"Un porcentaje de la Curia actúa
clandestinamente en contra de Francisco"
Entrevista
a José M. Castillo S.www.religiondigital.com/170915
(Jesús
Bastante).- José María Castillo,
teólogo, amigo y colaborador de RD, viene siempre a Madrid por estas fechas
para participar en el Congreso de Teología de la Juan XXIII. Hoy viene a
presentarnos La religión de Jesús
(Desclée), y vamos a aprovechar a conversar sobre el mal uso de la religión al
que se está enfrentando el Papa actual. Lo llamativo de Francisco es que está
cambiando el "no" categórico por el "ven" comprensivo.
Pero, como dice José Mª Castillo, "no todo lo que dice el Papa es dogma de
fe". Su poder está limitado por el Evangelio. Y, precisamente, ahí es
donde quiere volver: a la libertad y la alegría de Jesús.
¿Tienes ilusión por este nuevo congreso?
Por supuesto. Yo fui
de los fundadores, de los que propusieron estos congresos que se vienen
celebrando desde hace treinta y cinco años, sin parar. Un congreso de Teología
que perdura durante esos años es un caso diría que único, no sé. No es
frecuente. Este ámbito del saber tiene una singularidad y se ha mantenido fiel
a la orientación que tuvo desde el primer momento.
Este año tiene un
tema muy actual. Trata de las religiones y la violencia. Últimamente estamos
viendo cómo, utilizando mal el nombre de Dios o de Alá, hay gente que está
masacrando a decenas de miles de personas, muchas de las cuales están viniendo
como refugiadas a las puertas de Europa. Esto comporta otro desafío que no sé
yo cómo estamos afrontando.
Es un punto de vista
que importa destacar: es mucha la gente que no cae en la cuenta de que la raíz
de todo el enorme problema que tenemos con los refugiados y las gentes que
tienen que vivir en unas circunstancias extremas -a muchas de las cuales les
está costando la vida: perder su nacionalidad, todo derecho, toda legalidad y
dignidad...- es la religión. Un mal uso de la religión. Pero es que la religión, tal y como está pensada y
practicada en muchos casos, se presta precisamente a este tipo de violencias.
La violencia se ha dado en las religiones de todos
los tiempos e instituciones...
De una manera o de
otra, desde que nacieron cada una de ellas. La religión nació como un camino de
salvación, esperanza, de futuro, de entendimiento entre las personas y de las
personas con Dios... Pero al mismo tiempo también nació como una institución de
violencia y de enfrentamiento que ha sido origen de indecibles conflictos que
no se deberían repetir jamás.
Antes de continuar con estas cuestiones, vamos a
presentar tu nuevo libro, que se presenta a sí mismo con la bellísima imagen de
su portada. La religión de Jesús es
el comentario al Evangelio diario del ciclo C -el que arranca en adviento de
este año-, publicado como siempre por Desclée pero con bastantes novedades. Es
un libro más grande, con una letra más accesible a personas mayores y con unos
comentarios más extensos...
Sí. Precisamente
respondiendo a la demanda de muchas personas que tenían dificultades para
manejar el libro de bolsillo que se venía publicando desde hace siete años -ya
he hecho los comentarios ocho años: dos ciclos y, el año que viene, ya
tres...-, lo hemos sacado. Mucha gente pedía un modelo más grande, fácilmente
legible, y eso es lo que se ha pretendido este año, haciendo la editorial un
notable sacrificio.
Nuestro amigo Manuel Guerrero, magnífico editor.
Magnífico, sí.
En La
religión de Jesús hay textos para leer cada día. Para reflexionar y comentar.
Lo que aparece justo antes de la introducción es sumamente llamativo para lo
que está sucediendo en este momento: tú le dedicas el libro al Papa Francisco,
con "gratitud y admiración por el bien que está haciendo a la Iglesia y al
mundo mediante su fidelidad al Evangelio".
¿Por qué te decides a dedicarle el libro al Papa?
