www.alainet.org / 18/10/2019
La economía de
Bolivia ha experimentado una transformación estructural durante la presidencia
de Evo Morales. El PIB real (ajustado a la inflación) per cápita creció en más
de un 50% en los últimos trece años. Esto equivale al doble de la tasa de
crecimiento de la región de América Latina y el Caribe. Aun cuando la economía
regional latinoamericana sufrió una desaceleración en los últimos cinco años,
Bolivia tuvo el mayor crecimiento del PIB per cápita en América del Sur.
Durante la mayor parte de los últimos 13
años, Bolivia ha tenido superávit en la balanza de pagos, lo que ayudó a
mantener la estabilidad macroeconómica. El sólido crecimiento económico del
país ha contribuido sustancialmente a la reducción de la pobreza y la pobreza
extrema. La tasa de pobreza ha caído por debajo del 35% (estaba por debajo del
60% en 2006) y la tasa de pobreza extrema es del 15.2% (estaba por debajo del
37.7% en 2006).
La transformación económica de Bolivia fue
posible gracias a un conjunto de amplias transformaciones políticas en el país.
Estas incluyeron una nueva Constitución con directrices económicas importantes;
la nacionalización y propiedad pública de recursos naturales y de algunos
sectores estratégicos de la economía; una inversión pública redistributiva y
una implementación de políticas salariales; la coordinación de políticas entre
el Banco Central y el ministerio de Economía y Finanzas; y las políticas
monetarias y cambiarias dirigidas a desdolarizar el sistema financiero
boliviano.
La renacionalización de los hidrocarburos
en 2006 fue vital para el progreso económico y social de Bolivia. En los
primeros ocho años de la presidencia de Morales, los ingresos del gobierno
nacional por hidrocarburos aumentaron casi siete veces, pasando de $731
millones a $4.95 mil millones; y aunque parte de esto fue consecuencia del
aumento de precios, la mayoría fue el resultado de la nacionalización y de los
cambios de política relacionados.
Es necesario hacer hincapié en la enorme
importancia de la nacionalización de los hidrocarburos para el progreso
económico de Bolivia de los últimos 13 años. Estos ingresos fueron
fundamentales a la hora de permitir que el gobierno lograra una estabilidad
macroeconómica (por ejemplo, evitar problemas en la balanza de pagos, mantener
un tipo de cambio estable, aumentar enormemente la inversión pública), además
de financiar el gasto social.
También es evidente que la capacidad del gobierno
de elegir este camino mucho más productivo solo fue posible después de liberarse
de las limitaciones de los acuerdos del FMI. Cuando Evo Morales tomó posesión
del cargo en 2006, Bolivia llevaba operando bajo los acuerdos del FMI por 20
años, y su PIB per cápita era inferior al que tuvo en 1980. Un repaso de los
documentos del FMI muestra la oposición del organismo internacional a cualquier
tipo de nacionalización o incluso a intentos menores de aumentar el control
gubernamental sobre los recursos de hidrocarburos. “El personal [del FMI]
agradece el compromiso del presidente Mesa con vetar cualquier ley de hidrocarburos
inapropiada”, frase que apareció en la Quinta Revisión del FMI en virtud del
Acuerdo “Stand By” (de préstamo) en marzo de 2005, poco más de un año antes de
la nacionalización dirigida por el sucesor de Mesa, Evo Morales.
Si bien algunas de las medidas económicas
de Bolivia durante los últimos 13 años se ajustan a las prescripciones de
políticas estándar, otras implican el uso de un agregado de políticas
heterodoxas junto a herramientas ideadas por ellos mismos.
