Por:
Rev. Padre Manning Maxie Suárez +
Este domingo, celebramos una
de las fiestas más conmemorativas de la cultura y valores de la fe cristiana,
la “festividad de la Pascua de Resurrección”.
Y es por ello que, en el rito de las muchas denominaciones cristianas con
tradición católica e inclusive protestantes, el mismo inicia con esta antífona:
¡Aleluya!
Cristo ha resucitado. Y las multitudes responden a la misma: ¡Es
verdad! El Señor ha resucitado. ¡Aleluya! ¡dando la comunidad cristiana:
Alegría y Fe, de que la vida de nuestro Señor Jesucristo no terminó en el
Calvario y que ha Resucitado!
En el evangelio de Mateo (escrito
en el año 70 aproximadamente d.C., en el capítulo 28: versículo 6), nos encontramos
con una de las tantas narraciones sobre lo sucedido al maestro Jesús de
Nazareth, después de sufrir la penosa crucifixión y haber sido puesto en su
tumba sellada y custodiada por soldados romanos, gracias a la generosidad de
José de Arimatea, fariseo y miembro noble del Sanedrín judío de la época. “v. 6
No
está aquí, sino que ha resucitado, como dijo. Vengan a ver el lugar donde lo
pusieron.” Señala el evangelio de Mateo.
Habían ya pasado más de 70
años cuando se escribe está historia en el evangelio de Mateo. Ya el evangelista Marcos, en los años 60 d.C.
aproximadamente, había escrito con anterioridad como se puede constatar en el
capítulo 15 versículos 42 y siguientes… siendo así una de las fuentes de Mateo
para narrar el hecho a parte de otras más.
Lo cierto es que la vida de muchos fue impactada por la vida de Jesús de
Nazareth, tomando parte del proyecto del mismo en establecer las bases para que
un nuevo Reino naciera en el corazón de todos los seres humanos.
Han pasado 2020 años y la
Iglesia, que es el Cuerpo Místico de Jesucristo, como ya lo dictaminará el
apóstol san Pablo de Tarso, continúa sin parar en la ardua tarea de la
evangelización de los pueblos; pese a que la misma a través del tiempo, ha vivido
como dice un antiguo himno cristiano: “con odio o desdén; con el error y con
los cismas, siendo desgarrada en el vaivén, a través de sufrimientos, fatigas y
dolor” de muchos hombre y mujeres entregados al compromiso de la Fe.
El pueblo cristiano de Panamá,
sigue celebrando la semana santa, en medio de situaciones verdaderamente
vergonzosas para una nación. No voy a
señalar las mismas pues sería llover sobre mojado, pero estoy seguro que todos
las conocemos. Ahora se nos suma la
Pandemia Mundial por el Coronavirus COVID-19.
Los grandes líderes cristianos y de otras religiones y filosofías seculares
están constantemente haciéndonos un llamado a “Ser Íntegros con nuestros
valores y creencias”. Está de más
señalar que, moralmente hablando estamos comprometidos con la “Verdad” y la
Verdad es la que nos hace Libres como pueblo.
2020 es un año de grandes
retos, de preparación para grandes eventos que tienen las características de
convertirse en históricos para la nación.
Hago un llamado para que todos nos dispongamos en alma, cuerpo y corazón
a ser íntegros a conciencia y con el llamado y la grandiosa oportunidad que
Dios nos ha dado, a través del maravillo sacrificio de su amado hijo Jesús, al
que hoy día llamamos “Jesucristo.”
Que todos nuestros actos en la
vida estén marcados por ese espíritu de la resurrección, que no es otra cosa
que aquella verdad existencial de sabernos bendecidos por la gracia que
proviene del Padre y de su Hijo.
Resurrección significa compromiso con todo lo bueno, con todo lo que es
bello, con todo lo que es mejor, con todo lo que beneficia a todos. Compromiso
para combatir la maldad, los antivalores, las situaciones de muerte. Les deseo a toda Panamá “Felices Pascuas de
Resurrección” y que, “Así alumbre vuestra luz”.
Sacerdote.