Porque creo que es
una realidad en la que coincidimos, no ya los católicos sino la gran mayoría de
los ciudadanos del ancho mundo, la de que este hombre, por una serie de circunstancias
concretas, es una persona que está representando un corte y una innovación
determinantes, que no van a tener vuelta a atrás.
Muy convencido te veo de que no va a tener vuelta
atrás en la historia del papado...
Sí, porque me parece
que lo distintivo de este Papa, a mi manera de ver, es precisamente su
insistente voluntad, su machaconería en el tema de ser fieles al Evangelio. No
sólo el predicarlo sino, antes de eso, vivirlo. En cuanto a los papados más
recientes, con esto él está innovando sorprendentemente, consiguiendo interesar
a unos, apasionar a otros, y a no pocos, también, indignar.
No nos hemos reunido
para contar aquí historias interminables, pero es cierto que este hombre ha
emprendido un camino que a primera vista no es doctrinal (aunque en el fondo
hay un pensamiento muy profundo), y eso es nuevo: se mete por los ojos y todo
el mundo lo palpa. Es un hombre cercano a la gente, sencillo, humilde y con una
sensibilidad notable a todo lo que sea sufrimiento humano. Yo diría que es un
hombre en el que destaca una llamativa humanidad.
A mí me recuerda
mucho al pasaje de la samaritana, en el que Jesús está más preocupado por
acompañarla, acogerla, estar a su lado... (como cuando entiende a la adúltera),
que de condenarla. Venimos de una Iglesia-institución en la que el dogma ha
consistido en prohibir. Con este Papa parece que lo que está a la orden del día
es el cuidado: estamos cambiando el "no" por un "ven".
Efectivamente. Por
eso me parece que es importante insistir en que esto no es una cuestión
meramente de espiritualidad, aunque tampoco es meramente ética. Hay una visión
teológica bastante más profunda de lo que algunos se pueden imaginar y,
sintetizándolo en pocas palabras, yo creo que todo se reduce a que hay dos maneras de entender nuestra
relación con Dios: como una relación de sumisión o entendiéndola como una
relación de sensibilidad ante todo lo que sea sufrimiento humano.
El sometimiento y la
sumisión son lo que las religiones han predicado desde siempre pero,
evidentemente, la sensibilidad ante el sufrimiento humano es lo que enseñó
Jesús. Jesús antepuso la sensibilidad ante el dolor humano al sometimiento a la
ley o a la torá del judaísmo de entonces (y el de ahora).
Son dos maneras de
entender a Dios, la religión, la espiritualidad, la ética y la vida, patente en
la famosa parábola del hijo pródigo. Aquel padre tenía dos hijos. Uno entendía
que la buena relación con el padre era obedecerle y hacer lo que él decía cada
día. Pero lo que la parábola propone es que el vínculo sea la sensibilidad: la
sensibilidad entre el padre y el hijo. Evidentemente, el que al final de la
parábola queda mal no es el desgraciado, sino el obediente. Porque acaba siendo
el que se queja: después de trabajar del día a la noche no le han dado ni un cabrito
para irse de merienda con los amigos.
Pero la emoción del padre imaginando el regreso del
hijo...
Claro, consiste en
eso: cuando el pródigo viene con el discurso preparado para pedir clemencia, el
padre no le deja ni hablar. No le pregunta por qué se metió en eso. Nada de
nada. Lo único que hace es abrazarlo, comérselo a besos, vestirlo de nuevo con
lujos y organizarle un festín fantástico, hasta con música en directo, porque
entonces no había Cds.
Hay una admiración mayoritaria al Papa, pero
también una minoría que se asemeja más al hermano mayor que achaca al padre que
se preocupe más de los de fuera, del que regresa, y no de él que nunca le ha
traicionado y siempre ha cumplido las normas. ¿Hay mucha oposición al Papa
desde dentro?
