Ana María
Aragonés
www.jornada.unam.mx/050715
El discurso contra
los migrantes se ha hecho más que virulento desde 2008, cuando se inició la
crisis estructural. Si bien ésta ha sido una estrategia recurrente en la historia
migratoria de los últimos tiempos por casi todas las regiones receptoras, en
estos momentos de crisis la xenofobia se agudiza.
Los conflictos
derivados del desempleo, de economías estancadas y descenso de los niveles de
vida para la mayoría de la población mundial son el caldo de cultivo para ello,
pero al mismo tiempo, como señala David Harvey, esos desastres económicos y
sociales son la evidencia de que el capitalismo está en graves dificultades.
A pesar de ello, la
estrategia política y económica para la salida de la crisis, no parece alejarse
de los supuestos del neoliberalismo y de las políticas de austeridad, lo cual
augura una mayor degradación del bienestar de la mayoría de la población, al
tiempo que los ricos se hacen más ricos. Y aquí hay una poderosa razón de por
qué los grupos dominantes buscan evitar cambiar un sistema que les es altamente
redituable. No es extraño que compartan una ideología ultraconservadora y
xenófoba, y utilicen la táctica de culpar a los migrantes de los desastres
económicos.
Desafortunadamente
son muchos los ejemplos que dan cuenta de esta innoble conducta. Entre ellos
encontramos al multimillonario Donald Trump,
con un discurso anti inmigrante, especialmente contra los mexicanos, que busca
avivar los sentimientos de miedo y, por supuesto, de rechazo contra aquellos a
los que acusa de ser responsables de la crisis. Cuando es el modelo neoliberal
el que ha generado esos desastres, pero es también el modelo que ha permitido
al señor Trump incrementar su enorme fortuna, por lo que resulta muy
conveniente que siga funcionando sin cambios. Su pretensión es alcanzar la
candidatura a la presidencia por el Partido Republicano.
Llama la atención
que esos desplantes anti inmigrantes, que en un inicio se pensó irían en su
contra, le están redituando importantes apoyos y lo colocan en el primer lugar
de las preferencias entre los aspirantes a la candidatura del Partido
Republicano a la presidencia de Estados Unidos (La Jornada, 31/7/15).
Pero la estrategia
contra los migrantes no es exclusiva de los ultraconservadores de Estados
Unidos, pues Hungría, por ejemplo,
se ha convertido en una de las naciones europeas más contrarias a la migración,
hasta el punto de colocar carteles con propaganda xenófoba y proyectar la
construcción de una valla fronteriza para impedir el paso de los migrantes.
Según sus detractores, esta campaña gubernamental antinmigración tiene un
objetivo político, cuya pretensión es dar votos al partido en el gobierno
(Fidesz), además de intentar con ello desviar la atención del aumento de la
tasa de pobreza y los escándalos de corrupción. Es decir, que nuevamente los
migrantes son utilizados para desorientar y utilizarlos como chivos
expiatorios.
Gran Bretaña, por conducto de su primer ministro, David Cameron,
había propuesto el endurecimiento de la política migratoria y reducir el flujo
para el año 2015. Hace unos días, ante el intento de un grupo de migrantes que
buscaba llegar a Reino Unido a través del túnel del canal de la Mancha desde el
norte de Francia, comentó que hay un enjambre de personas llegando por el
Mediterráneo que buscan una vida mejor. Expresión que fue duramente criticada
por el líder del Partido Laborista al señalar que se trata de personas y no de
insectos.
Un informe del
Consejo de Europa señaló que los recortes de la Unión Europea, con su política
de austeridad, son los culpables del aumento del racismo y acusó a los partidos
políticos de utilizar a los migrantes como cabeza de turco ante el recorte en
los servicios sociales. Situación que ha permitido el surgimiento de partidos
de ultraderecha y xenófobos en Europa, como el Unión por el Futuro de Austria,
el Partido por la Libertad en Holanda, entre otros.
Seguir culpando a
los migrantes de los problemas que genera el neoliberalismo no sólo inflige
terrible dolor y sufrimiento a todas esas personas, que trágicamente alcanza a
los más vulnerables, es decir, niños, niñas y adolescentes migrantes no
acompañados, sino que está retrasando la posibilidad de un cambio de rumbo que
es ahora, más que nunca, apremiante.
Qué lejos han
quedado los deseos de la Organización de las Naciones Unidas que en 1974
planteaba su determinación de establecer un nuevo orden económico internacional
basado en la equidad, la igualdad soberana, la interdependencia, el interés
común y la cooperación de todos los estados… para corregir desigualdades y
reparar las injusticias… y garantizar a las generaciones presentes y futuras un
desarrollo económico y social en la paz y en la justicia.