Por ejemplo, empezando en 2010 el Banco
Central ha aplicado una política monetaria poco convencional a través de un
programa de flexibilización cuantitativa, con el fin de comprar instrumentos
financieros emitidos por empresas estatales y bonos del gobierno. En diciembre
de 2018, casi la mitad (44%) del balance del Banco Central se invirtió en
activos nacionales (frente al 12% en 2010). Es importante subrayar que este
aumento significativo en el dinero creado por el Banco Central no estuvo
acompañado por un aumento en la tasa de inflación de precios. Los fondos del
Banco Central están destinados a contribuir con el programa de inversión de
Bolivia en los gastos de capital de sus empresas estatales estratégicas (EEE).
El compromiso del gobierno con la
inversión pública también está fuera de las recetas convencionales dominantes
en la actualidad, y ha mantenido la inversión pública de Bolivia—como
porcentaje del PIB—en el nivel más alto de América Latina. El conjunto de la
inversión (pública y privada) también ha sido sustancialmente más alta que en
el pasado, con un promedio de 21.8% del PIB en los últimos cinco años. Y los
esfuerzos de Bolivia para promover el crecimiento económico se han centrado en
el mercado interno, en línea con su estrategia de desarrollo.
El compromiso de Bolivia con el
crecimiento económico del PIB se ha concentrado en el mercado interno, en
consonancia con su estrategia de desarrollo. Ha habido aumentos sustanciales en
el consumo de los hogares (4.7% de crecimiento anual promedio real entre 2006 y
2018), formación bruta de capital fijo (9.2%) y gasto público (5.3%). Las
exportaciones también han crecido, pero a un ritmo más lento (un promedio de
1.9% anual). De hecho, en los últimos años Bolivia ha mantenido la inversión en
niveles muy altos en comparación con el pasado. Durante los últimos cinco años
(2014-2018), los niveles de inversión han promediado el 21.8% del PIB anual.
También ha sido impresionante la variación
en el tamaño del sistema financiero boliviano. Los depósitos han crecido a una
tasa promedio anual del 14% (entre 2008 y 2019). El tipo de cambio y las
políticas monetarias de Bolivia han sido factores clave para re-bolivianizar el
sistema financiero: la proporción de depósitos en dólares en el sistema
financiero ha disminuido del 34% en 2008 al 1% en 2019; todo gracias a una
combinación de desincentivos y regulaciones. Los préstamos dirigidos a sectores
productivos y con topes máximos de tasas de interés bajas son parte del
conjunto de herramientas que las autoridades monetarias han implementado con
éxito. El crédito total en el sistema financiero ha crecido a un promedio de
16% por año desde 2008.
Sin embargo, quedan desafíos importantes.
Aunque Bolivia ha experimentado un crecimiento económico sostenido durante
estos años, sigue siendo uno de los países más pobres de América del Sur. Su
sector de exportación sigue concentrado en términos de productos y destinos. El
crecimiento de la inversión en Bolivia ha ocasionado recientemente déficits
considerables, pero aún sostenibles en su cuenta corriente, así como déficits
sustanciales no financieros del sector público. El Banco Central ha contribuido
a esto financiando los gastos de capital de las empresas estatales. No se
prevén riesgos importantes para la cuenta de capitales de Bolivia, pero cabe destacar
que una gran cantidad de activos financieros de los bolivianos se depositan en
el extranjero. Si bien ha habido un aumento reciente en la deuda pública
denominada en el exterior, no representa un riesgo a corto o mediano plazo,
principalmente porque es a muy largo plazo y también por ser un préstamo con
condiciones favorables (es decir, muy por debajo de las tasas de interés del
mercado).
Las autoridades bolivianas están
promoviendo importantes inversiones en políticas de soberanía alimentaria, con
el fin de convertirse en una potencia agrícola para diversificar la economía.
También están atrayendo inversiones considerables para industrializar sus
materias primas, con el objetivo de llegar a ser un líder mundial en la
exportación de baterías de litio. Estas inversiones estratégicas son parte de
la Agenda 2025 de Bolivia que guía su política económica a mediano plazo.
- Andrés Arauz, Mark Weisbrot, Andrew Bunker y Jake Johnston