Más de lo que mucha
gente se imagina. Yo no es que sea un conocedor profundo de las intimidades del
Vaticano, pero no hay que estar, tampoco, ni ciego ni sordo en esta vida: se
sabe que hay un porcentaje que supera el 50% de gentes de la Curia que, de una
manera o de otra, por un motivo o por otro, sin decirlo abiertamente, actúan
bajo cuerda en su contra. Hace poco se ha publicado un libro que lo explica.
Dudan del Papa.
El grupo de los once cardenales, entre ellos
Rouco...
Claro, que
cuestionan ciertas medidas que ha adoptado son secretos a voces. Conocemos los
nombres de las personas, los intentos de manipulación... Insisto: detrás de
esto hay dos maneras de entender a Dios. Los que se relacionan con un Dios de
poder a través de la sumisión, se dicen a sí mismos que, como representan a
Dios en este mundo, también pueden y deben exigir sumisión.
...aunque, siguiendo
su propia tesis, deberían ellos someterse al líder máximo de la Iglesia
Católica. Los que creen en la obediencia creen en la cúspide a la que han de
obedecer...
Ellos echan mano de
un argumento fácil: yo soy el que entiendo de fidelidad a Dios, o sea que lo
que yo digo es lo que importa, ya que, a fin de cuentas, nadie a visto a Dios,
como dice el Evangelio de Juan. El que nos ha revelado, en definitiva, a Dios,
ha sido Jesús. Por tanto, no se trata tanto de reproducir una representación de
Dios, sino de seguir el camino que Jesús elaboró. Por este motivo, en este
libro, que tiene muchas limitaciones, está la insistencia de esto que digo: a
Dios lo encontramos pareciéndonos a lo que hizo Jesús. Jesús fue desobediente a
la religión, entró en conflicto con ella tan seriamente que la religión llegó
un momento en que dijo "este tío y nosotros somos incompatibles". Y
por eso lo mataron.
Claro. Dices que hay un porcentaje poderoso de la
Curia en su contra, pero a la vez estás convencido de que las reformas de
Francisco no tienen marcha atrás. ¿Va a poder superar esas dificultades e
imponer su modo de entender la Iglesia y el Evangelio en el mundo de hoy?
El Papa tiene, en
este momento, las debilidades y limitaciones que tiene cualquier humano. Va a
envejecer, irá enfermando y, cuando le llegue su hora, se va a morir como nos
morimos todos. Esto es incuestionable. Pero el Papa tiene una capacidad
particular: la de haber sintonizado con la opinión pública mundial. Ahí se ha
creado una conexión que, al que venga detrás, le va a costar hacer desaparecer
si quiere echar por otro camino.
Eso se decía también
en tiempos de Juan XXIII y, aunque es evidente que muchas cosas cambiaron, al
final la Iglesia de después volvió a parecerse un poco a la de antes del
Concilio.
Es legítimo tener
ese miedo, porque no hay duda de que en la historia del Papado ha habido
altibajos y retrocesos. Pero lo cierto es que, me parece, debería quedar claro
que en la Iglesia no se ha hecho todavía a fondo una teología del poder
religioso. Está por hacer una teología del poder. Se habla de autoridad,
potestad, términos del derecho romano y de la Alta Edad Media.
Creo que en este
momento es muy importante tener en cuenta que el Papa no tiene potestad para
hacer lo que a él se le antoje. Es más, se habla de la infalibilidad del Papa
tal como se formuló la definición dogmática del Concilio Vaticano I: su
potestad es la misma que tiene la Iglesia, no es la suya impuesta a la Iglesia.
Matizar eso hasta el final es lo complejo.
Teniendo en cuenta,
también, las circunstancias históricas en las que se planteó aquella infalibilidad:
había conflictos con el Estado italiano (pérdida de territorios, etc)...
Por ejemplo, cuando Pío XII definió la asunción,
que es la última definición dogmática de la Iglesia...
...en verdad son muy
pocos los dogmas irrevocables que existen.
Hay gente que piensa
que todo lo que dice el catecismo es dogma de fe, y no. Tenemos que instruirnos
un poco, hablamos sin saber de qué. Por eso quiero insistir en una cuestión que
me parece capital. El gobierno de la Iglesia está vinculado a dos cosas que no
se pueden tocar: primero y ante todo al Evangelio, por tanto la Iglesia no
tiene potestad para actuar en contra de él.
