Nazanín Armanian
www.publico.es
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Miles de
personas, entre ellas niños, ancianos, enfermos y personas con discapacidad que
habitaban el norte de Siria vuelven a huir de sus hogares, esta vez de los
bombardeos de Turquía. No hay duda de que el autor “intelectual” de la invasión
del 9 de octubre comandada por Erdogan ha sido el presidente de EEUU, quien dos
días antes ordenó la salida de unos pocos soldados que tenía en la zona para
que las víctimas no fuesen estadounidenses. Ante el estupor de sus opositores
en el Congreso y el Pentágono, por haber entregado esta estratégica zona al
aliado díscolo de la OTAN, Donald Trump ofreció sus particulares excusas:
1- Los kurdos
no ayudaron a EEUU con Normandía, por lo que no hay ninguna deuda histórica con
ellos, todo lo contrario: han recibido millones de dólares y equipamientos
militares para defender su propio territorio, no el de EEUU.
2- El motivo de
la presencia de las tropas de EEUU en Siria era acabar con ISIS, algo
conseguido completamente -afirma- y en caso de que el grupo terrorista resurja,
deberán ser los países de la región quienes se enfrenten a él.
3- Con esta
(pequeñísima) retirada, EEUU ahorra «un montón de dinero» y cierra una de
tantas «guerras ridículas» en la que ha participado. Pero, el presidente no
explica por qué el mismo día anuncia el envío de otros 3.000 soldados a Arabia
Saudí para enfrentarle a Irán.
Aun así, y de
repente añade: «Dicho todo esto, nos gustan los kurdos», dejando la puerta
abierta para ir a salvarlos si el presidente en su “sin
igual sabiduría” lo considere. Los miembros del Concejo de Seguridad, incluidos
China y Rusia, no han castigado y ni siquiera han condenado la invasión turca a
un estado soberano de la ONU: se han limitado a mostrar su preocupación.
Lo que Trump no confiesa
+ Que la
presencia de las tropas de EEUU en suelo sirio es ilegal, ya que no tiene la
autorización de Damasco, ni de la ONU, ni siquiera del Congreso de EEUU.
+ Que no se retira de Siria, sino de una
zona del norte de este país. Gracias a la guerra, EEUU por primera vez en su
historia aquí cuenta con una veintena de bases militares, y del mismo modo que
no ha sacado sus tropas de Japón o de Alemania pasados 74 años del fin de la Segunda
Guerra Mundial, no las sacará, ni por las malas, de un Estado ubicado en el
corazón de Eurasia.
EEUU no ha conseguido todos sus objetivos en Siria,
que han sido:
1) Romper el
Eje de Resistencia contra Israel, compuesto por Siria, Irán, Hizbolá y Hamas;
2) Eliminar al
único aliado de Irán, siendo éste el “premio” de sus guerras en la zona,
albergando la primera reserva mundial del gas y la tercera del petróleo;
3) Desmantelar
a otro estado árabe después de transformar a Irak y Libia a cenizas,
convirtiéndolo en una trampa mortal para los
rivales de Israel;
4) Dividir el
país en miniestados (como lo reveló el Sirialeaks), con
el fin de poder dominarlos fácilmente en el futuro: Trump ya reconoció el
dominio de Israel sobre una parte de Siria, los Altos de Golán;
5) Imponer una
larga guerra y vivir del suculento negocio de armas;
6) Otanizar
completamente el Mediterráneo, sin las molestas que pudiesen causar Libia y
Siria;
7) Dominar
Eurasia- el «heartland» o «área pivote»- desde Siria;
8) Cortar la
Ruta de la Seda de China, en Siria;
10) Seguir
reconfigurando el mapa del «Nuevo Oriente Próximo» a la medida de sus
intereses, un siglo después de que hicieron lo mismo Francia y el Reino Unido
desintegrando el imperio otomano. Crear un estado kurdo Frankenstein de las
entrañas de Siria e Irak es uno de los proyectos de Washington, a pesar de
su imposibilidad. Por lo que, la guerra contra Siria continuará.
Debido a que
los mortales no tenemos acceso a los sótanos oscuros de la Casa Blanca y del
Pentágono para saber lo que han cocinado, dejamos volar nuestra imaginación
buscando respuestas a esta misteriosa acción de Trump.
Primera hipótesis
El presidente
está ejecutando el proyecto del “Nuevo Oriente Próximo” y ha considerado que es
hora de balcanizar Siria a lo largo de sus fallas étnico-religiosas. En su
comunicado, la Casa Blanca afirma que Turquía se iba a hacer cargo de los
prisioneros de ISIS, quienes están en el campamento al-Hol cerca de Irak, lo
que significa que no se trata de crear una zona de amortiguamiento en la
frontera turco-sirio, sino de que los turcos se apoderasen de gran parte del
noreste de Siria. Si Erdogan realmente estuviera preocupado por la «seguridad»
de sus fronteras, hubiera levantado un muro en vez de lanzar un ataque tan
arriesgado y costoso.
EEUU está
provocando una situación semejante a la que tuvo lugar en Irak en 1991, coincidiendo
con el fin de la Unión Soviética: incitó a los kurdos (y a los árabes chiíes)
de levantarse en armas contra el régimen de Sadam Husein, su propio aliado. Una
vez que lo hicieron, los abandonó, dejándoles a merced de la venganza de Sadam.
