FMI está reevaluando la imposición a la que
están sujetas las empresas multinacionales y, en un informe reciente, reconocía
la necesidad de trasladar la base fiscal hacia los países en desarrollo. Otro
ejemplo: diez países de la Unión Europea han acordado trabajar juntos para
establecer una Tasa sobre las Transacciones Financieras que podría generar
37.000 millones de euros anuales.