Pero hay normas centenarias que están en vigor en
la Iglesia desde hace muchísimo tiempo que han ido en contra de una lectura
sincera del Evangelio...
Claro: de su lectura
social. Por eso: la Iglesia no tiene poder para actuar en contra del Evangelio.
Tampoco para lo bueno. Las interpretaciones que de facto son una anulación de
cosas que quedaron muy claras en el Evangelio, no pueden hacerse. Ni un obispo
ni el Papa pueden hacerlas.
En segundo lugar, el
gobierno de la Iglesia está vinculado a los dogmas de fe y el Papa no puede
actuar en su contra. De modo que su poder está condicionado, pero todo lo que
no sea Evangelio o dogma de fe, claramente puede ser modificado por el Papa.
Vamos a aterrizar a ejemplos concretos.
El de los divorciados vueltos a casar: ¿qué se dice
en el Evangelio?
No hay nada sobre
eso, porque aquello del capítulo 19 de Mateo de que "lo que Dios ha unido
que no lo separe el hombre", lo dice Jesús para responder a la cuestión
entre las escuelas rabínicas de aquel tiempo, que discutían sobre el texto del
Deuteronomio, 24, versículo primero, donde se planteaba el derecho unilateral
del varón a repudiar a la mujer. Jesús corrige eso: que por cualquier causa,
laxamente, un hombre pudiera repudiar a una mujer. ¡Responde a eso en concreto! Porque la literatura de aquel tiempo
decía cosas de ese calibre: si uno llega a casa y ve que a la mujer se le ha
pegado la comida, puede repudiarla. Eran los dichos de las escuelas de aquel
tiempo y Jesús responde "no" a eso. Él argumenta a favor de que se
acaben los privilegios unilaterales del hombre, de que hombre y mujer tengan
los mismos. Hacerle decir al texto más de eso, es manipularlo.
A raíz de la petición al Papa para tratar el tema
de los divorciados vueltos a casar, escribiste un artículo hablando de cómo
había ido girando la disciplina de la Iglesia en el sentido de esa norma: las
primeras comunidades cristianas no la tenían, luego el Papa y ahora una
exhortación o un sínodo pueden cambiar una realidad que lleva vigente seis o
siete siglos, casi como dogma de fe al manipular esas palabras del propio
Jesús. ¿Cómo va a poder hacer eso el Papa?
No difícilmente.
Primero, estudiando a fondo el asunto y dejando claros los límites que ese
texto evangélico tiene. Respetando las distintas opiniones de los
especialistas, si hubiera discusiones entre ellos es que el asunto no es tan
claro. Pero, en cualquier caso, él tiene potestad para decidir. En vista de que
no sería una cosa que nos vinculara a todos, podría decidir él la respuesta.
"Esto no está contra la fe ni contra el Evangelio, por lo tanto yo puedo
decidir modificarlo".
Sobre la familia no hay ningún dogma de fe en la Iglesia. Hay
doctrinas que se vienen enseñando desde el Concilio de Florencia, de Trento...
pero sólo doctrinas. Resulta que todo lo que hay en el Concilio de Trento,
según el análisis de las actas de su sesión séptima, sobre los sacramentos, son
doctrinas pero no dogmas de fe. Porque Trento tenía un principio previo, un
punto determinante: pronunciarse solamente en las cuestiones que no eran
debatidas entre los católicos. El Concilio se reunió para rebatir a Lutero, no
para debates internos.
Insisto en que los límites son el Evangelio y el dogma de fe; en todo lo
que no sea eso, el Papa tiene que responder a las necesidades de la gente. Que hoy
pasan por tener más sacerdotes, que haya igualdad entre hombres y mujeres
resolver los problemas de los divorciados, de los homosexuales... Todo esto lo
necesita la gente en la sociedad y en la Iglesia. Creo que en todas estas
cuestiones el Papa se pronunciará cuando vea que las cosas están maduras. Como
Papa puede hacerlo y es su deber si ve que ha llegado el momento.
