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En Chile, decir
Karadima suena casi lo mismo que decir Maciel. No fundó una orden pero reunió
en torno a sí y a su parroquia ultraconservadora y amiga de Pinochet, a una
prole de sacerdotes y seglares que lo veneraban como santo. Todos los suyos y
el cardenal cubrieron sus abusos a menores hasta que un tribunal civil lo juzgó
y condenó. Pues uno de esos sacerdotes encubridores, Juan Barros, era el obispo
castrense. El mismo ejército pidió su traslado y el próximo sábado, si la
resistencia popular no lo impide, será entronizado obispo de Osorno (Chile).
Este artículo editorial de Reflexión y Liberación cuenta muy bien la historia, sus
protagonistas (nuncio, cardenal, papa) y la gravedad de la situación.
Juan Barros Madrid, de general degradado a obispo
de Osorno
Consejo
Editorial Revista Reflexión y Liberación
La Nunciatura
Apostólica, mediante una Declaración oficial, ha renovado su confianza y apoyo
a Juan Barros Madrid, obispo electo de la Diócesis de Osorno, invitando a
toda la Iglesia en Chile y, en especial, a la comunidad diocesana de Osorno a
prepararse, mediante la oración y obras de bien, para el inicio del gobierno
pastoral del obispo Barros Madrid. Concluye reavivando el espíritu de fe y de
comunión con el Sucesor de Pedro y con el nuevo obispo, junto con exhortar a la
conversión.
Lo que don Ivo
Scapolo no dice y que es justo conocer, son las razones por las que don Juan
Barros llegará a desempeñarse como obispo impuesto de Osorno, a pesar del
rechazo público de ciudadanos, fieles, clero, diáconos, religiosas y
religiosos.
Es sabido, en vastos
círculos eclesiales, que don Juan Barros no era querido en su calidad de obispo
castrense, cargo que desempeñaba desde 2004 cuando asumió como General de
Brigada del Ejército de Chile. La situación de Barros se tornó insostenible
precisamente desde 2010, cuando se hicieron públicos los testimonios de las
víctimas de los abusos cometidos contra menores por el sacerdote Fernando
Karadima, y que involucraban a Juan Barros como un cercano colaborador.
Uno de los valores
más preciados al interior de las Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile es el
honor y la honra, principios vulnerados por el oscuro pasado del general
Barros, que hacían incompatible su alta investidura militar con su permanencia
en la institución castrense.
Era necesario
desconectar definitivamente el fuerte impacto provocado por el caso Karadima en
la sociedad chilena, con el daño de la imagen institucional que provocaba a las
Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile. Especialmente, porque dicho caso sigue
estando presente en la conciencia ciudadana, como el hecho más repudiado y
vergonzoso de la historia de la Iglesia chilena.
Con la salida del
general Barros se buscaba tomar distancia de la historia institucional de las
Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile con una página lúgubre de la historia de
la Iglesia chilena.
En ese propósito, la
colaboración del ministro de Defensa, don Jorge Burgos, fue decisiva y
oportuna, urgiendo la salida del general Barros del alto mando. La existencia
de varias diócesis en condición de sede vacante, era propicia para resolver un
problema pendiente. El traslado don René Rebolledo desde la diócesis de
Osorno y su promoción como arzobispo de La Serena, en diciembre de 2014,
prepararon la salida de Barros de la Vicaría Castrense para instalarlo en
Osorno.
Ese fue el proponendum
dirigido a la Congregación para los Obispos y que terminó siendo refrendado por
la santa sede. En este punto de acción determinante, jugó un rol
clave el cardenal Francisco Javier Errázuriz, operando en sintonía
plena con el nuncio Scapolo.
Se ha hecho evidente
que el papa no fue debidamente informado de la compleja situación que afecta al
obispo Barros. Prueba de ello es que, ante la fuerte e inesperada oposición y
rechazo del nombramiento por parte de la Iglesia de Osorno, el administrador
apostólico de esa diócesis, don Fernando Chomalí Garib, concurrió a informar al
papa de la grave situación provocada. Ello luego de fallar varios intentos
episcopales por convencer a Juan Barros para que no asumiera tal nombramiento,
atendiendo al artículo 401 § 2 del Código de Derecho Canónico, que dice: “Se
ruega encarecidamente al Obispo diocesano que presente la renuncia de su oficio
si por enfermedad u otra causa grave quedase disminuida su capacidad para
desempeñarlo.”
Ante los hechos
consumados, el cardenal arzobispo de Santiago, don Ricardo Ezzati Andrello
ha declarado: “Sin embargo, aquí nos encontramos frente a una decisión de la
Santa Sede, del papa, que ciertamente ha discernido todo esto y ha decidido en
consecuencia sobre lo que había que hacer. El santo padre ha tenido en sus
manos la tarea de discernir el bien de la comunidad y nosotros adherimos a lo
que ha decidido.” (Declaraciones de don Ricardo Ezzati en la PUC, 13 de
Marzo de 2015).
El afán de
responsabilizar al papa de la bochornosa imposición de Juan Barros como obispo
de Osorno es indebido. No es propio de una colaboración leal responsabilizar a
un superior de un nombramiento inducido. En los hechos, quienes asesoraron al
papa en este nombramiento, buscaron ante todo acoger el requerimiento de las
Fuerzas Armadas y Carabineros de Chile, endosando el problema a la diócesis de
Osorno. Así, la misma causa que llevó al Cuerpo de Almirantes y Generales a
pedir la baja de Barros, es la que con justicia reclaman los ciudadanos y la
Iglesia de Osorno.
En
consecuencia, la grave situación provocada por un grupo de obispos que
propusieron a don Juan Barros Madrid como obispo de Osorno no está resuelta,
por lo que su investidura el sábado 21 de marzo de 2015, lejos de cerrar un
capítulo triste y doloroso de la Iglesia chilena, abre el camino directo de la
petición de renuncia del obispo de Osorno, atendiendo a la “grave
disminución de su capacidad para desempeñar” el cargo de pastor de esa
querida diócesis, según lo prescrito en el CIC 401 § 2.
La evolución y
desenlace de esta situación podría dar luces a la santa sede, respecto del tratamiento
de las responsabilidades de algunos obispos en el delito de encubrimiento a los
sacerdotes pederastas, según lo informado por un medio de Boston (Crux. Sitio
Web de Boston Global).
“Elegíos,
pues, Obispos y diáconos dignos del Señor. Varones mansos, indiferentes al
dinero, veraces y probados”. Doctrina de los Doce
Apóstoles, el más antiguo catecismo de los primitivos cristianos, escrito
en griego entre los años 70 y 120 D.C. En
su capítulo C. Advertencias Generales XV N°1.