Robert Fisk
www.jornada.unam.mx/080417
¿Así que Bashar al-Assad usó gas?
Los rusos debieron saberlo. Ellos están en las bases aéreas, en los
ministerios, en los cuarteles militares. Y si dicen que los sirios no usaron
gas, más vale que estén seguros. Los rusos tuvieron advertencia previa de los
59 misiles crucero de Trump. Muchas horas de advertencia –no una hora, como
asegura Washington– habrían permitido que los jets sirios estuvieran muy lejos
de la base aérea. No hay que matar rusos en esta guerra: su presencia habría
significado bajas.
¿Será que el ejército sirio, quizás
un poquito arrogante después de capturar Alepo oriental, decidió tratar de
poner fin a la guerra con rapidez? Es necesario hacer esa pregunta. En el
pasado, aldeas en las que vivieron oficiales del ejército –y en las que
vivieron sus familias– han sido gaseadas. Los sirios culparon a los turcos por
dar el gas a Jabhat al-Nusra, la organización afiliada a Al Qaeda en Siria, y
al Estado Islámico. Los rusos dijeron que en ataques anteriores con gas en
Damasco se utilizaron componentes químicos enviados a Siria desde Libia a
través de Turquía.
Desde la Primera Guerra Mundial,
cuando el gas hizo su aparición en Ypres –y en Gaza, cuando las fuerzas del
general Allenby lo usaron contra los turcos otomanos–, las armas químicas han
desatado un horror al que ni siquiera Hitler se atrevió a recurrir en contra de
los aliados. Pero, ¿qué hizo Saddam Hussein? Usó armas químicas contra los
kurdos en Halabja; de hecho, se pudo oír su voz describiéndolo en el tribunal
de Bagdad, después que él mismo fue colgado.
Pero, ¿usarían las tropas sirias
semejantes armas contra su propio pueblo? Las imágenes parecen decisivas.
Aterradoras. Abominables. Pero debemos también recordar los 250 mil civiles de
Alepo oriental, que se convirtieron en 150 mil y luego en 90 mil. La guerra en
Siria se ha vuelto el conflicto peor informado del mundo. ¿Cuántas muertes ha
causado? ¿400 mil? ¿450 mil? O 500 mil, la cifra más reciente.
¿Cómo completamos las cifras de
muertes por gas? ¿Le creemos al gobierno sirio? Cuando ocurrió el último ataque
con gas en Damasco, la ONU, en un breve párrafo a mitad de su reporte
subsecuente, apuntó que los proyectiles químicos habían sido comprometidos al
ser transportados entre diferentes ubicaciones.
Pero entonces llegamos a los rusos.
Ellos avalaron el retiro de todas las armas de gas en Siria. Salvaron el
discurso de Obama después que éste amenazó –y luego reculó– con un ataque aéreo
sobre las armas químicas sirias. Ahora los rusos han visto lo que Trump hará
cuando crea (si es que cree) que se realizaron ataques con gas. Y los rusos, según
me dicen, sabían todo acerca de la incursión estadunidense… y desde mucho antes
de que ocurriera. ¿Habrán dejado algún avión sirio en la base? ¿O alguna de
esas armas en la pista? ¿O en búnkers reforzados?
En realidad, el ataque
estadunidense a Siria dice más de las relaciones Trump-Putin que de Estados
Unidos y Medio Oriente. Ese es un problema que Rex Tillerson tiene que
resolver. Y Bashar al-Assad, por supuesto. No lo duden: por la noche las
llamadas entre Damasco y Moscú serán muy largas.