Raúl Zibechi
www.jornada.unam.mx / 040817
Conocer los criterios que maneja la
potencia emergente sobre América Latina, y en particular sobre Venezuela, es
sumamente importante ya que raramente sus medios de comunicación dejan entrever
las opiniones que circulan en el gobierno chino. El 1º de agosto el periódico
chino Global Times publicó un extenso artículo editorial titulado Venezuela un
microcosmos del enigma latinoamericano (goo.gl/ksmY77).
Global Times pertenece al órgano
oficial del Partido Comunista de China, Diario del Pueblo, pero está centrado
en temas internacionales y sus opiniones tienen más autonomía que el medio que
lo auspicia.
El artículo analiza las recientes
elecciones a la Asamblea Constituyente mostrando cierto apoyo al proyecto pero,
a la vez, tomando distancias. Reserva sus mayores críticas a la Casa Blanca, al
mencionar que Washington sólo está preocupado por tomar el control del continente
como su patio trasero, y no está interesado en ayudarlos.
Destaca que los objetivos de
Estados Unidos consisten en la eliminación de Maduro y la destrucción del
legado político de Chávez, pero también señala que todos los gobiernos de
izquierda del continente tienen una relación incómoda con Washington.
Según Global Times, sin una
industrialización plenamente desarrollada, las economías latinoamericanas
dependen en gran medida de los recursos, razón por la cual muchos países
presentan fuertes brechas sociales y de riqueza, como sucede en Venezuela,
donde los campesinos y los pobres urbanos apoyan al gobierno mientras la clase
media rica sostiene a la oposición.
Hasta no hay novedades. Pero en
este punto arranca un análisis que devela las posiciones del gobierno chino. El
sistema político que adoptaron desde Occidente no ha logrado abordar estos
problemas, explica Global Times.
Por lo tanto, dice el diario,
independientemente de quién gane, Venezuela tendrá dificultades para ver luz al
final del túnel. Las divisiones sociales no pueden ser resueltas, y la
intervención de Estados Unidos no se detendrá. Venezuela puede ser arrastrada a
una prolongada batalla política. Con total transparencia, la dirigencia china
estima que el país se encamina hacia conflictos mayores.
En segundo lugar, sostiene que
Venezuela es un importante socio de China. Defiende relaciones de cooperación
independientemente de quién gobierne el país, porque el comercio con China será
beneficioso para los venezolanos. Por eso estiman que mantener relaciones
fluidas y estrechas trasciende intereses partidarios en Venezuela.
Los chinos abren el paraguas y
advierten que las relaciones no están subordinadas a los gobiernos de turno, o
sea, que son de larga duración y no van a renunciar a ellas aunque caiga el
gobierno de Nicolás Maduro.
El tercer punto es clave: Los
disturbios políticos significan riesgos para las inversiones chinas y China
debe aprender a lidiar con ellas. China no puede renunciar a su presencia
económica en América Latina sólo por su inestabilidad política, afirma el
artículo.
Finalmente, sostiene que la
presencia de China en América Latina no implica un motivo geopolítico, cosa
harto dudosa; pero también asegura que China no interferirá en el proceso
político de Venezuela o de cualquier otro país latinoamericano, algo que hasta
ahora es completamente cierto.
Aunque circunspecto, el análisis
chino revela tres cuestiones centrales. La presencia china en la región llegó
para quedarse; está claro que existe un conflicto con Estados Unidos; y no van
a interferir en las relaciones derecha-izquierda, porque –aunque lo nieguen– su
presencia es de carácter estratégico.
En otro momento, habrá que
reflexionar sobre el sistema político que China propone, indirectamente, a los
países amigos del mundo que, evidentemente, no se parece a las democracias
electorales del tipo occidental.
Las relaciones de China con la
región abarcan una variada gama de asuntos, desde inversiones económicas hasta
acuerdos militares y crecientes vínculos culturales con la apertura de cientos
de centros de estudio de lengua china. En varios países se han instalado
industrias, en particular de montaje y construcción de automóviles, lo que
amplía sus inversiones focalizadas en una primera etapa en materias primas.
Llama la atención la potencia de
las relaciones económicas. China es uno de los principales socios comerciales
con los países de la región y ha desplazado, desde 2005 a 2016, al Banco
Mundial y al BID como principal fuente de préstamos, con 141 mil millones de
dólares volcados hacia América Latina y el Caribe, según Inter-American
Dialogue (goo.gl/8iuAR7).
Venezuela absorbe casi la mitad del
total de préstamos, con 62 mil 200 millones de dólares, seguido por Brasil con
36 mil 800 millones, y bastante más atrás Ecuador y Argentina. Las inversiones
en Venezuela tuvieron un pico en 2010 y luego descendieron considerablemente,
pero siguen ocupando un lugar destacado. El grueso de sus inversiones se
destinan a energía, o sea hidrocarburos, pero también a minería e
infraestructura.
Las inversiones más notables fueron
destinadas al terminal marítimo de la petroquímica Pequiven y a la empresa
mixta Sinovensa, formada por PDVSA y la Corporación Nacional China de Petróleo,
creada después de la nacionalización de la Faja Petrolífera del Orinoco, en
2007. Gracias a los 4 mil millones de dólares invertidos por China, Sinovensa
pasó de producir 30 mil barriles diarios de petróleo a 170 mil barriles (goo.gl/9QDaCp).
El último préstamo importante se
registró en noviembre de 2016, con 2 mil 200 millones de dólares en el sector
petrolero, para llevar la producción chino-venezolana a 800 mil barriles
diarios en los próximos años (goo.gl/MZE7nZ).
De seguir por este camino, China
terminará desplazando a Estados Unidos como principal mercado del petróleo
venezolano, siendo el país que ostenta las mayores reservas mundiales de crudo.
Esta realidad, más que el socialismo del siglo XXI, explica los motivos de
Washington para derribar a Maduro.