Redacción BBC News
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080220
Si hay algún mineral con propiedades clave para
la vida y con un importante papel en la alimentar a la creciente población
mundial, ese es el fosfato. De él se extrae el fósforo que está presente en
cada una de las células del ser humano porque es vital en los procesos
bioquímicos básicos del cuerpo.
Podemos encontrarlo en la estructura del ADN,
la membrana celular, así como huesos y dientes y lo obtenemos a través de los
alimentos que comemos. Si nos centramos en la industria de la alimentación, los
fosfatos son esenciales para producir los fertilizantes de los cultivos. Y en
un momento en que se prevé que las necesidades de víveres de la población
mundial aumenten un 70% en los próximos años se entiende su relevancia de cara
al futuro de la humanidad.
Sin embargo, el fosfato es un mineral escaso
que además no se puede sintetizar en el laboratorio, es decir, no se puede
producir de manera artificial. Hay que extraerlo de las rocas fosfóricas
mediante procesos mineros. Por si fuera poco, la explotación de este mineral
está envuelta en un conflicto geopolítico desde hace más de 30 años: el del
Sahara Occidental. El periodista de la BBC Matthew Davies viajó hasta esta zona
para conocer esta industria.
Un
territorio en disputa
El Sáhara Occidental es un área escasamente
poblada, en su mayoría desértica, situada en la costa noroeste de África.
Antigua colonia española, fue anexionada por
Marruecos en 1975. Desde entonces ha sido objeto de una larga disputa
territorial entre este país africano y el pueblo saharaui, liderado por el
Frente Polisario.
La República Árabe Saharaui Democrática,
declarada por el Frente Polisario en 1976, fue reconocida por muchos gobiernos
y es miembro de pleno derecho de la Unión Africana.
La Organización de Naciones Unidas describe
estos casi 270.000 kilómetros cuadrados principalmente de arena como un
territorio no autogobernado, pero reconoce su derecho a llevar a cabo un
referéndum de autodeterminación, que hasta la fecha no ha podido realizarse[JS1] .
Una franja con minas terrestres y
fortificaciones se extiende a lo largo del territorio en disputa y separa la
porción occidental, administrada por Marruecos, de la zona oriental controlada
por el Frente Polisario.
La mayor parte de la población saharaui huyó
durante los 16 años de insurgencia -hasta que en 1991 la ONU promovió una
tregua- y vive en campos de refugiados en Argelia.
"Si nos fijamos en un mapa de Marruecos,
[para ellos] el Sahara solo es una provincia del sur", explica Stephen
Zunes, profesor de política y estudios internacionales en la Universidad de San
Francisco, mientras analiza la compleja historia de la región del Sáhara
Occidental.
Pero este territorio es hogar de reservas de
fosfato y ricas zonas de pesca en su costa, también se cree que el Sáhara
Occidental aún no ha explotado depósitos de petróleo en alta mar.
Control
de las minas
A día de hoy Marruecos no solo controla las
principales ciudades y los ricos bancos de pesca que hay a lo largo de la costa
del Sahara Occidental, también la extracción del mineral. Por eso, el dominio
de este recurso se ha vuelto en una cuestión más allá de lo económico, dadas
las cuestiones legales y la disputa de soberanía nacional que pesa sobre este
territorio.
Los fosfatos representan el 20% de las
exportaciones de Marruecos -que junto con China y Estados Unidos acaparan la
mayor parte de la oferta- y tienen un peso de aproximadamente el 5% de su PIB,
al tiempo que controla tres cuartas partes de las reservas de fosfato de buena
calidad que quedan en el mundo.
La empresa minera que explota el fosfato, OCP
Group, es de propiedad estatal. Solo la mina de Khouribga, la explotación de
fosfatos a cielo abierto más grande del mundo, produce 35.000 millones de
toneladas de fosfatos al año.
Una reserva estratégica que le otorga a este
país africano mucha responsabilidad en el precio y que es comparable, según
algunos expertos, al poder que tiene Arabia Saudita con la cotización del
petróleo. Pero en los últimos años, el Frente Polisario ha puesto en su punto
de mira los cargamentos de fosfatos que salen del Sahara Occidental. No los
reclama con armas, sino con argumentos y recursos legales.
Mohamed Kamal Fadel, representante del Frente
Polisario en Australia, explica la estrategia legal que su organización ha
utilizado para garantizar que la República Árabe Saharaui Democrática pueda
reclamar los fosfatos que considera suyos.
El plan
parece estar teniendo sus frutos.
Ningún cargamento de fosfatos extraídos en
territorio saharaui ha cruzado el cabo de Buena Esperanza en Sudáfrica o el
canal de Panamá por temor a que surjan problemas o se puedan interponer
acciones legales, dice. Pero es que, además, cuenta Fadel, su organización ya
ha convencido a 15 compañías para que no compren fosfatos a la empresa estatal
marroquí.
También las empresas de transporte se han
mostrado más reacias a hacer el trabajo. Por todo, existe la esperanza de que
Marruecos se siente a negociar un acuerdo más formal con los saharauis. "Somos
optimistas respecto a este plan", dice Fadel.
La BBC se puso en contacto con las autoridades
marroquíes, pero no hubo ningún funcionario disponible para hablar sobre el
tema.
El medio
ambiente y los fosfatos
Más allá de las disputas geopolíticas, lo
cierto es que podría decirse que uno de los mayores problemas con los fosfatos
en los últimos 60 años es que han sido demasiado baratos y abundantes. No ha
habido ningún incentivo para usarlos con moderación. Solo una pequeña fracción
es realmente absorbida por las plantas, y gran parte es arrastrada por la
lluvia. Y este exceso de fertilizantes que se lavan en los sistemas fluviales,
tanto de fosfatos como de nitratos, ha creado un problema ambiental
desagradable: la eutrofización.
Aquí es donde los abundantes nutrientes
alimentan las algas en ríos y estanques, creando flores que hacen que el agua
se vuelva verde. Luego, las algas mueren, proporcionando una fiesta para los
microbios, que a su vez se multiplican y succionan el oxígeno del agua, matando
a todos los peces y otros animales y plantas.
Es un problema común en los tramos más bajos de
los principales ríos, como el Támesis y el Rin en Europa, y el Yangtze en
China. Floraciones de algas similares ocurren en nuestros océanos, donde
grandes áreas, especialmente el Mar Báltico y el Golfo de México, se han
convertido en "zonas muertas".
Puramente desde una perspectiva ambiental, el
precio de los fosfatos ha sido claramente demasiado bajo en las últimas
décadas. Quizás la escasez de la oferta haga cambiar esto en los próximos años,
aunque los problemas, podrían llegar de la mano de unos cultivos mundiales
menos eficientes.
[JS1]¿Por
qué no se ha realizado? ¿Qué ha hecho Marruecos en contra de esto? ¿Qué dicen
las resoluciones de la ONU al respecto? ¿Cuántos muertos más tiene que poner el
pueblo saharaui para resolver este asunto?