Simona Violetta Yagenova
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1. La actual crisis política solo
puede comprenderse desde su perspectiva histórica y sistémica. El complejo sistema
de dominación impuesto en contra de los pueblos que aquí habitan, registra
crecientes fisuras derivadas del aumento de las contradicciones sistémicas, del
fracaso de la clase dominante para gestionar “adecuadamente” los asuntos del
Estado-Nación y obstaculizar permanentemente reformas estructurales
democratizadoras, así como por la emergencia de fuerzas que ratifican que el
actual sistema está agotado y apuestan a un radical rediseño del modelo
económico y político[C1] .
2. Hace dos años inició una coyuntura
política creada por la intervención de factores externos (Comisión Internacional
contra la Impunidad en Guatemala [Cicig], EEUU[C2] )
que, de manera sistemática han impulsado una estrategia jurídico-política en
contra quienes configuran el denso tejido de mecanismos de enriquecimiento
ilícito, operados a través de partidos políticos, bancos, empresas privadas,
funcionarios públicos, empresas de comunicación o las fuerzas armadas;
desnudando las modalidades del saqueo, de la corrupción y la forma como el
capital mafia cooptó al Estado. Si bien durante la primera etapa (abril-agosto
2015) estos esfuerzos fueron acompañados de una importante movilización ciudadana[C3]
que se aglutinaba en torno a la renuncia del binomio presidencial anterior
(Pérez Molina/Baldetti), ésta se fue apagando paulatinamente en la medida en
que se acercaron las elecciones generales y no se tuvo la capacidad para
construir consensos sobre qué es lo que correspondía impulsar en la siguiente
etapa política, fragmentándose las perspectivas y las acciones.
3. El abandono del espacio político
para impulsar la Constituyente plurinacional o profundas reformas políticas,
conllevó al reacomodo de los poderes fácticos y espurios, la profundización de
la intervención de los EEUU y una intensificación del accionar de la Cicig-Ministerio
Público [MP] contra estructuras o personas vinculadas al crimen organizado
-corrupción, con énfasis en los que pudieran estancar avances o facilitar
retrocesos. Los procesos que se han levantado por parte de la Cicig-MP, primero
contra el hijo/hermano y ahora contra el actual presidente Morales, pueden
interpretarse dentro de este marco.
4. La decisión del presidente
Morales de querer expulsar del país al comisionado de la Cicig, Iván Velásquez,
bajo argumentos poco sostenibles, ha levantado una ola de protestas nacionales
e internacionales afirmando que, de viabilizarse tal expulsión, significaría un
profundo retroceso en la lucha contra la corrupción-capitales mafias, y
oxigenaría a quienes políticamente están vinculadas con las estructuras
criminales. Morales, ahora explícitamente respaldado por sectores de
ultraderecha, exmilitares violadores de derechos humanos y quienes temen que
más temprano que tarde enfrentarán demandas jurídicas, comienzan a movilizar
sus bases, lo que podría agregar más tensión a la crisis política. Si bien la Corte
de Constitucionalidad resolvió favorablemente una acción jurídica en contra de
la expulsión del comisionado. es previsible que estos sectores continuarán
impulsando acciones políticas-jurídicas para lograr su cometido. Pero es
necesario salir de la disyuntiva simplista Velásquez-Morales.
5. La decisión de la Cicig/MP para
iniciar un proceso jurídico en contra del presidente Morales se tomó
conjuntamente con los EEUU[C4] ,
y debe haber contemplado el análisis de las posibles respuestas del ejecutivo
así como los escenarios políticos que se abrirían con su dimisión del cargo.
Negarlo sería caer preso de una enorme ingenuidad política o de una absoluta
ignorancia de cómo hoy opera el sistema hegemónico global en general y el
imperio en particular[C5] .
Es muy probable, que desde el departamento del Estado se hubiera propiciado
reuniones con determinados interlocutores nacionales para, identificar a
posibles sucesores, visualizar escenarios de salida, así como diseñar
estrategias de contención que involucran a las tropas del comando sur que ya se
encuentran en el país desde hace meses. En tal sentido, la seguramente
justificada acción jurídica contra el presidente Morales, impulsada por Cicig-MP,
trasciende el ámbito jurídico y se convierte en un operativo político
intervencionista con sus respectivas repercusiones. El que Guatemala se
haya convertido virtualmente en protectorado de los EEUU. tiene implicaciones
profundas a corto y mediano plazo.
6. Es indudable que el país vive
una crisis sistémica que no puede resolverse dentro del marco de las reglas del
modelo político y económico existente. Los retrocesos económicos-sociales, las
recurrentes crisis políticas, la pérdida de legitimidad de los tres organismos
del Estado, la intensificación de las contradicciones sistémicas y la creciente
intervención externa crean un escenario de permanente tensión y de acumulación
del descontento social.
7. Este escenario puede
deteriorarse y prolongarse en el tiempo si las fuerzas socio-políticas
democráticas (movimientos, pueblos originarios, izquierdas) no toman la
decisión de articularse en torno a una estrategia común que sea capaz de
combinar eficazmente diversos planos tácticos, confluyendo en torno a metas que
deben alcanzarse en un determinado plazo de tiempo. La complejidad del sistema
de dominación actual requiere una estrategia de lucha que corresponde a este
nivel de complejidad.
8. Los movimientos, pueblos y
fuerzas de izquierda se enfrentarán en breve a una nueva disyuntiva ante la
posible destitución del actual presidente de la Republica. ¿Cómo
enfrentar las estrategias de reacomodos espurios a cambios cosméticos? ¿Cómo
impulsar una propuesta de profundo cambio del diseño del modelo político y
económico existente en una coyuntura de crisis, disputa, de desigual
correlación de fuerzas y de intervención imperial?
9. Las transiciones no se gestan
automáticamente sino son producto de procesos de maduración en la praxis de las
fuerzas sociales portadores del cambio social. Es importante dialogar en torno
a cómo se concibe dentro del marco de una estrategia de cambios sistémicos las
distintas etapas de la transición. Para el momento histórico actual, ¿las
reformas políticas mínimas dentro del marco del sistema actual permitirán
acumular fuerza crítica, transformadora o no? ¿Debe apostarse aún al modelo de
la democracia liberal y representativa? ¿Es viable avanzar por el camino de la
democracia popular con reformas políticas que reproducen la lógica del Estado
burgués, racista y patriarcal[C6] ?
¿Es posible dentro del marco del modelo actual de acumulación por despojo
democratizar al capital o impulsar un modelo tipo keynesiano? ¿Son válidas aún
las concepciones de que los cambios sistémicos deben impulsarse por diferentes
etapas mediante estrategias específicas?
10. El momento actual exige
profundizar el debate y propiciar mayor claridad qué es lo proponen como
alternativa las fuerzas democráticas, movimientos, pueblos originarios e
izquierdas de este país[C7] .
Los tiempos políticos propicios para impulsar cambios estructurales profundos
no son elásticos. Se acaban.
- Simona Violeta Yagenova es
coordinadora del Área de Estudios de Movimientos Sociales, FLACSO Guatemala.
[C1]Me suena a
blablablá izquierdoso de los 60.
[C2]¿Solamente? No creo.
[C3]En su mayor parte en la capital y, en su mayoría, capas medias.
[C4]¿Qué seguridad hay de esta afirmación?
[C5]¿En base a qué afirma esto? Son afirmaciones categóricas que
prescinden de quien no comulga con su visión.
[C6]Creo que no hay condiciones para esto en la actual Guatemala.
[C7]Que están absolutamente polarizados.