La protesta mundial por aquella traición fue el pretexto de EEUU para
establecer dos zonas de exclusión aérea, sacándolas del control de Bagdad. Una
vez debilitado el Estado, por los continuos bombardeos y un criminal embargo, en 2003 derrocó a Sadam con 7 mentiras y por 10 objetivos, y creó la Región Autónoma Kurda (con su parlamento, ejército, himno,
bandera, etc.), convirtiéndola en una de sus principales bases en la región.
Es posible que
hoy Washington haya trazado los siguientes pasos en Siria:
habrá una matanza de kurdos a mano del ejército turco y una terrible
crisis humanitaria, ampliamente televisadas (al contrario de las atrocidades
cometidas por la coalición dirigida por EEUU-Arabia Saudí en Yemen); ISIS
reaparecerá cortando cabezas delante de las cámaras. En 2014, nació como un ejército de mercenarios cuya misión fue «hacer de buldócer», allanando el camino del dominio del EEUU sobre
Siria, sin que perdiera un solo soldado: lecciones de Vietnam, Irak y
Afganistán. Paso seguido, la llamada «comunidad internacional» estará obligada, por ética, a enviar tropas de «paz» compuestas
por árabes, turcos y europeos, al norte del país, -el granero de Siria, donde
además tiene sus reservas de petróleo y agua-, para así separarla del resto del
territorio.
De paso, tiende
una gran trampa a la Turquía de Erdogan -ahora que el golpe de estado contra él fracasó-, hundiéndole en lo que será un profundo pantano para su ejército y su
economía debilitada. Además, es probable que los kurdos de Turquía vuelvan a la
guerra partisana semejante a los años ochenta. De hecho, los países de la OTAN,
que sin duda estaban al corriente del plan de invasión, han llamado «operación»
al ataque militar ilegal a un país soberano. ¿Cómo reaccionarían si Venezuela
invadiera a Colombia, por ejemplo?
Segunda hipótesis
Se trataría de
una estrategia de supervivencia de Donald Trump acorralado por los demócratas y
el «Estado profundo», quienes han pretendido destituirle, incluso barajando un golpe de estado: lo han
intentado a través del Rusiagate, la campaña de MeToo -lanzada desde el
Hollywood «demócrata»-, sensibilizando la opinión publica hacia abusos sexuales
(y él ya tiene unas cuantas denuncias), y sobre todo empujarle hacia una guerra
con Irán. A partir de agosto, la presión ha aumentado sobre el presidente:
12 de
agosto: un petrolero japonés y otro noruego sufren
ataques en el golfo de Omán, en medio del aumento de las sanciones sobre el
petróleo iraní.
20 de
agosto: Irán derriba por error un avión no tripulado de EEUU.
Podría haber sido un perfecto pretexto para un castigo militar a Irán, pero
Trump se negó y afirmó que no había sido intencionado.
10 de
septiembre: Trump destituye al halcón más belicista de su
gobierno: John Bolton. Su impacto sobre la política de EEUU es tal que el
precio del petróleo cae unos 2 dólares el barril, algo que nunca había sucedido
en este país con la salida de un asesor de seguridad.
12 de
septiembre: la Casa Blanca filtra que las agencias de
inteligencia de EEUU han acusado a Israel de colocar dispositivos de escucha en
la Casa Blanca para espiar al presidente.
14 de
septiembre: un ataque de procedencia misteriosa destruye la planta petrolífera de Saudí Aramco y Mike Pompeo, sin
presentar ninguna prueba, acusa a Irán. Aun así, Trump se niega a entrar en una
guerra con Irán, que podría acabar con sus aspiraciones electorales de 2020.
Pompeo, ex jefe de la CIA, ocupó la Secretaría de Estado poniendo fin a la diplomacia en EEUU sustituyendo
a Rex Tillerson, quien fue cesado por defender el acuerdo nuclear con Irán y
había recortado el presupuesto de las operaciones militares en el extranjero en
un 31%.
26 de septiembre: empieza el Ucraniagate, y la posibilidad real del
triunfo de una moción contra Trump y el vicepresidente Mike Pence, ofreciéndole
a la presidenta demócrata del Congreso, Nancy Pelosi,
sustituirle.
En este
contexto, Trump realiza la llamada de teléfono a Erdogan, invitándole a atacar
al norte de Siria y anuncia la retirada de unos pocos soldados de una base
militar, sorprendió hasta a Mike Pompeo que afirmaba que EEUU nunca dio
‘permiso’ a Turquía para lanzar esta “operación militar” contra los kurdos.
¡Pompeo podrá ser el siguiente en caer del gobierno!
Trump sigue
jugando su baza del máximo jefe de las fuerzas armadas para deshacer los logros
imperialistas del «Estado profundo»: podrá desmantelar cerca de 800 bases
militares de EEUU esparcidas por el mundo y repatriar a decenas de miles de
soldados, asestando un duro golpe al Pentágono y el complejo
industrial-militar. En este caso, su intención sería un intercambio con sus enemigos:
ellos retirarán la moción de censura y él no echará a la basura el resultado de
años de guerras de expansión de EEUU en Oriente Próximo.
Por el momento,
el ganador es Trump: ha conseguido, con este caos controlado, desviar la
atención del mundo de Ucraniagate a la brutalidad de los turcos y la tragedia
de los kurdos.