Lo que está claro es que la primera fase del
sínodo, la asamblea extraordinaria, dio pie a hablar de todos los temas con
libertad. Estos temas se pusieron en el tapete como jamás había sucedido en la historia
de la Iglesia y eso lo promovió el Papa pidiendo a los participantes que
hablaran con absoluta libertad. Los fieles han podido saber hasta los votos que
tuvo cada punto del sínodo. Es alucinante. Además del sínodo que va a empezar
dentro de nada, está en curso otro acontecimiento relevante: el Año de la
Misericordia que arranca el 8 de diciembre. ¿Qué esperas del Sínodo y qué del
Año de la Misericordia?
En el Sínodo va a
haber una dispersión de puntos de vista, como un abanico abierto desde la
extrema derecha hasta la extrema izquierda, y lo que espero es que dialoguen.
El Papa va a escuchar y todo va a quedar anotado. El Papa decidirá luego, no
será en el mes de octubre.
Después, en la exhortación postsinodal, puede ser
donde haya una respuesta...
Habrá presiones. En
estos asuntos, concretamente en lo del matrimonio, están en juego intereses no
sólo religiosos y de fe, sino también políticos, porque en estos temas la gente
de la derecha política tiene opiniones que no coinciden con la izquierda, sino
que están en el extremo opuesto. Hay interferencias entre la religión, el poder
religioso y el poder político incidiendo en la sociedad.
Y el poder
económico. Esta semana el Papa, adelantándose al sínodo, ha abierto una puerta
que no sabemos qué va a deparar: ha cambiado ventiún artículos del Código de
Derecho Canónico con el propósito de agilizar la nulidad y hacerla gratuita, lo
cual supone un toque al otro gran poder: el económico, por desgracia tan
importante.
Un periodista de un
diario de ámbito nacional explicaba muy bien cómo él está a favor del Papa
precisamente por haber suprimido este asunto económico del caso concreto de los
matrimonios. El periodista decía que él sabía perfectamente lo que tuvo que
meter en un sobre y dar ocultamente al juez que iba a tomar la decisión.
Para el Año de la Misericordia el Papa ha dispuesto
una serie de cuestiones, entre ellas la de la posibilidad de que todos los
sacerdotes absuelvan del "pecado" del aborto a quien esté arrepentido
y quiera confesarse. Se le ha echado encima muchísima gente de la Iglesia pura.
¿Por qué?
Sencillamente porque
ese es uno de los principios determinantes para que la derecha salve su
conciencia: la lucha en defensa de la vida. Se callan la defensa, sin embargo,
cuando cada año mueren millones de niños en países pobres a los que gente de la
derecha se niega a ayudar.
Hizo falta que
apareciera la foto del niño para que los que decían que no iban a acoger a un
sólo refugiado...
...Y Merkel
aceptándolos. Aunque la gente de la derecha, como es bien sabido en Hungría o
Polonia, sigue oponiéndose en muchos sitios. Eso lo tienen que disimular de
alguna manera: entonces cargan las tintas en el tema del aborto. Pero es que la defensa de la vida no se acaba con el
parto. La vida no se acaba con el nacimiento de la criatura. Seamos justos:
la vida de un ser humano dura toda la vida y hay que preguntarse cuál es la
media de edad en los países de Europa y Norteamérica y cuál en los países del
Sur. Que se lo pregunten a un pobre de África. Es que eso no lo podemos
arreglar, ¿verdad? Lo tendríamos que arreglar entre todos, entre otras cosas
reorganizando y repensando todo el poder del capital financiero, de los
acuerdos internacionales económicos; de la fabricación de armamentos, la
permisividad de la guerra, la reorganización de tantas y tantas cosas a las que
no se les quiere hincar el diente.
Aquí en España eres uno de los defensores del Papa
Francisco y nos consta que lo sabe.
No me gusta hablar
de esas cosas, pero sí.